Federico
Gallego Ripoll: Quien dice sombra (La voz de un poeta luminoso)
“Dice
verdad quien dice sombra”. Esta cita de Paul Celan inicia este libro, que
toma su título de ella: Quien dice sombra. Nuevo libro del
poeta manchego Federico Gallego Ripoll
(Manzanares, Ciudad Real, 1953), que resultó ganador del Premio Villa del Libro
2015 (Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2017). Este premio,
vinculado al municipio vallisoletano de Urueña, alterna desde 2010 las
modalidades de novela y poseía.
Es
este Quien dice sombra un libro
que reflexiona sobre el tiempo, sobre la vida y sobre la metafísica del alma
(que es la poesía). Es la obra de un poeta que indaga, un poeta que toca y
provoca con fervor, a través de su claridad, de sus símbolos, de su miedo y de
su ternura, porque es su poesía de luz y de vuelo.
Un poeta que nos toca los sentidos en el
discurrir sereno y musical de su palabra, de su voz, cuando nos habla del
tiempo, de la poética, de la sencillez y la complejidad del mundo, de los
sonidos que no descansan nunca. Y nos toca cuando se torna metafísico o
metapoético, cuando nos habla del miedo
a la vigilia (y a tantas cosas) y
establece baluartes de palabras para defenderse, para salvarse, para salvarnos, porque Federico generalmente emplea la primera
o la segunda persona para escribirnos, es decir para ser él y nosotros. Incluso
un poeta invisible (como tantos) cuando ha empleado el sarcasmo o la
ironía lo ha hecho con primorosa
delicadeza de hombre educado (porque morirse –en la invisibilidad o en la
muerte cierta –es cuestión de hacerlo
con buenas maneras). Y es que en la voz del poeta hay, casi siempre, un decir pleno de serenidad, de calma, de
sosiego. Federico es el árbol que abraza, desde su ramaje de palabras, la
naturaleza y la vida.
Conocí
personalmente a Gallego Ripoll hace
relativamente poco tiempo. Fue en el magnífico ciclo de “No madrileños”,
organizado por el blog "Mientras la luz" y por los poetas Francisco Caro y José
Luis Morales en la Sala Trovador de Madrid,
Cuatro años de "No madrileños" que han dado lugar a un libro Cardinales y que incluye a los ocho poetas que han participado estos años, uno de ellos es Gallego Ripoll junto con Vicente Gallego, Basilio Sanchez, María Ángeles Pérez López, Isabel Bono, Joaquín Pérez Azautre, Marta López Luaces y Tomás Sánchez Santiago.
Cardinales (Huerga y Fierro, Madrid 2017) se presenta hoy 2 de junio en la Casa de Fieras de El Retiro
Decía que conocí personalmente a Gallego Ripoll el año pasado, cuando vino a dar una lectura en "No madrileños"; pero al igual que sé que sigue mi poesía, yo vengo leyendo la suya desde hace ya tiempo porque me parece a mí que es un poeta lleno de humildad, de ternura y de inteligencia y encuentro en sus poemas esa humildad de la palabra luminosa, que es sugerente, simbólica y de claridad.
Gallego Ripoll. Foto cedida por Francisco Caro |
Cuatro años de "No madrileños" que han dado lugar a un libro Cardinales y que incluye a los ocho poetas que han participado estos años, uno de ellos es Gallego Ripoll junto con Vicente Gallego, Basilio Sanchez, María Ángeles Pérez López, Isabel Bono, Joaquín Pérez Azautre, Marta López Luaces y Tomás Sánchez Santiago.
Cardinales (Huerga y Fierro, Madrid 2017) se presenta hoy 2 de junio en la Casa de Fieras de El Retiro
Decía que conocí personalmente a Gallego Ripoll el año pasado, cuando vino a dar una lectura en "No madrileños"; pero al igual que sé que sigue mi poesía, yo vengo leyendo la suya desde hace ya tiempo porque me parece a mí que es un poeta lleno de humildad, de ternura y de inteligencia y encuentro en sus poemas esa humildad de la palabra luminosa, que es sugerente, simbólica y de claridad.
