sábado, 14 de diciembre de 2019

Javier Gilaber: "En los estantes"





Javier Gilabert: En los estantes



Javier Gilabert Sánchez (Granada, en 1973.)  Nos cuenta su ficha bibliográfica que “está casado y es padre de dos hijos. Maestro –desde hace cuatro lustros- y avemariano –desde siempre- en activo, ejerce esta labor en la que cree fervientemente en el Ave María de la Quinta, donde disfruta trasmitiendo su amor por las palabras a unos alumnos de los que afirma aprender cada día.”

Para Javier Gilabert la poesía es una pasión que alentaron sus primeros maestros. Su primer poemario, De PoeAmario (Ed. Círculo Rojo, 2017) Los beneficios del libro, los donó íntegramente al Fondo Solidario Avemariano, ONG que trabaja por los niños más desfavorecidos de la comunidad educativa de los colegios del Ave María.
 Es también copromotor junto a Alicia Choin de la antología de textos contra la violencia machista Granada no se calla (Esdrújula Ediciones, 2018), otra iniciativa con un marcado carácter social y solidario, en la que además participa con un poema
.
Forma parte de la antología Caballo del Alba (Diputación de Granada, 2018) dedicada a Federico García Lorca.

Colabora asiduamente con la revista granadina de cultura “Lumbre” y con la de cultura andaluza www.secretOlivo.com, en la que conduce la sección “Entre2vistas” junto con el también poeta Fernando Jaén.
En los Estantes (Esdrújula Ediciones. Granada, 2019) quedó finalista del II Premio de Poesía Esdrújula, cuyo jurado estuvo compuesto por Ángeles Mora, Antonio Praena, Raquel Lanseros y Joaquín Pérez Azaústre.

Suelen decir los psicólogos: “leer está repleto de beneficios para todo el mundo.” Y se ha descubierto que este hábito: “tiene un impacto tal que puede conseguir que la forma en la que tu cerebro opera cambie.”  Es decir que  según esto Borges no andaba muy descaminado al decir que: “Somos lo que leemos”

Todo lo que encierran los libros forma parte de la vida y  de su realidad, se podría decir que forma parte de una realidad trastocada en realidad literaria o poética, en una ensoñación imaginativa, en una memoria selectiva, en fin que la “materia de los sueños” que es nuestra memoria nos muestra en los libros  historias que los lectores, a través del tiempo, vamos acumulando, guardando  con nosotros por medio de los libros leídos. Es decir lo hacemos nuestro.

En los estantes de Javier Gilabert, creo que es el producto de todo lo dicho anterior y más. Me ha parecido un hermoso, sosegado,  sereno, nostálgico y, en ocasiones, melancólico libro de metafísica realidad que parece buscar ese "no se qué que queda balbuciendo"
del que nos habló nuestro más conocido fraile (que por cierto  hoy 14 de diciembre, los poetas, la poesía, debemos celebrar.)  
Sus poemas contemplativos escritos desde el Amor y con Amor, dentro de una realidad que la vida y la  “materia de los sueños”  han trastocado en realidad poética de pensamiento y de corazón donde el poeta asume que en la estantería-vida quedará, en su momento, toda la luz  y toda la sombra de lo escrito, de lo vivido.

“Y yo me iré…” que nos decía Juan Ramón Jiménez, partiendo de su realidad: “Y se quedarán los pájaros cantando”; pero no seguirá todo igual porque algunos lectores se acercarán a esa estantería leerán ese libro y, siendo de él, lo harán suyo, de los otros y ya  no  estará, como cantaba el poeta de Moguer: “solo, sin hogar, sin árbol / verde, sin pozo blanco, / sin cielo azul y plácido”

La realidad, como la verdad, no contienen un valor absoluto y Javier Gilabert, asumiendo que su realidad, al igual que la de Juan Ramón, es que un día nos despedimos del mundo, de la vida, de los libros y de sus estantes, nos dice: “Cuando llegue el momento me posaré a su lado” 

Y con una cita de Javier Egea: Hoy solo sé que existo y amanece

se abre al canto vital del día y comienza el primer apartado, “La 

mudanza”, de este libro.

