lunes, 24 de septiembre de 2012

Félix Grande: Biografia, del dolor al consuelo en Libro de familia.




Memoria poética.

Félix Grande: Biografía, del dolor al consuelo en Libro de familia 



Este verano he leído, por fin, el último libro de Félix Grande. Me ha impresionado. Su título: Libro de familia, La editorial Visor en su cuidada colección Palabra de Honor que dirigen Luis García Montero y Jesús, (Chus Visor), lo publicó el año pasado; pero ha sido este verano de 2012 cuando, emocionado, he paseado por unas páginas que me han resultado familiares (tal vez porque ya conocía algunos poemas o fragmentos de ellos y alguno leído por Félix, como el titulado Don Antonio Machado escribe el último poema de su vida),  páginas, digo, familiares, cercanas, llenas de memoria, de ternura y de rabia, de amor y de odio, de esperanza y consuelo. 

Un poemario autobiográfico, confesional donde el yo, a cara descubierta, funambulea entre la cuerda floja de los sentimientos, de las emociones y, en un más difícil todavía, sirviéndose del equilibrio de la palabra, a veces tradicional, a veces innovadora, traspasa sin red, desde la altura, el tiempo del abismo, de la irracionalidad y del odio para brindar/ interminablemente con la tribu / por la vida, el amor y la conciencia.




Tras su lectura, he vuelto a determinados poemas varias veces y he recordado aquel año lejano de 1991 en el que Félix Grande me regaló Biografía. Poesía completa (1958- 1984), publicado por Antrhopos en 1986 y, en aquella segunda edición aumentada, en 1989, donde termina diciéndonos en el poema que cierra esta edición: …Tal como están las cosas / mi corazón se llena / de puertas que se cierran / con cansancio o temor/ Pero caeré diciendo / que la vida era buena; / La quiero para siempre / con muchísimo amor.

Y he recordado también que este poeta, flamencólogo, ensayista y crítico, considerado uno de los grandes renovadores de la poesía española de los años sesenta, fue hijo de un republicano. Félix Grande nació en Mérida (Badajoz) en plena guerra incivil (1937) y, desde los dos años hasta los veinte que se vino a Madrid (en 1957), pasó su infancia y su juventud en Tomelloso (Ciudad Real).

Allí, en Tomelloso, trabajó como pastor, vaquero, vinatero… Más tarde fue oficinista (ya en Madrid) y, en 1961, comenzó a trabajar como redactor en Cuadernos Hispanoamericanos, donde llegó a ser director (1983-1996). Pero antes allí, en Tomelloso, un día escuchó llorar de rabia y de alegría a la guitarra (hizo estudios de guitarra flamenca que más tarde abandonó) y aprendió a sacar el grito y el consuelo al aire de sus cuerdas.

Sí, allí en Tomelloso, donde el abuelo Palancas era cabrero, un cabrero que dio lugar con el tiempo a que Félix cantara no con guitarra sino con palabras impresas La balada del abuelo palancas, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores (2003)


Félix Grande  con su mujer Francisca Aguirre y la hija de ambos Lupe Grande
Inició su carrera literaria con la poesía y obtuvo su primer premio, el Adonáis en 1963, por Las piedras, un libro existencial y machadiano, con tintes surrealistas, en el que la soledad es la temática recurrente en unos poemas donde el compromiso se hace poesía. (Por estos años, concretamente en 1963, se casó con la poeta Francisca Aguirre. Tuvieron una hija que, inevitablemente, les salió poeta: Guadalupe Grande.)

A Las piedras le siguió Música amenazada en el 66 (que fue premio Guipuzcoa) y luego Blanco Spirituals (Premio Casa de las Américas) con la primera edición publicada en Cuba y cinco más, que yo sepa, en España.

En 1978, obtuvo el Premio Nacional de Poesía por Las rubáiyatas de Horacio Martín, poemario de lenguaje renovado y amoroso, en el que inventó este heterónimo inspirado en Machado y en  Pessoa.

Manuel Rico publicó en la colección Letras Hispánicas (Ediciones Cátedra 1998), una edición crítica de dos de las obras más significativas de Félix Grande: Blanco Spirituals y Las rubáiyátas de Horacio Martín.