Los
poetas invisibles (y otros poemas) era una honda mirada de amor y de sarcasmo sobre sí mismo y
hacia los otros, Quien dice sombra es una profunda e íntima reflexión desde lo
individual a lo colectivo. Una reflexión universal desde el yo que busca,
analiza, indaga, a través de la palabra,
de las eternas preguntas del ser humano y de la duda y del miedo pero “La
palabra es frágil. Escribimos, sobre papel quebrado, a veces hierba” Aquí el
poeta mide el tiempo por su sonido y se deshabita, “feliz en la ignorancia” de
la sabiduría para abrirse sobre las nubes,
para saber por fin su nombre porque – nos dice – “fui idea./ Conocí / la frágil
maquinaria de los días felices, / el precio de la nada y de la prisa.” Y así: “El
temor discontinuo se atempera en los labios” y busca dónde encontrar la luz, el
olor, el sonido, que vivió -sintió durante su infancia –patria, donde pueda
saber que siente, vive, cerca o en lejanía, junto a las palabras que dan luz, junto a las cosas que ofrecen
aroma, junto a las personas que habitan en su corazón.“A veces hablo y miro y toco
con tu idioma./ Solo para saber que está tu voz, tu compañía,/ nutriendo desde
dentro mis palabras”
Y
como bien dijo el poeta Francisco Caro en su día“Haber
nacido en una tierra tan hermosa, tan recia, pero con una identidad tan
desvaída tiene tales consecuencias.” Y Federico Gallego Ripoll es “Un poeta
que es siempre hombre en mudanza”. Un poeta que nos ofrece “Una poesía que partiendo de los sentidos
acostumbra a busca la complicidad; tanto en nosotros,sus
lectores, como en el otro que en él habita.” En su libro Caín, con relación al exilio de su
tierra manchega, nos dejó dicho: “Alguien parte al
exilio. // Y no sé si soy yo/ el hombre que se va / o el país que se queda.”
Este poeta nombra para existir y escribe desde lo que se ha
perdido.
Nombrar lo que se pierde, hace que no perdamos la raíz, que no olvidemos la referencia del ayer, de lo ya sucedido. Nombrar, en definitiva, es dar nueva vida a lo ya inexistente, traerlo al presente como punto de partida del ahora, que nombrado ya, se convierte en instante sucedido.
Nombrar lo que se pierde, hace que no perdamos la raíz, que no olvidemos la referencia del ayer, de lo ya sucedido. Nombrar, en definitiva, es dar nueva vida a lo ya inexistente, traerlo al presente como punto de partida del ahora, que nombrado ya, se convierte en instante sucedido.
Este poeta va, con claridad y ternura siempre, tratando de conocer y conocerse, de buscarse
para encontrarnos para encontrarse, de
ofrecer y participar, de buscar su raíz y dar testimonio de todas las raíces,
de recorrer el camino de la poesía desde el amor y con el amor, desde la
memoria del ayer y del ahora: “Se abrió mi centro / para acoger el gesto de la honda. / Vibró mi superficie y así supe / que era."
Y en ese saber que era nos ha venido diciendo, desde su primer libro
hasta el último, a modo de poética que descalza su
mirada y su memoria, su palabra para leer, para pensar, para decir: “ Tú, que
no tienes nombre. // Sin tu nombre te nombro. / Te nombro / para oírme existir
mientras te nombro.”
Su
poesía es, también, emociónal y así
trata de transmitirlo al lector para tocarle los sentidos porque –nos dice: “el poeta pone nombre a las cosas, y
también a los sentimientos y a las sensaciones. Sólo nombrando se conoce vivo.
Sólo es capaz de amar a lo que nombra.”
Gallego
Ripoll también sabe transformar la sombra en destello
luminoso, claro. Y sabe hacerlo porque es un poeta en continuo cambio hacia la
esperanza, hacia lo vital. Por eso incluso cuando canta a lo perdido, o eso que
Bécquer dio en llamar “donde habita el olvido”, o nos habla de los exilios voluntarios o
forzados, resulta vitalista.
En su libro Dentro del día, acaso,
hay impulso vitalista, y en otro de sus libros,
Ciudad con puerto, nos dice: “¿Quién es esta ciudad? / ¿Quién soy esta
ciudad? / Habito forastero. / Me habitas forastero, / siempre dispuesto el equipaje,
/ siempre un pie en el andén / y el inventario hecho,/ siempre franca / la
posibilidad de pérdida, de huida./// Soy
rico. / Cada vez tengo menos cosas. “
El poeta y crítico Pedro
A. González Moreno cuando escribió sobre el poemario Dentro
del día acaso ya nos dijo:” Poemas
río, donde el «corazón de río» del lenguaje, nos
arrastra en una crecida siempre melodiosa, en una deriva que es, en el fondo,
un celebrativo y luminoso reflejo del tiempo y de la vida.” Y así el poeta
aprende a olvidar, a marcharse, a regresar de nuevo, nunca es tarde para iniciar
un camino o para desandarlo, ya en la
vida ya en la poesía (Federico Gallego
Ripoll parece estar comprometido con ambas), porque la esperanza sobrevive
al tiempo. Yo tengo, porque los anoté cuando los leí hace tiempo aunque no
recuerdo ahora dónde, unos versos suyos que dicen: “Hay
que escribir sobre los muros. / Hay que llenar los muros de palabras. // Aunque
el mazo derruya sus cimientos, / aunque no más que el polvo permanezca, / ojos
leerán el polvo, / dedos leerán el polvo. // Hay que escribir sobre los muros.
