sábado, 27 de noviembre de 2010

Rafael Montesinos: Sevilla, Madrid, Sevilla

Memoria poética (III)

Rafael Montesinos: Sevilla, Madrid, Sevilla



He vivido cuatro días: / tres no fueron sevillanos. / Llevadme a la tierra mía.

Desde que salió de Sevilla para vivir en Madrid Rafael Montesinos nunca dejó de pensar, de sentir su tierra y, con su tierra, el recuerdo de su infancia. Otra soleá suya nos dice: Haz caso a lo que te digo, / que nunca le he puesto letra / a copla que no he vivido. Y es cierto. Rafael vivió cuatro largos días que sumaron 85 años. Uno de esos días lo vivió en Sevilla (hasta los veinte años), los otros tres días, que no fueron sevillanos, lo vivió en Madrid, 65 años.
Marisa, Rafael y yo hablábamos de todo esto. De sus primeros años en Madrid, de sus primeros libros, de aquellos tiempos de poesía de valores tradicionales primero y más existencial, más realista después.


Este gran poeta que fue (que es) Rafael Montesinos no fue miembro de la “generación” del 36 (él publicó su primer libro en 1942: Resurrección, libro que más tarde repudió) ni sólo Garcilasista, como se ha dicho, por más que participara, como tantos, en aquella revista de los primeros años cuarenta ya que, como tantos otros, también escribió en las revistas Espadaña, Halcón, Proel, Ínsula....


Hay que recordar que Montesinos, como bien ha dicho Carmelo Guillén Acosta, en la Antología poética sobre este poeta, que preparó en Adonais en 2003, junto a Jose María Delgado, “manifiesta entonces una noción profunda de intensa espiritualidad, vinculada a los límites de las experiencias diarias como proyección del yo”. Y, también, decir que en su antología La verdad y otras dudas y en algunos fragmentos de su libro de prosa Los años irreparables, muestra, Rafael, una poesía de preocupación social y en una u otra poesía (la poesía es Una y diversa) vemos a un Rafael Montesinos con brillantez expresiva, reflexivo y preocupado por el hombre, en fin , un poeta de agudeza verbal que ya con melancolía, ya con reflexiva esencialidad, se nos muestra a gran altura como creador y, con un especial salero sevillano, como director de directores tertulias con sus martes de la poesía o dicho de otro modo, con la Tertulia Literaria Hispanoamericana, conocida por todos como la Tertulia de Rafael Montesinos. Martes a martes siempre repleta de poetas y amigos de la poesía.

(Foto Salón de la Tertulia, en Reyes Católicos nº 4. público. En primera fila: Franca Figueroa, Marisa Calvo, Rafael Morales, Antonio Porteta y Emilio Ruiz Parra)

Hablábamos de las tertulias literarias dirigidas por él y a las que, con frecuencia, había asistido el poeta Gerardo Diego. Conocerle, ya saben, es hablar de todo esto… Y de Marisa Calvo: Pero te tengo a ti, mujer, ahora, / paisana de mi pena y mi alegría, / alma que de mi alma se enamora.
Hasta ellas (las tertulias) – solía decirme Rafael – me trajo Gerardo la primavera cargada de esperanza y con nombre propio: Marisa.
Y es que el inventor de la llamada generación del 27 con aquella antología, de 1932, le presento a quien luego sería su esposa, una jovencísima, casi niña, Marisa Calvo de quien el poeta sevillano se quedó prendado para siempre y nos dejó versos como éstos: saltándome la edad, la seriedad, el orden, / he venido hasta ti, niña mía de siempre, / sólo para decirte: – buenos días amor, / es nuestra la mañana.


Foto cedida por Marisa Calvo: Rafael y Marisa en Dinamarca

Cuando llega a Madrid y conoce a Manuel Machado, éste le prologa su libro, Balada de amor primero en 1944. A este le siguen El libro de las cosas perdidas (1946) y el mismo año, Canciones perversas para una niña tonta. Dos años después, Rafael Montesinos, el poeta que sugirió el nombre de Adonais para esta Colección de poesía a quien fue el directorde esta colección, José Luis Cano, hasta mediados los años sesenta en que tomara el relevo el poeta Luis Jiménez Martos. En esta Colección Adonais de la Editorial Rialp, publicó Rafael, en 1948, su libro Las incredulidades.

Desde Canciones perversas para una niña tonta (1946) el amor formó parte de su poesía: De tanto como en ti pienso, / tú eres ya toda mi alma / y yo soy sólo mi cuerpo. / me estoy muriendo y no tengo / un sitio en tu corazón / adonde caerme muerto. El poeta le canta a su antiguo amor, un amor de adolescencia y descubrimiento, desde Madrid: Lejos de Sevilla/ me quedé a morir, / lejos de la torre / que ha crecido allí, / lejos de tu nombre, / (ay, quien lo diría), ángel de mi ausencia,/ dulce compañía.

