miércoles, 23 de junio de 2010

FRANCISCO CARO: Cuaderno de Boccaccio




Un profesor de historia como es Francisco Caro (Piedrabuena, 1947) no podía menos que ofrecernos, al aire de un prerrenacimiento florentino, las enseñanzas de un maestro llamado Boccaccio, situado, allá por el siglo XIV, en una Academia, de la ética, la estética de la poesía, con su particular preceptiva, junto a cinco de sus alumnos preferidos. Todos ellos; pero en especial Massimo Novello, como narrador, transmisor, alter-ego o heterónimo del poeta que da vida a este Cuaderno de Boccaccio, (Alcalá- Poesía. Madrid 2010. Premio Ciudad de Alcalá,2009) para contarnos cómo el maestro de Certaldo ofrecía, hace más de cinco siglos ya, todas su experiencia y sabiduría en el arte de la Poesía.

Este múltiple desdoblamiento empleado para mostrarnos una poesía humana repleta de historia, de cultura y de vida fundidas entre sí, es, me parece a mí, un muy buen recurso literario para intentar poner lo invisible en lo visible, la magia y el misterio de la poesía en el agua, el agua rumorosa del concepto, de la sorpresa cantarina, del símbolo transparente, de la sutil y leve sugerencia del agua que intentamos beber para saciar la sed que no termina nunca de saciarse.

En la solapa de este libro podemos leer: Cuaderno de Boccaccio es un intento de aproximación al milagro del hecho poético, y de su práctica; a la difícil necesidad de que la poesía se concrete en un poema, en poema.

El raro, extraño, y a la vez hermoso acto humano de la poesía, ese milagro que pretende dar apariencia de vida a la vida a través de lo que parece lejano a nuestra mirada, a veces nos introduce en lo más profundo de nosotros mismos y así, a veces, sólo a veces, sucede que el misterio se desvela, se produce el milagro por nuestros sentidos, por nuestros pensamientos y resulta un camino a seguir, visible ya, repleto de una luz que nos alumbra, donde el canto del poeta se convierte, se transforma en un poema

A lo largo de este Cuaderno de Boccaccio – nos dice Pedro A. González Moreno en su prólogo – se postula la naturaleza contradictoria de la poesía, concebida como una fuerza ordenadora y desintegradora al mismo tiempo, siempre escindida entre la verdad y la belleza, entre lo sensorial y lo intelectual, entre la realidad y la conciencia; Y más adelante nos dice que: Un acto, el de la escritura, que aparece descrito en ocasiones como una actividad doliente y angustiosa, como si de “Caro:arañar el vacio” se tratase, y otras veces se muestra como un acto jubiloso y epifánico en el que se concibe al poeta como un hacedor que sabe captar, como si fuera un absoluto “ “el ansia perfecta / de un instante”

Así nos dice Francisco Caro:
la vida son segmentos / de escenarios perennes / de fugaces instantes.

Francisco Caro ha sabido ser paciente, ha caminado observando, aprehendiendo, interiorizando y, ahora, cuando la juventud ya es ida, y la madurez del otoño se acerca al invierno, dicen, del frío y del letargo… Paco Caro nos dibuja su mapa de la poesía-vida con pinceladas vivas, rigurosas, breves, a veces irónicas o mordaces, precisas, humanas, intensas, a veces sorprendentes y siempre hermosas, con la serenidad de los años y, a la vez, con la rapidez, el ímpetu del joven que pretende el pasaporte, cruzar la aduana, adentrarse en ese vuelo cuyo destino es la palabra… y elevarse a la luz del mañana sin tiempo.

Juego de voces y de espejos,libro este, como bien dice el crítico y poeta Pedro A. González Moreno, tras el que se encuentra, en el fondo, una invitación a la literatura y a la vida.
Y me parece a mí que en este juego de voces (seis en una) y de espejos (uno, poliédrico) es muy posible que este poeta se esté elevando a la velocidad de la luz del universo invisible de la poesía, allí, donde el el instante fugaz se hace perenne, y él, aún, no se haya enterado.

Os dejo aquí un fragmento del poema que abre el libro:
Primer jueves
(...)
seguid,
levantad vuestra voz, dejad temores
- Boccaccio de Certaldo nos guiaba -
alzad en coro,
leed,
llenad el aire,
llegad conmigo al canto

volad, volemos juntos,
dad al viento

oíd
en estas alas viven, como versos,
la música del gozo
rotunda y frágil,
las hogueras de hierba,
el alígero trazo de las águilas

dejad, callad ahora, haced limpio el silencio,
quedo el aire

que la palabra guarde la memoria.

Francisco Caro

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