miércoles, 19 de septiembre de 2018

Jesús Aparicio González: "La sombra del zapato"




Jesús Aparicio González: La sombra del zapato


“Los zapatos en que espero
el tiempo de mi partida
tienen dos alas de cuero
para sostener mi vida

     –Rafael Morales–

Con esta cita de un poema del profesor- poeta Rafael Morales que a mí personalmente me trae hermosos recuerdos porque, escrito con su habitual tinta verde, me lo regaló hace muchos años ya, comienza su nueva entrega poética Jesús Aparicio González (Guadalajara, 1961) Su título: La sombra del zapato (Ars Poética),


En 2017 nos llegó Jesús Aparicio con una antología que recogía parte de siete de sus doce o trece libros publicados, con el título Huellas de gorrión publicado también en Ars Poética y sobre ella y su autor decía yo: Jesús Aparicio es, para mí, esté donde esté, poeta de luz, el poeta de las cosas pequeñas, las más importantes, el poeta que intenta cazar poesía-mariposas- y se siente el niño que no sabe, que no puede:”Le esquivan como versos a un poeta / que no acierta a nombrar qué le da vida:”  Pero “la poética está en lo que se canta” y es que la poesía “es luz  e ilumina cuando quiere a quien quiere/  porque sabe muy bien a quien es necesaria.”

Ya lo dije también es aquella reseña de su Huellas de gorrión: Para Jesús Aparicio González la poesía es el solo que acompaña. “Un amigo que camina a tu lado en silencio. / Ignora lo que fuiste, no persigue al que serás. /// Se hace lluvia cuando siente sed, / hierba silvestre si te vence el sueño./// Sabe que las palabras no traicionan / y ensaya a cada paso esa mirada / que no espera recompensa / de luces imposibles.”

Con La sombra del zapato continua Jesús Aparicio a la espera de que “se ponga el sol / y sus cenizas / –otra vez– / hagan chispa”

En esa búsqueda, especialmente en su segunda parte con su poema final nos aclara que: “Hoy surcan otras nubes / y otros son los gorriones/ y otra es la luz del cielo” (…)” Con una nueva rama/ trazados en la arena/  otros son ya los versos / de aquel niño único”

Y mantiene guardia constantemente aunque, como siempre sin hacer ruido, esperando la llama de la palabra que le conduzca a encontrar el sentido ¿de la vida, de la verdad, de la realidad?  
Si en Huellas de gorrión nos mostraba Jesús que lo cotidiano, las cosas, pequeñas, con su sencilla humildad,  son en realidad las que importan (y en esa realidad anda su poesía), en este nuevo libro la reflexión se impone y en el poema que da título al libro, en la sombra de esas suelas “alas de cuero / para sostener la vida” que escribió Rafael Morales,  nos dice:
 
“Refugio y vuelo.
Celda donde se gesta un cosmos.            
Su forma nos retrata,
su fondo inicia un viaje  
al fondo del espíritu.
Nada en ella denuncia nuestros límites,
todo se extiende en universo oscuro.
Sobre ella flota la palabra  
que ilumina y engendra  
esa muerte que nos hará eternos”

La primera parte de La sombra del zapato nos llega cargada de honda reflexión y menos contemplativa (de ahí el gran acierto de la cita de Rafael Morales pura metafísica plena de sencillez y luminosa claridad): “A veces es el tiempo quien nos busca /– inútilmente – mientras estamos persiguiendo /la quimera de vernos con zapatos/ de un niño nuevo”

Si no se tiene la luz de la poesía, si ésta no te la ofrece, por más que se empeñe el poeta en encontrarla, no podrá porque sin esa luz, “las palabras, oscuras, desvanecen.”
Esto nos lleva a la segunda parte de La sombra del zapato que versa sobre la metafísica y la metapoesía desde , como muy acertadamente nos dice José Manuel Suarez en el epílogo: “Palabra en el tiempo levantando la casa que habitamos y que nos lleva muy lejos. Desde dentro de casa la realidad, que tantas veces da dolor, nos dará también su transparencia”


“Ha vencido a la noche,
(…)
Una luz tenue y clara 
desenciela raíces 
para dar alimento 
a sus ojos.

 Madruga el poeta
atento a salvar 
lo que el aire y el tiempo
descomponen.”

Esta segunda parte es, claramente,  una meditación sobre la palabra en la senda de la poesía. El lenguaje, la palabra justa, (Ya sea rosa o sea ladrillo, como bien decía Rafael Morales), precisa, en el lugar adecuado, con la retórica adecuada y un verso breve, conciso, valioso y luminoso.

                                           Manuel López Azorín

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