viernes, 15 de junio de 2012

Sesi García:Tabaco de liar (Nexo para cantar la vida)


Tabaco de liar :


(Nexo para cantar la vida)




Sesi García nos dice: Todo tiene lugar en la experiencia. / Las palabras y el ritmo creo que son / solo un sendero más que se derrite / en un cuerpo, en su simple claridad (…) Todo lo acaricia / la experiencia y percibo que este ritmo /es bueno, porque siempre lograremos / echar azúcar al café, encender / otro cigarro, ver la nuca que / deja ver el cabello corto, el aire / que lo genera todo y es muy limpio…






Tabaco de liar (Ediciones Canalla, Madrid 2012) nos ofrece una parte de la joven vida de Sesi García (Madrid 1992). En este primer libro suyo se recoge una realidad cotidiana, algunas veces hechos ciertos, vividos, otras veces hechos que pueden parecer una realidad literaria; pero que, me consta, tienen un origen absolutamente vital.







Sesi García ha volcado en él lo vivido, lo observado, los sueños que le viven, la memoria. Se ha mirado por dentro y ha salido su mundo propio, un mundo en el que nos canta, siempre acompañado de un humeante cigarrillo en la mano izquierda, lo que ve, lo que siente, lo que intuye, del modo más sincero ha construido esta realidad poética en relación a su necesidad. La necesidad de escribir, tras muchas lecturas e intenso aprendizaje: métrica, ritmo, recursos, tras esa encorsetada prisión necesaria de las formas, ha explorado el manantial de su vida y estos poemas son el resultado.






Cuando se consigue terminar un poemario, y éste tiene una unidad temática, una línea, una esencia que logra la unión de todos los poemas ya me parece a mí un gran logro pues recuerdo a Pepe Hierro cuando me hablaba de la sucesión de poemas sin posibilidad de cambio que era lo que a él le gustaba. Cuando además se consigue que el lector se adentre en los poemas y los haga suyos (al menos algunos), me parece algo más que un logro porque el fin de todo libro de poemas es, precisamente, que el lector viva y sienta a través de los versos que le habitan.






Y Tabaco de liar, creo sinceramente que lo consigue. Un poemario con título poco ortodoxo (la heterodoxia es una constante de la juventud) y poemas aparentemente sencillos donde podemos, a poco que pongamos un cierto interés, oír los ecos de un magnifico Claudio Rodríguez y ecos de poetas como Ángel González, Luis García Montero, que viven y conviven entre las fuentes de Sesi García junto con clásicos como Juan de Yepes, Lope de Vega y, cómo no, junto a jóvenes de viajes poéticos como él en la actualidad como María Salgado y Víctor Sierra.






Son sólo ecos, rumor del agua por donde ha ido bebiendo, saciando su sed de palabras; pero adentrándose en sí mismo al escribir, buscando, en el manantial de su vida para describir sus tristezas, sus anhelos… y con sinceridad escribir poemas. Poemas donde Sesi García nos ofrece una poesía de conocimiento y comunicación, de revelación y salvación, de compromiso y participación.






Tiene Tabaco de liar, en su diversidad temática, una unidad, un nexo común que canta a la vida. El poemario es una cronología de todo lo vivido y lo sentido a lo largo de un espacio de tiempo. El nexo común entre todos los poemas (al margen de los muchos temas que bañan el libro, y un ritmo y un estilo ya definidos) es que todos los poemas que componen el libro han sido escritos, ya lo dije antes, con un pitillo liado en la mano de Sesi García. De ahí el título Tabaco de liar.






Amplio el contenido temático de Tabaco de liar. Pero con un tema que aparece diverso bañando, de un modo u otro, a todos los poemas: el amor.


Miro tus ojos cuando te pienso, / miro directamente tus entrañas, / el sudor que se mezcla con el pelo / en tus sienes. Y luego lo cuento / y me dicen que estoy gilipollas, / que por qué pienso en esas cosas tuyas:/ tus bragas, la etiqueta que se escapa / del pantalón, las uñas de colores, / tu sujetador; cualquier detalle / pequeño, muy pequeño, que no te haga / más bella, sino más humana y mucho más tú misma.


Los personajes que pueblan el poemario: familia, el Padre, el cariño distinto hacia un padre que genera la madurez: Y qué importa el divorcio, todo el tiempo, / las cenas los domingos por la noche / cuando los dos nos callamos y no / sabemos qué decirnos, cuando compar / timos ese silencio genético / que nos hace ser lo mismo en la historia.






La madre, la ternura para la madre que siempre está en su sitio,… Mi madre conoció a Claudio Rodríguez. / Ya nos hemos quitado el luto. Gracias. / Yo nací ahogándome. ¿Quién más? / Amarillos los dedos. Qué bonito./ Esa ropa, esa ropa. ¿Otro cigarro, / mamá? Cómo lo hacemos. Cómo. Quién. / ¿No oyes rock and roll en el teatro? / Ya vienen, ya han desviado su camino / las personalidades de esas nuestras / palabras. Pero... ¿qué humo de quiénes bocas?