Los poetas que marcaron a Félix Grande, entre otros y esto lo ha dicho él en muchas ocasiones, ha sido Antonio Machado, Luis Rosales, de quien fue discípulo y amigo y César Vallejo (con otros muchos entre los que se encuentra Miguel Hernández )


Félix Grande (que cambió la guitarra flamenca, según ha contado él mismo, por la literatura), vino como invitado a la Tertulias de Autor de Helicón el 30 de octubre de 1992. Recuerdo que tras acabar la lectura, alguien del público me comentó: Has hecho una buena presentación, muy periodística y a Félix se lo has puesto en bandeja. Yo me limité a sonreírle y pensé que este alguien no se había dado cuenta (no tenía por qué saberlo), de que mi intención fue precisamente la de hacer lo que hice con la presentación.
Y fue así porque aquel 30 de octubre se cumplía un año del regalo que me hizo con su libro Biografía (luego me regalaría otros, estos ya de narrativa, como Decepción o Elogio de la libertad que recuerde ahora), se cumplía el aniversario del nacimiento de un poeta importante para muchos y también para Félix: Miguel Hernández y hacia seis días que en Madrid, (24 de octubre de 1992) había fallecido su maestro y amigo el poeta Luis Rosales. Yo no podía hacer otra presentación que la que hice aquella tarde, fue ésta:


Félix GrandeEl yo y la otredad

Félix Grande y Manuel López Azorín

Si Félix Grande me lo permite (y creo que no sólo me lo permite sino que me alienta a ello) empezaré por decir que hoy 30 de 0ctubre, fecha de nacimiento de un poeta tristemente muerto a destiempo (la muerte siempre llega a destiempo golpeando el corazón y los sentidos) no queremos dejar de recordar al poeta que regeneró una corriente humanizadora con su poesía. Vaya pues nuestro recuerdo para Miguel Hernández que, en este día, de seguir vivo, cumpliría 82 años.

Con 82 años nos acaba de dejar hace unos días el poeta Luis Rosales. Aún podemos escuchar el eco de su voz diciendo: “Así he vivido yo, con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño, / sabiendo que jamás me he equivocado en nada / sino en aquello sólo que quería.” Nuestro recuerdo también para este poeta que no muere del todo porque, tras los poetas, siempre queda viva su obra.


La intención esta noche aquí, con Félix Grande, no es otra que la de, tras esta presentación, escuchar y saber más de su obra poética. El autor invitado hoy, de alguna manera, anda emparentado con Miguel Hernández; pero con ese acento singular, particular y propio que todos conocemos.
La poesía de Félix Grande (que dentro de marcos generacionales podría estar junto con los poetas del 50) comienza a ver la luz en los 60 y es, al mismo tiempo precursora, al menos en parte, de técnicas que más tarde serán empleadas por los poetas de los 70.
La poesía de Félix Grande se podría estructurar en tres grandes bloques, aunque muchas veces anden entremezclados, uno de ellos, la angustia existencial, otro, el amor en sus diferentes vertientes: familiar, erótico, amistoso…y como tercer bloque la preocupación, el compromiso.

Toda la obra poética de Félix Grande desborda memoria biográfica y juega con el yo, aunque también lo haga con el tú, con los otros, en los diferentes bloques para mostrarnos, mediante una elaboración singular, un estilo personal y diferente.

En sus libros hay una enorme cantidad de imágenes humanizantes, imágenes líricas e, igualmente, algunas llenas de ironía como en Blanco Spiritual por ejemplo.



Félix Grande, lo ha dicho más de una vez, es un poeta solitario y solidario. Como poeta solidario y comprometido se adentra en la corriente rehumanizadora con un estilo claro, preciso, concreto… Como poeta solitario busca su propio lenguaje, rechaza modas e intenta, además de conocer a los otros, conocer su yo, ese yo íntimo y cargado siempre de enigmas y contradicciones.
Félix Grande, en definitiva es un poeta que escribe no ya solo por necesidad, sino por responsabilidad moral.

Nacido, crecido y vivido dentro de una problemática causal, Félix Grande puede escribir los versos más tristes esta noche o cualquier noche, retrotraerse, como en una espiral, a su infancia, a su juventud y regresar en un instante al ahora, y no entender razones que no tienen razón. Puede hablar de amor y desamor, de odio y de misericordia, puede hablar con ironía, pero siempre yendo a la búsqueda de razones que le permitan seguir siendo solidario aunque continúe, como poeta solitario, adentrándose en ese mundo casi desconocido, por enigmático e imprevisible, del primer pronombre personal, del yo.

