Teresa Pacheco Iniesta (Las Pedroñeras, Cuenca) Vive en
Madrid y, desde los 12 años, que ganó el primer premio de relatos en un concurso, escribe relatos y
poesía.
Es
enfermera en excedencia y abogada en ejercicio, Máster en Gestión Sanitaria y Máster en Derecho Sanitario por
la UCM.(Universidad Complutense de Madrid)
¿Cómo se dice Adiós? (Amargod Ediciones, 2020) es su tercer
poemario. El libro contiene una serie de pinturas originales del pintor valenciano Alex Alemany.
Me interesé por este libro tras leer unas palabras que el poeta Rafael Escobar Sánchez le dedicó en su blog. Rafael no solo es un buen poeta sino que sus análisis críticos, en mi opinión, suelen ser acertados por tanto me incitó a leer ¿Cómo se dice adiós? . Teresa Pacheco Iniesta, al enterarse, tuvo la amabilidad de enviarme un ejemplar acompañado de un CD con diecisiete poemas grabados de este libro y leídos por la autora con música original de Cristina Feiner Bas.
Teresa me parece que es
poeta por necesidad. Sentarse a escribir a ver qué surge, así sin más, no parece su
manera de escribir poesía. Más bien sabe
que la poesía llega cuando quiere y si entra en ella la voz, si está la poesía con ella, escribe lo
que lleva dentro por necesidad, por
sacar sus preguntas, sus dudas, sus sueños, por ofrecerse a los demás mostrando sus
emociones fuera y tal vez con el sueño de que los demás se emocionen con lo que
escribe. Supongo que eso le ayuda a vivir. Es sabido que la lectura nos ayuda a
soñar, a vivir, pues con la escritura sucede lo mismo. Yo, personalmente,
siempre he dicho que la lectura te lleva a vivir otras vidas y escribir poesía
te salva o al menos te libera, la poesía es como el baluarte que te defiende de
las agresiones, de los ataques, del enemigo…de la misma vida.
Es ¿Cómo se dice adiós? un poemario, de temática elegíaca o como bien
ha dicho Rafael
Escobar Sánchez: “por un inventario de cicatrices infringidas
por el tiempo y la ausencia de los afectos fundamentales al menos mitigado por
la mínima satisfacción de las lecciones de sabiduría vital (renuncia, empatía,
serenidad, inutilidad del rencor) aprendidas a fuerza de golpes, dando por
sentado que es el dolor el método “didáctico” espontáneo, natural, el que
impone la vida predispuesta a dejarse difusamente entender, aunque hay cierto
sentimiento de culpa por el sufrimiento, llega a reprocharse, debido a su
rotundo nivel de autoexigencia una flaqueza que le impide identificar cuánta
vida sigue en pie a pesar de la devastación que se alterna con la convicción de
quien no aguarda ya nada salvo llegar a apreciar el brillo de su recuerdo “
En ¿Cómo se dice adiós?, nos habla de
lo que cuesta despedirse de las personas, de los sueños, de la manera de
concebir la vida a la que se tiene que renunciar. De las preguntas que se hace
y que no encuentran respuesta. Y
la reflexión sobre la escritura es importante Así en el poema “Ejército de
versos” nos dice: Un ejército de versos / invadió mi cordura / con la
primera luz. (…) Tiraron de la manta,/
revelaron mis secretos, / me hicieron carne de cañón. (…) “El capitán de este
ejército sangriento, / sabe bien que la
derrotada, soy yo.
Desconozco si este libro se ha escrito durante la pandemia o antes; pero, en cualquier caso, viene bien para reflexionar sobre tantos adioses sin despedidas como se han producido y siguen produciéndose por este maldito virus que asola el mundo.
Pero
tanto la reflexión como la lectura. y el escribir ayudan a vivir, si la lectura nos transporta a otros mundos, otras vidas, otros sueños, otras
situaciones, la escritura de poesía no lleva a soltar laste, dejar escritas las
emociones, mostrar el pensamiento y el sentimiento, hecho ritmo, como terapia
que alivia y libera al tiempo que comunica a los lectores sensaciones que
pudiera ser se identifiquen con sus vidas y les toquen los sentidos.