Cuando conoció a Marisa Calvo. (Fue en 1953, Rafael contaba 32 años y Marisa, una adolescente, acompañada por Gerardo Diego asistió a la Tertulia Literaria Hispanoamericana. Tertulia que, desde 1954, comenzó a dirigir (antes, desde su inico en 1952 fue, de la Tertulia, asesor literario junto a José Manuel Caballero Bonald) y la dirigió luego hasta su fallecimiento el 4 de marzo de 2005 en Madrid.) Marisa fue, además de dibujar la cicuta como símbolo de la Tertulia, el motor de su poesía de amor a partir de País de la esperanza (1949-1955) Pero te tengo a ti, mujer, ahora, / paisana de mi pena y mi alegría / alma que de mi alma se enamora.

Foto cedida por Marisa Calvo: Boda de Rafael y Marisa


El año que publica este País de la esperanza se casan. Desde aquel 27 de junio de 1955 ya no se separaron. Se querían. Lo sé, se notaba. En su casa y en público he podido comprobarlo siempre. Gerardo le trajo la primavera, como solía decir Rafael de Marisa y la primavera se quedó junto a él, tan junto a él, que le rejuveneció de tal modo que su edad parecía indeterminada. Cuántas bromas suscitaba esa cara de niño bueno y pícaro, cuando nos reuníamos.

No fue Rafael Montesinos un poeta de muchos Premios pero si importantes ya que en 1954 le concedieron el Premio Ateneo, en 1957, el Premio Ciudad de Sevilla, en 1958 el Premio Nacional de Literatura (poesía) por el libro El tiempo en nuestros brazos, en 1979 el Premio Fastenrath de la Real Academia y en 1989 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. Llegar al Guadalquivir por el paseo de Colón y a la entrada del puente de Triana, es encontrarse, también, con unos recoletos jardines, junto al río, llamados Jardines de Rafael Montesinos.



A lo largo de su trayectoria poética y al margen de los libros ya mencionados y de varias antologías y reediciones, publicó los siguientes poemarios: La verdad y otras dudas (1967). Cancionerillo de tipo tradicional (1971). Último cuerpo de campanas (1980). De la niebla y sus nombres (1985). Con la pena cabal de la alegría (1996) y la edición póstuma del libro acabado que al principio tenía otro posible título (La libertad de la duda), pero que luego definitivamente, ya en el año 2000, tituló: La vanidad de la ceniza (Ediciones Vitruvio, 2005)

Os dejo aquí uno de los poemas pertenecientes a este libro último, poema que, junto a otros de este libro, me dio Rafael Montesinos a finales de 1999, entonces inéditos, porque preparaba yo, por entonces, un monográfico sobre el para publicar en la revista Poesía en la diana. Pero esta es otra historia que contaré en otra entrada.



APÓCRIFO SEVILLANO

A una sombra con mi nombre
Sangre paterna mía tu llevabas
sin que constara en acta de bautismo,
o en felicitaciones y regalos
por santos o por reyes.

Tan sólo eras mi hermano
en amargos reproches
que nuestro padre soportaba
sin decir ni hijo
tras las dolientes puertas entreabiertas
de la niñez lejana.

Hoy, con aquellas puertas
definitivamente ya cerradas,
te estrecho entre mis brazos, pura sombra,
entre las sombras que también se fueron
tras la entreabierta puerta de la muerte.

Rafael Montesinos.
Del libro: La vanidad de la ceniza.

lunes, 22 de noviembre de 2010

[Francisco Brines y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana]



Memoria poética.

Francisco Brines: Elca, el tiempo, la elegía.

Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) recibirá el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, por el conjunto de su obra poética, el próximo miércoles 24 de noviembre en el Palacio Real de manos de S.M la Reina. Allí estaremos acompañando y felicitando a este magnífico poeta que se dio a conocer con el libro Las brasas (Premio Adonais 1959) publicado en 1960. Luego, en 1965, vendría con El santo inocente y, un año más tarde, nos trajo Palabras a la oscuridad, que obtuvo el Premio de la Crítica en 1967 y en ese mismo año recibió el Premio de Las Letra Valencianas.

Ensayo de una despedida. Poesía 1960-1971. Fue su primera antología, publicada en 1974. Y, con este título, ha ido ampliando hasta su Poesía completa (1960-1997), publicada en Tusquets, en 1997. Tras esta llegaron nuevos libros, una nueva
Antología poética,
en 1998. La Iluminada Rosa Negra, en Ediciones de Bibliofilia, Murcia 2003 y Amada vida mía, en 2004. Pero antes recordemos libros importantes de Brines como Insistencias en Luzbel, dedicado a José Hierro, en 1977 y La última costa, en 1995.

Todavía recuerdo cuando me envió su libro, tal vez el más valorado por la crítica, El otoño de las rosas, que fue Premio Nacional de Literatura en 1987, con una cariñosa dedicatoria. Un hermoso libro que se funde en el lamento elegiaco y la exaltación vital. Este poeta valenciano que hizo de Oliva, su lugar de nacimiento, la Elca de su infancia, la casa de la niñez, estudió derecho en la Universidad de Deusto, Valencia y Salamanca, y cursó estudios de Filosofía y Letras en Madrid.