Manuel López Azorín  S.S. Reyes 30 / 10 / 1992



Y con ese yo, tan suyo,  nos ha traído ahora este Libro de familia que es un libro intransferible y personal, un libro intenso, pleno de la voz inconfundible de un Félix Grande que ha guardado silencio durante casi treinta años y que lo ha roto ahora para ajustar cuentas consigo mismo y perdonarse y salvarse en el sosiego de los años, para liberarse y liberar un tiempo de odio, de amor, de humillación, de silencio… con once poemas en los que el poeta rinde homenaje a sus familia de sangre (se nos desnuda hasta lo más íntimo y nos habla del padre, la madre (El madrigal del odio muerto), la hija…

Para traernos, en el primero y el último poema (Grupo escolar e Hijopaterno de mí) toda la infancia y la vejez mezclada con el horror, el miedo, y la esperanza de Yeros que concluye así: ¡Salve! / Aquella casa blanca, hermanos. Aquel don, / don de la vida, donde la vida sigue…


Félix y Paca

Pero no solo a la familia de sangre escribe Félix, lo hace también a su esposa y al lenguaje (por algo son los dos poetas), con el poema Polifónica tarde a tempo en niebla, el hermoso y emotivo Esta vejez, y el amoroso Péndulo Santo, que festeja los 50 años de vida junto a Paca, paquita, Curra, Francisca Aguirre. Escribe a la familia política (con el impresionante poema: El desterrado del Espasa.) También a la familia poética (Machado, Rosales, Vallejo…)

  Y escribe a la familia flamenca con el más largo poema del libro Criatura del dolor. Hay en este libro un poema, Ante tu trono me presento, dedicado a Johann Sebastian Bach. (Uno de los grandes maestros de la música barroca que se distinguió por su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística nacida, posiblemente, del dolor.) Dentro de las variaciones tanto de forma como de lenguaje que emplea Félix en este libro encontramos estos versos: Dolor humano, oscuro y absoluto…/ ¿quién frágil hombre lo soportaría / cada hora cada noche cada día / cada cavilación cada minuto. Félix tiene pasión por la música y no sólo por la flamenca pero rendir homenaje a Bach seguramente, como en Criatura del dolor, haya sido para reivindicar la dignidad de los humildes.

  Después de Las rubáiyatas de Horacio Martín no había vuelto a publicar un nuevo libro de poesía. (aunque se han publicado durante este largo silencio poético diferentes antologías, la última que yo sepa: Una grieta por donde entra la nieve, antología, Renacimiento ( Sevilla, 2006.) Ese silencio de más de 30 años terminó en 2010, cuando incorporó su nuevo poema La cabellera de la Shoá, en la antología Biografía (Barcelona, Círculo de Lectores, 2010) En esta edición con prólogo del crítico, poeta y filólogo Ángel Luis Prieto de Paula. Un poema, La cabellera de la Shoá, que confieso no haber leído ya que no tengo esta nueva edición pero que sé escribió Félix tras visitar Auschwitz y, según me ha contado, contiene versos estremecedores.

Pero por fin en 2011 salió publicado el esperado Libro de familia. Libro del que ya hice mención en este blog con motivo de una lectura que dio Félix Grande. Fue el11 de noviembre de 2008, Félix Grande inauguraba la apertura del quincuagésimo sexto curso, 2008-2009 (Sesión 1609)de la Tertulia Literaria Hispanoamericana "Rafael Montesinos" y en esa entrada doy cuenta del poema Don Antonio Machado escribe  el último poema de su vida que nos leyó aquella tarde, adelantándonos que pertenecería a un libro que andaba escribiendo y que se titularía Libro de familia.


  Pertenece Félix Grande a la generación de poetas españoles (algunos del 50 y otros de los años 60) que se preocuparon por los temas sociales, pero que se centraron en una poesía estética, con preocupación estilística y renovación de lenguaje. Pero además Félix Grande es un gran conocedor de la música flamenca y como flamencólogo ha escrito dentro del género ensayístico: García Lorca y el flamenco (1992), Agenda flamenca (1987), Memoria del flamenco (1995), Paco de Lucía y Camarón de la Isla (2000). También es, además de tener numerosos premios en poesía entre los que destaco el Premio Nacional de las Letras (2004) por toda su obra, es Premio Nacional de Flamencología 1980. Mejor Escritor de Temas Flamencos, revista El Olivo, 1998 y miembro de número de la Cátedra de Flamencología y estudios folclóricos.

Libro de familia parece una despedida; pero no. Es, creo yo, un soltar lastre para ajustar  cuentas con el pasado, para reconciliarse, para que ese “hoy es siempre todavía” del tiempo que quede por venir venga en calma y con efectos sosegados, curativos. Por esta razón Libro de familia se inicia y rememora un pasado doloroso y trágico y que, según avanza, se va asentando en el sosiego y la serenidad, como si del dolor o por el dolor (Ya lo decía Pepe Hierro, tan amigo nuestro: llegé por el dolor a la alegría)  vaya trocándose la vida en hilos de esperanza, de relativa felicidad, entre canas, toses y años.

  Félix Grande se ha dado con Libro de familia, a través de su yo más íntimo, un paseo por el infierno de la memoria en una tiempo de guerra cainita y luego interminable postguerra, para lograr, salvado ya de sí mismo, sonreir en el consuelo de la redención bajo el cielo sereno del suelo de la vida.


       Manuel López Azorín




lunes, 10 de septiembre de 2012

El humor en Quevedo: Catálogo de ilustradores y escritores en homenaje al poeta.





El humor en Quevedo: Catálogo de ilustradores y escritores en homenaje al poeta.




Portada, de Antonio Fraguas (Forges)

En la Torre de Juan Abad (Ciudad Real), lugar donde Francisco de Quevedo pasó la última etapa de su vida se celebra  un homenaje   en torno al poeta que supo cultivar todos los géneros literarios,Don Francisco de Quevedo y Villegas, con un estupendo catálogo, en el que han colaborado  ilustradores y escritores.  



Contraportada, de Joaquin Aubert (Kim)

José Luis Rivas Cabezuelo, alcalde de Torre de Juan Abad y presidente de la Fundación Francisco de Quevedo, con sede en esta localidad manchega, me escribió en 2011 para pedirme colaboración en este proyecto de homenajear a Quevedo. Gustosamente preparé unos sonetos sobre el maestro de tal arte y se los envié como, al igual que en otras ocasiones, he enviado colaboraciones que me han sido solicitadas.


Ilustración de Gallego y Rey

Al regresar a casa tras las vacaciones me encuentro con el Catálogo en el que han participado más de 90 ilustradores, desde Antonio Fraguas (Forges), que ilustra la portada, hasta la contraportada realizada por Joaquín Aubert (Kim) encontramos, entre otros,  a Gallego y Rey, Alfredo, Fernando Corella, Marisa Babiano, José Antonio Fernández (Fer), Jorge Arranz,   Fernando Villar, Paco Roca,  Joan Mundet,  Jaume Capdevila (Kap),   Mamuel Sanchez Nerja,  José Luis Castro Lombilla, José López Rivera (Farruqo), Cels Piñol, Diego Doblas (Diego),  Rubén Jiménez (El Rubencio), Paul Coulbois, Máximo Vento,  Miguel Repiso (Rep)… Y un largo etcétera de buenos ilustradores junto a escritores y poetas como, entre otros,  Andrés Neuman, Juan Goytisolo, Fernando Savater, Pablo Jauralde, Juana Vázquez Marín, Luis Alberto de Cuenca, Roger Moore, Luis Martinez de Mingo, Luis Landero, Raúl Guerra Garrido, Rogelio Blanco Martinez, María Dueñas, Carlos Álvarez, Rosa Regás, José María Merino,   José María Balcells, Antonio A. Gómez Yebra…que nos ofrecen a un Quevedo de de ayer y de hoy como, tal y como señala el escritor Antonio Gómez Rufo: Excusa magnífica para rendir homenaje a don Francisco de Quevedo, que supo convertir el humor en un espejo fiel de la verdad. Como tantos humoristas aquí presentes. (…) Unos textos de escritores y poetas de buen hacer e ingenio adornan los dibujos, completándolo todo.



Ilustración de Alfredo

Os dejo aquí una muestra de este Catálogo en homenaje a Quevedo junto a mi colaboración que, por cierto, en el Catálogo, al IV soneto,  le falta el último verso del segundo cuarteto ( si de alguien es la culpa seguramente será mía que, por algún despiste no debí copiarlo en la colaboración que envié), pero aquí lo incluyo para que esté completo, y solucionado. 