Y ese soltar lastre,
ese dolor interno que alivia, da
sosiego, serenidad y posiblemente
reconforta porque conseguirlo es producto del recuerdo, la nostalgia. En
el poema “Tristeza” agradece que los
recuerdos se conviertan en melodías
dulces de otro tiempo chapado en oro. Porque,
cómo se dice adiós a lo sucedido, a las personas que amas, madre, padre,
hijo: ¿Cómo se deshace una casa / con sus recuerdos en el aire? / Cómo se
baja ese abismo / y sobre todo, cómo se
remonta / de nuevo la vida?
La muerte nos ofrece un desvalimiento y un rechazo a su
aceptación, pero sabemos que inexorablemente, aunque nos deje de pronto la vida
como paralizada , este tiempo nuestro es fugaz y conlleva la finitud, por eso
nos dice:
Guardo mis últimas monedas para Caronte / y así poder cruzar
hacia su orilla /Todo lo demás lo he regalado./ Apenas estoy vestida. Y
/descalza.
Nos ofrece su
nostalgia, se abraza al sueño del pasado, del paraíso rilkeniano, tiempo en el
que, por edad, no se sabe de las despedidas y desde el recuerdo nos dice: Antes la
muerte no existía /Solo existía la vida por delante / y un viento suave que
empujaba hacia el futuro.
Y poco a poco, la misma vida, nos
trae su aliento y la conformidad de seguir porque sin esto sería muy difícil
existir: Ya no importan los relojes/ ni si es de noche o de día /Me conformo con
la calma / de no tener sueños por cumplir / y que no sea el latido del miedo
/el que me despierta.
Y así, el dolor va mitigándose,
dejando paso al por qué de las preguntas
que no parecen tener respuestas:
Me he preguntado muchas veces, / qué se llevan las lágrimas / en sus viajes
desde los ojos, al vientre.
Y se vuelve a vivir, sin olvido,
pero con serenidad: La muerte azul se
entretuvo,/ suele ser muy negligente./ Aplazó su entrada en mi casa /ese día de
tormenta y lluvia oblicua.” (…) “Te
llevé a la iglesia huérfana,/ junto al
puente, sobre el río verde./ Y fui tu mujer incendiado el otoño,/ en el lecho
olvidado de la muerte.
Y eso que llamamos el
futuro, lo por venir, parece encendernos una luz que nos alumbra y nos permite seguir
diciendo: He de
consentirle a la vida un poco más / solo porque la curiosidad me mata. De manera que cuelga las palabras en el inocente sueño de la memoria y
prosigue con su vida de pequeños gestos, sencillos, sueños por cumplir, anhelos de escribir y
mientras sigue, aguarda que llegue la necesidad de la poesía: Limpio a fondo la habitación, / perfumo
con lavanda su blancura” (…) Todo está listo para recibirle, / preparada para
que él llegue: Mi poema.
Y mientras espera ya no se pregunta:¿Cómo puede
una ausencia acabar contigo?/ Si no está ¿cómo puede herirte?
Cuando llegue la voz
la necesidad le hará escribir de
nuevo y lo hará dando gracias y lo hará mientras sienta esa necesidad
imperiosa de soltar sus emociones, aunque recuerde que: Alguien construyó una hilera, / de nichos vacíos (…) se han ido llenando deprisa / con mis
cadáveres queridos (…) Debes saber que la angustia no redime. / Solo ahora
expectante en la puerta del túnel,/ voy a ser valiente y antes de decir adiós /
escribiré casi todo lo que pienso.
Y continúa, con dolor, con el
recuerdo y la tristeza y la nostalgia y
con la esperanza y la alegría de este
milagro inexplicable que es la vida, y la poesía, para decirnos: Mi lecho es la página de un libro./ Lo cierro conmigo dentro y ya soy
libre.
Un hermoso libro pleno de preguntas,
de dudas, de nostalgia, de amor…de poesía sincera, un libro que canta lo
perdido y espera un mañana machadiano de renacida primavera.
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