Francisco Brines, que está considerado como uno de los poetas actuales de más hondo acento elegíaco, fue profesor de español en la Universidad de Oxford, y se le nombró miembro de la Real Academia Española, para ocupar el sillón X, vacante tras el fallecimiento del dramaturgo Antonio Buero Vallejo. Tomó posesión el 21 de mayo de 2006. Este eterno seguidor del poeta del 27 Luis Cernuda, realizó una edición de Ocnos en el año 2002. Su obra poética, en la que se percibe una evidente influencia del autor de La realidad y el deseo, se caracteriza por un tono intimista y por la constante reflexión sobre el paso del tiempo.

Cuando le invité a dar una lectura en las Tertulias de Autor de Helicón, recuerdo que, principalmente nos leyó poemas de su libro La última costa que acababa de publicar. Tras hablar con él en su casa de la Dehesa de la Villa en Madrid, Paco se mostró muy interesado en la lectura por el hecho de que se televisara en directo a través de la local Canal Norte T.V. Unos días antes, cuando ya estaba todo preparado (fue en abril de 1995), me llamó José Hierro para decirme que iba a acudir para escuchar a Paco Brines y, en aquel mismo instante, le dije: –Y ya que vienes ¿Qué te parece si lo presentas tú y yo me limito a presentar, conducir y cerrar el acto? A Pepe Hierro siempre le gustó la poesía de Brines y, como siempre que le pedía algo, me dijo que sí. De modo que, aquel día, tuve a José Hierro como presentador de Francisco Brines. Todo un lujo para el Helicón.

Pepe Hierro vino a decir que en la poesía de Brines, la infancia aparece como un tiempo mítico, que desconoce la muerte, ligado al espacio de Elca, la casa de la niñez en Oliva, donde el adulto ha sido expulsado definitivamente del paraíso de la infancia y sólo en algunos momentos el ser humano recupera la plenitud vital experimentada en la niñez y en la juventud. En Paco Brines la memoria desempeña un papel fundamental en su poesía, si bien en sus poemas se deja traslucir la convicción de que ni la poesía ni el recuerdo permiten detener el paso del tiempo.

La lectura Paco Brines fue excelente y el público llenó el estudio de Canal Norte T.V. Acabada la lectura nos fuimos, como siempre al Mesón La Rueda (ahora renovado ya y reconvertido en Restaurante Asador La Rueda) de la calle Victoria de San Sebastián de los Reyes, para continuar la noche con su famoso conejo al ajillo, ensalada, jamón, queso y vino "peleón" como solía decir Pepe Hierro del vino de quien él llamaba "el tío conejero". Fue buena Tertulia y una agradable pos-tertulia que se prolongó hasta casi la una de la madrugada. Al día siguiente apareció en la prensa (creo que fue en ABC) una nota dando cuenta de esta lectura en Tertulias de Autor de Helicón acompañada de una fotografía de Brines y Hierro durante el acto.

Durante unos años nos vimos en diferentes ocasiones. A partir del año 2000 se prolongó el tiempo y fue en un acto de Homenaje a Claudio Rodríguez, en el Ateneo de Madrid, donde volvimos a coincidir, tras unos años de no vernos.


Tras aquel encuentro, volvió a sucederse el tiempo y fue el año pasado, en Valdepeñas, donde nuevamente nos encontramos. A francisco Brines le hicieron "Vaso noble" en la Tertulia Desde el Empotro de las bodegas A7 y, allí, nos encontramos. Luego he sabido de él, de su intervención quirúrgica y de su buena y rápida recuperación, a través de Javier Lostalé que me comentaba, sorprendido por la importancia de la intervención, que le había telefoneado a su casa de Oliva y él mismo, prácticamente recién operado, había cogido el teléfono, habían hablado y, al parecer, se encontraba con buen ánimo. Esto, naturalmente fue motivo de alegría tanto para Lostalé, que me lo contaba, como para mí.

Será ahora en el Palacio Real donde nos veremos de nuevo y felicitaré a Francisco Brines tras recibir su Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Pertenece, Brines, a la segunda generación de la posguerra, y junto a Claudio Rodríguez, entre otros, perteneció al grupo conocido como Generación del 50.


Este poeta cuya influencia de su admirado Luis Cernuda, su gran admiración por Gil Albert, por Juan Ramón Jiménez y por el Antonio Machado más intimista, del que se ha dicho: Su poesía tiende a un equilibrio clásico y a un tono melancólico que intenta dominar la angustia ante la muerte mediante una asunción serena de lo inevitable. Y del que han escrito, entre otros muchos, Carlos Bousoño (Poesía poscontemporánea. Cuatro estudios y una introducción. Júcar, 1985) y José Olivio Jiménez (La poesía de Francisco Brines. Renacimiento, 2001), obtuvo, en 1998, el Premiel o Fastenrath de la Real Academia Española, en 1999 el Premio Nacional de las Letra Españolas, en 2007 le concedieron el IV Premio de Poesía Federico García Lorca y, ahora, recibirá el Reina Sofía de Poesía Iberomericana.

