domingo, 30 de noviembre de 2008

PABLO GARCÍA BAENA: RUZAFA, POETA ZAHAREÑO


(Pablo García Baena y Manuel López Azorín, en 1992)

Dos meses antes de que a Pablo García Baena, para mí poeta zahareño, jardín, ruzafa siempre, (Así es este poeta: el zahareño que vuela libremente / en un vuelo de altura sin ambición mundana. / Verdadero poeta de poesía y vida.) Antes, decía, que le otorgaran el XVII Premio Reina Sofía de poesía (El Premio se falló en mayo de este año aunque su entrega, por la Reina, se ha realizado este 18 de noviembre.) yo le había escrito un poema titulado "Poetas zahareños". Surgió a raíz de un artículo de Luis Antonio de Villena escrito en El País, en el que Luis Antonio defendía, como viene haciendo desde los años setenta, la poesía de Pablo definiéndole como un poeta "zahareño". Me gustó tanto el término (Y el artículo al completo) que decidí escribir otro poema para Pablo (otro porque hacia 1992 ya le escribí uno) Otro poema para este hombre que ha seguido siempre una trayectoria poética consecuente y coherente con su manera de ser y de sentir aun cuando, a lo largo de su vida poética, haya tenido tiempos de silencio (voluntarios e impuestos)y tiempos de "descubrimiento y de reconocimiento" como viene sucediendo desde que, en el año 1984 se le concediera el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

A Pablo lo conocí (Quiero decir personalmente.) en 1991. Este poeta tan exquisito como exquisita persona,de gratísimos modales, siempre amable,educado,sereno,observador,de sonrisa leve, grata,sincera...no me defraudó, más bien me hizo comprender que su poesía, llena de belleza y brillantez y maestría, escrita, con riguroso manejo de un lenguaje que me hacía tener el diccionario cerca para la consulta de las palabras que lo requerían, era no sólo el gran poeta que yo imaginaba a través de algunos de sus poemas sino la gran persona que, después, a lo largo de estos últimos diecisiete años,me ha dado su amistad. Yo, a cambio, le ofrecí la mía hace tiempo y también, cómo no, mi admiración junto a ese primer poema que le escribí titulado Ruzafa de los vientos que "colgaré al final de estas palabras dedicadas a festejar, como su nuevo y merecido Premio, toda su trayectoria poética. (Y aquí también personal)

Para mí Pablo García Baena es un jardín barroco, religioso, imaginero, sensual, erótico, pagano. Un jardín exuberante,sin tiempo, repleto de estética vitalista, jubilosa, plena de pasión y de belleza. Un jardín en gozosa pesadumbre adornado de seducción y de misterio,que contempla y sueña el placer de lo bello, al tiempo que vive la voluptuosa transformación de sí mismo. Un jardín siempre joven y por tanto ardoroso y con alas, como los ángeles de Líébana, entre esos vientos que le mantuvieron alejado del mundo de la poesía (Que no de la Poesía) durante veinte años. Vientos, corrientes, que le hicieron alejarse, guardar silencio,para seguir viviendo,para seguir escribiendo, cuando sentía que necesitaba escribir, independientemente de corrientes, de vientos más o menos imperantes a lo largo del tiempo, de los años.

Años han sido de vernos de vez en vez, no demasiado, de escribirnos, de intercambiarnos algunos libros...( El primer libro que me trajo Pablo fue, recien publicado, Fieles guirnaldas fugitivas Libro que había ganado el Premio Internacional Ciudad de Melilla, creo que en 1990) Recuerdo sus dedicatorias con mucho cariño, todas, pero especialmente recuerdo un regalo, el de un libro publicado en Sevilla en 1993 por la Fundación EL MONTE en segunda edición: Gozos para la Navidad de Vicente Núñez.
En la primera página del libro (Espléndidamente editado en papel corolla antique para el interior y papel Creysse para la portada.Libro del que se imprimieron mil ejemplares, 300 numerados y 700 sin numerar y en el que colaboraron con sus ilustraciones el siempre singular Ginés Liébana que sigue con su trazo elaborado, miniaturista, simbólico y mágico como sus ángeles y el pintor, conocido como el "Zurbarán cordobés", Miguel del Moral, fallecido en 1998. Ambos vinculados a Cántico y amigos del poeta del que os hablo hoy.) sólo me envió su nombre, es decir su firma y... y nada más. Pero fue suficiente aquel mes de noviembre (A finales como ahora) en el que Pablo García Baena me obsequiaba con un hermoso regalo de Navidad: un libro suyo que, aun habiéndose escrito a lo largo de diez años, Navidad tras navidad para enviar a Vicente Núñez (Poeta cordobés fallecido en 2002, amigo de Pablo y vinculado al grupo Cántico, que tiene su obra poética reunida en un libro publicado por la Excma Diputación de Córdoba en 1995) aun definiéndolas Pablo como meros "juguetes navideños",resultan ser unas hermosas joyas, una auténtica delicia, un tesoro que conservo (al igual que otros libros suyos firmados y dedicados por él para mí, con muchísimo afecto y, naturalmente, admiración por este Pablo "zahareño" García Baena.)

De este cordobés, que ahora tiene la Medalla de Oro de su ciudad natal y que es Hijo Predilecto de Andalucía, tras un largo tiempo de olvido,en 1976 Guillermo Carnero hizo un estudio, pionero creo, sobre la poesía de este poeta que en alguna ocasión me ha dicho: cuando tengo que escribir escribo,yo sigo como siempre, haciendo lo que tengo que hacer: vivir,lo importante es eso, vivir, ¿Cómo podemos escribir si no vivimos?. (Pablo publicó en 1957 su libro Junio, en 1958 Óleo y luego, ya viviendo en Málaga y dedicado a su tienda de antigüedades,practicamente guardó silencio hasta que en 1979 publicó un nuevo libro con título cernudiano Antes que el tiempo acabe.) Luis Antonio de Villena hizo la introducción de la Poesía completa de Pablo publicada en 1982 por Chus Visor. En ella comenzaba diciendo: He aquí un poeta puro. y más adelante: Un poeta exquisito, alto y raro, con quien (hasta no hace mucho) circunstancias y tiempo no fueron generosos.

