El 12 de marzo de 2010, a los 89 años, murió Miguel Delibes. Los medios de comunicación nos trajeron la noticia al tiempo que le dedicaban páginas, programas y documentales, en el caso de medios radiofónicos o audiovisuales, y semblanzas de su vida y su obra. El Maestro Miguel Delibes, aunque ya lo hiciera a partir de El hereje (1998), ha dejado de escribir, ya para siempre, con esa grandeza de la difícil sencillez que ha caracterizado su obra y que hizo que este vallisoletano defendiera, y rescatara, el lenguaje rural y urbano de Castilla en unas historias donde la naturaleza, la infancia, el compromiso con el prójimo (como él solía decir) y la muerte eran temas recurrentes que el Maestro Delibes nos presentaba siempre con realismo (se ha llegado a decir que incluso a veces con realismo mágico aunque yo prefiero llamarlo realismo lírico), con naturalidad, con la inocencia de la ternura de la infancia y, sobretodo, con un telón de fondo de humanísima justicia natural mientras nos ofrecía una serie de personajes, con tanta precisión, que han quedado para la historia de la literatura (quién no recuerda a el Mochuelo y el Tiñoso de El camino, a el Nini de Las ratas o a Paco el bajo o a Azarías y su Milana bonita de Los santos inocentes
Si escribir es comunicarse con otro, como también solía decir Miguel Delibes, él se ha comunicado, y bien, con ese otro que le ha supuesto ser enormemente leído, seguido, admirado, traducido a más de 30 idiomas y que le ha reportado, a lo largo de su obra, los más grandes reconocimientos y premios. Nada de esto le hizo cambiar. Miguel Delibes continuó con su vida de provincia, voluntariamente, en su Valladolid natal realizo caricaturas, dirigió El Norte de Castilla, un ministro de la etapa franquista (Leguineche recuerda el El País del 13 de marzo, pág-47, un telegrama del ministro diciéndole: "Miguel me estás jodiendo el experimento…") quiso que no contara en su periódico la triste realidad de la vida castellana, le censuraron pero no sucumbió porque si no pudo hacerlo en el periódico, con la literatura nos narró, como nadie, la vida, rural y urbana, de Castilla.
Sedano fue el refugio, donde el amor primero (y único) y su recuerdo luego, Señora de rojo sobre fondo gris,(1991), dejaron su huella para siempre. Apasionado de la caza solía decir que él era un cazador que escribía, conocedor del mundo rural como nadie, supo plasmar en su obra, con sus magníficos personajes, la vida de éstos y también la de los culpables de esa vida. Los santos inocentes, da cuenta de ello y también El camino, Las ratas, El disputado voto del señor Cayo… En definitiva el Maestro Miguel Delibes, escribió sobre la relación del hombre con su comunidad y con su entorno como ha dicho Elsa Fernández Santos (El País, 13/3/2010 pág-47) Igualmente dice que al recibo de carta o libros, Miguel Delibes
siempre devolvía cualquier atención con una nota escrita a mano. Yo doy fe de ello porque es cierto.
En 1987 yo escribí un poema sobre y para Miguel Delibes. Se lo envié a su casa de la calle Dos de mayo en Valladolid. Respondió a mi envío. Más tarde, cuando este poema se publicó, sería 1989, en una revista bilbaína, volví a enviarle el poema, esta vez impreso en ella. Volvió a responder. Y, finalmente, cuando se publicó este poema en mi libro Azul de los afectos, una recopilación de poemas dedicados, escritos entre 1980 y 2000, le envié el libro donde incluí su poema y, a los pocos días, recibí una nota, escrita a mano, como las anteriores, llena, como siempre también, de calidez y de agradecimiento, por el poema y por la palabra que le simbolizaba a él y a su obra: jacilla. (Una jacilla es la huella que deja algo en la tierra sobre la que ha estado algún tiempo.) El Maestro Miguel Delibes ha estado sobre la tierra 89 años y se ha grabado de tal modo con su obra, sencilla, clara, transparente, recuperadora de lenguaje… que podemos ver su huella, como la de una jacilla.
Juan Carlos Mainer nos cuenta en El País del 13 de marzo, pág-49, que el periodista Cesar Alonso de los Ríos que era entonces (1971 cuando se realizó la entrevista)) redactor de Triunfo, se refirió con cierta petulancia al "costado ideológico endeble" de Delibes: el catolicismo, el patriotismo moderadamente crítico, la tradición ruralista. Lo pensábamos muchos entonces…Luego nos dice Mainer: pero ahora veía otras cosas y albergaba el firme deseo de entenderlas. Y se aplicó con denuedo a conseguirlo. Termina haciendo una muy breve pero excelente recensión de su obra. Libros como Cinco horas con Mario (1966), La primavera de Praga (1968), Parábola de un náufrago (1969), Un año de mi vida,(1972), El príncipe destronado (1973), Las guerras de nuestros antepasados (1975), El disputado voto del señor Cayo (1978) y Los santos inocentes (1981) para terminar diciéndonos que: con todos estos libros, fallidos o excelentes, varias generaciones de españoles tenemos contraída una deuda político-moral que sólo se salda con su relectura.
Pues releamos la obra del Maestro Miguel Delibes. Mientras tanto os "cuelgo" aquí, aquel poema que escribí sobre y para él en 1987 y que titulé:
COMO UNA JACILLA
Para Miguel Delibes
Es defensor a ultranza del lenguaje
en esta árida tierra que es Castilla.
Desde el Pisuerga siembra su semilla,
recrea con la pluma su paisaje.
Le gusta la provincia, el paisanaje,
describe su costumbre más sencilla.
Es algo semejante a una jacilla
se ha grabado en la tierra su equipaje.
Equipaje que lleva la palabra
y refleja la vida cotidiana
de lo urbano y rural a lo que escribe.
Con su prosa, Delibes siembra, labra
el páramo y la estepa castellana
y en sus libros el pueblo se revive.
Del libro: Azul de los afectos
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