Un Premio que está dotado con 42.100 euros y reconoce la obra de escritores vivos de toda Iberoamérica. Para el jurado que falló este galardón en el Palacio Real de Madrid se trata de un gran poeta metafísico cuya obra está marcada por el paso del tiempo y enseña a vivir a quienes la leen. Como estos versos que inician el libro El otoño de las rosas diciéndonos: Vives ya en la estación del tiempo rezagado:/ lo has llamado el otoño de las rosas. / Aspíralas y enciéndete. Y escucha / cuando el cielo se apague, el silencio del mundo.

Francisco Brines, al tiempo que canta lo perdido, como dijo Machado, de manera elegíaca, nos muestra la exaltación de la vida, de modo que es poeta elegíaco e hímnico (Todos los elegíacos lo son aunque sea sólo en relámpagos. Esto lo ha dicho Paco alguna vez). Como muestra quiero concluir "colgando un poema suyo, también de aquel primer libro que me regaló, como decía al principio, con una cariñosa y afectiva dedicatoria. Un poema titulado:

DÍAS DE INVIERNO EN LA CASA DE VERANO

En esta soledad de los días de invierno,
con altos rojos áloes
en el jardín, la casa está sin nadie
y yo la habito.
Y hay pájaros. Y hay luz del sur
en el día indeciso.
Llega la noche con los ojos tapados
y ciega cae fuera de los muros
tan fría, tan extensa.
Vivo en la intimidad de la casa vacía,
y en las habitaciones despobladas
puedo escuchar el sonido apagado de la vida,
tocar un tiempo helado,
gustar en los espejos un insulso sabor,
el tedio de una imagen sin juventud.
Y hay, con todo, un calor de vida ya gastada,
un secreto entusiasmo de haber sido.

Francisco Brines
Del libro: El otoño de las rosas.
 

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Rumoroso cauce, Nuevas lecturas sobre Claudio Rodríguez. Edición de Philip W. Silver.


Philip W. Silver, de la Universidad de Columbia nos dice en la introducción de este libro, cuya edición es suya, titulado Rumoroso cauce, Nuevas lecturas sobre Claudio Rodríguez y que ha sido publicado por la Editorial Páginas de espuma, que: Claudio Rodríguez nunca publicó, quizá ni siquiera escribió – o más bien nunca terminó – un solo poema que no fuese la perfección misma.

Y lo hace tras ofrecernos en su solapa esta personal nota bibliográfica: Claudio Rodríguez nacido en Zamora en 1934, deslumbró con su primer libro, Don de la ebriedad, publicado cuando tenía 19 años. Libro de exaltación mística de la naturaleza, se distanció de sus contemporáneos y optó por una tradición sui géneris de Rimbaud, mística española, Keats, Leopardi y Hölderlin.

Su tercer libro, Alianza y condena (1965) recibió el Premio de la Crítica, y la antología Desde mis poemas (1983) obtuvo el Premio Nacional de Poesía. En 1993 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el II Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Hombre sencillo que no "ejercía de poeta", su status especial fue desde el principio irrefutable y, al final, legendario. A partir de Don de la ebriedad y durante cuarenta años, para el lector de poesía, el gran público y los medios, fue ese ser humano sorprendente, un gran poeta, nacido para serlo más allá de su tiempo.

Philip W. Silver ha preparado una edición sobre la poesía de Claudio Rodríguez con una Colección de ensayos escrita por críticos, lingüistas, poetas que han elegido, cada uno de ellos, un poema de Claudio y, a través del poema, nos ofrecen su punto de vista sobre la poesía de este poeta zamorano, universal sin duda alguna, del que Philip W. Silver nos dice que fue un ser humano sorprendente (y de eso doy fe pues lo experimenté personalmente junto a él), un gran poeta (mejor, en mi opinión, un extraordinario poeta que nunca ejercía de poeta), nacido para serlo más allá de su tiempo.( Así lo pensamos muchos).


Colección de ensayos –este Rumoroso caucehecha con la intención de guiar al lector novel, pero también para atraer e incitar al que ya es un lector experimentado en la poesía de Claudio.Rumoroso cauce es además un muestrario de las muchas maneras de ser un "lector en profundidad"

En él se incluyen poetas como Ángel González (que fue gran amigo de Claudio), Luis Muñoz, Antonio Carvajal (profesor titular de métrica en la Universidad de Granada) Carlos Marzal, Miguel Casado, Ernesto Estrella. Grandes conocedores de la obra poética claudiana como Luis García Jambrina, Angel Prieto de Paula, Ángel Rupérez, Juan José Lanz, Gonzalo Sobejano, Fernando Yubero, Covadonga López Alonso, Jonathan Mayhew, W. Michael Mudrovic, que le han dedicado estudios a la poesía de Claudio
y, también, Mikel Azurmendi , William Childers, Martha LaFollette Miller, Gustav Siebenmann, además del autor de esta edición, buen amigo de Claudio y de su poesía, Philip W. Silver.

De manera que críticos, filólogos, historiadores de la Literatura, doctores, catedráticos, profesores, poetas…todos expertos en Lengua y Literatura, todos ellos buenos conocedores, en mayor o menor medida, de la breve pero intensa y magnífica obra poética de Claudio Rodríguez, nos ofrecen, en este libro, sus particulares puntos de vista sobre el poema elegido y por extensión sobre su poesía.

