lunes, 30 de enero de 2012

Claudio Rodríguez, sus Poemas laterales y este 30 de enero



Memoria poética:

Claudio Rodríguez, sus Poemas laterales y este 30 de enero.


Siempre que ando cansado recurro a la poesía de Claudio Rodríguez. No se bien el porqué pero es así. Y siempre que recurro a ella mi memoria se empaña de tristeza al tiempo que se inunda de alegría. Tristeza y alegría que permanecen, en mi recuerdo, hoy 30 de enero fecha de su aniversario de nacimiento en 1934 en Zamora.

(Un buen día, hará unos dos o tres años, un joven poeta, Sesi García, sabiendo de mi devoción por Claudio Rodríguez, me trajo un libro publicado en 2006 por la Fundación Cesar Manrique, en la colección de poesía Péñola Blanca, dirigida por Fernando Gómez AguileraPéñola Blanca es una colección de poesía de carácter bibliófilo – que recoge obra inédita de poetas contemporáneos con una trayectoria consolidada.

La edición de este libro es del profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Salamanca y crítico literario Luis García Jambrina, uno de los grandes conocedores de la obra de Claudio Rodríguez.)

Siempre que le recuerdo siento tristeza porque pienso que se nos fue pronto (1999) aunque él pensara ya en la vejez -me decía- y por eso andaba escribiendo sobre ella. Tristeza porque ya no es posible caminar juntos, como hacíamos, mientras, a cada momento, le saludaban, le miraban con respeto, con afecto, con admiración y, al tiempo, con la misma afabilidad, Claudio les ofrecía su saludo, su sonrisa…


Era gente del pueblo, gente de la calle, que trabajaba su oficio y ganaba su jornal. Yo lo vi, lo sentí, Claudio el poeta, el Académico, nunca se mostró por encima de nadie (aunque a mí siempre me pareció que estaba por encima de todo) Tristeza porque con su marcha, no sólo perdí a un amigo, perdí también un magisterio tácito porque Claudio Rodríguez, enseñaba sin enseñar, sin querer enseñar, era una actitud en la vida.



(Luis García Jambrina nos cuenta en sus Notas a la edición de Poemas laterales que Claudio Rodríguez tenía el proyecto de recoger y editar algún día bajo ese título, como algo lateral a su trayectoria poética, estos poemas que son homenajes a poetas, o poemas sobre pintura o escultura escritos en su mayor parte entre 1976 y 1988, años que coinciden con la gestación de Casi una leyenda. En la misma carpeta guardó el autor tres poemas que en un principio iban a ser incluidos en Don de la ebriedad, Conjuros y Alianza y condena, y que descartó por diversas razones.

Todo ese material de la carpeta azul lo ha organizado Luis García Jambrina en cuatro secciones.

-Una.- Homenajes, con poemas a Vicente Aleixandre,

a Blas de Otero,


a Machado,Antoñete,
Ángel González



- Dos.- Sobre pintura y escultura, con poemas como Cosecha de la materia, que contiene mucho de la cosmovisión del mundo poético de Claudio.

- Tres.- Poemas excluidos que el autor desechó al preparar la edición de sus tres primeros libros.

- Cuatro:- Los Primeros poemas, anteriores a Don de la ebriedad, que aportan muchas claves de lo que luego fue el mundo poético de Claudio Rodríguez.)

Y siento alegría, por todo el tiempo que compartimos juntos, alegría por su hermosa inocencia, como de niño que nunca quisiera dejar de serlo, alegría porque tuve la inmensa fortuna de contar con su afecto, de conocer por él y junto a él a poetas como Pepe, es decir José Hierro, y...



a Rafael Morales, y...


a Ángel González...





Siento alegríano sólo por la grandeza de su poesía, la siento también por su nobleza, por su rigor, por su bondad. Alegría por haber formado parte de su vida y, sobretodo, porque él fue parte importante de la mía.



Confieso que no conocía esta edición de Poemas laterales; pero al ver el libro y leer algunos de sus poemas, me vi, de repente, junto al poeta en la última casa donde vivió, Santa Hortensia. Claudio sostenía entre sus manos una carpeta azul, de gomas, y me decía: Estos poemas que guardo en esta carpeta, son Poemas laterales.


Eran poemas –como bien dice ahora Jambrina– no recogidos en libro, unos publicados en revistas o catálogos de exposiciones y otros inéditos. Y me contaba que los fue escribiendo para los amigos, etc. y que al no encajar en los libros, los guardaba como algo lateral a su obra poética ya publicada.


