Pedro
A. González Moreno: Contra tiempo y
olvido
Pedro A. González Moreno (Calzada de Calatrava, 1960, Ciudad Real) publicó Contra tiempo y olvido (Almud, Ediciones de Castilla la Mancha, 2022) en Contra tiempo y olvido nos ofrece memorias de la infancia y adolescencia. Con una prosa ágil y clara tratando de recupera un espacio y un tiempo sucedido.
En ese intento nos dice Pedro Antonio en la introducción: “Para
contar esa historia que puede ser la nuestra, no son necesarias las reglas de
la ficción ni las técnicas de la narrativa; tan solo hace falta abrir la espita
de los recuerdos y permitir que la primera persona se exprese en libertad.”
(pero para eso hay que saber)
Y González Moreno que ya es un
clásico de las letras castellanomanchegas. Como suelen decir por su tierra.
Autor de narrativa, ensayo y poesía con premios importantes en todos ellos. Citaré
solo cuatro: en Narrativa, el Premio Café Gijón, en 2018, con La mujer de la escalera; en
Ensayo, el Premio Fray Luis de León, en
2016, con La Musa a
la deriva; y en Poesía, los dos últimos Premios: el Alfons el
Magnànim, en 2010, por su poemario Anaqueles sin dueño y el Premio José Hierro por El ruido de la savia (2013)
Pero más allá de los premios, Pedro Antonio es un escritor a tiempo
completo, que nos ofrece una obra sólida y llena de hallazgos literarios y por
tanto en su escritura, en la necesidad de contar, de ponerlo por escrito lo ha hecho en Contra tiempo y olvido”.
Así
nos dice en relación con este libro el poeta manchego también, Francisco
Caro: “Siempre creí que el enorme poeta que es Pedro A. González Moreno
se vería abocado a contar con precisión pausada, más allá de lo ya apuntado en
bastantes de sus poemas (léase “El ruido de la savia”), la patria proletaria de
su infancia, el paisaje de cerros de su adolescencia, las ropas y lecturas con
las que atravesara el dintel del mundo –siempre en obras– de los adultos.”
Igualmente . el poeta, y escritor, Amador
Palacios nos dice así: “Contra tiempo y olvido es, con todo
rigor una autobiografía, pero asimismo un rico documental sobre los años
vividos por esa “generación puente”, como el escritor proclama; años
transcurridos en una anchura tan apartada y tan cerrada como fue La Mancha.
Generación de los que vinieron a nacer en la mitad del siglo XX
Ya en su
contraportada nos ofrece con claridad
que “El escenario de este libro, de estos recuerdos,
es el pueblo natal del autor; y su tiempo, las décadas de los 60 y 70 del siglo
pasado, hasta que en 1977, una vez terminado el Bachillerato, se traslado a
Ciudad Real para estudiar Filología Hispánica.
El paisaje rural que el narrador evoca no está formado sólo por calles, nombres, palabras o costumbres; son personas y sensaciones, momentos que marcaron su infancia y adolescencia y que, de algún modo, conformaron luego su vida como escritor.
Rocío Acevedo y Pedro |
En un viaje espacial y
temporal, que es una batalla a la vez contra el tiempo y contra el olvido,
Pedro A. González Moreno nos abre aquí su corazón y su vida y encuentra en
estas páginas hebras de luz que le permiten ¿salir del laberinto? de su
memoria.”
El
libro fue presentado el pasado septiembre en Calzada de Calatrava, la patria
chica del autor, por el sacerdote y poeta Valentín Arteaga, y nuevamente el 8
de noviembre por la la profesora Rocío Acevedo, en la Biblioteca
Pública del Estado de Ciudad Real.
Rocío acevedo y Pedro |
RocíoAcevedo, profesora de Lengua y Literatura en
el IES Juan de Távora de Puertollano, dice sobre este libro que: “ Se trata de una obra insólita en la trayectoria del
autor por la ternura que emana de sus páginas al hablar de su familia, de sus
recuerdos y de su infancia en un pueblo muy atrasado donde aún no había
penetrado el progreso, (…) Una especie de viaje a la nostalgia realizado con el
propósito de rescatar aquellos años que tan relevantes fueron no sólo para la
historia reciente del país, sino también para la propia vida, incluso para la
futura obra literaria del autor. (…) Siempre enamorado de su tierra, Pedro A.
González Moreno rescata la vida, los hábitos, las tradiciones, las costumbres o
las hablas locales, ahonda en su genealogía y, sin caer en el costumbrismo,
detiene su mirada en tipos o personajes curiosos y en escenas que evoca con un
estilo que a veces resulta más propio del género narrativo que del género
autobiográfico.”
Los cambios sociales durante los años 60 fueron importantes para la vida de Calzada de Calatrava y para todo el país. Así nos dice Pedro Antonio en una entrevista que leí hace poco: “Yo nací en 1960, y en aquella época no existía el agua corriente, no había un grifo, no existía el cuarto de baño, existía la jofaina, el barreño de cinc, donde nos lavábamos los niños. Hasta mis nueve años no hubo televisión en mi casa. Me acuerdo perfectamente porque vi un acontecimiento histórico, ni más ni menos que la llegada del Apolo 11 a la Luna con la voz de fondo de Jesús Hermida.”
Continuo
con las palabras de Rocío Acevedo: “Como González Moreno afirma en uno de los
capítulos finales, a veces es necesario hacer las maletas y abandonar la tierra
donde crecimos. “Aquel adolescente con la carpeta llena de versos y la cabeza
llena de sueños, sólo sabía que más allá de su casa o de su calle, más allá del
Jabalón y más allá de la llanura manchega, el mundo era muy grande y había que
salir a descubrirlo”
“El libro, no cuenta Rocío Acevedo, finaliza con la salida de su pueblo y su
llegada a Ciudad Real en unos tiempos convulsos en los que, alejado de los
vaivenes políticos del momento, conoció a los primeros poetas manchegos
relacionados con el Grupo Guadiana, dirigido entonces por Vicente Cano, y allí
comenzó a publicar sus primeros poemas.”
En este viaje contra el tiempo y el olvido tiene el narrador que es Pedro A. González Moreno: (Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua y Literatura) la savia poética, la capacidad evocativa del gran poeta que es aun sin dejar el yo narrador, lo que hace que este viaje en el tiempo además de una prosa elegante, precisa, muy tierna en ocasiones y plena de claridad (“en la sencillez se encuentra la grandeza”) encontremos también hallazgos de lirismo. Los que nacimos en un pueblo sabemos que en algún lugar de nuestros recuerdos, de nuestra memoria, se fija perenne ya, envuelta en la idealización, la memoria de nuestra infancia.
Unos capítulos, en fin, que para los que hemos nacido en
pueblos, y se haya vivido aunque solo sea parte de la infancia en él (como es
mi caso y supongo que el de tantos), este sea en esas evocaciones de los
primeros años, un libro en el que establecer paralelismo, identificaciones de
esa patria Rilkeniana del hombre que es la infancia y que todos, de una u otra
manera terminamos idealizando porque lo que yo llamo “la materia de los sueños”
que es la memoria, tiende a la idealización de los recuerdos y esto no es variarlos,
en todo caso es enaltecer un tiempo que para
el recuerdo es, fuera o no del todo así, el paraíso de la niñez.
Manuel
López Azorín
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