Ilustración de Francisco Piedecausa



Apócrifo de Don Francisco de Quevedo y Villegas, Caballero de la Orden de Santiago y Señor de la Torre de Juan Abad que hacia el final de su vida reflexiona, sobre parte de lo vivido y de lo escrito, retirado en esta villa manchega, en la casa que perteneció a su madre.


Aquí me sobra los días

y los años fugitivos

parece que en estas tierras

entretienen el camino.

-Francisco de Quevedo-




Ilustración de Marisa Babiano


  I

He vivido una vida turbulenta,

ha sido belicosa y agitada;

pero, también, de amor ensimismada,

la viví con humor y no fue cruenta.

La vida, aunque fugaz, nos alimenta

y aunque estuvo la mía encarcelada

no se dejó vencer malhumorada

y en los sueños que tengo se sustenta.


Porque la muerte acecha y no se quiere

hacer frente a su oscura certidumbre

trocamos el dolor por la sonrisa.


Aunque la vida duela se prefiere

el fuego de la vida y, en su lumbre,

entre el gozo y la chanza, arder sin prisa.





Ilustración de Juan Toribio




II

En verso o prosa, siempre, mi escritura,

ya emplease mi pluma enamorada

o fuese con humor o emponzoñada…

se ha de saber que anduvo a gran altura.


Si mi vida en Madrid, gozo y tortura,

fue del celo a la envidia encadenada

por vates, botarates, gran camada

que. blasón o ignorancia, la hizo dura,


ahora mi descanso aquí, en la Torre

de Juan Abad, de todo mal me cura

y escribo sin rencor ni envenenado.


Aquí vuela mi pluma, salta, corre

para atrapar la vida y la dulzura

de este tiempo final al que he llegado.





Ilustración de

Ángel y Francisco Javier Rodríguez

(Idígoras y Pachi)






III

Lo mismo que llegué a La Perinola,

sátira Para todos, divertida,

tan breve como breve es esta vida,

eficaz y sincera. Y ella sola,


la eficaz, divertida Perinola,

me trajo el mal libelo de unos cuantos,

no el licenciado Lebruno, sí otros tantos,
me llamaron bufón (creció la bola),


doctor en desvergüenzas, suciedades,

de vicios catedrático… Fue tanto

lo que de mí se dijo…. No hice caso,

yo escribo lo que siento, mis verdades.

Me dicta el corazón, y lo que canto

fruto es siempre de amor o de fracaso.

  




                                                      Ilustracion de Antonio Madrigal

  
IV

Enamorado de la vida y de sus cuentos,

del concepto, palabra que lo expresa,

de la sorna sagaz, crítica gruesa,

de los significados que son cientos,


de los verbos que ofrecen mil ungüentos

para sanar de males que hacen presa

en un cuerpo, y un alma que no cesa

de expresar, entre sornas, sus lamentos,


de pensar que la vida es un suspiro,

una broma de gusto muy dudoso,

una estancia tan dulce como amarga.


Y así, aquí, en esta Torre, pienso, miro

y escribo de la vida, aún animoso,

lo que me da la vida: amor y carga.







Ilustración de

Eduardo Ibañez
(EDU)

 V

  Carga que aquí en “la aldea” ,ahora, espero

endulzar la memoria, el universo

–con el sabor del tiempo joven, terso –

de aquello que fue ayer y ya es postrero.


  Tal vez como yo quise no fui; pero

llevé la vida que llevé y mi verso

tocó el cielo, la luz, y quedó inmerso

en un fulgor eterno y verdadero.

 
Isabel, Amarilis, Tirsis, Flora…

¡Floris, Lisis, que mal el de Esperanza!

Sí, no fui en amor afortunado


Desde esta villa en que descanso ahora,
con el recuerdo abrazo la esperanza,

al menos… seré polvo enamorado.


29 de octubre de 2011

Manuel López Azorín





Ilustración de Lamberto Ortiz (Lamber)
 

La última incorreción política de Quevedo fue morirse fumando un habano. Por entonces, como desopilante para la ventilación pulmonar, se recomendaba el tabaco en humo, o sea, en hoja liada y encendida. Puede que su última frase fuera "Por favor, no se cohiba".