Yo no tenía estos poemas –me confesó Claudio– pero alguien me los hizo llegar (este alguien, ahora al leer la Nota de edición de esta publicación lo sé, fue Luis García Jambrina. Había tenido conocimiento de estos poemas a través del crítico de arte Miguel Gamazo y –según nos dice– fue en 1992.

Luis García Jambrina dio cuenta de estos poemas en un artículo publicado en la Revista Hispánica Moderna de Nueva York en 1993.



Cuando Claudio me hablaba, ya fuese de futbol, de mus, de sus veranos en Zarautz, de las canciones infantiles que tanto le gustaban, de la naturaleza, de sus paseos, de poesía… lo hacía siempre con entusiasmo, parecía que al contarte las cosas las estaba inventando, creando, haciendo nuevas, ponía énfasis en lo que me contaba y lo hacía con absoluta naturalidad, normalidad, ya fuese algo importante o la más sencilla de las cosas que le sucedían o contemplaba.



Aquel día que tuve el libro Poemas laterales por primera vez en mis manos, recordé cómo Claudio me hablaba de un poema publicado en una revista de toros dedicado a Antoñete
o de otro poema dedicado a Ángel González que publicaron en Asturias y me habló también de poemas que había escrito antes de escribir Don de la ebriedad (cuenta Jambrina que durante el año 50, Claudio no me precisó la fecha exacta o, al menos yo no la recuerdo) para un futuro libro que andaba preparando y que nunca se publicó.

Y me mostró este soneto sin título que escribió en 1953. En ese año conoció a Clara Miranda, Clara y él se casarían en 1959 y vivirían los primeros años de casados en Cambridge, Inglaterra. (Dionisio Cañas lo publicó en los 80 en Júcar.) ¿Puedo leerlo Claudio? –pregunté– Te lo leo yo –contestó– mi letra es muy desordenada, etc. y te costaría entenderla.



Sabe que en cada flujo, en cada ola
hay un impulso mío hacia ti. Sabe
que tú me resucitas, como el ave
resucita a la rama en que se inmola.

Si tú supieras cómo no estás sola
cómo te abrazo, lejos, cuanto cabe.
Pon el oído para que se lave,
mi corazón como una caracola.

Y oirás, no el mar, sino la tierra mía
hecha con el espacio más abierto.
Y oirás su voz, mi voz que yo quisiera

meterte por el alma cada día,
clara como tu nombre, al descubierto
como este mar de amor mío que espera.

Todavía me parece oír su voz, su peculiar manera de entonar el poema, su forma de dejar colgando algunas palabras, como bailando, al aire, como el agua de las olas de un mar en calma con su cadencia suave, alargada, desparramada, como de abrazo y de beso de la naturaleza y el hombre. Como la espuma, el alma de este poeta que siempre vivirá por mi memoria.



A finales de noviembre hablábamos Clara (Miranda) y yo y, como siempre, Claudio entre nosotros, en nuestra memoria y en nuestro corazón. Y hablábamos del poeta y de su correspondencia con Vicente Aleixandre mientras estuvieron en Inglaterra y hablábamos de hombre, del marido, del amigo, de la persona más verdadera y más noble que yo he conocido.




He buscado en la red y en la web de la Fundación Cesar Manrique podéis (www.fcmanrique.org/publiDetalle.php?idPublicacion=81) acceder a la lectura de este libro. Poemas laterales resulta, al menos para mí, un tesoro. En primer lugar por los poemas de Claudio Rodriguez, y, luego, por la excelente edición, en esta hermosa y cuidada colección, de Luis García Jambrina



Luis García Jambrina (Zamora, 1960) es profesor de Literatura Española en la Universidad de Salamanca y, entre otros, ha escrito sobre el poeta zamorano: Guía de lectura de Claudio Rodríguez (1988), De la ebriedad a la leyenda. La trayectoria poética de Claudio Rodríguez (1999), Claudio Rodríguez y la tradición literaria (1999). Claudio Rodríguez para niños (1988 y 2000), Hacia el canto (1993 y 1999), Don de la ebriedad. Conjuros (1998), Alianza y condena (2001), Aventura (2005) y este hermoso libro Poemas laterales (2006), que tantos recuerdos me trajo cuando supe de él y hoy 30 de enero, día en que cumpliría años, cuando leo a Claudio siento tristeza y alegría y lo recuerdo.

viernes, 20 de enero de 2012

Jesús Riosalido: Zéjeles y Muswashajas (con la música y la voz de Estela Uriarte)

Foto: Jesús Riosalido en el jardin de la Fundación Al-Aissiya.





