domingo, 21 de abril de 2013

Elvira Daudet: Cuaderno del delirio





Elvira Daudet: Cuaderno del delirio


El pasado mes de febrero tuvo lugar en la librería Fuentetaja la presentación del último libro de Elvira Daudet : Cuaderno del delirio (Ediciones Evohé, Colección Intravagantes,  Madrid, 2012) Fue una hermosa tarde de poesía junto a una Daudet aparentemente nerviosa, insegura… pero sólo aparentemente porque esta mujer, aparentemente frágil,  lleva consigo la fuerza  de una voluntad  firme y decidida,  y lleva el mar y su rumor , y lleva la luz de la poesía porque no admite ni tiempos de silencio, ni grises, oscuros, tenebrosos... que la impidan seguir siendo rebelde, insurgente, poeta.

Elvira Daudet (Cuenca, 1938), novelista, poeta y periodista que ha publicado los libros de poemas El primer mensaje (Ágora, 1959)

Crónicas de una tristeza (Ayto de León, 1971), su segundo libro que llegó con premio de la mano de, entre otros,  Dámaso Alonso, Luis Rosales y Antonio Gamoneda, ni más ni menos, fue el premio Antonio González de Lama y la hizo sentirse poeta de verdad. 

Lo de sentirse poeta de verdad es siempre un grave riesgo porque aun a pesar de los premios, a veces por razones misteriosas, suele llegar el olvido y relega al poeta, aun siendo poeta de verdad, a la sombra de lo casi inexistente.

Incluso diciendo, como dijo de ella, José García Nieto lo siguiente: Hay tan pocas voces verdaderamente necesarias en la poesía, que el eco de una cierta nos avecina para siempre con el misterio. Tiene que saber esto Elvira Daudet, como única compensación o desesperación para su desvelo. O estas otras dichas por un buen amigo Ramón Irigoyen:Elvira Daudet no es una aficionada que está aprendiendo a versificar, sino una aficionada —sin afición no se logra nada— que con sus libros se sitúa en la primerísima fila de la poesía actual en España.


El don desapacible (Colección poesía, Libertarias, 1994), Elvira lo considera uno de sus mejores libros.Pero Elvira no sabe que todos sus libros  son el mejor.   Terrenal y marina (Dip. Provincial de Cuenca, 1999) Dice La Daudet que este libro es un poemario vacilante.. ¿Poner el alma frente al mar y arraigarse a la tierra es vacilación? 
  
Un día escribi yo sobre este libro: La fuerza expresiva de Elvira Daudet conmueve y remueve, como un baño de emociones vivas, la memoria, el tiempo… tiempo que, a través de su verso herido, doloroso, desgarrado, veraz, nos detiene de golpe o nos hace caminar, latido tras latido, fundiendo vivencias, las suyas y las nuestras, que en muchas ocasiones, esta es la grandeza del verso universal, son colectivas aunque partan de un recuerdo propio, de un dolor propio, de una memoria propia. No es un libro vacilante, naturalidad hay en  sus poemas y nos atrapa a todos cuando la leemos.

Tras un largo silencio, y de la mano de Jaime Alejandre, nos llegó en 2010, Hadversidades poéticas, un cuadernillo con una breve selección de poemas editados por  la editorial Cuadernos del Laberinto. Con esta misma editorial, y dentro de la colección Anaquel de poesía, apareció en 2011 su poemario Laberinto Carnal.  Y nos llegó una Daudet tremendamente humana, con rabia, dolorida, y con la bandera de la insurgencia, de la crítica que despierta conciencias.

Laberinto carnal es un libro comprometido, es un grito de angustia y de socorro, sobrecogedor, una llamada de atención. Por eso nos dice en el poema Todo es aire: El tiempo que vivimos no es fácil de entender ni se parece /al futuro soñado; es un caos que avanza a la hecatombe /con las velas al viento desplegadas. La poesía, la magia de la poesía y de los sueños, a veces, nos ofrecen el bálsamo que nos  recupera y nos devuelve las ganas  de despojarnos de la sombra, y nos sirve también de bandera para gritarle a la noche, a la conciencia colectiva, la rabia sorda del dolor humano.



Ahora nos ofrece esta poeta su nuevo libro Cuaderno del delirio, Este es el curriculum poético de una mujer que  nos trajo este verso: Me ha nacido entre tu boca el mar, y le naciera o no, ese mar se quedó para siempre junto a ella aunque la boca huyera, también para siempre de su lado. (Mejor dicho de su lado físico, nunca de su memoria) Esta mujer valiente, esta poeta rebelde, esta delicada y hermosa flor, convertida en tara si, pero de acero debido a la guerra en que vino a nacer. Esta mujer nos ofrece en su poesía la vida, y como en la vida todo tiene su cara y su cruz: la dulce y tierna miel de la dicha, del amor,  y el ácido y desgarrado vinagre del dolor, ese que trae el desamor, la pena, la venganza, pero ni uno ni otro traen jamás el olvido.

En su Antología poética-1959-2012- publicada por Alacena Roja, Madrid 2012 nos decía Elvira Daudet: Mi poesía tiene como principio y fin la criatura humana, todo lo demás está subordinado a este valor. Entre lo sublime y lo común, yo elijo como materia poética lo común: el pan antes que la rosa. Frente a la ambigüedad de ciertos poetas que ocultan su nadería con humo o sobredorados que confunden a los lectores, yo opto por la claridad de la palabra desnuda, aunque hiera, que todos puedan comprender.

La infancia de La Daudet , niñez en una postguerra  de miseria terrible y doloroso silencio, se envenenó con las palabras al tiempo que produjo el milagro de la escritura. Una escritura censurada, repudiada por la propia familia (creo que ya lo he dicho en otras ocasiones) que hizo que esta niña entonces se volviera  insurgente, tragase su dolor para sí misma y ya adolescente y en la ciudad del Doncel, unió su vida a su pasión y surgió la poesía que, ya siempre, le serviría de bálsamo y le serviría de bandera y todo porque desde niña Elvira Daudet, estaba envenenada por la magia de las palabras. Una magia que –según palabras suyas– un joven cabezón de ojos de miel, llamado Antonio Pérez le enseñó al principio. Luego Jesús Tomé, que fue como su hermano mayor. Era claretiano –nos ha dicho la Daudet– pequeño y trasparente como San Juan de la Cruz y, como él, un grandísimo poeta, que volcó toda su sensibilidad en la formación de esta poeta terrenal y marina, insurgente y soñadora. Elvira Daudet escribía poesía a todas horas.(Esto también lo he contado ya, pero es bueno recordarlo)  A los 17 años se vino a estudiar a Madrid. Después llegó Paris y la ciudad de la luz fue el amor y fue el delirio… hasta que éste concluyó.


Tendría que pasar tiempo, mucho tiempo, para plasmar en poemas, en su Cuaderno del delirio, libro de tiempo, de memoria, de  amor y desamor, de dolor y de pérdida, con la ville de la lumiere, encendida o apagada según el caso, de Paris al fondo.Sí, tendría que pasar el tiempo, ese que dicen que cura las heridas o al menos las vuelve menos dolorosas. Dice Elvira Daudet, yo lo he leído en alguna parte,  que  este será su último libro de poemas; pero eso... ni el propio poeta lo sabe porque es la Poesía, siempre, quien decide si te abraza o te abandona, si fija tu palabra en el tiempo o te deja en silencio porque sabe que lo que ya has escrito o dicho es suficiente. Sólo la Poesía lo sabe querida Elvira.