La vida, la poesía, desde la contemplación interior, desde un sueño o una idea o una creencia que nace y parte del amor y con amor, en el más inocente y puro sentido de inocencia,  se transforma y desde esa realidad del poeta que es solidario, tolerante, fraternal, tierno generoso, humano…volcado su pensamiento en vivir, escribir desde el Amor y con Amor, se dice:  Me escribo en un intento de saberme /  Me nombro entre las líneas de unos versos

Y construye  vida, los pequeños detalles, las cosa cotidianas, las personas que ama...  las almacena en las páginas “El patio”, “el bonsái”,”los juguetes” “La puerta” “la mudanza”, “La compañera de piso”… “El poeta, cansado, / sobrevive a la luna / en un mundo de sombras / que lo acechan sin tregua” (…) “No descansa el poeta / sobrevive a la luna” 
Y se “sorprende de que quepa / la vida en los estantes

“La estantería”, el segundo apartado del libro se abre con una cita de Jose Ängel Valente que nos dice: De ti no quedan más que estos fragmentos rotos y por el pensamiento y el corazón del poeta se suceden poemas al hijo : “Fuiste mi primer verso / el más cierto de todos”, a la hija: “Ella juega en la arena / vestida solo con una sonrisa a la cuna donde duermen mientras la vigilia paternal ama y teme, ríe y llora al tiempo. 
Y todo es un canto de amor y vida, las cosas  pequeñas, cotidianas, a veces fáciles y a veces complejas  que la conforman, el canto a la madre,   al Amor. 
 Sí, un canto de vida abrazado a la melancolía y a la esperanza,  desde el mirador del tiempo sucedido.
  Antonio Praena nos dice en el prólogo: Desde esos ojos inocentes, con Gilabert vamos a asistir a la visión de los libros como pájaros dormidos sobre un árbol seco. Afirma el poeta que un día se posará con ellos. Esta visión anticipada de la muerte hace, sin embargo, que sea la vida quien salga triunfante.
El tercer y último apartado: “Los libros” se inicia con una cita de Claudio Rodríguez : Si tú la luz te la has llevado toda,  / cómo voy a esperar nada del alba.
En su poema final nos dice Gilabert: “La vida me regala en un latido / la paz que en una vida me ha quitado /
Claudio Rodríguez  dice en el primer poema del libro” Don de la ebriedad” : Siempre la claridad viene del cielo / es un don
Gilabert toma los versos de este poema  como cita para este apartado final, que es el don de vivir y de escribir, a la búsqueda de esa luz, de esa claridad que, llegue desde donde llegue, alumbra y, a veces, se queda  en los estantes.                           
Javier  contempla los estantes, los libros  y siente que hay vida en ellos y que esa vida se ha ido quedando dentro, en las páginas de los libros y escribe: La vida me regala en un latido /  la paz que en una vida me ha quitado.///
Comprendo en ese instante en qué consiste  / ser uno y no ser nada al mismo tiempo.”

La vida nos ofrece estas contradicciones, especialmente cuando nos enfrentamos introspectivamente, en la reflexión, la meditación,  al fin de una etapa o con la muerte y la luz, la claridad, se torna sombra, melancolía, duda, misterio: Si tú la luz te la has llevado toda /cómo voy a esperar nada del alba Y ante esa reflexión no queda otra que resistir, amurallar la inocencia con pensamiento solidario y seguir ofreciéndose y esperar la claridad y con ella elevar el vuelo, con la poesía, por si se consigue darle "a la caza alcance"



En el poema Claudio nos decía que la claridad siempre viene del cielo, que es un don, que no se  encuentra entre las cosas, que está muy por encima.

Y le llega al poeta, como un misterio, como un milagro inexplicable, la claridad, la luz, Siempre el misterio de la poesía, del yo interior, siempre a la búsqueda de la luz en la vida, en las acciones, en las palabras, en los libros.  

Termino con unas palabras, de Antonio Praena escritas en el 

prólogo: Si los estantes son árboles, los libros son pájaros, y, 

aunque el libro de nuestra vida esté llamado a posarse, como si de 

un nicho se tratara, en estos estantes, lo que en realidad 

permanecerá es el hecho de que somos libro y volamos como 

vuelan los pájaros.

La esencia de las cosas pequeñas en un libro, plenamente desnudo, con vocación de alas para, tal vez mañana, echar a volar, como dice el poeta Praenacomo vuelan los pájaros.




                                         Manuel López Azorín

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