Marisa
de la Peña : El hilo de la memoria
Marisa
de la Peña nos trajo en 2014,
publicado por Unaria ediciones, una
hermosísima historia de amor, y por
amor, porque en El hilo de la
memoria, este es su título, el amor que le dieron vive en la autora y nunca será olvido, vive en ella y vivirá en lo que ama. Los que sepan de Marisa de la Peña saben bien que así será.
publicado por Unaria ediciones, una
hermosísima historia de amor, y por
amor, porque en El hilo de la
memoria, este es su título, el amor que le dieron vive en la autora y nunca será olvido, vive en ella y vivirá en lo que ama. Los que sepan de Marisa de la Peña saben bien que así será.
En una reseña anterior de esta poeta dije: Marisa de la Peña, me parece a mí, crea su poesía desde la necesidad, desde el humano afán de ser fiel a la memoria de la fuente que le dio su primera agua, su primer sueño, su primera lección para saber vivir con ética y escribir con ella y con estética
Y es que: Frente a la nostalgia, la tristeza, el desánimo, el cansancio, el desamor… ofrece la búsqueda de la luz de la alegría, la esperanza, la fuerza, la valentía, en definitiva el amor.
El hilo de la memoria – lo diré con palabras de su
autora –" es una miscelánea de textos en
prosa y en verso que tienen como eje vertebrador la recuperación de la memoria histórica y la
lucha contra el olvido programado y la amnesia colectiva en la que muchos se
empeñan en instalarse."
Muchos podrán verlo como un libro difícil, claro que
sí, todos los libro de amor lo son. Reivindicar el derecho al amor del
recuerdo, de la memoria, también. Hace años escribí: “Pueden desposeernos de
todo lo tangible,/ pero nunca de aquello que nos crece por dentro.” Y la memoria, el recuerdo, ya personal, ya
colectivo, es conservar la raíz, el origen, el recuerdo de ese origen. El recuerdo es lo más parecido a la vida
eterna y, sin duda, lo más verdadero.
Marisa de la Peña nos cuenta con ternura infinita este pequeño retazo de amor, un amor que defiende el derecho a no olvidar: Mi interés por recuperar la memoria viene de mucho antes de que yo misma fuera consciente de ello. Mi abuela fue tejiendo un tapiz con sus recuerdos y mi curiosidad, que acabó transformándose en un largo hilo, el hilo de la memoria que enhebra los tristes episodios que le tocó vivir. Yo crecí en las rodillas de mi abuela, apegada a sus dichos, a su olor, a su tierna firmeza. Poco a poco me fui identificando y apasionando por aquella generación de perdedores, de luces y sombras, de penas y sacrificios, que nos dio una lección de generosidad y que supo callar para evitar más dolor y regalarnos a sus nietos la juventud que a ellos les fue arrebatada.
Marisa de la Peña lo dice y es cierto: El recuerdo es lo más parecido a la vida eterna. “Mientras me piensen, se que viviré” y esto lo he dicho yo que es lo mismo y es como decir: si callamos, si dejamos que la voz enmudezca, si olvidamos el derecho a recordar y amar esos recuerdos ¿Qué será de nosotros? Será olvido, olvido, olvido…
Este libro, seguro estoy, tendrá muchos detractores y muchos defensores, cada cual es libre de opinar como le plazca; pero en mi opinión, este derecho a recordar, debe de prevalecer sobre cualquier otro interés.
La autora incluye casi al final del libro un breve texto de agradecimiento a un grupo de escritores, profesores, historiadores, memoralistas que quisieron regalarle unas palabras para este libro y, tras este texto de agradecimiente, se incluyen otros textos de Isabel Mercadé, Fernando Sabido Sanchez, Ana Pérez Cañamares, María Dolores Almeida Domínguez, Raquel Lansero, Pedro Sáez, Víctor Irún, Marta López Vilar, Eduardo Andradas, Carmen Jiménez, Ángel Rejas y Vera Moreno.
Yo
también, no en el libro pero sí aquí en esta reseña, quiero incluir un poema
que dediqué a Marisa de la Peña. Un
poema que se publicó, solo parcialmente por cuestión de espacio, en la
antología titulada En legítima defensa Poetas en tiempos de
crisis (Bartleby editores. Madrid, 2014)
SI ENMUDECE LA VOZ…
Para Marisa de la Peña,
que
defiende la memoria de su abuelo.
Un represaliado, un poeta que escribió:
Un represaliado, un poeta que escribió:
…y surja del solar desinfectado
con otra
humanidad, un mundo nuevo.
Ya
lo dije hace tiempo:
La
palabra es el arma que defiende la vida.
La
memoria –materia de los sueños –
preserva
realidades
que
conforman al hombre, y a su historia,
cuando
su voz no calla,
cuando
se embarra hasta mancharse, ¡ay
Gabriel!,
cuando
se eleva a lo alto,
despertando
conciencias, cuando escribe.
No
es posible callar,
el
lenguaje nos fija la memoria en el tiempo.
Si
no hay memoria, entonces…
ni
los sueños siquiera llegarán a nosotros
a
dejar con su aliento el ansiado milagro
de
anhelar un mañana más de luz que de sombra.
(No debemos callar – dijo el poeta – y además
no es posible.)
Amigo
Blas!: pediste la palabra
y
el amor restaurabas
con
ella, restaurabas la memoria.
Si
se anula el recuerdo, prescribirán los llantos,
el
dolor de lo injusto, el preso y la tortura
de
los represaliados, los desaparecidos…
los
ausentes.
Si
tan sólo nos dejan el instante
sin
historia ni ayer que nos abrace…
iremos
sometidos sin palabras que vivan
más
allá del momento, más allá de nosotros.
Ya
lo dije hace tiempo:
La
palabra es el arma que defiende la vida.
Qué
será de nosotros
si se calla la voz, si anulamos la página:
sólo
sima, vacío,
ni
memoria ni sueños.
Y
la oscura fajana, sin luz, y sin pasado.
Y
ya sin voz,
sin
ningún testimonio del ayer,
qué
será de nosotros.
No
existirán las lágrimas,
tampoco
el juramento contra aquellos
que
las han producido,
contra
la humillación, contra el silencio
que
se impone por miedo frente a tanto dolor.
Sin
la voz, la dignidad será prescrita
y
prescrita la historia,
y
la memoria será olvido.
Ya
lo dije hace tiempo:
La
palabra es el arma que defiende la vida.
no descanses, no duermas, purifica
lo creado de este lodazal inmundo,
y surja del solar desinfectado,
con otra humanidad, un nuevo mundo.
lo creado de este lodazal inmundo,
y surja del solar desinfectado,
con otra humanidad, un nuevo mundo.
Hay
que vivir enfermos de esperanza,
de esperanza y de amor,
saber
que si nos piensan seguiremos aún vivos,
sentir
que la palabra restaura la memoria
como
fuego que salva y nos renace:
(No debemos callar – dijo el poeta – )
Si enmudece la voz… la memoria es
olvido.
Manuel López Azorín
(2012)
1 comentario:
Gracias por este blog tan enriquecedor, querido Manuel. Es un placer entrar, leer, aprender...Abrazos.
Publicar un comentario