jueves, 8 de enero de 2009

CARLOS MURCIANO: COMO AGUA ESCONDIDA


Fotografía: Carlos Murciano (De derecha a izquierda) Manuel López Azorín y Pepe Pelaz
tras finalizar su lectura en Tertulias de Autor de Helicón (1995-96)



A cambio de mi felicitación navideña con el poema Mientras...
Carlos Murciano me ha enviado su libro titulado Como agua escondida. Una antología de la Colección Los cuadernos de Sandua coordinada por el poeta Antonio Rodríguez Jiménez y publicada por Cajasur.
Un nuevo libro de este hijo predilecto de su pueblo natal, Arcos de la Frontera,que se suma a los ya muchos, más o menos un centenar, publicados por Carlos.

En él y frente a la eterna pregunta, frente a la duda de mi Mientras... Carlos Murciano me ofrece su respuesta, una hermosa respuesta que también entraña duda y algún que otro reproche o queja al principio y que, más adelante, se convierte en afirmación, en convicción,en creencia, en fe.
Una respuesta realizada con maestría lírica, formalismo clásico, ritmo, cadencia y belleza, (Poesía, temblor humano del espíritu) sobre la existencia divina que se enfrenta a la divinidad frente a lo que considera olvido: Las cosas claras , Dios, las cosas claras / ¿Acaso te pedí que me nacieras, / que de dos voluntades verdaderas, / de barro y llanto, Dios, me levantaras? / ¿Acaso te pedí que me dejaras / en mitad de la calle - en las aceras / se apiñaba la vida-, y que te fueras / y que con tu desdén me atropellaras?

Una respuesta que se aferra a creer para intentar comprender lo incomprensible: Dios está aquí, lo palpo en mi bolsillo, / lo siento en mi reloj y, aunque me empeño, / ni me sorprendo ni me maravillo / de verle tan enorme y tan pequeño.

La batalla de la fe colma las esperanzas del sujeto poético en esta breve antología que es, al mismo tiempo, el resumen de una obra de extraordinaria perfección formal, maestría que le ha servido a Carlos Murciano para obtener, a lo largo de más de 50 años de creación, muchos y prestigiosos premios como el Boscan, el Quevedo, Leonor, un larguísimo etcétera y también el Premio Nacional de Poesía(1970) por aquel hermoso libro titulado Este claro silencio.(Hay que decir además que es Premio Nacional de literatura infantil y también narrador de cuentos y crítico literario)

Se alberga en él el sueño eternal tras de la vida y la vida misma junto a la -blanca
miga de Dios transfigurada-, / vertiéndose en los pobres vasos- roja / sangre de Dios, redonda como el mundo.

Señor, esto es bien cierto: te lo debemos todo; / lo que somos y hacemos y tenemos y amamos.

Gracias a Carlos Murciano por tan hermoso libro, por la dedicatoria y el abrazo. Yo sinceramente no sé si voy, con él, a despejar mis continuas dudas ¡Ojalá! Ya me gustaría. (Dudas que, por otra parte y no sólo en el sentido divinal sino también en el devenir diario, nos acompañan (Como he escrito en algún poema: desde la adolescencia hasta el olvido) o seguiré preguntándome aquello de... ¿Y si fuera la estrella / la luz que nos alumbra,...? Pero en cualquier caso, siempre resulta gratificante leer su poesía y contar con su amistad.

Amistad que viene ya de hace años y que comenzó, recuerdo, en los previos a aquella lectura que Carlos Murciano vino a hacer a las Tertulias de Autor de Helicón allá mediados los años noventa del siglo pasado. De entonces, recuerdo siempre unos versos de Carlos que comienzan diciendo: SERENAMENTE digo: / (...) Empiezo. Lento, vuelvo / la página. Y escribo. / Y en la tinta me absuelvo / y me condeno. Y vivo.
Para concluir quiero dedicar a Carlos Murciano, a él que es un auténtico maestro del soneto, este que escribí para Gerardo Diego hace ya... ¡tantos años!
Soneto que se plantea la eterna pregunta y expresa esas dudas de las que vengo hablando en estas palabras de agradecimiento, de afecto y de admiración hacia su poesía y su persona.

¿LO SABES TÚ, CIPRÉS?


Para Carlos Murciano


Te yergues orgulloso, desafiante,
casi tocando con tu copa el cielo.
Tupido de esperanza, oscuro velo
que ensalza tu contorno cada instante.

En lo perdido estás y, vigilante,
miras desde tu altura con gran celo,
observas desde el fuego hasta el deshielo
y ves que todo marcha hacia adelante.

Nacer, vivir, morir, después enigma.
Quizá lo sepas desde tu atalaya,
quizá lo sientas desde tus raíces.

¿Adónde el alma si es que no es sofisma,
y qué será después a donde vaya,
lo sabes tú, ciprés, no me lo dices?

Del libro: Azul de los afectos

No hay comentarios: