martes, 10 de noviembre de 2009

Carlos Álvarez: Poeta testimonial e íntimo


Foto cedida por David Felipe Arranz. Primero por la izquierda,que se encargó de presentar, y muy bien, a Carlos Alvarez, segundo por la izquierda. José Ruiz Mata,tercero idem, director de la revista Tierra de nadie y Jesús Felipe Martinez. Autor de un estudio sobre la poesía de Carlos Álvarez en la revista presentada el 5 de noviembre de 2009 en la A.C.E.


Fotografía, de pie y de izquierda a derecha: Antonio Hernández, José Hierro, Carlos Álvarez y Manuel Lopez Azorín en 1996.

En la mesa: Antonio, Carlos y Manuel en las Tertulias de Autor de Helicón.



El pasado día 5, en el Taller de Literatura de la A.C.E ( Asociación Colegial de Escritores) se rindió un cálido y emotivo homenaje al poeta Carlos Álvarez con la presentación del nº 8 de la revista Tierra de nadie que estaba dedicada, casi monográficamente, a este poeta nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) en 1933 y que al comenzar la guerra civil perdió a su padre, capitán de asalto, fusilado en Sevilla por permanecer fiel al gobierno de la república. Con el tiempo nos diría homenajeando a Machado: mi infancia son recuerdos de un muro de Sevilla.

Carlos Álvarez reside en Madrid desde 1941. Aquí estudió Bachillerato y después inició estudios de Derecho y Filosofía y Letras. Su oposición al franquismo le llevó a la cárcel, desde 1958 hasta 1975,no seguido sino en diferentes etapas. En dos ocasiones salió indultado debido a la muerte de los Papas Pío XII y Juan XXIII, la última y tercera vez que recibió indulto fue, finalmente, en noviembre de 1975, aunque en ésta, que yo sepa, no hubo Papa por medio (Carlos dice que sí y se refiere a Franco. ¿lo dirá porque a veces andaba bajo palio?) Fue el final de un tiempo de sombras y el principio de la luz de unos Versos de un tiempo sombrío.

Allí me encontré con amigos comunes como Serafín Picado, Matías Muñoz, Ricardo Zamorano y Antonio Hernández que lleva una temporada cojeando y no por chulería sino por el dichoso menisco.

Ojeando Tierra de nadie vi dos extensos estudios sobre la poesía de Carlos Álvarez. Uno de Jesús Felipe Martínez que recomiendo a todos los que quieran conocer, más y en todos sus registros, a este poeta que en 1960 escribió su primer poemario Poemas de la tierra prohibida, poemario que incluirá más tarde en Escrito en las paredes,libro que fue finalista del Premio Machado de El Ruedo Ibérico en París,1962, y que más tarde le proporcionó el Premio bienal Lovenmanken, de los poetas daneses (1963). En París publicó, entre otros, en 1964 Noticias del más acá. A lo largo del tiempo Carlos ha obtenido importantes Premios, ha sido objeto de estudio sobre su poesía y traducido a numerosos idiomas.

El otro estudio es de Carlos M. López Ramos. Uno y otro complementan la trayectoria poética de Carlos Álvarez en todas sus facetas creacionistas (humana, personal, ideológica). Entre los libros de Carlos Álvarez destacan Tiempo de siega y otras yerbas (1970) Aullido del licántropo (1975) La campana y el martillo pagan al caballo blanco (1977) y El testamento de Heiligenstadt (1985).

En el año 2007 la Editorial Eneida le publicó una antología con el título de Tercera mitad que recoge una selección de poemas de todos sus libros, incluido el último Memorias del malentendido publicado en 1993 por Ediciones Libertarias/ Prodhufi.


Carlos Álvarez fue agradecido con la revista, con los autores de los estudios sobre su poesía, con los que allí estuvimos y fue sincero, sincero hasta comunicar lo que los amigos conocíamos ya desde hacía mucho tiempo pero que él, nunca dijo públicamente (Algo que generó, de manera espontánea, un enorme aplauso de afecto por parte de todos) Carlos es, como siempre ha sido, noble, generoso, muy humano y elegante, tanto que apenas se deja notar. Y es, además, valiente y reivindicativo, vamos que es "Fieramente humano" y machadianamente bueno.

