Rafael Soler: La vida en un puño
El mes de septiembre recibí un nuevo libro del poeta Rafael Soler. (A traves del correo quedamos en vernos en octubre para tomar un café y charlar un rato, pero como ando "retirado" y durante este año no bajo a Madrid, no ha podido ser y por tanto no hemos tomado el café ni mantenido la charla prevista. Tal vez el 2013 venga mejor y podamos hacerlo)
El libro que me envió es una antología en la que recoge parte de su obra publicada al tiempo que incorpora en ella, en un apartado final, unos poemas inéditos. Su título La vida en un puño (Servilibro, Colección Vagabunda, Asunción, Paraguay)
En abril de este año Rafael Soler estuvo en Paraguay, invitado por las editoriales Serviilibro y Asociación Pistilli Miranda. El motivo fue el lanzamiento de esta nueva Colección Vagabunda, que se inicia con un primer volumen dedicado a Rafael Soler.
El lanzamiento de La vida en un puño en esta colección (concebida con el objetivo de acercar al público las principales voces poéticas contemporáneas de la literatura hispano americana, española, portuguesa e italiana), tuvo lugar el diecinueve de abril en la ciudad de Asunción, Paraguay.
Con relación a sus anteriores poemarios escribí en su momento que Rafael Soler se dio a conocer, como poeta, en febrero de 1979 en el ciclo Poetas Nuevos, organizado por el Aula de Poesía del Ateneo de Madrid, nos trajo con Los sitios interiores ( Sonata urgente), (Adonais. Ed. Rialp, 1980), un libro fundamentalmente intimista, pero sin el discurso habitual del confidencialismo que supone la confesionalidad. Libro innovador que, según dicen, provocó un cierto revuelo y, luego, también, un largo silencio por parte del autor.
Maneras de volver (Vitruvio, Madrid, 2009) supuso un regreso, tras el largo silencio de años, y su poética continuó con todo un despliegue de imaginación, de soltura, de buen ritmo y nos demostró ser un poeta que juega con la ironía desdramatizando la dureza de la vida en sus poemas y que es un poeta versátil. Maneras de volver me pareció como la película de un viaje, iniciado en Los sitios interiores, por el río de la vida hacia ese mar de simbología poética e ignoto siempre.
Más tarde, en Las cartas que debía (Vitruvio, Madrid 2011 ) se nos dualiza o desdobla como remitente y destinatario, con unos poemas donde el autor juega a ser uno y diverso, es decir él y nosotros al tiempo. Poemas dirigidos a personajes aparentemente ficticios para contar y cantar, desde su yo al nosotros su realidad y sus sueños. Poemas que hablan de los asilos de la marginación en ellos –nos dice– de la enfermedad, de los que buscan la ética y no la encuentran. Taller de escritura para versos sin futuro. Un repaso vital que habla de los poetas
La poesía, lo decía Claudio Rodríguez, es una aventura y toda aventura contiene su riesgo. El riesgo tal vez sea vivir como dice Rafael Soler “porque siempre vivir te costará la vida”. Pepe Hierro no definía la poesía y siempre solía decir su ya conocido:” Y yo qué coño sé lo que es la poesía” pero terminaba añadiendo siempre que ésta sin la emoción se quedaba coja.
Grandísimos poetas, como Claudio y Pepe (entre otros muchos) han defendido la emoción y el ritmo casi por encima del resto (la técnica, la métrica, la forma de conformar el poema, etc.), pero ellos sabian que la premisa más importante para escribir poesía era partir de una concepción formal para dominar el ritmo.
Y ellos, igualmente, sabían bien que la poesía es la luz, un fulgor que a veces alumbra, que ilumina y otras veces solo trae relámpagos, destellos fugaces que llegan y pasan dejando un efímero resplandor. Ellos sabían que la poesía es lenguaje, bien de arquitecturas verbales y fuegos pirotécnicos profusos o bien de difícil sencillez cotidiana. Ellos sabían bien que la poesía es intención, sugerencia, máscara defensiva frente a la confesionalidad... escribo / porque cuerdo de atar estoy que vivo / y soy apenas lo que he sido /el otro que en silencio habla /y al que escucho cuando escucho sorprendido. Ellos sabían que la poesía es un milagro que sorprende al poeta y también, en ocasiones, al lector. Ellos sabían que la poesía es ética y estética, coherencia en lo que se hace y en lo que se dice. Y sabían también que todo esto debía de ir acompañado, fuera como fuese el tratamiento de llevarla a cabo, de emoción
La vida en un puño, la antología americana de Rafael Soler, en mi opinión tiene ritmo y emoción y este poeta la capacidad de ofrecernos en aquello que escribe lo más necesario que debe de tener la poesía.
Francisco Caro |
El poeta Rafael Soler fotografiado por Rafa Montesinos Calvo |
Rafael Soler escribe por necesidad por encontrarse, por su mirada poética, esa que escudriña la vida, su realidad y luego la trastoca, a través de su mirada en otra realidad ya poética. Esa mirada que ahora sentía necesidad de decir, tenía algo que decir y este algo nos lo muestra en once nuevos poemas en esta antología, once poemas que sumarán, imagino, un nuevo libro en su momento. Escribe sobre temas universales: la muerte, el amor, la ética, la mirada del perdedor, la emoción…El poeta es una mirada –nos ha dicho– es capacidad de asombro, es necesidad. Y emoción y ritmo.
Ingeniero y sociólogo, Rafael Soler es profesor titular en la Universidad Politécnica de Madrid desde hace más de treinta años. En la actualidad desempeña el cargo de Subdirector de Relaciones Internacionales.
Este es uno de los once poemas inéditos y el que cierra esta antología que merece ser leída y releída.
Toma buena nota, y calla
Y tú
benéfico pardillo
¿vives como hubieras querido vivir si te dejaran?
¿qué quedará de tu cuaderno
dentro de seis años de diez o de cincuenta?
¿tanto tiempo te queda para tallarlo a tinta?
¿no hay suficiente texto impreso en las pescaderías
en las páginas salmón que Lucifer confunda?
¿no disfrutas con el ocio compartido
las aceras y sus piernas?
escribo porque cuerdo de atar estoy que vivo
y soy apenas lo que he sido
el otro que en silencio habla
y al que escucho cuando escucho sorprendido.
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