miércoles, 10 de noviembre de 2010

Rafael Montesinos: de Bécquer a Machado


Fotografía de Rafael Montesinos y Marisa Calvo en el Retiro.
(Gracias por la foto Marisa)


 

Memoria poética (II)

Rafael Montesinos:
de Bécquer a Machado.

Tras la llegada a Madrid en 1940, con 20 años, la infancia y la tierra constituyen para Rafael Montesinos su universo, un universo personal lejano y presente del que se alimenta gran parte de su obra y, lo decía en la entrada anterior,
conocerle es saber que la sencillez de lo popular junto al gusto por los clásicos dan lugar, en su poesía, a una creación personal llena de hondura, precisión y belleza, cargada, eso sí, casi siempre, de una profunda melancolía



Su infancia, tanto en la prosa (léase Los años irreparables, de 1952 la primera edición. Luego, de1981, una segunda edición, con una significativa nota: versión completa, que nos lleva a recordar que la primera fue parcialmente censurada, o una tercera de 1999, publicada por la Universidad de Sevilla al igual que la anterior, ésta con introducción edición y notas de Francisco Alejo Fernández) como en la poesía va unida a la tierra que le vio nacer.

Conocer a Rafael, por tanto es hablar de Sevilla,
de poesía y de la nostalgia.
Sevilla fue la ciudad de los dioses para Rafael Montesinos, el lugar para cantarle a su tierra con su intimista y personal voz llena de hondura y donde la ciudad se nos muestra, porque Montesinos es un poeta de su tiempo y de sus orígenes, con lirismo al tiempo que con compleja realidad. Hablar se Sevilla y de Gustavo Adolfo Bécquer.



En la poesía de Rafael Montesinos una de las grandes influencias fue Gustavo Adolfo Bécquer. (Luego vendrían don Antonio Machado, Juan Ramón, Cernuda…) Se convirtió Montesinos en uno de los grandes conocedores de la obra de este post-romántico sevillano, tanto que llegó a descubrir que algunas rimas atribuidas a Bécquer no eran de su autoría y en 1970, al cumplirse el centenario de su muerte, publica varios artículos con datos inéditos sobre el poeta. Entre ellos: Adiós a Elisa Guillén (Revista Ínsula, nº de diciembre)

En estos artículos da a conocer, mediante una tabla de concordancias, al verdadero autor (Fernando Iglesias Figueroa) de dos rimas, dos leyendas y la carta Desde mi celda que, durante cuarenta y tantos años fueron atribuidos a Bécquer por los críticos. Las dos rimas apócrifas, según nos dijo Montesinos, son: ¿No has sentido en la noche?...y Para que lo leas con tus ojos grises…, las leyendas: La fe salva y La voz del silencio y la décima y última carta Desde mi celda que también inventó Iglesias Figueroa.




Por el ensayo titulado Bécquer Biografía e imagen (Editorial RM, Barcelona 1977) le concedieron el Premio Nacional de Literatura. Sobre este libro, nos dice el propio Montesinos: Fue a principios de 1960 cuando di en la idea de componer un libro o álbum sobre Bécquer, cuyas secuencias fotográficas habrían de dar como resultado una biografía del poeta sevillano. Yo no podía imaginar entonces la gran cantidad de dibujos, fotografías y documentos inéditos que iban a llegar a mis manos en aquellos cuatro años de intensa búsqueda (…) y aún hoy no puedo comprender cómo podía existir – y debe de existir en estos momentos – tanto material desconocido en torno a la figura más estudiada de nuestra poesía contemporánea. (No estoy llamando contemporáneo a Béquer sino a su poesía.)

Años dedicó Rafael Montesinos a su incansable labor de investigación. Todo ello dio lugar a nuevos autógrafos, nuevos documentos, dibujos inéditos, retratos… personajes femeninos que irrumpen (Julia Cabrera) o desaparecen (Elisa Guillén) de la biografía becqueriana, observaciones agudísimas acerca de la vida y de la obra de su paisano – tal y como me contaba Rafael y así se refleja en la solapa del libro – son las principales aportaciones de este otro poeta sevillano al que la crítica catalogó entonces como el poeta que estaba en la mejor línea interior, contenida, de la poesía andaluza, la línea que arranca de Bécquer y sigue con Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda. (…) Los ciento cincuenta y cuatro grabados de este libro sobre Gustavo Adolfo Bécquer, constituyen algo sin precedentes en la millonaria bibliografía dedicada durante más de un siglo a este universal poeta sevillano.


El poeta Jorge Guillén, al morir, legó a Montesinos una profusa documentación sobre Bécquer. Rafael, al publicar en 1992 un nuevo estudio sobre su paisano titulado La semana pasada murió Bécquer,(Ediciones El Museo Universal, Madrid) se le dedicó a Jorge Guillén. Yo tuve la gran suerte de que Rafael Montesinos me obsequiara con estos dos libros y de que me los dedicara, los conservo con enorme cariño y voy a ellos a menudo como a menudo muchos estudiosos de Bécquer se documentan en estos ensayos publicados por Rafael Montesinos sobre este poeta, sevillano como él, y bautizados ambos en la pila bautismal de la iglesia de San Lorenzo de la ciudad que los vio nacer: Sevilla.

Igualmente hay que recordar que la Editorial Cátedra en su colección Letras Hispánicas publicó, en 1995, una edición de Rafael Montesinos sobre la Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. Edición que Rafael dedicó: A Marisa y a "nuestro huésped de las nieblas" y que ilustró con algunas fotografías de su autoría.

Decía al principio que tanto la prosa como la poesía le sirvieron para rememorar, para evocar, el tiempo sucedido, acercándose a la patria del hombre que es la niñez, Se canta lo que se pierde, que decía su otro gran paisano don Antonio Machado. En uno de sus primeros libros puso Montesinos una célebre cita, aunque entonces no lo era tanto: Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, verso alejandrino que bien le hubiera gustado escribir a nuestro poeta si no se le hubiera adelantado en el tiempo Antonio Machado uno de los grandes poetas admirados por Rafael Montesinos.

Y no sé por qué pero conocer a Rafael Montesinos es, siempre, recordar con qué gracia, con qué salero te demandaba un cigarrillo apostillando: pero
sin que se entere Marisa, y medio a escondidas, fumar el pitillo con verdadero deleite sin saber, o sabiendo, vaya usted a saber, que Marisa miraba casi siempre, en estas situaciones, para otro lado. Marisa andaba siempre pendiente del poeta que escribía, de verdad, sólo lo que vivía: Haz caso a lo que te digo,/ que nunca le he puesto letra / a copla que no he vivido.

Como yo tampoco he escrito nunca algo que no haya vivido, quiero acabar esta segunda entrada a Rafael Montesinos con un poema que escribí hacia 1996 y que luego formó parte de mi libro Azul de los afectos (2001)



TIEMPO
Para Rafael Montesinos y Marisa

Con ternura infinita Montesinos
le ha cantado a Sevilla desde crío,
a su puente, a su torre – y a su río –
recordando la tierra y sus destinos.

le cantó a ruiseñores y estorninos
con un verbo-pasión de fuego y frío
y le cantó al amor con tanto brío
que Gerardo lo puso en los caminos.

Y así, verso tras paso, fue a Marisa
y fue el tiempo esperanza y fue el abrazo
de los cantos soñados noche y día.

Y la niebla del tiempo – ya sin prisa –
canta amor, tierra, infancia – paso a trazo –
con la pena cabal de la alegría.

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