Al despedirme de él con un gran abrazo me acordé de cuando le invité a dar una lectura en las Tertulias de Autor de Helicón, en febrero de 1996. Para presentarlo recurrí a un poeta amigo de ambos, Antonio Hernández, pues sabía del aprecio y la admiración que sentía por Carlos. Cuando se lo propuse Antonio aceptó presentarlo inmediatamente, tal y como yo supuse.

Alguien, entonces, me comentó que la poesía de Carlos Álvarez, demasiado social, demasiado combativa -decía- era una poesía ya caduca y muy alejada de las corrientes del momento y además... y dejó la frase colgando, sin acabar, con puntos suspensivos y,seguramente, con algo de mala baba y con los prejuicios propios de una persona intolerante y Homófoba.

La corriente del momento afortunadamenta, le contesté, es la de la diversidad. Diversidad tanto en plano personal como poético. En poesía significa creación y se hace con la palabra, se nombran las cosas y al nombrarlas las hacemos existir y en esas cosas, con esas palabras, con pulso, con latido, con tensión, con ritmo, con música y con emoción es donde convive todo, cuando realmente es "buena poesía" y así es la de Carlos (aunque en ocasiones, como buen poeta y buen militante, ahí están también los casos del grandísimo Alberti o Manuel Machado, por ejemplo, algún poema se acerque al panfleto político) toque la temática que toque y cante la canción que cante.

Esa persona, no diré su nombre, me decepcionó (y lo peor es que era afín a la ideología de Carlos Álvarez; pero los prejuicios, sectarismos, clasismos,discriminaciones y otras necedades de las personas, existen tanto en la izquierda como en la derecha).

Le sugerí que leyese bien a Carlos Álvarez porque así, descubriría un gran poeta íntimo y testimonial. Querrás decir social -me dijo- No, quiero decir tes-ti-mo-nial e in-ti-mo contesté enfatizando cada sílaba, es decir, poesía de quien da testimonio de una cosa, de un tiempo, de la vida que le toca vivir, testimonio y certeza de su historia que es, al tiempo, la de todos porque viven el mismo tiempo y la misma historia, poesía, en fin, que habla de sí mismo y de lo que sucede a su alrededor ya sea colectivo o personal.


Mientras recordaba volví a la revista y al estudio de Jesús Felipe Martínez, donde recuerda que Aurora de Albornoz, hablando de la poesía de Carlos Álvarez decía: que si bien era un poeta testimonial porque daba testimonio de hechos históricos de carácter colectivo al mismo tiempo, también daba testimonio de sus experiencias de carácter íntimo hablando de sus personales amores o desamores, dolores o temores.

Completamente de acuerdo. Por eso era un poeta, para mí, lo suficientemente válido como para invitarle a dar una lectura ya que consideraba que su poesía, como tantas otras, era un reflejo de su vida y de sus ideas y encasillar en un determinado cubículo a un poeta de tan amplio registro como él, me parecía que no era de recibo por mucho que hubiera pasado gran parte de su vida silenciándose a sí mismo en el plano íntimo y por otro lado entrando y saliendo de la cárcel y combatiendo desde sus ideas a las que no ha renunciado nunca, contra aquello que oprime o silencia o mata en nombre de la Ley o no es justo o impide la libertad.

Y si sus vivencias sobre la represión política que sufrió son claras como el agua en su poesía, las otras, las íntimas, Carlos Álvarez siempre las ha presentado, y era comprensible, como envueltas en tules de sombra oscura, naturalmente medio ocultas debido a esa otra represión de moral restringida y condicionada por el tiempo que le tocó vivir.