Zéjeles y Muwashajas es una nueva edición, para cantar, con CD incluido y partituras, publicada por la Fundación Al-Aissiya. Dos libros en uno que, en su día, fueron publicados por separado. Con el título de Zéjel del Libro de Amor y Algunos Más apareció en la Colección Ágora, de Editorial Alfaguara que, por entonces, 1970, llevaba Concha Lagos, y el libro de las Muwashajas que fue publicado por primera vez por Editora Nacional en la Colección Libros de bolsillo, en 1975.

Según nos cuenta Riosalido: La palabra zéjel significa algo así como baile, contoneo y eso es lo que solían hacer los poetas cuando interpretaban zéjeles durante la Edad Media. Bailar y contonearse mientas cantaban. En realidad era lo mismo que una Muwashaja pero escrito en lengua vulgar en lugar de culta. A partir de ahí la jarcha, que es el estribillo aclaratorio, en español, con que terminaban el poema principal escrito en árabe, dió paso al zéjel.

El zéjel y la Muwashaja fueron una invención de los musulmanes españoles, quizá por influencia de la música europea de los trovadores y al contrario de la oda árabe clásica o qasida la dividieron en estrofas

(La poesía hispanoárabe se desarrolló en el siglo XI en los distintos reinos que se formaron tras la caída del califato de Córdoba (época de taifas). Fue un tiempo de gran esplendor cultural en Al- Ándalus. En Poesía surgieron innovaciones autóctonas que dieron lugar al zéjel y la moxaija o Muwashaja géneros típicamente hispanos de la poesía árabe que, sin duda, influyeron en la poesía de tradición oral en nuestra lengua.)


El zéjel es pues un poema de la métrica española. Está formado por un estribillo (dos versos aa), una mudanza (tres versos monorrimos bbb), y un verso de vuelta (a). Es decir: un estribillo, un tríptico monorrimo y un cuarto verso de vuelta, con la misma rima que el estribillo. Esta es una de sus formas (aa-bbba) y puede tener una o más estrofas.

Video-canción

Yo mismo, hacia el final de los años ochenta, escribí un zéjel empleando esta forma con algunas variantes: el inicio, que era de cuatro sílabas, la rima asonante y dos versos finales rimados como el estribillo (aa-bbb-aa). Más tarde lo incluí en mi libro Vértigo y decía así:

I

Se deshilan
las horas y los días

y la madeja va formando ovillo .
El tiempo va trenzando, hilo a hilo,
la cuerda de un ahora siempre vivo

mientras brillan
las luces de la vida.


Un zéjel éste, no de referencias islámicas sino, por la temática, griegas o latinas por aquello de las Moiras o las Parcas.

El zéjel tenía diferentes rimas y se diferenciaba de la qasida , que era monorrima. La estructura más común del zéjel, según nos dice Riosalido, era: ab-aaab-b-aaab (casi siempre en octosílabos) aunque se encuentran también muchas variantes como la anteriormente comentada (aa-bbba) que resulta ser como esta de Alfonso Álvarez de Villasandino ( un poeta castellano de los siglos XIII-XIV. Poeta de cancionero, representante del tipo de poesía culta que surgió bajo la influencia de la lírica trovadoresca en la Corte del rey de Castilla Enrique II) que nos dice:

Vivo ledo con razón,
amigos toda sazón.

Vivo ledo y sin pesar,
pues amor me fizo amar
a la que podré llamar

más bella de cuantas son
.


Video canción


El zéjel pasó del mundo musulmán al cristiano y ya no abandonó esta cultura donde lo han cultivado poetas, además del anterior, como Lope de Vega, Cervantes, Góngora o Federico García Lorca, así como Jesús Riosalido desde su primera edición en los años 70.


Si del zéjel no se conoce quién lo inventó, la Muwashaja parece ser que la creó un poeta ciego de la ciudad de Cabra llamado Muqaddan Ibn Muafa, también conocido como Ben Mocádem de Cabra, nacido entre los siglo IX y X.