Las palabras / duran más que la piedra. Aunque fusilen / los signos, su hueco
permanece. / Y ningún hueco calla.”
En poesía las palabras permanecen y hablan. A veces con lectores, a veces solas olvidadas entre las páginas del libro, pero nunca callan, siempre andan dispuestas a saltar a los ojos de los otros, a las voces de los otros, aunque a veces el poeta se sienta invisible (y lo sea, como tantos), a veces la palabra pisa fuerte y nos deja sorprendidos, asombrados, Gallego Ripoll lo dice así en este Quien dice sombra: “La palabra llegó / cimbreándose, / pisando fuerte, / mirándome a los ojos: / // tan única,/ directa, / imprescindible. /// Me dejó mudo./// (no supe / ni desabotonarme la camisa.)”
En fin Federico es un
poeta que, como dicen unos versos suyos en su libro Mal de piedra: “Pudo
ser agua. / Quiso ser vaso. / Sólo fue sed” Esa humildad tan suya le hace
pensar que
"sólo fue sed." Y es cierto que es sed, pero porque la sed de poesía es permanente ya que, amigo Federico, el poeta verdadero siempre será sed porque estará sediento y beberá:
"No del día o del agua, bebemos
la transpariencia de la piedra,
el temblor del mineral
indefenso en la honda noche del subsuelo,
la risa de los árboles,
la duda del desierto,
la urgencia del chotillo que mama por primera vez.
No sabemos
que ocurrirá mañana, acaso
luego;
mientras,
entretenemos nuestra sed
con las cosas del mundo."
Saciar la sed "con las cosas del mundo", Federico, es decir las cosas de la vida, del amor, del tiempo, de la muerte, es decir las cosas de la poesía, que es el agua de la vida: "Ella es luz e ilumina cuando quiere a quien quiere / porque sabe muy bien a quién es necesaria."
"sólo fue sed." Y es cierto que es sed, pero porque la sed de poesía es permanente ya que, amigo Federico, el poeta verdadero siempre será sed porque estará sediento y beberá:
"No del día o del agua, bebemos
la transpariencia de la piedra,
el temblor del mineral
indefenso en la honda noche del subsuelo,
la risa de los árboles,
la duda del desierto,
la urgencia del chotillo que mama por primera vez.
No sabemos
que ocurrirá mañana, acaso
luego;
mientras,
entretenemos nuestra sed
con las cosas del mundo."
Saciar la sed "con las cosas del mundo", Federico, es decir las cosas de la vida, del amor, del tiempo, de la muerte, es decir las cosas de la poesía, que es el agua de la vida: "Ella es luz e ilumina cuando quiere a quien quiere / porque sabe muy bien a quién es necesaria."
Federico Gallego Ripoll cursó estudios de
turismo y teología. Integrante del grupo de poetas que editaron entre 1993 y
1996 los cuadernos de poesía “Bauma” y miembro fundador, junto a Jordi Villaronga, Concha García y Eduard Sanahuja del "Aula de Poesía de Barcelona."
Reside desde 1995 en Palma de Mallorca. Ha publicado
cerca de una veintena de libros y la
mayoría de ellos acompañados de importantes premios:
Poemas del Condottiero,
Rialp, 1981; Libro de las
metamorfosis, Biblioteca de Autores Manchegos (B.A.M.), 1985. Crimen pasional en la plaza roja (accésit
del premio “Adonáis”), Rialp, 1986. Escrito
en No (premio “Castilla-La Mancha”), Junta de Comunidades, 1986. Caín,
Ed. Libertarias, 1990. Tarot, Ed. Libertarias, 1991.
Tratado de Arquitectura,
B.A.M., 1991. Ciudad con puerto
(premio “Barcarola”), Albacete, 2001. La Sal (premio “Feria del
Libro de Madrid”), Endymion, 2001. Para entrar
en la nieve, El Brocense, 2002; Quién, la realidad (premio “Jaén”), Hiperión,
2002. La
torre incierta (premio “San Juan de la Cruz”), Rialp, 2004. Mal de
piedra, El Toro de Barro, 2005. Cantos prófugos (premio
“Ciudad de Irún”), Fundación Kutxa, 2006. Los poetas invisibles (y otros poemas)
(premio “Emilio Alarcos”), Visor, 2007. Dentro
del día, acaso (premio “Ciudad de Badajoz”), Algaida, 2011 y Cuaderno de
Valdepeñas, Grupo
A-7, 2011. Además de
la recopilación Un lugar donde esperarte, Antología
1981-2007, B.A.M., 2008.
Manuel López
Azorín
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