jueves, 29 de diciembre de 2011

Enrique Villagrasa: Mudanzas de la voz




De Enrique Villagrasa González (Burbáguena, Teruel, 1957), aparece este Mudanzas de la voz, su nuevo poemario, en la colección dirigida por Jesús H. Angulo, Los libros del señor Nicolás de la editorial Libros del innombrable (Zaragoza, 2011), en volumen al cuidado de Juan F. Nevado.

A Enrique Villagrasa le preocupa la Poesía. Esa realidad trastocada en otra realidad que es, nos dice él, canto y cuento y su empeño es robarle al silencio sus palabras. Y de ahí este libro que funde la poesía y la vida en un solo canto que es dolor y miedo, rebelión y esperanza... y amor.

Leyendo este libro trato de caminar, entre sus versos, donde el amor y la amistad, con el miedo en la voz que, se hace poesía, sirve como bálsamo y bandera del cuerpo, del espíritu y de la emoción. Preocupado siempre por la poesía y la vida, nos dice Enrique Villagrasa: El poeta experimenta en el poema / todas las formas de la nada y el azar / del lenguaje en el lenguaje. / Todo mudanzas de la voz.



Qué nos quiere decir Villagrasa con estos versos: ¿Nos quiere hablar de esa cosa mínima o de escasa entidad que es, en su segunda acepción, la palabra nada? (La nada habita / concupiscente,/ en el no ser/ del poema) Tal y como nos presenta el poema, debemos atenernos a la nada, como algo indeterminado, como a ninguna cosa, la negación absoluta de las cosas, a distinción de las personas. Es decir: … la nada y el azar / del lenguaje en el lenguaje puede producir un cambio, una mudanza, o varias, de la voz.

Pero cómo interpretar mudanza, como acción, traslación, como cambio de movimiento, de compás, como variedad de los afectos (Allí donde está ella tú no estás y ni tu poema salvaje podrá / sustituir a esa mujer que creías amar, ¿amas a tu pesar o/ amas a su pesar?). (Tal vez todo sean mudanzas del miedo,/ no de la luz).

El caso es que la voz no viene por sí misma, ni escribe por sí misma la mano que escribe la página en blanco, esa voz tiene un aliento y, como decía Unamuno, al tranquilo compas de un dulce aliento, /ara en mí, como un manso buey la tierra,/ el dulce silencioso pensamiento.




Con esta cita, aclaratoria , de Miguel de Unamuno y tras el introito donde se pregunta dónde están los poetas (Recuerda poeta, / mercenario de la palabra con los jonios,/ habitante de las Cícladas y de Sais,/ en tu sigo VII antes de todo), se inicia este Mudanzas de la voz que, tras su lectura, me parece a mí que el nuevo poemario de Enrique Villagrasa se muda en el tono, con el lenguaje de la incertidumbre y del temor, con el miedo y el fervor del amor puestos, por una parte, en el dulce aliento del amor, de la vida, y en la amistad y, por otra, en la Poesía que, desde los griegos (No fuiste tú quien llevaste la leyenda / de la Atlántida a Egipto./ -Y no fue tu amigo Platón, / quien se bastó, errado o no, / para criticar la política de ayer / y mandarte al arrabal), nos viene ofreciendo su poso de sabiduría, su voz de conocimiento, su canto y su mudanza continua de la voz: del corazón al pensamiento, del pensamiento al corazón.

Y en esta alternancia que se funde va en la voz el miedo (De tanto miedo, miedo no siento,) y la emoción, emoción que Enrique Villagrasa, me parece a mí, reivindica como función esencialmente literaria y no como parte sentimental de la Poesía y el lenguaje, la palabra como forma que debe nacer para que esa palabra nos ofrezca su máxima expresión de belleza pero conteniendo en ella la necesidad de la emoción (Cinco gotas de agua / contienen cinco gotas de luz. / Su alma anida /en la belleza de los versos. / Hoy he enterrado mi angustia / mordiendo sus labios)