Raul Guerra Garrido


Ilustración de Carlos Barbieri

Advierte del juego que a buen seguro
daría Quevedo en la actualidad

Si por arte de magia o brujería
viviera el gran Quevedo en esta era
dejaría su huella como hiciera
siglos atrás con su mejor poesía.
Lanzaría sus dardos con maestría,
dañaría, repartiría cera,
sería un tertuliano de primera:
el adalid de intereconomía.
A lomos de su moto (marca Scoto)
surcaría autopistas y autovías
buscando un descosido "pa" su roto
en clubs de mala muerte o mancebías.
¿Quién sería su Góngora devoto?
De prada, Gimferrer, tal vez Marías...

Julio Rodríguez




Ilustración de Miguel Ángel Gómez (Angel)


Recuerdo perfectamente que era segundo de EGB y que yo, con ocho años,  pensaba que la poesía era algo de cursis, algo incomprensible a lo que yo nunca accedería, en un lenguaje demasiado retorcido. Y entonces la monja que nos daba clase, abrió un libro y entré por primera vez  en contacto con don Francisco de Quevedo en aquellas palabras que después, con el tiempo, me extrañarían en los labios de una hermana:
 "Erase un hombre a una nariz pegado /Érase una nariz superlativa / Érase una nariz sayón y escriba, / érase un peje espada muy barbado...", 
Y la lírica, en mi infantil cabeza, ya nunca volvió a ser lo mismo.

María Zaragoza



Ilustración de Fernando Corella
Quevedesca
Contra el papa y el rey, contra el banquero
y el general, mi voz fue encadenada.
Logré arrancarme la mordaza. Pero
vencida del consenso hallé mi espada.

Carlos Álvarez
Ilustración de Ricardo Cámara (Sir Cámara)


Atalaya en la llanura
y fiel torreon materno,
lisa y breve sepultura
que acoge un recuerdo eterno.
Buscón de ciegos parnasos,
atizador de mil fuegos,
te hicieron dar malos pasos
los validos y los sueños.

Javier Lorenzo


Ilustración de Juan Ballesta


En Frankfurt, en la Feria del Libro de 1991, dedicado a España, el logotipo era la figura de Quevedo. Los alemanes pensaban  que era Cervantes o Calderón. Les dije que no, que pertenecía a uno de los grandes poetas de la literatura occidental y que se llamaba Quevedo. Espero que se quedaran con el nombre.

Juan Ángel Juristo



Ilustración de Juli Sánchez Aguado (Harca)
 Tres epitafios para la tumba de Quevedo

Que nadie se aduele por mi huida.
No hay valor absoluto,
no he hallado un solo refugio verdadero.
Ni incluso eso que denominais vida.


A nadie de vuestro mundo
le debo ningún favor,
que si me parió mi madre
fue porque lo precisó.


Canté por igual a Dios y al pedo,
junto al amor de la mujer
coloqué el cieno
y aunque caiga del lado del infierno
seguiré haciendo lo mismo con denuedo.

Luis Martínez de Mingo



Ilustración de Nuria Peris


Como diría Borges, Don Francisco de Quevedo y Villegas no es sólo un escritor, sino una amplia y dilatada literatura. Asomarse a su obra en prosa o en verso es viajar por el tiempo a la época barroca, cuando España era un crisol donde se fundían las mejores esencias europeas. Decía Don Antonio Machado que la escritura es palabra en el tiempo. La de Quevedo lo es en grado superlativo, y, sin embargo, trasciende las fronteras  de una etapa histórica determinada para adentrarse en el territorio de lo ucrónico, de lo eterno,  de lo que nació para perdurar. La magia literaria de Don Francisco ha perdurado tanto como el conocimiento popular de su creador, cuyo nombre se ha hecho familiar, a través de los chistes y chascarrillos por él protagonizados, incluso para aquellos españoles de pocas letras que no podrían citar ningún título de su vastísima producción. Quevedo es un símbolo de nuestra cultura, un abanderado de la misma, un mito de lo hispánico que no morirá nunca, pues se encuentra en el centro neurálgico de nuestro ser, en lo más hondo y más sagrado de nuestras entretelas más íntimas.Han pasado más de trescientos cincuenta años desde que murió y está más vivo que  usted, que yo y que todos nosotros juntos.    

Luis Alberto de Cuenca

Todo esto y mucho más en este catálogo que rinde homenaje a uno de nuestros grandes poetas.