El doctor Jesús Riosalido, experto arabista, diplomático de carrera, ensayista, dramaturgo, narrador y poeta, autor de estos dos libros reunidos en este volumen, nos dice en la nota inicial: Están ustedes ante la segunda edición de mis Zéjeles y mis Muwashajas, publicadas por primera vez hace muchos años y cuyo esfuerzo adicional se justifica por varias razones. La primera y más importante es la de añadir a los mismos la magnífica partitura de Estela Uriarte, una excepcional compositora e intérprete argentina, que trabaja conmigo desde hace lustros, así como su interpretación personal de mis textos, tal y como se halla recogida en el adjunto CD.


Video canción

La música de Estela Uriarte para este libro: Suite del libro del amor número 1 ya apareció en Copenhague por primera vez en un LP realizado en el Twin Studio de Copenhague en 1982 y en relación a las Muwashajas,canciones de amor y de dolor, suite número 2, se grabó en CD, también en Copenhague, en el año 2007.

Continúa diciéndonos Jesús Riosalido en la Nota inicial de esta nueva edición que la segunda razón es la de actualizar: un poco en el caso de los Zéjeles y un mucho en el de las Muwashajas, y darles una versión más vigente, menos radicalmente surrealista, y hacerlos, por consiguiente, más accesibles al oyente y al público en general.

Por último la tercera e importante razón que nos expone el autor de estos Zéjeles y Muwashajas es la de pulir un tanto su anterior postura – nos dice – no sólo literaria, sino también histórica y quizá política respecto de los árabes y el Islam, lo que se ha hecho necesario a causa de un acontecimiento que entonces (se refieres a los años 70 cuando se publicaron ) era imprevisible, como es el incremento del fundamentalismo islamista y sus tendencias violentas.

Jesús Riosalido añade: Por todo ello se ha intentado adecuar estos poemas a la nueva situación que se vive en el siglo XXI, reafirmar nuestra fe en la libertad, no en la imposición religiosa y cultural, y esperar que estas angustias que hoy se viven en toda la cuenca del Mediterráneo, y aún más allá del Mediterráneo pasen pronto, y la vieja cultura árabe vuelva a ser parte integrante e indubitada del patrimonio común basado en la tolerancia y en la coexistencia de todos en el mismo territorio.

Video canción

Un hermoso volumen de poesía tradicional,popular y culta, donde se incluyen las partituras y el CD con la magnificas versión musical cantada de Estela Uriarte, reeditado de nuevo para que la obra musical y poética de ambos no caiga en el olvido, o no quede de ella ninguna grabación o archivo que de fe de este largo y fructífero trabajo conjunto.

Un volumen con dos libros, en fin, de enorme valía para todos aquellos que quieran adentrarse en el conocimiento de las primeras formas tradicionales de la poesía en lengua romance o, sencillamente, para aquellos que pretendan disfrutar con su lectura.

Foto(P. Mancebo:Jesús Riosalido y Manuel López Azorín


Zéjel de las manos encantadas

Tus manos encantadas
vienen de lejos.

En mis Granadas frías
tus dedos abarquillan
polvaredas de chispas
sobre los hielos.

Tus manos encantadas
vienen de lejos.

Costeando la nuca
tus palmeras escuchan
una escarcha madura
que se hace cuerpo.

Tus manos encantadas
vienen de lejos.

Arrebol en tus palmas,
verano entre dos ascuas
que ondean mis entrañas:
ponlas más dentro.

Tus manos encantadas
vienen de lejos.


Jesús Riosalido

jueves, 12 de enero de 2012

Antonio Praena: Actos de amor




Antonio Praena (Granada, 1973) Con el libro Actos de amor, resultó ganador, del XXII Premio Nacional de Poesía José Hierro y con el premio, además de la dotación económica, la publicación del libro en la Colección Literaria Universidad Popular del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes. Madrid 2011. La obra Actos de amor consiguió el unánime veredicto del jurado y concretamente Antonio Hernández, destacó en sus palabras durante la presentación del libro, el pasado 13 de diciembre, que Antonio Praena (que es fraile dominico, profesor agregado de la Facultad de Teología de Valencia, prior del convento de Santa Cruz la Real de Granada, licenciado en Teología Dogmática y ultima su doctorado en la teología apofática y analógica de Santo Tomás de Aquino), parece un heterodoxo cercano a la Teología de la Liberación.


El joven fraile

Y pensar que nadie desabrochará mi camisa
con manos de paloma,
ni hará caracoles en el vello de mi pecho
porque ya tengo un amor que es Todo y Nada...

Y saber que soy un guerrero
que reza como un almendro...

(De “Humo verde”. Amarú. Salamanca 2003).