En poemas como Ajeno, Alto jornal, A mi ropa tendida, con media azumbre de vino, Espuma, Sin epitafio, Sigue Marzo, Noviembre, Hacia la luz… que me resultan más cercanos y siempre excelentes, he podido disfrutar con esta nueva lectura de ellos a través de las interpretaciones que se ofrecen. De manera que, personalmente, agradezco a todos y cada uno de los colaboradores de esta edición (y en especial a Philip W. Silver por haberlos reunido en este volumen) su aportación a la poesía de este grandísimo poeta a quien siempre admiré (y admiro) quise y recuerdo siempre con grandísimo afecto. Claudio Rodríguez es y será uno de los grandes poetas en el tiempo, sin duda.


Quiero para concluir esta entrada (que no pretende ser una crítica, ni una reseña sino la opinión de un admirador, amigo de Claudio y de su poesía, que sólo pretende dar cuenta, para conocimiento de quienes lean este blog, de que este Rumoroso cauce Nuevas lecturas sobre Claudio Rodríguez, es un excelente libro para aquellos que quieran conocer mejor la poesía de este universal poeta llamado Claudio Rodríguez) Decía que quiero incluir la glosa V de Glosas en homenaje a Claudio Rodríguez que le escribió Ángel González y que publicó en su libro Otoño y otras luces (Tusquets 2001) como recuerdo del poeta amigo:



V
Levantaste la voz para decirlo,
alzaste tu palabra hasta dejarla
en vilo, incólume,
salvadora y salvada
en el espacio prodigioso
donde pueden pisarse las estrellas.

Y lo hiciste en un vuelo
alto y valiente
que nosotros miramos deslumbrados,
pendientes de sus giros
con la misma emoción y el mismo asombro
con que tu contemplabas
la infinita materia de tu canto.


Y, finalmente, os dejo este hermoso poema titulado Hacia la luz poema del que Luis García Jambrina nos dice: manifiesta, de manera evidente, el proceso de conocimiento poético según lo entendía Claudio Rodríguez.

Claudio decía que: el proceso del conocimiento poético es el proceso mismo del poema que lo integra y afirmaba que: el poeta no pisa tierra firme hasta que no termina su poema.


Hacia la luz.

Y para ver hay que elevar el cuerpo,
la vida entera entrando en la mirada
hacia esta luz, tan misteriosa y tan sencilla,
hacia esta palabra verdadera.

Ahora está amaneciendo y esta luz de Levante,
cenicienta,
que es entrega y arrimo
por las calles tan solas y tan resplandecientes,
nos mortifica y cuida,
cuando la sombra se desnuda en ella
y se alza la promesa / de la verdad del aire.

Es el olor del cielo,
es el aroma de la claridad,
cuando vamos entrando a oscuras en el día,
en la luz tan maltrecha por lo ciego
del ojo, por el párpado tierno aún para abrir
las puertas de la contemplación,
la columna del alma,
la floración temprana del recuerdo.

Tú, luz, nunca serena,
¿me vas a dar serenidad ahora?

Claudio Rodríguez
Del libro El vuelo de la celebración

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Rafael Montesinos: de Bécquer a Machado


Fotografía de Rafael Montesinos y Marisa Calvo en el Retiro.
(Gracias por la foto Marisa)


 

Memoria poética (II)

Rafael Montesinos:
de Bécquer a Machado.

Tras la llegada a Madrid en 1940, con 20 años, la infancia y la tierra constituyen para Rafael Montesinos su universo, un universo personal lejano y presente del que se alimenta gran parte de su obra y, lo decía en la entrada anterior,
conocerle es saber que la sencillez de lo popular junto al gusto por los clásicos dan lugar, en su poesía, a una creación personal llena de hondura, precisión y belleza, cargada, eso sí, casi siempre, de una profunda melancolía



Su infancia, tanto en la prosa (léase Los años irreparables, de 1952 la primera edición. Luego, de1981, una segunda edición, con una significativa nota: versión completa, que nos lleva a recordar que la primera fue parcialmente censurada, o una tercera de 1999, publicada por la Universidad de Sevilla al igual que la anterior, ésta con introducción edición y notas de Francisco Alejo Fernández) como en la poesía va unida a la tierra que le vio nacer.

Conocer a Rafael, por tanto es hablar de Sevilla,
de poesía y de la nostalgia.
Sevilla fue la ciudad de los dioses para Rafael Montesinos, el lugar para cantarle a su tierra con su intimista y personal voz llena de hondura y donde la ciudad se nos muestra, porque Montesinos es un poeta de su tiempo y de sus orígenes, con lirismo al tiempo que con compleja realidad. Hablar se Sevilla y de Gustavo Adolfo Bécquer.



