viernes, 25 de junio de 2010

Encarnación Huerta Palacios: Poesía (1980-2009)







Sial/Fugger Poesía ha publicado bajo la atenta mirada de Simeón Martín Morales la memoria poética de su mujer Encarnación Huerta. El amor y la dedicación a guardar y difundir su memoria, su poesía en este caso, han hecho posible esta recopilación, que recoge sus libros publicados junto a dos poemas finales, uno de ellos, un acróstico dedicado a Simeón, su marido y compañero de viaje durante tantos años, además de un álbum fotográfico que recoge parte de la actividad literaria junto a grandes poetas como, entre otros, Leopoldo de Luis gran amigo de Encarnación, familiar, social y viajera siempre discretamente acompañada de "Sime" como ella solía llamar cariñosamente a su marido. Todo, en un volumen titulado: Encarnación Huerta Palacios. Poesía (1980-2009)

El libro lleva un prólogo de Luis Alberto de Cuenca como liminar para recordar a una mujer, a una poeta, que desde el 9 de enero del 2009 ya no está con nosotros sino en el recuerdo. Luis Alberto nos dice en el prólogo algo con lo que muchos estamos de acuerdo: Hemos tenido que acostumbrarnos a lo largo de estos últimos meses a no escuchar la voz de Encarnita por la línea telefónica y cito el teléfono porque era el medio de comunicación más habitual entre nosotros, el que más empleábamos para mantener siempre viva y lozana nuestra amistad.

Ahora sólo nos queda recordarla y releer su poesía para tener con nosotros a esta mujer que pasó por el mundo tratando, siempre, de hacer el bien, de no perjudicar ni dañar a nadie, de ayudar en todo lo que podía porque Encarnita, como la llamábamos todos, era una persona de gran fe, amable, cariñosa, bienhechora, dadivosa de sonoros besos cada vez que nos encontrábamos, y como poeta de verso siempre auténtico, sincero y emocionado.

Durante los últimos años nos vimos poco; pero, cuando coincidíamos, hablábamos durante largo tiempo para contarnos nuestras "cosas" (Simeón siempre a su lado, discreto, callado, escuchando atento, contemplando a su mujer siempre, al menos esa era mi percepción, con arrobo y con admiración. Nuestras "cosas" eran las de andar los dos en la cuerda floja, como funambulistas, tratando de guardar el equilibrio para no caer al abismo, eludiendo a la espada de Damocles, a la parca Átropos, la que corta los hilos, de la manera que podíamos, para seguir por esa cuerda floja que la vida, sobre la incertidumbre del vacío, nos puso para andar sin saber cómo. Finalmente, tristemente, inevitablemente Encarnación Huerta, aquel nueve de enero de 2009, dejó de caminar.

La eternidad, suelo decir, consiste en la memoria que los demás guardan de uno, ya que, mientras nos recuerden, de alguna manera seguiremos vivos.

Yo estoy recordando ahora a Encarnita, la mujer amable siempre y sé que su amistad para conmigo fue sincera y estoy recordando a la poeta Encarnación Huerta porque estoy leyendo este volumen de su poesía que me ha enviado Simeón y que comienza en su libro Alerta del alma inmortal (1980) con unos versos del místico San Juan de la Cruz, continúa con otro libro titulado Raíz de mi aliento (1983) en el que ya nos decía en su poema Cuando llegue la muerte: ha de encontrarme erguida, / la mirada serena / y el amor a mi lado.

En El teclado de Lázaro (libro de 1996) nos decía: No, / no tengo miedo/ a que agiten la mano los cipreses / para darme del aire despedida. Esta mujer que llevaba consigo, además de su optimismo y su fe, un violín dormido / en el desván de la memoria, en el de los recuerdos, escribió Amor, vivo en tu lluvia (1987) para abrazarse a "Sime" junto al mundo y seguir caminando entre un Des-concierto (1990) de lluvias y de interrogantes, sosteniéndose en la palabra que rechaza / el norte del silencio. Escribiendo en Voces que cantan (1993) poemas para aquellos a quienes quería y/o admiraba. Continuó la vida y la escritura con la pasión que ella le ponía a todo lo que hacía. Creó una Zambullida en la música (2009), su libro póstumo. Estaba prevista su presentación el mismo día
en que fue despedida por todos.

Estoy recordando a Encarnación Huerta, la mujer, la poeta, siempre cariñosa que un día de junio del año 2001 me envió en un folio orlado con mimo y delicadeza, que me traía no sólo un poema dedicado a mí con su admiración y su cariño sino todo el deseo que Encarnita le ponía, cuando sabía de algún amigo que se encontrase mal, y yo entonces así me encontraba, para ofrecerse, para dar esa bondad que llevaba consigo. El poema que me dedicó, el que me envió, lo he escaneado y va puesto arriba como poema inédito suyo. Esta mujer, esta poeta de versos encendidos, bienintencionados, como lamparillas de su fe, pretendía alumbrarnos cada día la vida. Concluyo con el acróstico que dedicó a su marido, porque me parece a mí que a Encarnita Huerta le va a gusta que lo haga.

A mi único amor en el día de su cumpleaño

(Acróstico)

Sencillo como hogaza caliente
Indicaste a tus hijos el camino
Modelo.
Encarnita se acoge al faro de tu alma
Oh! Qué luces regalas en esos ojos recios
No hay nubes en tu ser, brilla en ti Confianza.


Mi vida ha sido bella, tu voz siempre en mi oído
Apacible, serena, varonil
Repitiéndome firme lo mucho que me quieres.
Toma todo mi amor como una joya única,
Índice de que el cielo nos espera a la vez
Nutriéndonos de savia protectora.

Encarnación Huerta

No hay comentarios: