lunes, 27 de mayo de 2013

Lola de la Serna: El parpadeo del tiempo




Lola de la Serna: El parpadeo del tiempo

Foto de Lola


Lola de la Serna me trajo su nuevo libro: El parpadeo del tiempo. (Ediciones Vitruvio. Madrid, 2013) Era marzo y entraba la primavera en Madrid:Murió aquel niño azul que era el invierno / venciendo, a pesar de morir, a toda muerte. Yo presentaba en Madrid mi Romancero flamenco y Lola, después de tanto tiempo sin publicar, me ofrecía un nuevo poemario: Ha llegado ya el tiempo / de la contemplación. De la alegría. Lola de la Serna no es una poeta que se prodigue publicando. 

Su último libro, anterior a éste, fue una reedición publicada en esta editorial de Pablo Méndez y es del año 2009 Adam Kadmon (La barca y el barquero) Era éste una especie de libro iniciático. Ya Luis de Paola, en 1993, decía al respecto: "El Creador esconderá llaves" refiere la autora, "donde sólo los dignos las encuentren. En estos versos, como es habitual en ella, Lola de la Serna va sin rodeos a la esencia de las cosas, empleando (así lo aconsejaban Machado/Mairena y Vicente Huidobro) sólo las imágenes indispensables. 


Adam Kadmon fue publicado por primera vez por la Editorial Regional de Extremadura en 1993 al obtener, en diciembre del año anterior el X Premio  Constitución de Poesía convocado por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura. Su primer libro titulado Curupaití, lo publicó Ediciones Torremozas en 1988.



Lola de la Serna

Así pues Lola de la Serna  que se dio a conocer en la década de los años ochenta,  junto a otros compañeros, a través de la Asociación Prometeo de Poesía, fundada por el poeta Juan Ruiz de Torres, que publicó poemas por primera vez  en Cuadernos de Poesía nueva, que recibió el Premio Ciudad de Tánger, convocado por la Biblioteca Nacional de esta ciudad, que en dos ocasiones  fue seleccionado  un poema suyo (un año uno y otro año otro) por el Real Conservatorio de Música de Madrid  y fueron musicalizados y presentados en los Conciertos de Música y Poesía de Alcalá de Henares (Madrid), nos llega con un libro nuevo. 


Esta mujer se toma el trabajo creativo con calma, lo hace cuidadosamente y sin prisas porque, para ella,  lo importante no es ser prolífica sino precisa y en esa sutileza administra el lenguaje, al tiempo que lo disfruta, con lentitud y mimo. 

El paso del tiempo, junto con la memoria que rescata del pasado los sueños, primero en su luminosidad y luego en su derrumbe, se entremezclan en un canto que camina a la búsqueda de la paz interior, el equilibrio entre naturaleza y vida con sus eternos ciclos, la luz de la esperanza y la pérdida de las ilusiones, el sosiego de la paz y la inquietud de la duda, la plenitud del amor y su derrota,: A veces he sentido su invisible presencia, / en leve parpadeo, / como si fuese cierta y cierta mi aventura, /  enmascarada, / tras el rostro infinito que vive en los pronombres.

Seguramente Lola de la Serna pensará, como pensaba Heidegger, que el lenguaje es el más inocente y el más peligroso de los bienes que se le ha dado al hombre, que hay que saber administrarlo porque el lenguaje, ese instrumento del que dispone el ser humano, es lo que le ha dado la milagrosa posibilidad de diferenciarse, de ser hombre, (mujer en este caso) de sentir, de pensar y vivir la vida sabiendo que, en este nuestro vivir: En el núbil espacio dibujamos / con ondas circulares en número perfecto / los días y los meses y huidizas estaciones / que mueren y retornan en un girar eterno. Este es su parpadeo, guiño que se repite de manera circular mientras va pasando lo que nosotros llamamos tiempo: Para que todo fuese justificado mundo, / apareció y fue soplo, permanencia y lugar, / prestándonos la rosa de su verdad. Desnuda.

Al humano el lenguaje le da la posibilidad de ser, además, él mismo, de enfrentarse a sí mismo y a su deseo de ser y/o de querer ser.  Hölderlin nos muestra la puerta de entrada de este nuevo libro de Lola de la Serna con esta cita: …ser en cada uno mismo: eso es la vida; que nosotros, los otros, somos sueño de eso. Esta mujer nos ofrece ahora, tras tantos años en silencio, un libro de pensamiento, de filosofía, un libro meditativo, místico, espiritual,  sin alinearse a ninguna religión o tradición en particular, en él podemos encontrar ecos de la mística española de Juan de Yepes, el sufismo (misticismo del Islam  y/ o del esoterismo) el Budismo Zen  y también, Lola nos orienta con citas sobre los diferentes meses. Del mes de abril, nos dice la cita que es un mes ambiguo, pero que nada impide su crecimiento: De la fuente de la misericordia / llega la lluvia, para saciar la sed de los arcángelesHa tomado, Lola de la Serna,  como referente para sus citas  y creo, también algunos ecos de las visiones de la abadesa que fue líder monacal, mística, profetisa, médica y escritora, la alemana Hildergard Von Bingen.