En la poesía de Rafael Montesinos una de las grandes influencias fue Gustavo Adolfo Bécquer. (Luego vendrían don Antonio Machado, Juan Ramón, Cernuda…) Se convirtió Montesinos en uno de los grandes conocedores de la obra de este post-romántico sevillano, tanto que llegó a descubrir que algunas rimas atribuidas a Bécquer no eran de su autoría y en 1970, al cumplirse el centenario de su muerte, publica varios artículos con datos inéditos sobre el poeta. Entre ellos: Adiós a Elisa Guillén (Revista Ínsula, nº de diciembre)

En estos artículos da a conocer, mediante una tabla de concordancias, al verdadero autor (Fernando Iglesias Figueroa) de dos rimas, dos leyendas y la carta Desde mi celda que, durante cuarenta y tantos años fueron atribuidos a Bécquer por los críticos. Las dos rimas apócrifas, según nos dijo Montesinos, son: ¿No has sentido en la noche?...y Para que lo leas con tus ojos grises…, las leyendas: La fe salva y La voz del silencio y la décima y última carta Desde mi celda que también inventó Iglesias Figueroa.




Por el ensayo titulado Bécquer Biografía e imagen (Editorial RM, Barcelona 1977) le concedieron el Premio Nacional de Literatura. Sobre este libro, nos dice el propio Montesinos: Fue a principios de 1960 cuando di en la idea de componer un libro o álbum sobre Bécquer, cuyas secuencias fotográficas habrían de dar como resultado una biografía del poeta sevillano. Yo no podía imaginar entonces la gran cantidad de dibujos, fotografías y documentos inéditos que iban a llegar a mis manos en aquellos cuatro años de intensa búsqueda (…) y aún hoy no puedo comprender cómo podía existir – y debe de existir en estos momentos – tanto material desconocido en torno a la figura más estudiada de nuestra poesía contemporánea. (No estoy llamando contemporáneo a Béquer sino a su poesía.)

Años dedicó Rafael Montesinos a su incansable labor de investigación. Todo ello dio lugar a nuevos autógrafos, nuevos documentos, dibujos inéditos, retratos… personajes femeninos que irrumpen (Julia Cabrera) o desaparecen (Elisa Guillén) de la biografía becqueriana, observaciones agudísimas acerca de la vida y de la obra de su paisano – tal y como me contaba Rafael y así se refleja en la solapa del libro – son las principales aportaciones de este otro poeta sevillano al que la crítica catalogó entonces como el poeta que estaba en la mejor línea interior, contenida, de la poesía andaluza, la línea que arranca de Bécquer y sigue con Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda. (…) Los ciento cincuenta y cuatro grabados de este libro sobre Gustavo Adolfo Bécquer, constituyen algo sin precedentes en la millonaria bibliografía dedicada durante más de un siglo a este universal poeta sevillano.


El poeta Jorge Guillén, al morir, legó a Montesinos una profusa documentación sobre Bécquer. Rafael, al publicar en 1992 un nuevo estudio sobre su paisano titulado La semana pasada murió Bécquer,(Ediciones El Museo Universal, Madrid) se le dedicó a Jorge Guillén. Yo tuve la gran suerte de que Rafael Montesinos me obsequiara con estos dos libros y de que me los dedicara, los conservo con enorme cariño y voy a ellos a menudo como a menudo muchos estudiosos de Bécquer se documentan en estos ensayos publicados por Rafael Montesinos sobre este poeta, sevillano como él, y bautizados ambos en la pila bautismal de la iglesia de San Lorenzo de la ciudad que los vio nacer: Sevilla.

Igualmente hay que recordar que la Editorial Cátedra en su colección Letras Hispánicas publicó, en 1995, una edición de Rafael Montesinos sobre la Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. Edición que Rafael dedicó: A Marisa y a "nuestro huésped de las nieblas" y que ilustró con algunas fotografías de su autoría.

Decía al principio que tanto la prosa como la poesía le sirvieron para rememorar, para evocar, el tiempo sucedido, acercándose a la patria del hombre que es la niñez, Se canta lo que se pierde, que decía su otro gran paisano don Antonio Machado. En uno de sus primeros libros puso Montesinos una célebre cita, aunque entonces no lo era tanto: Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, verso alejandrino que bien le hubiera gustado escribir a nuestro poeta si no se le hubiera adelantado en el tiempo Antonio Machado uno de los grandes poetas admirados por Rafael Montesinos.

Y no sé por qué pero conocer a Rafael Montesinos es, siempre, recordar con qué gracia, con qué salero te demandaba un cigarrillo apostillando: pero
sin que se entere Marisa, y medio a escondidas, fumar el pitillo con verdadero deleite sin saber, o sabiendo, vaya usted a saber, que Marisa miraba casi siempre, en estas situaciones, para otro lado. Marisa andaba siempre pendiente del poeta que escribía, de verdad, sólo lo que vivía: Haz caso a lo que te digo,/ que nunca le he puesto letra / a copla que no he vivido.

