lunes, 28 de septiembre de 2009

JAIME ALEJANDRE: humanista de seda que florece palabras de temor y de júbilo







Jaime Alejandre, que veranea en Sigüenza, también acudió a la cena ofrecida por Carmina Casala y Jesús Riosalido.
Yo conocía a Jaime, aunque no nos habían presentado, porque asistí a la presentación del libro de un amigo común: Emilio Porta titulado Tomo secreto y que Jaime Alejandre, junto a Soledad Serrano, se encargó de presentar en la sede de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.

No nos conocíamos aunque habíamos publicado juntos en Ávila (Cuadernos del Episcopio) unos poemas en memoria de José Hierro que versaban sobre su soneto Vida publicado en libro por primera vez en su último libro Cuaderno de Nueva York en la primavera de 1998.( mucho antes, lo había publicado yo, cuando Pepe me lo regaló, en 1993. Pero eso es otra historia que merece contarse sola y en otra ocasión)

Estos poemas en homenaje a José Hierro tenía que estar rimados con las palabras TODO y NADA, al igual que Vida, en todos sus versos. Una idea que surgió de la mano de Enrique Badosa (al menos el fue quien, desde Barcelona,a través de Enrique Villagrasa, me pidió, sabiendo de la amistad que José Hierro y yo mantuvimos durante tantos años, que escribiese algún soneto con estas características. Lo hice. Le envié tres que titulé Tríptico de vida en todo y nada y Enrique Badosa se encargó de enviarlo a Carlos Aganzo o a José María Muñoz Quirós que son los encargados de las publicaciones de Cuaderno del Episcopio en Avila y allí, en esas páginas en homenaje a Pepe Hierro, me encontré con Jaime Alejandre diciendo: Venimos de la Nada y a la Nada / también irán los que tuvieron todo,
Una publicación del año 2005 donde 28 poetas recordábamos a otro poeta al tiempo que se defendía la validez del soneto. Enrique Badosa, en las palabras a modo de prólogo nos decías que es homenaje al autor de Cuaderno... A la vez, una experiencia literaria colectiva mediante la cual se reafirma la continua validez del soneto, y que en la poesía española no falta quien le asegura calidad y futuro. Sí: todo un homenaje a José Hierro.
Fue en Sigüenza, en Al-aissiya, donde me presentaron a Jaime Alejandre, donde realmente nos conocimos. Él llegó a la cena y al poco desapareció para regresar con unos cuantos libros suyos que repartió entre nosotros con alegría diciéndonos, como escusa para hacer el regalo, que su mujer, al verlo llegar y llevarse una bolsa de libros, pareció alegrarse más que él mismo porque así, ganaban algo de espacio en la casa.

Amable, Jaime Alejandre me regaló tres libros de poesía: Los guerreros de Terracota (Edicions Smara, Barcelona,2004) Autorretrato póstumo (Sial Ediciones, Madrid,2001) y Palabras en desuso (Huerga y Fierro, Madrid 1998)
También me trajo tres libros de narrativa: De entre Las ruinas, El alfabeto matemático (ambas de Sial) y Manual de historia prescindible de Huerga y Fierro.
(le agradecí mucho el copioso obsequio, pero no pude por menos que pensar: Dios! no sé si tendré tiempo para leer, ésto y todo lo que tengo pendiente, que es mucho, durante el verano)
Pues bien yo tenía razón. Imposible, no hay tiempo para leer todo lo que recibo. Pero Jaime Alejandre creo, tras ojearlo, que merece tiempo y lectura y tendrá ambas cosas.

Mientras tanto me detengo en su poema perteneciente al libro Palabras en desuso titulado Manifiesto de Intenciones (Pag. 54), algo que, al menos a mi, me ha hecho pensar: merece la pena dedicar tiempo y lectura a Jaime Alejandre, sí, merece la pena porque ha puesto (su) palabra en un balandro / de versos y de estrofas vacilantes, / propósitos ardientes e inconclusos / que quieren ser aquello que no (ha) sido / la lenta migración de las tristezas, / la terca permanencia de un recuerdo, / inmortales vestigios arqueológicos, / fenómenos del tiempo avecinado. / No fue ese su destino, sin embargo, / preñadas de (su) mal, mortal humano, / preñadas de (su) mal, tan contagioso, / caducas, fugitivas y marchitas,/ se (nos desvelan) siempre sus palabras

Y al tiempo que nos desvelan porque en todas sus palabras, caducas o fugitivas, nos ofrece una iluminación como auroral, como de nuevo día siempre, donde el relámpago de la luz se hace en nosotros, los lectores, nos alumbra las emociones.

Merece la pena, en mi opinión, prestar atención, y dedicar un tiempo a la lectura de la obra de Jaime Alejandre. Yo lo haré, con sosiego, tranquilamente, y en especial a su obra poética para comprobar aquello que dijo Jaime Azcona en el prólogo de De entre las ruinas: Sólo el lector distraido se perderá en la variedad de estilos y géneros, pues quien haya transitado por la obra de Alejandre: en poesía desde Espectador de mi a Derrota de regreso (creo que su último libro publicado y que no tengo) pasando por autorretrato póstumo; en narrativa desde Fuga a Donde sea lejos pasando por El alfabeto matemático, en teatro desde Patera-tierra a Casa con jardín, sabrá que la esencia del estilo de Alejandre es esta diversidad contradictoria que refleja no sólo la vida sino su vida.

Y es que tras leer algunos comentarios sobre Jaime Alejandre, como el anterior y como este de Javier Reverte, que pertenece al prólogo de El alfabeto matemático, y que dice: La suya es una literatura de sello muy personal, de una rara complejidad que, en mi opinión, no se parece a ninguna otra que yo haya leído.
El ojeo de los libros que me regaló Jaime Alejandre, la lectura de algunos poemas y la opinión de algunos de sus prologuistas ha despertado en mi el deseo de abordar sus libros poco a poco, sin distracciones, para comprobar, y me parece que será que sí, lo que tiene de singular la obra de este hombre amable,algo triste aunque con la sonrisa a flor de piel,que destila, en lo poco que le he leído, un pesimismo de "conocimiento" y que parece llevar consigo un alma noble, limpia, solidaria y repleta de amor a la vida (incluso en su preocupación existencial) porque parece, Jaime Alejandre, un verdadero humanista y, desde luego, no un frustrado hacedor de letras de tangos o de cualquiera otro estilo.
En su poemario Palabras en desuso (del que entresaqué y "arreglé" su Manifiesto de intenciones con el que trataba de que se vea al poeta que es Jaime Alejandre os cuelgo, para concluir, este breve poema que dice así:

No soy un farolillo japonés.
Pero jamás podría serlo:
le falta seda al corazón;
mis brazos no son ramas de cerezo.

Aquel que busca, el que indaga en la vida, quien observa, el que reflexiona, sabe que la imperfección es humana. Y la busca,como el asceta, fuera y dentro de sí, por si un día le roza la seda el corazón y le florecen los brazos con ramas de cerezo..

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