Carlos Álvarez es un humanista, una gran persona, es muy aficionado al cine, a la música, (recuerdo que, en su casa, tiene una habitación amplia repleta de películas y discos) y, por supuesto, a la literatura en general, de la que es buen conocedor pues es hombre de gran cultura y lo demuestra en su obra poética con poemas que cantan a Chopín, a Homero, a Beethoven, a Shakespeare... y además establece en sus poemas juegos de referencias culturales así como de enmascaramiento que son, al mismo tiempo que cultos, accesibles.

Por supuesto que hizo su lectura en las Tertulias de Autor de Helicón< que no sé si ya lo he dicho, se emitían en directo a través de Canal Norte TV y además del público, en general, que asistía a la Tertulia, tuvo a un oyente especial, a Pepe Hierro (José Hierro) que no sólo venía a presentar siempre que yo se lo pedía sino que, también, (tanto le gustaban las Tertulias... y el conejo al ajillo del mesón La Rueda, posterior a la Tertulia, todo hay que decirlo) se acercaba a escuchar como simple oyente.

Antonio Hernández hizo la presentación y en ella nos dijo entre otras cosas que: Estamos hechos de contradicciones y al fondo de la paradoja brilla una luz que no veríamos si las sombras de la noche no la rodeara. A este respecto Carlos Álvarez enfrenta a lo humano el Cántico divino de San Juan de la Cruz. Dios y pueblo, cielo y suelo, cárcel y celda.

No como a ti a lo divino / me trajo el amor al trance / que estoy viviendo en que el cielo / riega de estrellas mi sangre, / sino tenderle a lo humano / mis brazos de parte a parte / y arder en llama fraterna / por quien la semilla arranque / de la planta venenosa / con que el odio infecta el aire. / Mas por sentirme tan cerca / de tu arrebato inefable / y expresar cómo al vacío / me transfigura y evade / quizá decir pueda un día / si sobrevivo a este trance / que por bajar tanto y tanto / los peldaños de mi cárcel/ "volé tan alto, tan alto, / que le di a la caza alcance".

Y tras estos versos que leyó de Carlos dijo: Los que creen que la poesía es una eterna primavera habría que decirles que nunca sentirán la primavera si no sienten su amargor por un latido que hace de la sangre bálsamo y lágrima al mismo tiempo.

Quiero terminar esta entrada "colgando" un poema que escribí durante una reunión (y allí mismo se lo di a Carlos) para organizar una actividad cultural-poética dedicada a los poetas que habían sufrido prisión durante el franquismo en la que estábamos, entre otros, Pepe Tarduchi, Indio Juan, Carlos Álvarez y yo. Es un soneto que titule:

La libertad

Para Carlos Álvarez

Para todos aquellos que perdieron
el pulso entre las rejas, que perdieron
la vista tras los muros, que perdieron
el tiempo y su sentido y que vivieron

navegando sin río, que perdieron
el vuelo entre paredes y perdieron
la música y el viento y que sufrieron
el estridente alerta. Los que fueron

abrazando los sueños y perdieron
la noción de las horas y sintieron
en soledad, dolor que no se nombra...

Para todos aquellos que perdieron
los días y las noches y sintieron,
al fin, la libertad tras tanta sombra.


Del libro: Azul de los afectos

3 comentarios:

Jesús Arroyo dijo...

Poema maravilloso.

Han vivido en dos partes,
sin llegar a capicúa,
sin centro de vida...

Abrazos.

blog del poeta Manuel López Azorín dijo...

Para Jesús Arroyo: muchas gracias Jesús. Afortunadamente y a pesar de tanta sombra, los poetas carcelarios tenían la suerte de seguir (lo diré con palabras tuyas) "caminos de tinta" para liberarse, en parte, de aquello que, lamentablemente, otros muchos sufrieron, como ellos,pero sin esa libertad intangible, esa que nadie nos puede arrebatar, que es la de pensar un poema.Ese era su centro de vida, entonces.
Un saludo.

Guillermo dijo...

Gracias por el poema !!!

Guillermo