Antonio Praena había obtenido anteriormente con su libro Humo Verde, el Accésit del premio de poesía Víctor Jara 2003. Igualmente fue accésit del Premio Adonáis 2006 con Poemas para mi hermana (Colec. Adonáis. Rialp. Madrid 2007). Sobre este libro dijo Luis Ramoneda en Poesía digital: Poemas para mi hermana es un libro elegíaco. El motivo, que otorga una gran unidad a los veinticinco poemas de que consta, es el fallecimiento de la hermana del autor.

El elegíaco es un género difícil, por los riesgos de deslizarse hacia excesos melodramáticos o de ceñirse demasiado a la vivencia personal, que lógicamente afecta intensamente al autor, pero que puede resultar demasiado ajena para los lectores. Antonio Praena consigue el equilibrio, a mi modo de ver.

Este es su tercer libro de poemas publicado y supone-según ha comentado el autor- un giro de complejidad formal respecto a los dos anteriores, Un libro que cuida mucho la forma, y el ritmo al tiempo que nos ofrece en algunos poemas (lease Enmanuel, página 68) emoción verdadera y vida. Algo que resulta coherente sabiendo que Antonio Praena piensa que: En realidad la forma nace para llevar la palabra a su máxima expresión de belleza y esta belleza ya contiene en sí misma una necesidad de ver juntas verdad y emoción, rigor artístico y profundidad vital.

En Actos de amor emplea el autor la intertextualidad, la voz se hace más libre, sin dejar por ello el empleo de lo formal, y con diferentes registros con relación, al menos, a lo que anteriormente he leído suyo. Se acusan en este nuevo poemario contrastes entre tonos duros y tonos tiernos, casi ingenuos, en el sentido de inocencia frente a dureza. Un poemario que se mete de lleno en las distintas dimensiones del amor. En el poema Vida oculta, que antes el autor había titulado Vida monacal nos dice: Von Balthasar lo dijo de una forma / distinta, pero siempre ha sido así:/ amor y ser son algo coextensivo.



Antonio Praena nos ofrece un poemario dividido en cuatro partes y un prólogo final. En la primera parte, nos canta al amor espiritual, como el abandono de una determinada forma de vida mundana por otra. San Francisco de Asis: Un hombre se desnuda ante la nieve. / Abraza a sus amigos y uno de ellos / le toma suavemente de la mano: –Francisco, no nos dejes.

En la segunda parte, Mundo, nos habla y canta a la amistad que es otra forma de amor: Javier, hermana furia, sangre amiga / ¿Qué vínculo verbal nos has desatado / entre esta muerte mía y el exceso / de amor que en cada abrazo te encelaba?

En la tercera titulada Carne, canta al amor mundano, al alma y a la carne e inicia este apartado con una cita de Platón que nos dice: Los demonios son muchos y Eros es uno de ellos. Y en él abre con un poema, 8 de junio, donde nos dice: Nací el 8 de junio./ Toda la luz se derramó en mi sangre, / pero hace tiempo que no encuentro / ni la luz ni mi sangre.

En la cuarta, Praena canta al amor de familia y finalmente en el Prólogo con el que concluye este poemario pretende – así nos lo dijo- que tras la lectura de esta Actos de amor, se inicie algo nuevo por parte del lector. Algo nuevo como conclusión abierta a la interpretación y todo con un único mensaje que no es nuevo pero que algunos poetas defendemos: "la poesía, entre otras muchas cosas, debe servir para hacernos mejores personas". Y Antonio Praena tal y como dejó escrito en la dedicatoria que me dejó en mi ejemplar debe pensarlo: Actos de amor en los que espero que el “acto de la belleza”, acto de habla, acto de vida, se convierta en amor a la vida y en bondad.

Si más arriba recomendaba leer el poema dedicado a su sobrino: Enmanuel, (página 68 de este libro), ahora quiero finalizar con este titulado Cuando sepas leer igualmente dedicado al hijo de su hermana que nos deja un mensaje da ese amor que nos hace mejores y que forma parte del amor a la vida.

Cuando sepas leer

La estrella de papel,
las alas de angelote que tu padre
te ha hecho esta mañana, ya están dentro
del reino de tus ojos, son ya parte
de todo lo que eres y algún día
querrás mirar de nuevo en las estrellas.
Yo lo canto
por eso en estos versos
que aguardan para ti.

