sábado, 25 de septiembre de 2010

Antonio Hernández: Insurgencias (Obra poética,1965-2007)


Foto: Carmen Calvo, Antonio Hernández, Alfonso Guerra y Emilio Torné.

Con un título general muy acertado (Insurgente y rebelde debe de ser el poeta, siempre en condición de sublevarse con la palabra) Emilio Torné editor de Calambur ha publicado en dos tomos la obra poética completa del poeta Antonio Hernández (Arcos de la Frontera, 1943) titulándola: Insurgencias.
Dos tomos que recogen sus dos etapas 1965-1985 y 1986-2007. Desde su primer amoroso y juvenil libro El mar es una tarde con campanas (1965) hasta el último, duro y sincero, A palo seco (2007) pasando por el resto de poemarios publicados que integra diferentes tonalidades y tonos, uniendo tendencias estéticas distintas, es decir uno y diverso es el poeta de estos quince libros reunidos en los dos volúmenes.

El miércoles 22 de septiembre de 2010 tuvo lugar la presentación de la obra poética, hasta la fecha, de Antonio Hernández. El lugar, como bien dijo Carmen Cafarell en la presentación del acto, La Casa de la Palabra es decir, el Instituto Cervantes que, en pleno centro de Madrid y con un leve, todavía, gesto de valores al alza o a la baja en las cariátides de su singular edificio, acogió en su salón de actos al poeta de Arcos, al editor Emilio Torné, a dos personajes públicos, la que fue Ministra de Cultura Carmen Calvo, hoy presidenta de la Fundación Vicente Núñez, y el machadiano e impresentable, en el sentido de no necesitar presentación por ser conocido de todos, como dijo el editor durante su intervención, Alfonso Guerra, dos personajes que no ejercieron de políticos , que supieron estar en el lugar preciso para hablar, y se notó que era así, de algo que vivían, que sentían, como buenos lectores, en este caso, de poesía.


Foto: Antonio Hernández y Alfonso Guerra

Todo, naturalmente, con la presencia del autor y un público, los que allí nos encontrábamos, que llenó, disfrutó y aplaudió con fuerza las diferentes intervenciones. Allí pude saludar a Marisa Calvo, nos sentamos juntos, que con tanta dedicación continúa la Tertuliia Hispanoamericana, ahora con el añadido del nombre de su marido y siempre conocida como Tertulia de Rafael Montesinos.
Esperanza, la mujer de Manolo Rico, esperaba a Társila, la mujer de ese grandísimo poeta que se nos fue el año pasado por estas fechas, Diego Jesús Jiménez, buen amigo de Antonio, reservando un asiento detrás de mi.

Poetas, que ahora recuerde, como Javier Lostalé, Sol de Diego, Alberto infante, Rafael Morales Barba, Pedro A. González Moreno, Joaquín Benito de Lucas, Emilio Ruiz Parra, Manuel Rico,Manuel Ríos Ruiz Carlos Álvarez, Lupe Grande, Francisca Aguirre y Félix Grande, se encontraban entre el público. Habría más poetas que yo no vi, seguro, pero aun siendo muchos, yo eché en falta a algunos. Claro que Antonio Hernández, durante su intervención, dejó muy claro que los verdaderos amigos, dijo más o menos, son aquellos que van a verte al hospital y a los recitales de poesía.

Carmen Calvo que reconoció públicamente su admiración por el poeta, habló entre otras cosas, de su larga amistad con él y de su buen hacer poético, catalogándolo de Poeta al emplear un dicho taurino, creo recordar que de Rafael de Paula: en el toreo hay matadores de toros y toreros que aplicado a la poesía es como decir hay hacedores de versos y hay Poetas. Y Antonio Hernández es Poeta.

