lunes, 16 de noviembre de 2015

Francisco Caro: "Plural de sed"





Francisco Caro: Plural de sed



En la muy conocida  librería Rafael Alberti de Madrid presentó su libro  Plural de sed (Lastura, Madrid, 2015) el poeta, tardío en publicar que no en lecturas y aprendizaje poético, Francisco Caro. Yo estuve allí, Junto a muchos otros  poetas para saber más de su sed de amoroso y elegante erotismo (suele decir Luis Alberto de Cuenca que el erotismo, por su elegancia, es la pornografía de los ricos) Y Caro no es Caro porque sea o no rico, que yo no lo sé  pero sí sé que es rico en historia y elegancia, una elegancia de barro formado en la llanura manchega, que es siempre cercana, próxima, sencilla, bien aderezada desde hace ya tiempo con un comedido, discreto y hermoso toque casi pirenaico.




Allí presentó con acierto jocoso Francisco García Marquina y allí leyó Francisco Caro algunos poemas ante la atenta mirada de la becaria de un jefe que, sin ella, tal vez, no sabría encontrar los papeles.
 Porque cuando amblar es mover lúbricamente el cuerpo, cuando es movimiento y sincronía, cuando es sed plural y marcha paralela hacia el camino de la fuente donde la sed de amor queda saciada y lo hace con la elegante belleza de la exquisitez, del lenguaje que gime en sus palabras, del suspiro que amorosamente acaricia los vocablos, los acentos, que acompasa el ritmo sincronizado del plural unívoco y preciso…la realidad y el sueño se funden: Cuando por fin logré / que el poema que amabas, / que escribía, / quisiera terminarse, / sentí tu mano / quedamente gemir sobre mis espalda /// y una suite para dos, / una sed para dos, / sonó en la almohada.


Esta dulce, suave, erótica y melodiosa composición, conforma una partitura de movimientos variados y todos ellos con un mismo ritmo, Cada una de las cuatro partes que conforman Plural de sed, “las cuatro partes de una suite”, que dijera Caro, tienen una misma tonalidad, la cualidad del color de la sed cuando ésta siente la llama en los sentidos, el fuego en los significantes, y se torna de rojo incendiado en ardoroso sol alumbrando entre azulados luminosos todos los significados:

Posarse, / posarme luego, sobre lo sólido, / saber la decisión o desventura / que camina en tus huesos, / saber que hoy laberintos de voluntad y fiebre. (…) ser águila saciada / lengua sin voz mi voz en torno tuyo.

No ha sido el erotismo frecuente en la poesía de Francisco Caro, este es, quizá, un caso aislado en su poesía, aunque también es cierto decir que sí ha frecuentado el erotismo lingüístico, en la sed de la poesía como en estos versos de Las sílabas de la noche (2008), en el poema “La palabra” y en algunos más: Cómo no recordarte// cómo no recordar tu piel tabaco / cada vez que me curan los mordiscos.
Y es que, a veces, Caro escribe el poema como el amor: desnudo, escribe y siente que su verso se ahonda, nos dice, y con su celo siente cual si estuviera / en mitad del amor.








Pero no sólo ha escrito con cierto erotismo metapoético. No tengo conmigo su libro Salvo de ti (2006  y creo que dos ediciones mas, una en 2008 y otra digital en 2013), en él escribe: salvo de ti / de todo tengo celos// desnuda tú /  desnudo / tierra y cielo / así quisiera.

Más tarde en su libro Calygrafías (2009),  abre éste con el poema “El encuentro” que concluye así: qué haremos sino amarnos – me invitaba / su boca por combate – ahora, sin excusas // y la amé como un hombre // y era París / alba, desnuda, mía para siempre.

De manera que Francisco Caro poeta, de un modo u otro, también, cuando escribe y toca lo erótico, saber manejar con precisión y elegancia la sugerencia y la desnudez directa y enllamararla como sabe igualmente hacer hondas reflexiones sobre lo poético y lo vital (Cuerpo, casa partida ), o escribir la mirada del hombre sobre los instantes y sobre los espacios (Paisaje en tercera persona, 2010), o ejercitarse en un múltiple desdoblamiento para mostrarnos una poesía humana repleta de historia, de cultura y de vida fundidas entre sí,(Cuaderno de Bocaccio, 2010, etc. etc.)  Y claro, le sale lo que le sale: juego y rigor, divertimento y reflexión, técnica y emoción, cerebro y corazón… además de esta sed plural de amor  y poesía, vividos, sentidos, soñados. Cuando por fin logré / que el poema que amabas, / que escribía, / quisiera terminarse, / sentí tu mano / quedamente gemir sobre mi espalda / / y una suite para dos, / una sed para dos, / sonó en la almohada.


Pienso que es suficiente para comprobar que lo amoroso/ lo erótico, ya sea para la palabra y sus significados, ya para que la memoria juegue con lo sucedido, que forma parte de la travesía vital, de la realidad vivida, ahora tamizada por la materia de los sueños que a veces es sentimiento de pérdida, a veces añoranza, a veces sólo sueño que juega literariamente a soñar, a fundir, lo vivido y lo soñado: Aquí este tiempo / apartado, ya próximo a nosotros (…) y tu cuerpo transparente y el mío cuando cruzan / el vertido sosiego de los patios. / Arcos, ladrillos, puertas / de este lugar, ya no Madrid,/ donde quisiste, / a cobijo de todas las alarmas, / que volviera a tu boca/ –oficio inevitable –/ a tu boca laurel 
                                                                            y recobrarnos.  
Francisco Caro es, sí, un poeta tardío; pero significado en la consolidación de una obra ya merecedora de atención y , naturalmente, lectura.
                                     
                                                      Manuel L. Azorín




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