Antonio Praena
Del libro Actos de amor

sábado, 7 de enero de 2012

Ángela Reyes: Fantasmas de mi infancia Un cofre de palabras hermosas en un tiempo de sinrazón no consciente en la niñez



Hace poco recibí un nuevo poemario, Fantasmas de mi infancia de Ángela Reyes (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1946)), publicado por Huerga & Fierro y que la autora, como en anteriores ocasiones, amablemente me envió. Ángela Reyes está dedicada desde 1980 a la creación literaria. Es poeta y narradora y ha publicado una decena de poemarios en solitario y algunos en colaboración con Juan Ruiz de Torres, su marido, con quien también se dedica a la promoción cultural.


En esta labor fue cofundadora junto con él de la Asociación Prometeo de Poesía, también pertenece al Patronato y Secretaria General de la Comisión Delegada. Ha coordinado la organización de la Escuela de Poesía de Madrid y varios encuentros nacionales e internacionales de poesía. Igualmente cofundó con su marido la asociación El Foro de la Encina, la Orden de la Encina del Mérito Poético, la Academia Iberoamericana de Poesía y la Casa del Tiempo (una extensa biblioteca a la vez que foro cultural).


Ángela Reyes nos ha dejado escrito a modo de poética: Para mí, la poesía es un cofre lleno de palabras que encontré en Granada, a la edad de ocho años. Nadie vino a reclamármelo, nadie echó en falta su pérdida y desde entonces no me he separado de él porque es una de las cosas más preciosas que poseo.



En su poesía es constante una inquietud sobre problemas que afectan a esta sociedad. Poesía pues de preocupación por el ser humano que, sin mucho intimismo, nos muestra un reflexivo interés por los demás. Así en su poemario La muerte olvidada nos habla de la mujer guerrillera del Frente Polisario; en Lázaro dudaba, se plantea la duda sobre Dios; en Cartas a Ulises de una mujer que vive sola reflexiona sobre la soledad. y en el último libro que , anterior a este me envió, No llores, Poseidón, nos habla del hombre en la vejez.

Cada poemario supone una temática concreta y en este Fantasmas de mi infancia nos canta a la niñez y adolescencia en tiempo de postguerra que es, al tiempo, un homenaje a la madre en particular y, en general, a las mujeres de la familia que ejercieron un matriarcado junto al temor y la pena, y con la valerosa decisión de seguir adelante pese a ello.

Con una docena de poemarios publicados, varias novelas y algunos cuentos Ängela reyes ha obtenido, entre otros, premios como el San Lesmes Abad, el Leonor y el Blas de Otero en poesía y el Ciudad de Majadahonda y Calicanto en narrativa.




En este nuevo libro Ángela Reyes echa mano de su cofre lleno de palabras y nos habla, con ellas, de personas tan desgraciadas como valientes y lo hace con palabras llenas de lirismo en ocasiones y a veces con palabras directas, tan pronto emplea la metáfora como la imagen poética y casi siempre dentro de una métrica formal, llena de ritmo, en la que las palabras de su mágico cofre florecen armoniosamente tanto en la ternura como en la dureza, en el recuerdo vivo o la memoria distorsionada por el tiempo, en el acto de rescatar lo perdido y en el de soñar lo pasado. Todo el libro rezuma sosiego, sin rencor, sin temor, solo un tiempo sucedido ya donde la infancia, ajena y no consciente del momento, fue feliz y ésta, la infancia –nos dice la autora en las Palabras previas – le ha servido para toda la vida. Un libro, en definitiva,que se presenta con un cofre de palabras hermosas en un tiempo de sinrazón, no consciente en la niñez, para despejar la sombra
y hacer llegar la luz de un tiempo sin ella y, sobretodo, de los que vivieron en esa larga e inquietante sombra fantasmagórica de un tiempo que, Ángela Reyes ahora,nos acerca desde la memoria.

Ángela Reyes, que dedica este libro a su madre, a quien ha querido homenajear a través del recuerdo que, como todo, entra en nosotros, nos dice ella en uno de los poemas de este Fantasmas de mi infancia: por nuestra piel crujiente.


Todo entra por nuestra piel crujiente.
Hasta las barcas solitarias se adentran en la arena,
soñando con el cuerpo tendido bajo el sol.

Madre, te encuentro tan cansada
que tu piel no crepita por mucho que la bese.
Poco a poco tu cuerpo va haciéndose de aldea;
tu cuerpo es un pueblito
dormido tras la bruma de los amaneceres.

Ángela Reyes