Los amigos, es curioso, los amigos como Víctor Sierra le escriben a él y le dicen: Escribir es trabajo y taumaturgia / Enciendes el silencio de las cosas / y asumes la paciencia del orfebre / El oficio y el delito de ser / (…).Que tus pasos conserven el sonido / intacto de los pasos que otros dieron / no es secreto. Avanzas / con ese olor a nuevo y a futuro.






Y mujeres, muchas mujeres: Esta mañana vi el vestido corto / de flores que llevabas puesto, porque / hoy martes cinco de abril hace un tiempo / propicio para que te pongas un / vestido corto —y temprano y libre— / de flores:






Personas desconocidas pueblan, también, este libro donde podemos observar a través de su lectura el amor, la amistad, etc. Y la finalidad última de este u otro libro: el disfrute o la tristeza que genere el lector al leerlo.






Un dato: todos los poemas, o la inmensa mayoría, que comprenden Tabaco de liar los ha recitado Sesi García en el Bukowski club, en Malasaña. Y ahí, en la calle donde se encuentra dicho bar fue donde empezó a engendrar lo que ahora es este poemario, al salir de cenar de un restaurante francés una noche clara y luminosa: Siempre la claridad vienen del cielo, nos dijo Claudio Rodríguez.






La claridad, la luz, puede aparecer de golpe; pero es poco a poco, con el transcurso de los días, de los meses, del tiempo, de vivir muchos paisajes vitales buscando la luz o, al menos, un relámpago de ella cuando, a veces, nos visita. Lo sorprendente es que lo haga en plena juventud, como sucede con este muchacho de apenas 18 o 19 años cumplidos cuando escribió estos poemas, porque sabemos que con su luz nos viene una forma, un sentido que da sentido a la vida, que de verdad brilla entre todo aquello que se escribe.






Tabaco de liar consta de cinco secciones, corresponde a una división cronológica exceptuando la quinta: París bien vale una misa. En ésta se incluyen tres poemas de amor. Un sentimiento que merece –como piensa este muchacho– desprenderse de otras cosas para mantenerlo. Aquí la poesía y la vida forman una sóla unidad, un canto diverso y unitario, pleno de madurez y juventud (Sesi García lo ha escrito apenas acabada la adolescencia, entre 2010 y 2011) Un libro que es producto del aprendizaje –de vida y poesía– durante toda ella.






Un poemario que ha ido gestando mientras caminaba (como lo hizo Claudio por su Zamora), por Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Madrid capital, Frankfurt, Segovia, Santander, Vilanova de Prades, Chipiona, en los vagones de los trenes de cercanías… observando, interiorizando, viviendo con intensidad su tiempo. Es por tanto una parte de Sesi García, de su mente y de su corazón, o dicho de otro modo de su cabeza y de su estómago, una parte de su biografía, de su amor por la vida y por la poesía.






Tabaco de liar se inicia y concluye con un mismo poema: un poema que expresa, por el momento, la línea poética de este muchacho que viene escribiendo desde los 13 años, que aprende con pasión y que a sus jóvenes años nos ofrece un primer y hermoso libro, muy limpio, repleto de ritmo y, con su aún joven experiencia, nos habla de las cosas sencillas, cotidianas, sin renegar de ellas porque se piensen pobres en ocasiones, que no lo son, ni de sus raíces: Coge el coche, recoge el coche de la calle / a las ocho y cuarenta y cinco minutos / de la mañana, con una noche por / detrás de no haber dormido nada, / para llevar algunas maletas y a tu padre / hacia el aeropuerto para volver a ver,/ después de más de treinta años, la tierra / a la que se mudó mi abuelo para / criarle.


Ni de sus ideas. Estableciendo, a veces, planos reales y planos simbólicos, (la admiración por Claudio Rodríguez por parte de Sesi García es patente), para contarnos historias sencillas, cotidianas al tiempo que plenas de honda reflexión.


… y es muy limpia también la vida. Solo / las cosas que son sencillas conocen / cómo podar lo único verdadera / mente importante y saborearlo. A veces / el cariño que no / vemos es más / grande que el cielo. Y hay veces que todo / el desencanto solo se vincula / con la armonía, con todo su encanto. / Si esto lo veis así, sabed que os quiero.






Sesi García crece (en el plano real y en el simbólico) con la rapidez de la juventud y la pasión que le acompañan y, seguro estoy, que en no mucho tiempo este estudiante de Filología que conoce la forma y que innova la forma sin perder la cadencia, el ritmo… Porque, como dice en un poema suyo posee: una batuta, / un carácter y solo la experiencia / determinará qué adoquines / serán todas las suelas, todos los carnavales / del acto personal de vivir. Y será capaz de sorprendernos con una poesía de luz, de claridad, de esa claridad que parece llevar ya consigo y con la que nos canta en este prometedor primer libro suyo


Manuel López Azorín

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