El periodista Manuel Valera se encargó de presentar a Elvira Daudet en Fuentetaja y, entre otras cosas de interés, dijo:  ... en primer lugar quiero decir que leyendo este Cuaderno del delirio me he sentido como Ulises leyendo la Odisea según Penélope. He descubierto mi propio delirio, pero desde el otro lado...
...la poesía de Elvira nos habla de la pérdida, ese robo, que es el tiempo para ella; el tiempo, ladrón que se lleva sus años, sus amores, sus pasiones, sus hombres, sus olores a hombre. A partir de ahí, ¿qué le queda?: el sentimiento de pérdida, un estado catatónico, un delirio...... la vida para Elvira sólo es, técnicamente, la vida digna de ser vivida, una vida feliz. La otra, el resto del tiempo, a eso no lo llama vida...
... el amor en Elvira deja a los amantes en un delirio, en una enfermedad. Pero se queda en los objetos por donde ha pasado, acrecentando la melancolía, la añoranza..."
Manuel Valera, Elvira Daudet y  la representante de la Editorial

Elvira Daudet no adorna sus poemas con florituras verbales, su lenguaje es sobrio,  preciso y natural. Su poesía, su voz lírica es auténtica , apasionada y desgarradora. Esta poeta tímida e insegura, como tantos, necesita sentirse querida, arropada, iluminada…por ello parió un mundo para que se le cayesen encima las estrellas. Y esas estrellas la llevaron,  con decisión, a París.
Allí, gracias al hispanista Claude Couffon, conoció a Nicolás Guillén, a Jean Paul Sastre,  Louis Aragón… En París vivió y convivió con el mundo de la  bohemia. Allí, en Paris, se casó y fue el delirio…y dejó de escribir poesía. Ella dice que se  decepcionó, pues pensaba comerse el mundo y (dice ella), no se comió una rosca. Vivió  entregada al oficio del periodismo, pero sin dejar de escribir poesía.
“En su larga experiencia periodística, trabajó en Informaciones, Pueblo, ABC y El Independiente. También colaboró en diversas revistas culturales y de información general y en algunos periódicos extranjeros como St. Galler Tagblatt. Fue directora del periódico La Tarde de Madrid y de la revista Derechos Humanos. En Televisión Española escribió, dirigió y presentó la serie Está llegando la mujer. Como corresponsal del diario Pueblo en Roma fue testigo excepcional de los acontecimientos históricos que marcaron los años 70 como los asesinatos de Pier Paolo Pasolini y Aldo Moro, las masacres fascistas y la violencia de las Brigadas Rojas.”

Elvira y yo en una lectura poética de Rafael Soler


Con el periodismo tuvo muchos disgustos y muchas, más alegrías  El periodismo, dice,  fue su premio gordo de la lotería, viajó, conoció a los personajes más importantes de la época, y le  pagaron por ello (como en la poesía, igualito. Elvira suele decir que lo habría  hecho gratis, como en la poesía, pero  le pagaron) Así,  salió adelante, ella y su familia.



La Daudet  siempre ha escrito versos. Ella dice que la poesía es una necesidad, un soplo que te derriba en el momento más inesperado, al que es imposible resistirse y que por eso escribe.
Cuaderno del delirio es el recordatorio de un tiempo de ausencias y presente en la memoria. Un poemario que nos trae el vacío de un tiempo inexistente ya, muerto ya,  y sin embargo vivo. Es, a veces, como un delirio de instantes felices y muchas, muchas veces  es el doloroso  delirio de vacío de pérdida, del peso insoportable del tiempo, de soledad…

El periodista Manuel Valera, Elvira Daudet saludando y la  representante de Intravagantes.

Elvira Daudet,  mientras se desangra  de amor y de dolor se pregunta, se dice: Al borde del abismo camino a ciegas, / sin comprender quien soy ni lo que espero.
Yo te lo digo: esperas  seguir escribiendo para que, al menos, la poesía venga a quererte, a arroparte, a iluminarte, para que la poesía, tan caprichosa ella, venga a tu lado y te sonría para escribir versos contundentes, auténticos, vividos, sentidos, sufridos, versos sinceros, dolorosos, como los de este Cuaderno del delirio.  Versos que atrapen los sentidos y se queden en el lector, se  hagan del lector. Para que la Poesía te alumbre. Para que siga alumbrando a La Daudet.


1 comentario:

Isolda Wagner dijo...

Has hecho un retrato magnífico de Elvira. Enhorabuena.
Besos, que no falten.