martes, 12 de noviembre de 2019

Jesús Aparicio: " Sin saber qué te espera"





Jesúa Aparicio : Sin saber qué te espera

 

Es esta nueva entrega de poeta Jesús Aparicio González (Brihuega, 1961, Guadalajara): Sin saber qué te espera (Ars Poética. Asturias, 2019),  un libro que ha tardado en llegarme, inexplicablemente en su primer envío algún admirador de la poesía de Jesús Aparicio, ha debido intuir que su último libro, que venía destinado a mí, estaba dentro del sobre y se lo ha debido apropiar , seguramente con el afán de disfrutar de su lectura.(espero que sepa aprovecharla y disfrute con ella) Tras un segundo envío por parte del autor, me ha llegado, por fin,  para desde la amistad y el amor a la poesía,  abrazarme con sus poemas de incertidumbre, y ese no sé qué que en este nuevo libro queda balbuciendo junto  al temor y la esperanza al tiempo, libro donde  el poeta nos habla en el aquí y ahora de un futuro en el que la vida, perecedera como sabemos, se marche allí donde nos decía Bécquer que  habita el olvido.


Con una cita de Borges:”En mi pecho el reloj de sangre mide / el temeroso tiempo de la espera”, abre este libro sus brazos, brazos de páginas escritas, poemas que surgen desde el corazón, como semillas que sueña serán  como una nueva epifanía para el poeta, el hombre, que no sabe qué le espera mañana, pero que siente que ese mañana ha de llegar un día a poner fin a este camino de vivir , pero no es el fin lo que produce temor en el hombre, en el poeta, es el miedo a no saber qué le espera. De manera que la incertidumbre  y la esperanza  al tiempo que la ternura y la inocencia, abrazan este volumen que sorprende por su difícil sencillez, su precisión en el lenguaje, su desnudez retórica, su emoción que brota de cada uno de sus breves, concisos y precisos poemas que parecen indicarnos que menos es más.


Como la poesía de Jesús Aparicio surge siempre de lo más cotidiano, de las cosas aparentemente más sencillas y que son las que llegan  con mucha hondura desde la ternura de los inocentes, esta poesía de Aparicio, digo, y en este libro más que nunca, no puede comenzar sino con un poema de inocencia, la infantil, la de la magia y de los sueños: “Un viaje, un libro, / una pluma, un cuaderno / abierto en blanco.// / Reloj y mucha magia / para el resto del año” Inocencia  pura, buenos deseos, puros y limpios, entre místicos tratando de fundirse en la Luz y panteístas ( Dios y el universo en la naturaleza), cuando nos dice de la luz que: “Luz sobre la tierra mojada donde crece la hierba / de la que un pájaro arranca la semilla y un hombre / la contempla y pronuncia la palabra siembra…/ y se hace más luz.” Y esas cosas pequeñas, dichas con el amor, con el sosiego de quien sabe que hoy, al pronunciarse ya se vuelto ayer y lo que ha de llegar  no sabe qué, ese instante que va del ahora al después, sereno, limpio y claro, nos dice: “esta cuartilla en blanco / sabe su condición / de tierra preparada / para la lluvia” Y esas cosa pequeñas se convierten en grandes, hondas, profundas, inmensas en su pequeñez de reflexión profunda.



El poeta sabe que un día habitará un cielo con bandadas de gorriones  y alas de lluvia, sabe que allí no habrá “Ni lienzo ni papel / ni color ni palabras.”
Pero si sabe que se hará poema  fundiéndose  con la naturaleza y así nos lo muestra: “En lo alto un poema/ navegando a favor del viento / hasta encarnarse / fecundando las piedras, / manantiales y árboles / y esa cara mudable de las cosas / que aún no conocemos”
La vida es como un círculo que empieza en una línea desenredando ese vació que es el antes de  nacer del agua y que concluye en el punto de llegar al agua.
“El punto prefigura / la línea y el dibujo / su solo movimiento / desenreda el vacío”
Y entretanto la vida y en su discurrir el poeta nos la presenta  así: “El punto abarca entero / la órbita de una estrella / que se ha dejado ver / en una gota de agua”
Si nos conforma el agua y terminamos, como nos decía Manrique, en el agua: “El punto es ese círculo/ – anillo  fecundado –/ que creciendo se adentra/ en el mar que nos viene”


Concluye este libro con un epilogo tras una despedida : (“Sobre sábanas blanca sin memoria / se revuelve el espejo en que me miro/ y no me reconoce”) y en unos versos que me recuerdan a José Hierro y su soneto “Vida” que tanto conocí  porque me lo leyó en sus tres versiones hasta dejar definitiva aquella que me regaló manuscrita en 1992 y que decía en su terceto final: Qué más da que la nada fuera nada / si más nada será, después de todo, / después de tanto todo para nada. A modo de narración elegíaca a los últimos días del padre y su posterior adiós  Jesús Aparicio sabe que “Todo fue para nada, / nada por donde fluye / lo que fue todo”


Y termina este libro, en ese septiembre en que el padre se marcha, con la incertidumbre: “de que la vida es todo para nada”; pero el poeta que navegas por las aguas del temor a no saber qué le espera mañana, nos muestra en este libro de desasosiego y de esperanza el deseo de una nueva epifanía tras las aguas del mar manriqueño “Se cae del árbol / la fruta en el jardín. / Madura el cielo. /// Un pájaro en el pico / se lleva la semilla / que ha de ser memoria / de sus cenizas” y esa memoria de sus cenizas le lleva a soñar que, convertida ya en espuma, es como aquella imperecedera de Claudio Rodríguez : Miro la espuma, su delicadeza / que es tan distinta a la de la ceniza.
Jesús Aparicio nos tiene acostumbrados  a usar un lenguaje  luminoso con la palabra justa, precisa, en un verso breve, conciso, valioso y en este  Sin saber qué te espera nos muestra su personal manera de escribir y de soñar la luz,  desde la bondad siempre, pienso yo,  y de emocionarnos.
                                   Manuel López Azorín

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