Como yo tampoco he escrito nunca algo que no haya vivido, quiero acabar esta segunda entrada a Rafael Montesinos con un poema que escribí hacia 1996 y que luego formó parte de mi libro Azul de los afectos (2001)



TIEMPO
Para Rafael Montesinos y Marisa

Con ternura infinita Montesinos
le ha cantado a Sevilla desde crío,
a su puente, a su torre – y a su río –
recordando la tierra y sus destinos.

le cantó a ruiseñores y estorninos
con un verbo-pasión de fuego y frío
y le cantó al amor con tanto brío
que Gerardo lo puso en los caminos.

Y así, verso tras paso, fue a Marisa
y fue el tiempo esperanza y fue el abrazo
de los cantos soñados noche y día.

Y la niebla del tiempo – ya sin prisa –
canta amor, tierra, infancia – paso a trazo –
con la pena cabal de la alegría.

sábado, 6 de noviembre de 2010

PABLO GUERRERO: Los cielos tan solos



Pablo Guerrero el poeta, el cantautor, con su voz grave, personal, inconfundible, sabe siempre a raíz, a tierra. Ahora nos habla de Los cielos tan solos, publicado por Maia Ediciones y Diputación Provincial de Badajoz, 2010. Pablo, alguna vez, ha dicho: Hay cierto interés por la poesía. En un mundo en el que las relaciones son tan frías la gente necesita la calidez de los poemas.

Y esto me parece este nuevo libro, calidez, serenidad, la serenidad del que cree en la palabra, de quien cree en el origen, en la raíz, la tierra, el hombre, y aunque Pablo camina "Por las ruedas del aire" para soltar al viento lo que fue, lo que es, lo que espera…para dejar dicho lo que siente, lo que piensa, lo que sueña… Pablo pide que "Alguien traiga jazmines" para un padre que ahuyentaba / sin temor al sustento, / el pan antiguo de la lluvia reciente y para la Matriarca de un tiempo de asombro y maravilla , mientras, este niño sin dolor de aquel tiempo, persiste en la voz de su libro anterior, una voz que emplea la palabra para nombrar a los seres queridos, a la naturaleza, para decir de aquí soy yo y aquí estoy yo sentado en una piedra contemplando Los cielos tan solos, viendo al mundo y al hombre, a mi tierra y a los míos mientras me surge la palabra, escrita para ser poema o para ser canción, con una voz que se queda en el aire de la vida, serena, porque el tiempo proyecta serenidad a la palabra y al hombre.

Miguel Copón, el autor de las ilustraciones y del prólogo de este Los cielos tan solos nos dice: Un libro se lanza como la voz espera el eco. En este curioso objeto, el autor escucha su voz en los ojos de otros. El poeta reconoce sus lugares. Los concreta. Si sabor y saber son palabras de la misma raíz, la voz de Pablo Guerrero sabe a tierra y luz.



Este hombre nacido en Esparragosa de Lares (Badajoz, 1946) y que procede de una familia de pequeños propietarios del sector agropecuario… sabe también a protesta, a lluvia salvadora de campos y de mar, a cosechas de cuerpos y de almas que viven con semilla de libertad. Sabe también a reflexión popular y culta, existencial, metafísica…

Este Pablo Guerrero sabe y huele a dehesa extremeña, a urbano callejeo por bares de Madrid: Libertad-8, El bar de los poetas…. Ya que desde 1960 se afinca en la capital y aquí vive este poeta y cantautor de voz grave y sonora junto a su importante manera de observar las cosas, las personas, la vida y junto a su gran, su enorme timidez. Pablo Guerrero es, desde niño, aficionado a la lectura de poesía, de ahí que sus letras de canciones se acerquen mucho al poema. En su poesía hay rasgos de poetas como Neruda, Goytisolo, Blas de Otero, Cernuda, ValenteTanto en algunas letras de canciones como en algunos de sus poemas deja ver influencias orientales junto a filosofías de pensamiento occidental donde priman la contemplación y la reflexión (desde Heráclito al neoplatonismo y la poesía mística de Juan de la Cruz, la ascética de fray Luis de León y hasta el surrealismo de Vicente Aleixandre)

Cuando llegó, en los años 60, a Madrid comenzó a estudiar Filosofía y Letras, Literatura y comenzó a cantar (ya lo había hecho antes porque desde que a los 16 años le regalan una guitarra toca y canta)

Como músico, incorpora todos los ritmos que sueñan utopías y con ellos se guarda, se recoge, como monje laico, para dejar escritas canciones y poemas en la tierra tan sola de los que no tienen nada o muy poco y en los cielos tan solos de los que sueñan con la tierra y los cielos de una infancia sin nostalgia que retorna en el eco de un canto, de un árbol que lo ha sido todo, choza, cabaña, casa…
en sus canciones, su estilo es sobrio y poético y los personajes que las pueblan, suelen ser perdedores y la libertad, el amor y la esperanza están casi siempre presentes.



Pablo puso música a poemas de Miguel Hernández (antes que el maestro Serrat lo hiciera) en un disco que se iba a llamar Tierra, pero la censura de entonces no autorizo su grabación. La fecha: finales de los 60 o principio de los 70, más o menos.