Lola de la Serna nos habla de la inocencia, de la pureza que, de repente desaparece y ya no brota nunca más y luego, en el poema “Ella” nos dice: La boda fue en abril y diluviaba / sobre un velo de novia y  zapatos / Quizá era un presagio…/ Llovía y no hubo fiesta; / el campo silencioso y huérfano de flores / esperaba un milagro que nunca sucedió


Un libro que es como un despertar espiritual. Cuando lo  he terminado de leer, he sentido la sensación de que lo que llamamos tiempo, esa invisible presencia que evocamos con los calendarios y los relojes, ese sueño que a fuerza de soñar creemos realidad  aunque en el fondo sepamos que nosotros, breves tránsitos del nacer al morir, somos una minúscula fracción de su parpadeo en un círculo, de ciclos sucesorios, que nace, vive, duerme, nuevamente despierta y vuelve a nacer mientras el hombre vive un presente continuo “desde el día del llanto al último suspiro” y es sólo un brevísimo abrir y cerrar los ojos a la vida, con relación al continuo parpadear del tiempo que es cambiante y constante: Engendrará la vida nuevamente / brotando de su vientre en primavera / todo lo fermentado./ lo que aparenta muerto. (…) Es la anciana presencia de lo nuevo y eterno / y el Verbo de la Luz su criatura.


La poesía, como el yo del espejo, a veces nos ofrece la apariencia de lo irreal frente a la realidad que creemos ver y sentir en nuestro ser y a veces nos muestra una realidad tan clara, tan palpable, que no parece real: ¿Quién sera el real en ese océano / tremendo y pavoroso del espejo? (...) Tal vez todo fue (es) un sueño / y quedó como cierto en la memoria.Pero lo que el poeta escribe, dice, siente, ya con apariencia de irrealidad o de palpable realidad, no es otra cosa que la realidad de su ser, de su yo, esa realidad sentida, pensada, consciente o no, vivida y que nos vive dentro sin medida ni tiempo
(eso es la materia de los sueños: la memoria) aunque llegue y se marche con nosotros.

Así pues Lola de la Serna nos ofrece un manojo de poemas donde desgrana el tiempo, las estaciones, sus dones, su renacer y su marasmo y nos ofrece, igualmente entre ellas, con íntima palabra, a través de esa memoria que es el sueño de lo sucedido, el gozo y la derrota, el humano deseo de lo intemporal  para igualarse a la naturaleza, el sueño de soñar, tal vez, lo no cumplido...Y con todo ello, en una especie de balance, de examen de conciencia, contempla el yo frente al espejo,el yo frente a sí mismo (ser en cada uno mismo: esa es la vida; que nosotros, los otros, somos sueño de eso), en esa rueda circular de vida, a veces real y a veces soñada.

 Por esta razón la poesía no puede ser sólo un adorno que acompañe al hombre en su existir ni tampoco una pasión o diversión pasajera. La poesía debe de ser el núcleo, la nuez, el fundamento de toda realidad, en sí misma y en la irrealidad de su apariencia. 
Esta poesía de meditación de Lola de la Serna , llámese mística,  Zen,  sufismo…
este esoterismo contemplativo ¿Pudiera ser el camino  que nos acerque al equilibrio, a la serenidad, a la luz,  a la naturaleza y al  hombre?

Escrito este El parpadeo del tiempo de manera formal y en verso blanco, nos ofrece, con muy buen ritmo, la preocupación por el tiempo, la visión panteísta de la naturaleza intemporal en contraposición a la brevedad del hombre.  Hombre y naturaleza, en fin, a la búsqueda de la paz interior y de la luz,  acompañando al sujeto poético, con su dolor y su memoria, en este viaje de meditación contemplativa que merece la pena leer y acompañarla, ella parece decirlo en el poema “Vosotros” : Mientras gotean los días por mi sangre / sois mi acompañamiento, / el mapa que señala toda definición / para llegar a ser lo que aún no soy. Pues hagámoslo, acompañémosla, leamos este hermoso libro, será una forma de que nos sienta a su lado,  y de este modo estaremos, en tanto que lectores: embriagando los días / con su luz poderosa de libertad y fiesta.


1 comentario:

rosa del aire dijo...

special beivasaComo dices, Lola de la Serna, no es de las poetisas que se prodiga en sus publicaciones. El certero análisis que haces sobre "El parpadeo del tiempo" contribuye a que recordemos la forma precisa de escribir que tiene Lola.
Gracias, Manolo.