Alfonso Guerra comenzó su presentación advirtiéndonos que su intervención no iba a ser breve. Y no lo fue. Nos hizo saber que en 1983 ya había presentado un libro de Antonio Hernández, libro que fue premiado con el Miguel Hernández de poesía y titulado Con tres heridas yo, sin tener conciencia entonces, dijo, de estar frente a un gran poeta como la tiene ahora. Nos demostró que había leído y analizado la obra del poeta con verdadero interés, demostró también su gran conocimiento de la poesía y de la literatura en general a través de sus numerosas citas y vino a ensalzar a lo largo de su presentación a este gran poeta andaluz y universal que, dijo, posee una riqueza de lenguaje extraordinaria.

Una aventura , en fin, que diría Claudio Rodríguez, poética intensa, que nos lleva por un Antonio Hernández que es uno y diverso, con una obra donde el poeta ,con sentimiento y con pensamiento, mira al pasado (se canta lo que se pierde nos decía D. Antonio Machado, uno de los referentes del poeta de Arcos), mira a la infancia, mira al tiempo hacia dentro, habla del paisaje, del amor y de la muerte, contempla, reflexiona, lo hace con intimismo, se compromete, protesta y, con pasión y con melancolía, nos ofrece una lírica absolutamente personal, con un riquísimo léxico, de la tierra, universal y propio.


Foto: Manuel López Azorín y Antonio Hernández en 2001

Su poesía es de contemplación con sentimiento de pérdida. En ella, pasado, y paisaje llegan al poema, que es memoria viva que viene de lejos, del tiempo de la infancia, del tiempo del sur, para mirar al mañana: al sur siempre está la mañana Antonio Hernández, que va desde el presente al pasado a través del recuerdo, que camina con la esperanza de un mañana no donde ganarse el cielo sino donde vuele en paz la ceniza en el olvido, nos ofrece en esta obra lo popular y lo clásico, las estrofas de siempre y versos blancos y libres y, en todo, un ritmo, una cadencia, que nos conduce hacia la música del alma donde vive tanto la elegía como el sueño, la participación y la celebración.

Lo dicho un poeta, Antonio Hernández, que es uno y diverso, y por eso- lo diré con palabras suyas- sabe adecuar el caudal de experiencias, tanto sociales como mágicas, al cauce expresivo más o menos profundo que uno posea y como él sabe bien que escribir es amar / sin amor que te bese , va hollando siempre el mundo amoroso, existencial, reflexivo, reivindicativo, intimo y va siempre a la búsqueda de la luz con su misterio porque piensa que nada de lo que muere deja olvido y cree que algún día vendrá la luz con su muestrario (La luz y Mari luz brillaron esa noche con la alegría de ver a un poeta pleno aquí, en la Casa de la Palabra, junto a quienes lo reconocen y le admiran)




Foto: Manuel López Azorín, Mari Luz y Antonio Hernández(El Cigarral, Toledo, mediados los noventa.




Antonio Hernández fue breve y agradecido con todos en su intervención y finalizo, recordando el centenario del poeta Miguel Hernández, con este poema que os "cuelgo" aquí y que lo escribió a su hijo al que llamó Miguel en recuerdo del poeta del pueblo, cabrero, de Orihuela.




Miguel Hernández tiene ya tres años.
Se acuesta con los indios y un cangrejo.
Pinta el televisor con tinta roja.
Me rompe los poemas que más quiero.
Tiene tres años y aún no va a la escuela
y es como la apariencia de mis muertos.
Si mi padre pudiera contemplarlo
vería que su imagen se ha rehecho.
Tiene tres años como yo los tuve,
como los tuvo usted, señora, pero
son mis tres años cuando la esperanza
invadía las calles de mi pueblo.
Rubio, sí, como luna, parecido
al sol el día de su nacimiento,
el día en que alumbró por vez primera
las tinieblas, las sombras y el misterio.
Miguel Hernández tiene ya tres años.
Jamás mi padre tuvo tanto espejo.
Tiene a la madre loca con los muebles
pintarrajeados como un esperpento.
Se acuesta con los indios, los balones
rompen la red a diario del puchero
y otro puchero hace si le riñen,
rebelde como yo, rebelde y tierno.

Miguel Hernández cuando seas un hombre,
no olvides
que te llamas barro eterno.

Antonio Hernández
Del libro: Con tres heridas yo

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