En el año 1972 grabó su primer disco LP A cántaros (antes había grabado 4 singles, el primero en 1969 titulado Amapolas y espigas) A cántaros fue un disco con temática urbana que hizo emblemática la canción que dio título al LP y la convirtió, entonces, en un himno libertario. Creo que comenzaba así: Tu y yo muchacha estamos hechos de nubes./ ¿Pero quién nos ata? Sigue, más adelante, diciéndonos: Estamos amasados con libertad muchacha. ¿Pero quién nos ata? Para terminar con un estribillo que fue conocido de todos y por todos que decía: Hay que doler de la vida, hasta creer / que tiene que llover / a cántaros.

Desde Canciones y poemas su primer libro publicado en 1989 pasando por, entre otros poemarios, Los dioses hablan por boca de los vecinos (1999) Tiempo que espera (2002) Los rastros esparcidos (2003) y Escrito en una piedra (2007 hasta este Los cielos tan solos, se han sucedido casi una docena de libros incluido uno que Pablo Guerrero hizo para niños.


Recuerdo que en 1995, cuando le pedí que interviniera en un homenaje a Gabriel Celaya y él aceptó encantado. Acababa de publicar un disco titulado Alas (editado por Ariola)


Manuel López Azorín y Pablo Guerrero. (Foto de Javier Rodríguez del Barrio)

Además de sus propias canciones Pablo ha musicado a José Ángel Valente( Por debajo del agua) y ha homenajeado a Rafael Alberti (Ven Alberti)

No es la cantidad lo importante sino la voz que nos muestra a un poeta maduro, personal, más asceta que místico y sobre todo un poeta que es, machadianamente, un hombre bueno, consecuente, honrado, coherente con lo que hace y con lo que dice, un hombre inquieto en fin al que la timidez le ha permitido ser un grandísimo observador y ya sabemos que observar, como escuchar, entraña siempre conocimiento.

Musicalmente parte de armonías y melodías tradicionales de su tierra aderezadas con sonidos del folk americano, el rock, el jazz o el flamenco, más tarde, ritmos africanos y de otras culturas, además de sonoridades más vanguardistas como el minimalismo (Intenta reducir a lo esencial, es decir, eliminación de lo sobrante para ofrecer lo exclusivamente imprescindible o dicho de otro modo dar un alto contenido intelectual a lo que, básicamente, ofrece bajo contenido formal), la música aleatoria( el azar es importante, un rasgo definitivo en la técnica aleatoria compositiva), el ambiente ( para dar al sonido, atmosférico y ambiental, más importancia que a las notas- desde Erik Satie-) hasta llegar a la música electrónica. Tiene una larga y reconocida trayectoria artística y, aunque más conocido como cantautor, como poeta (merece una lectura atenta siempre) viene publicando desde el año 88.

En 2007 sale un disco: Hechos de nubes, Homenaje a Pablo Guerrero donde 15 artistas ofrecen una mirada heterogénea y personal sobre quince canciones de Pablo de las que , desde la admiración y el afecto, realizan y ofrecen su propia versión. Los artistas Javier Ruibal, Pedro Guerra, Luis Eduardo Aute, Javier Bergia, Joan Manuel Serrat, Javier Álvarez, Luz Casal, Jose Antonio Labordeta, Acetre, La cabra mecánica, Quique González, Ismael Serrano, Victor Manuel, Suburbano y Luis Pastor,


Rafa Mora y Moncho Otero que han musicado y cantado poemas de Pablo Guerrero, junto a Ismael Serrano en el Café Libertad 8.

"Pablo Guerrero fue una referencia para muchos cantautores de este país-
ha dicho de él Ismael Serrano- no sólo porque es autor de canciones maravillosas, sino porque es un ejemplo de inquietud, de búsqueda permanente y de honestidad y coherencia."

En febrero de 2009 publica un nuevo álbum bajo el título de Luz de tierra. En él, por primera vez en su carrea musical, compone sobre textos de otros poetas, todos extremeños y amigos, con la dificultad que siempre entraña musicar poemas. Poner música a la música de la palabra nunca ha resultado fácil. Este mismo año 2009 se le galardona con el Premio a Toda una Vida en la XIII edición de los Premios de la Música celebrado en Badajoz.

En Los cielos tan solos, el poeta Pablo Guerrero continúa mostrando su buen hacer, coherente, maduro, musical y sereno, y nos demuestra su calidez y calidad y así nos dice: En las piedras talladas con todos los oficios, / en los bueyes de estrellas, en los caballos albos, / en las trenzas de Ana, en el añil de Liébana/ que el viento ha respetado, he plantado mi tienda.

Ya brotan las semillas, linajes de las olas,/ una chispa de fuego a punto de estallar, / levaduras de un tiempo que ha abolido / el propio tiempo./Larga ha sido la espera, edad de mis estrellas, / paciencia de las gotas creando estalactitas, / aún no escrito universo.


Larga es siempre la espera. Sucede como con el viaje. Son lo importante del resultado de la espera y de la llegada al destino. La espera y el viaje son la esencia del hombre que, esperando, caminando, va aboliendo su propio tiempo al tiempo que nos deja las semillas que ha brotado en esa espera y ese viaje del hombre.

Foto: Pablo Guerrero en el bar de los poetas