Ana Montojo: Vivir
con lo puesto
Tengo los pies hundidos en la tierra, / tan hundidos
que no alcanzo a mirar / la belleza que asoma tras las nubes.
Ana Montojo (Madrid, 1949) ha dicho que la poesía le salvó la
vida tras la muerte de su hijo Jaime (ocho años) en el año 1992.
Aunque
siempre, desde la infancia, había sido una escritora vocacional, fue en 1993
cuando comenzó a asistir al taller de poesía de Enrique Gracia Trinidad.
Allí fue
donde entró en contacto con el verso, con su cadencia, donde supo que leer a
los que nos había precedido en la poesía era una forma de conocimiento y supo
que la diferencia entre verso y prosa es, precisamente la cadencia, el ritmo,
la musicalidad.
Pero no hay una métrica que se ajuste a un desahucio,
/ no se donde poner el acento a la insidia,
Aprendió la
norma, verso clásico y tradicional, conoció la rima, la medida, supo del verso
blanco, de formas con más libertad y supo también que la poesía, que es
lenguaje, se acompañaba de emociones y ese y éstas, en perfecta armonía, podían
hacer que al lector le tocaran los sentidos y sintiera como suya toda la
experiencia personal y vital vertida en el poema: He aprendido a vivir el momento presente / disfrutando o sufriendo,
según toque.
Así en 1998
consiguió el premio de poesía femenina “Carmen Conde”, con un poema, Cuando vuelvas, dedicado a su hijo
Jaime. Con aquel poema Ana Montojo
consiguió sacar los demonios fuera, al menos en parte, y expresar su dolor,
romperse y rehacerse anímicamente y encontrar la vía personal de su expresión
poética: No es cierto que las penas / nos
sirvan de vacuna de otras penas, / no es verdad que nos salven de tristezas
futuras, / no hay un cupo previsto.
Una
expresión intimista, introspectiva, descarnada, rítmica y emocional que, a modo
de catarsis, la libera parcialmente de su atormentado mundo interior que es, como el de muchos, contradictorio. Me
gusta cómo Francisco Caro en el prólogo de su tercer libro, este que me
obsequió la autora en Sigüenza este verano, titulado Vivir con lo puesto (Huerga
y Fierro editores, Madrid, 2015), nos dice que: “La obra de Ana Montojo anota
la contradicción, y acumula, sin conciliar, los mundos cernudianos de la
insatisfacción y la posible esperanza” : Hubo
una vez un verso / que encalló entre arrecifes de memoria / y murió sin llegar
a ser poema.
A Enrique
Gracia Trinidad le he oído decir que la poesía de Ana
Montojo es una crónica de sí misma, que " es una poeta de raza", y
leído este Vivir con lo puesto, encuentro una poesía directa, desgarrada
en ocasiones, descarada, atrevida en otras, coloquial,
una poesía con una arquitectura verbal dentro de la norma, con
sencillez, con esa difícil sencillez que hace que todos los posibles
lectores, los que lean mucho y los que lean poco, comprendan,
sientan y se reconozcan en su descarnamiento y sus
contradicciones
y su atrevimiento, casi de impudicia, y su excepticismo y su
búsqueda de la esperanza y, con todo esto, un interior en el que la
tristeza y el desánimo van unidos a la fuerza de la resistencia: Y
llorar, llorar interminablemente, / sin límite de tiempo y sin
caudal medido / hasta quedar exhausta. // Porque se me ha secado la fuente de las lágrimas. Porque sabe bien que la vida no es fácil.
una poesía con una arquitectura verbal dentro de la norma, con
sencillez, con esa difícil sencillez que hace que todos los posibles
lectores, los que lean mucho y los que lean poco, comprendan,
sientan y se reconozcan en su descarnamiento y sus
contradicciones
y su atrevimiento, casi de impudicia, y su excepticismo y su
búsqueda de la esperanza y, con todo esto, un interior en el que la
tristeza y el desánimo van unidos a la fuerza de la resistencia: Y
llorar, llorar interminablemente, / sin límite de tiempo y sin
caudal medido / hasta quedar exhausta. // Porque se me ha secado la fuente de las lágrimas. Porque sabe bien que la vida no es fácil.
Su primer poemario La niebla del tiempo ganó el premio Blas de Otero en el año 2010. Plantas de interior fue el segundo (cuadernos del laberinto Madrid, 2012) y este pasado año publicó una novela Memoria secreta de una niña de derechas.
No he leído
de Ana Montojo más que este Vivir
con lo puesto y este título precisamente nos muestra que frente al
sufrimiento que la vida nos ofrece, podemos, como muro de defensa, aferrarnos a
lo inmediato, lo puesto, ese carpe diem de vivir el instante para no pensar en
lo ya sucedido ya que el futuro, siempre tan deseado por soñado y esperanzador,
posiblemente no nos llegue nunca… y aferrarnos a la vida y al agua, que es vida
de la poesía, para seguir viviendo con lo puesto: Y a mí que más me da si lo que siento / es amor de verdad o un
sucedáneo, / qué me puede importar si de repente / me he quitado de encima
veinte años / y ahora me apetece regalarme / unos zapatos rojos con el tacón de
aguja. Pues eso, si la poesía es atrapar el instante del tiempo, aquí se atrapa y, a la vez, parece que libera y salva.
Manuel L. Azorín
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