Emoción que forma parte de la realidad de la vida, y es la verdad interior que, como él suele decir, une el rigor formal de lo aprehendido ( Aquella leyenda donde Hércules / rompe el istmo de Gibraltar. / Acaso, poeta, no fue real…/ ¡Ah, me lo contaste y lo conté / a fenicios y griegos!/ ¿Qué ha sido de ti? ) y lo más profundo del hombre y de la vida, o dicho de otra forma: forma y contenido poéticos en estas Mudanzas de la voz que pretenden servir, con la experiencia vital y la poética, además de para que el hombre sea mejor persona (Si la poesía es el gozne del poema, / el amor es el quicial sobre el que gira), como bálsamo de salvación y bandera de intenciones. (Fuera del tiempo quiero encontrarte; / pero no sé en qué espacio.)



Esa manera de hacer poesía por parte de Enrique Villagrasa,me parece que es su necesidad, una necesidad vital que le hace rebelarse y le lleva a escribir este libro, un libro sincero y enmascarado, de indefensión, de impotencia,a veces descarnado y sin embargo esperanzador (Desencarnar; tal vez sea la belleza mística./ Buscar la humildad no la soberbía./ Tras festejar el instante.)
Sencillez de lenguaje que nos habla de cosas cotidianas al tiempo que nos lleva hacia la profundidad de las preocupaciones que le embargan, y lo hace con una poesía desnuda y limpia, clara, directa a las emociones. (Levanto la vista y veo /Mis manos ensangrentadas,/ De tinta azul y negra,/
Y a mis pies ella: / La poesía humilde.
)


Y el azar, puesto que el corazón y el pensamiento del hombre no saben su destino, tan solo el de la muerte inevitable, dejémosle en el aire del viaje del vivir, no vaya a ser que exista y sople lejano del camino que llevamos hacia la ignota isla, que llamamos Itaca y que, otra vez los griegos, ya lo dijo T.S. Eliot: Somos Grecia, no sólo seguir sus tradiciones, nos legaron en un lenguaje que une el corazón y el pensamiento dándole forma y contenido: la voz en sus mudanzas.

Casi desnudos, como los hijos de la mar. Nos dejó escrito Antonio Machado, así marcha el poeta cuando, como dice el hermano, Manuel Machado: Mi voluntad se ha muerto una noche de luna. Y Enrique Villagrasa, a través del sujeto lírico: Estoy en el centro de la noche / y tu vida en el vértigo , y se abraza a la lluvia, que es un llanto penitente, a la tristeza de la tarde, que le parece un ocaso de luz, al humo del silencio, que muere impotente frente al miedo y al vértigo y al amor porque todos los caminos nos conducen al mar (¿Hasta cuándo estaré en esta orilla? / Si cierro los ojos veo las otras playas / de mi vida; ¿dónde mis años, dónde / he olvidado mi alma?)



Estas Mudanzas de la voz me parecen, en definitiva, un hermoso y noble y sincero acto de amor al amor (Tengo miedo de perderte. /Luché por ti con mis versos:/ Fue mi error. De ceniza mis días.), a la vida, a la amistad y a la Poesía y en ella, en este libro, en su lenguaje, que al fin y al cabo es, además de con la emoción, con lo que se construye la Poesía, queda permanente, como Palabra en el tiempo. Nada más y nada menos (Los trinos callan. /Los pájaros conocen / lo que tú sufres.), y luego ya… Frío azul de la rosa. / La muerte atravesará el mundo, / con un sonido vivo. /Todo belleza y bondad.

Enrique Villagrasa es periodista, poeta y crítico literario. Actualmente reside en Tarragona. Ha escrito varios libros de poesía. Sus poemas han sido publicados en diferentes revistas y se han traducido a varios idiomas. Colabora en revistas literarias como Qué Leer, Turia, Artes & Letras, suplemento del Heraldo de Aragón, El vuelo de Ícaro, suplemento del Diario de avisos de Tenerife. Es Premio León Felipe, 2004 y XXII Premio Internazionale di Poesía e Letteratura Nuove Lettere, Istituto Italiano di Cultura di Napoli (2008) y ha sido incluido en diversas antologías.

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