El pasado día 9 de mayo
Rafael Fernández Campos presentó su primer libro de poemas
Mirando las pisadas (
Sial /Fugger poesía) en el salón de actos de la
Casa Encendida, nombre que la Obra Social Caja Madrid tomó para este edificio, del poeta granadino, premio Cervantes en 1982,
Luis Rosales.
La casa encendida, título del que, según la crítica, fue su mejor libro.
El salón dispuesto para el acto, con una mesa y tres sillas a la izquierda, para el poeta, el padrino presentador y prologuista del libro
Alfredo Gómez Gil y el editor
Basilio Rodríguez Cañada, preparadas. En el centro una pantalla proyectaba la imagen de la cubierta de este primer libro: una obra impresionista de
Paul Cézanne titulada
El bañista pintado entre 1885-1890 y que curiosamente guarda un relativo parecido con
Fernández Campos. Pura casualidad.
Se ha dicho de la poesía de
Rosales que es la poesía de lo cotidiano. La poesía de
Fernández Campos sin pretender establecer comparaciones entre
Rosales y este joven de 40 años también se nutre de lo cotidiano, de la vida. En este primer libro de
Rafael Fernández Campos el amor es esencialmente importante así como la memoria o el recuerdo. El amor, también, aparece en toda la obra del granadino, de forma sosegada y tranquila, así como la memoria y el recuerdo.
El profesor, periodista y poeta
Alfredo Gómez Gil, Padrino del novel poeta nos cuenta en el prólogo:
Es preceptivo señalaren cuanto a arte poética se refiere, la dualidad del autor en el ir y devenir de la versificación sobre determinadas estrofas, especialmente las que componen las dos primeras partes,( tituladas El ahora y El miedo y la ira) en que con maestría y sabio cuño corta, ata, sincopa, lucha, no rindiéndose nunca ante la dinámica realidad que cruza ante sus ojos y hiere su corazón. Lleno a rebosar por los amigos, compañeros, conocidos de este poeta. Allí me encontré con el profesor y poeta
Emilio Serrano, nos sentamos juntos. El público que llenaba el salón parecía no ser de los habituales a asistir a lecturas poéticas. Y así lo confirmó el propio
Fernández Campos cuando comentó, agradeciendo a todos su presencia, que muchos de los de allí presentes seguro que habrían puesto una excusa en casa para poder acercarse a la presentación del compañero -dijo- poeta ”Friki”.
Claro que ese comentario tiene su explicación: Rafael
Fernández Campos, que nació en Madrid en 1971, es Doctor Cum Laudem en Economía y Hacienda por la Universidad Autónoma de Madrid y Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la misma Universidad y Máster en Dirección y Gestión .de Entidades Financieras por la Universidad Francisco de Vitoria.
Visto así, se comprenden las palabras dirigidas a los compañeros y la extrañeza, se supone, de que un hombre de finanzas se dedique a la creación poética (la naturaleza humana se significa de múltiples formas y no todos los financieros piensan sólo en el beneficio material, del mismo modo que no todos los que escriben poesía anhelan sólo el éxtasis sin ambición mundana).
El acto de presentación resulto diferente y debo decir que fue especialmente emotivo. Durante la presentación, tras la intervención del presentador y la del editor
Rafael Fernández Campos se nos mostró seguro y feliz. En su lectura hizo participar con poemas elegidos para la ocasión a
Beatriz ( a quien dirigió unas hermosas palabras llenas de complicidad), que leyó el poema
La certeza, a
Marta (de quien dijo que había sido importante en la elección de poemas o algo parecido), a su madre (que mostraba la alegría por el hijo en los ojos, en la expresión) a su hermano mayor que dijo estar nervioso pero que leyó con aplomo y seguridad el poema elegido y finalmente, micrófono en mano, a sus dos hijos,
Rafael de cinco y
Diego de ocho años (más o menos), que pusieron la nota más risueña y más tierna de la noche, uno con una frase que le dio a leer su padre: “Compren el libro de mi papá” y el otro con un breve poema leído con ritmo, pausas versales adecuadas y con gran soltura para su edad.
Funcionó. El acto resultó vistoso, y ameno. Luego, frente al autor, pudimos observar una larga fila de personas con el libro esperando la firma dedicada. No me quedé a felicitarle. Estaba muy ocupado firmando ejemplares.
Todo esto que puede parecer, y lo es, una crónica, es también para decirles que, oídos los poemas de este joven poeta, en alguno parecía percibirse alguna falta de ritmo, tal vez el modo de leerlo; pero leídos algunos después, en la tranquilidad de mi casa, no fue así. Si es cierto que en algunos poemas de construcción más formal, hay versos con alguna ligera cojera; pero si no su arquitectura externa, su decoración interior no necesita muleta.
No parece un primer libro, más bien el libro de un poeta maduro que nos habla del amor y, en él, del tiempo, del miedo, de la ira, de la ausencia… siempre desde una mirada de pisadas sentidas, vividas, soñadas, con dolor a veces, sí, pero siempre con esperanza. El amor, con su cara y su cruz, es el eje central de este libro escrito por un humanista que hace que poesía y vida, realidad y sueño, formen una sola unidad. Tal vez porque
Rafael Fernández Campos, aun dedicándose profesionalmente a una actividad tan pragmática, no ha dejado nunca de visitar
planetas que ni aquel pequeño príncipe / siquiera vislumbró. Os dejo aquí el poema que inicia este prometedor libro primero:
La certeza Tú eres la certeza
Yo visito planetas que ni aquel pequeño príncipe
siquiera vislumbró.
Abandono cercados
y encabrito a la noche en desesperos de frutas amargas
Maduras vetas de la madera de otros vientres
Tenso varas hasta conseguir quebrarlas
Y en el regreso, todo es ahora
Hasta saber que, contra toda lógica
Sembrando el desconcierto en hileras de espigas sosegadas
Hoy, o sea, siempre
Tú eres la certeza.
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