Jesús Arroyo: Disfrazado de Esquimal
Un nuevo libro de Jesús Arroyo, Disfrazado de esquimal publicado por Antonio y Charo (Huerga y Fierro editores, Madrid, 2012), nos llega tras aquel primero, Contracaminante, que en 2011 publicaba con Pablo Méndez en Vitruvio.
En aquel Contracaminante descubríamos que el miedo va con nosotros, que está en cualquier lugar donde miremos esperándonos para atenazar nuestros sentidos y Jesús Arroyo nos mostraba en él lo que ha sido su vida: su amor por la tierra que le vio crecer: Asturias, sus sentimientos, sus motivos para escribir, sus experiencias, duras a veces… en definitiva su manera de ver y de sentir el mundo con una poesía cercana y sencilla, a la vez que reflexiva, una poesía, en fin, de calidez humana.
Ahora, con este, su segundo libro, nos llega disfrazado. El contracamino se ha convertido en un disfraz para ocultar la desnudez de la voz, la del pensamiento, la del alma, para ocultar un cuerpo herido por la vida y sus imperfecciones, nos llega tratando de aguantar el hielo del desamparo, el frío de la soledad, la nieve del abandono, intentando conservar el nihilismo en la cámara frigorífica de los sentidos, arañando el iceberg que el corazón rodea cuando se escribe poesía contra el frío de las emociones, los sentimientos
Se disfraza de esquimal porque nos dice Hace la colcha de tu cama / cascada helada en las frías baldosas invernales. / Debería vestirme de esquimal / y en un trineo sin perros / huir hacia parajes cálidos, / alcobas de lunas y estrellas / o, simplemente, terminar / en arenas blancas bajo cielos soleados, /lechos bajo dosel de palmera. / Ahí me desnudaré / porque yo tampoco he sido sincero. Y en ese yo tampoco he sido sincero nos regala Jesús Arroyo toneladas de carga humana, de humildad, de sentimiento de la imperfección del hombre, del género humano, de sinceridad.
Repito, es poesía contra el frío de los sentimientos y el autor se protege por ello con ese disfraz de esquimal, un disfraz que, sabe, soporta bajas temperaturas emocionales y lo hace con sentimiento de desolación y de ironía frente al inmenso hielo que, como al oso polar, rodea a este esquimal disfrazado que, precisamente por ello, sueña que: No hay nada mejor /que desnudarse al calor del sol aunque uno por dentro / sienta siempre un gélido frío. El poeta desnuda sus sentimientos, sueña con el tórrido calor de lugares idílicos, con situaciones idílicas, para escapar del inmenso frío, del abandono en que se pierde con el pensamiento helado, paralizado.
Un poema que merecería un epílogo y que el autor titula Otro poeta se encuentra hacia las primeras páginas (la 22 concretamente) de este libro, un poema, escrito desde la tercera persona para alejarlo, disfrazarlo más si cabe, un poema hermoso, sincero, verdadero que nos llega de pronto como un latigazo avisándonos de que las palabras que se vierten en este poemario son sangre, sudor y lagrimas de un poeta que escribe poesía con los ojos / y la deja en el baúl de la memoria o la vierte en el no blanquísimo papel (que le recordaría al frío todavía más) sino en palabras impresas en papel que asemeja el color de la arena de la playa o del oasis del desierto, la cálida arena dorada por el sol (sin frío) de los más hermosos sueños, de las más intensas emociones. Ha terminado el poemario. / Si hubiera firmado con seudónimo / las cosas serían diferentes, / pero él es así, / pobre, manco y sordomudo,/ escribe poesía con los ojos/ y la deja en el baúl de su memoria.
Jesús Arroyo va construyendo, libro a libro, una voz personal, a veces irónica, a veces honda, profunda, una voz de pensamiento, reflexiva, sugerente y con imaginación. Tiene, me parece a mí, Jesús Arroyo, la intuición del poeta que sabe captar la esencia de las cosas que observa, o vive, o siente o disfruta o padece, y las plasmas con cuidadosa y meditada sencillez, pero ojo sencillez no es simplismo, acordémonos de Rilke cuando decía (yo puse en verso sus palabras dirigidas al joven Kappus), sobre escribir cotidiano o sencillo: “No tema la pobreza, si es que es pobre,/ de lo más cotidiano” Poesía, en fin, disfrazada pero clara, directa, poesía de vida, que vierte emociones en el papel impreso porque, antes, el poeta, las ha sentido, las ha vivido.
Nos dice que su voz esta hoy dormida con ojos abiertos que es un Náufrago en tierra sin barco que navega, nos cuenta que Lleva sentado en este nuevo café / el último minuto de muchos años. Se pregunta ¿Quién dice ayer en este ahora / vestido de versos?. Y recuerda: No importan ahora los pechos aferrados, / los besos entre dientes susurrantes, (…) Dónde buscar aquellas páginas , / dónde morir si no encuentro aquel instante. El poeta no quiere soñar dormido sino despierto: ¿Quién rompe el claro de la noche? Y termina diciéndonos: Hoy puedo reírme de la ausencia.
Jesús Arroyo nos pide que no estemos dormidos cuando soñemos, que él no duerme, que sentado y despierto, frente a su borrachera de versos que han brotado desde lo más dentro de sí pide sentencia y clemencia solicita, pero los lectores no somos jueces, tampoco somos parte, aunque al leer estos poemas sintamos el frío, la huida, el sueño, la herida disfrazada, la irónica mirada, la confesión sincera, el nihilismo, el grito, el abandono de ese disfraz que, finalmente, estorba. Ahora el trabajo pertenece a los lectores. Deben sumergirse en este libro, poema tras poema, porque todo lo que se ha silenciado anda vivo en las páginas disfrazado de esquimal. Leed y percibid el latido de la vida, y de las emociones.
1 comentario:
Manuel:
No sé como agradecerte esta crítica. Gracias, muchas gracias.
Abrazos fuertes, amigo, y sin disfraz.
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