En fin, La sonrisa apagada y el jardín a la sombra durante un largo tiempo. Después,tras ser estudiado, reivindicado, seguido por algunos poetas de los años 70, tras publicar Antes que el tiempo acabe,tras editarse una edición faccsimilar de Cántico,esto ya a principios de los años 80, aquella revista a contracorriente de los vientos de la época, aquella revista de los cuatro poetas (Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente y nuestro Pablo García Baena) y dos pintores (Ya los cité) Ginés Liébana y Miguel del Moral y otro que se añadió más tarde llamado Mario López, tras serle concedido el Premio Principe de Asturias en 1984, tras reconocérsele y reconocer su trayectoria, tras llegarle los benéficos vientos que acaricias y besan el jardín tantas veces abandonado, olvidado, castigado por los vientos del momento... Pablo continúa viviendo, que es lo importante, escribiendo, que es necesario, y como siempre, haciendo lo que considera que tiene que hacer. Este neogongorino es otro excelso muro como el de su tierra natal, este jardín de Medina Azahara, donde los madroños,con ese fruto que madura en otoño, ofrecen el néctar de la vida en su templanza, su júbilo, su culto a la palabra, su saber aceptar que el viento sopla,fuerte, con ira, a veces, y otras besa, acaricia
y madura ese fruto que después nos embriaga, ya se llamen Levante, Zarzagán o Monzón, da lo mismo, el mundo es un jardín (Como tú Pablo) lleno de vientos y hoy los vientos nos dicen, como hace tiempo dijo Luis Antonio de Villena que Pablo García Baena es uno de los más grandes poetas de su generación y el mejor, sin duda, en su estilo.
Felicidades por este Premio a tu obra queridísimo Pablo. En otra ocasión "colgaré" ese poema titulado "Poetas zahareños" dedicado a ti, a ti como poeta grande, que tu ya conoces y tienes desde que nos vimos en abril en tu lectura en la Biblioteca Nacional, ¿Recuerdas? en ese Poetas en vivo que tan estupendamente bien lleva mi amigo el poeta Enrique Gracia. Ahora déjame que "cuelgue" este otro poema que te escribí hace ya tantos años, para que lo sepan todos y sea, si quieren, de todos. Un gran abrazo Pablo.

RUZAFA DE LOS VIENTOS

I

LEVANTE

El agua, en el rumor oculto, canta joven
y suenan los violines entre las ramas verdes
del árbol que madura el fruto de ambrosía.
Los trinos traen recuerdos, el nido evocador
de antiguos tiempos mientrs llega, revive junio.

Sus noches, días, llevan sensual magia blanca,
divina cal que luce iluminando todo,
emborrachando todo, ¡vida, vida, vida!

Un óleo de melancolía surge luego
y el cuerpo, el alma, temerosos marchan
entre ceniza gris de penitencia y llanto.

El zarzagán heló el calor, las ilusiones,
nubló la luz mediterránea y blanca,
dejó la buganvilla seca, aletargada...
y el tiempo se detuvo.

Córdoba ya es silencio
y Málaga refugio, brisa, suave calma.

El mar entona un cántico de dioses y sirenas,
otro el cielo de arcángeles y el mundo
enmudece las voces que proclaman la vida
en el néctar, placer, de la hermosura.


II

ZARZAGÁN



El frío zarzagán detuvo su camino
y te besó el albor repleto de las luces.

El cierzo se alejó. Rompió el silencio, todo,
y el tiempo continúa colocando guirnaldas fugitivas
al jaspeado mármol, en donde el muro excelso
- con un ceremonial que invita a la lectura -
escribe igual que siempre la palabra, y el canto.

Las violas mientras tanto, altar de dulces sones,
son el jazmín y la alhucema y llenan
el cielo de perfumes y embriagadoras voces.

El tiempo ya, con amistad ajena al suelo,
intemporal y etéreo, niela versos, vuela.

Acompañando al hombre, libros y ciudades,
amor, liturgia, muerte, tiempo pasajero,
hondura fiel del interior del alma, vida
de senda angosta hacia lo más hermoso.

El universo entero y el Mediterráneo.
La brisa del levante el zarzagán aleja
y deja, Pablo, en Benalmádena laureles.


III

MONZÓN



Llegaste al Helicón, dorado y níveo arcángel,
mediterránea luz,ruzfa de las brisas,
y Erato te ofreció junto a Hipocrene el agua,
el mirto y el laurel, y su lírico trono.

Alíforo posó tu canto de templanza,
cadencias melodiosas sobre el monte
y diste amor y júbilo, amistad le diste.

Solemne siempre tú, como columna griega
tallada en el jardín de Medina Azahara.
Sereno siempre tú, por tu desierto, firme.

De la quietud del mar llegaste al Helicón.
Los dioses siempre cuidan del que le canta al mirto,
del que cuida la rosa, del que clama justicia,
del que besa a la vida y a sus dones
olvidado del mundo, el tiempo, todo...
que el mundo es un jartdín lleno de vientos
y no siempre nos soplan a favor.

Pues todos son como el Monzón que cambia
del mar hacia la tierra y de la tierra al agua.
Todos el mismo viento
con sus cambiantes rachas de olvidos o de besos.


Del libro: Azul de los afectos

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