De
Luisa Castro es la antología poética
El frío de los puertos (1984-2005) que he recibido en la segunda quincena de enero publicada por el Ayuntamiento de
San Sebastián de los Reyes en el departamento de publicaciones, dentro de la
Colección Literaria Universidad Popular.Mientras releía los poemas de esta antología que recomiendo leer a todos cuantos se interesen por la poesía, me ha venido a la memoria cómo nos conocimos Luisa y yo.
Fue en la década de los años 90, hará , más o menos diez o doce años o menos, no sé,
Luisa Castro se incorporaba al jurado del
Premio de Poesía José Hierro, creo que sustituyendo a mi querido
Eladio Cabañero que por entonces, andaba con la salud muy deteriorada.(O tal vez era la sustituta de mi queridísimo y siempre presente
Claudio Rodríguez, no lo recuerdo ahora, pero no importa, el caso es que se incorporaba al jurado de un premio importante por el nombre que ostentaba,
José Hierro y por el jurado que lo componía. En principio:
Claudio Rodríguez, Pablo García Baena, Félix Grande,Angel García López, Joaquín Benito de Lucas y Eladio Cabañero. Cuando Eladio y Claudio faltaron se incorporaron dos mujeres,
Pureza Canelo y
Luisa Castro. Mas tarde, al dejarlo
Félix Grande,se incorporó mi querido amigo
Antonio Hernández.
Luisa llegaba de Barcelona. En el aeropuerto tomó un taxi y se vino para
Sanse (Apelativo familiar y cariñoso de
San Sebastián de los Reyes en adelante) pero se quedó en la calle Real, cerca del Ayuntamiento y, claro, la
Universidad Popular queda retirada de allí. Sonó mi teléfono a las ocho de la mañana y Luisa, tras haber tomado un café en la cafetería Montes de la calle Real, me pidió ayuda, se había equivocado de lugar y no sabía cómo llegar hasta la
Universidad Popular "José Hierro". Le dije que no se preocupase. Tras colgar, llamé a
Pilar Martín, que entonces se encargaba de la organización del premio y de la relación con el jurado. La recogió con su coche y la trajo hasta el lugar donde se debatiría sobre los libros seleccionados aquel año. Así fue como nos vimos por primera vez.
Luisa Castro era entonces una joven de unos 30 años. Parecía cansada, sus ojos claros y cálidos miraban con cierta timidez o tristeza o desamparo. Así me lo pareció o tal vez fuera el cansancio porque al sonreír se disipó la primera impresión frente a la dulzura del gesto, más que amable,cálido y acogedor, de su sonrisa.
Luego nos hemos visto algunas veces, la última, creo recordar que fue el año 2002 aunque pudo ser el 2003, no estoy seguro, en el
Palacio Real, con motivo de la recepción que
SUS MM los Reyes nos ofrecían el 23 de abril por la tarde.(Y creo que ese año fue la última recepción puesto que la
Casa Real la reorganizó, afortunadamente, de otro modo.)La percepción que tuve fue como las anteriores,mirada de desamparo o de tristeza o de cansancio que desaparecía con su sonrisa llena de calidez y dulzura.
Aunque nos conocimos personalmente de la manera que relato, os puedo asegurar que ya conocía a
Luisa Castro unos años antes porque ella tenía un admirador de su poesía con el que yo mantenía una relación de amistad desde hacía ya años y tanto me hablaba de Luisa y de su poesía que además de haber leído, me los proporcionó
José Hierro que era quien me hablaba tanto de ella,
Los versos del eunuco,
Ballenas, en edición bilingüe, y
Los Hábitos del artillero.
José Hierro me comentaba que Luisa era una joven atrevida de pensamiento y de escritura, que expresaba lo subjetivo con absoluta libertad individual,que escribía revelando la intimidad, de los otros y la suya,con una poesía que tocaba el irracionalismo, lo social y hasta el feminismo aunque su poesía, me decía, no era una poesía que pudiera clasificarse de mujeres, no, su poesía era de todos y para todos.Una poesía donde la vida y el amor jugaban un papel importante dándoles la vuelta a los conceptos vida y amor. Parecía, me comentaba
José Hierro, tener el secreto de la justicia, ser poeta inteligente como en el poemario
Los versos del eunuco,(Aunque , con el tiempo a ella le parezca que le faltaba mucho por aprender como me comentó alguna vez)poemario que mostraba la presencia del odio, el dolor, la tristeza y la soledad. Yo leía a
Luisa Castro y me gustaba, me gustaba su rebeldía, su frescura,su sinceridad, su irracionalismo, su ritmo,sus imágenes, su belleza poética... aunque debo decir que no tanto como le gustaba a
Pepe Hierro, que lo suyo era auténtica admiración por esta joven poeta.
Lo que si me ha dado la impresión siempre que la he leído es que a
Luisa Castro le gusta sentirse poeta, se nota en su fuerza expresiva,en su rotunda y original manera de escribirla , aunque luego haya escrito cuentos, novelas, relatos,artículos,aunque esté, y lo está, reconocida como una buena narradora, aunque haya obtenido importantes premios como el
Biblioteca Breve, el
Azorín y algunos más, me parece a mí que a ella le gusta ser poeta por la intensidad de su expresión, por su capacidad de seducción y es que creo, pienso, que para seducir a los demás uno tiene que seducirse a sí mismo y ella consigue hacerlo.
Pepe Hierro tenía razón esta muchacha merecía toda la atención por ser personal,irreverente con el lenguaje,con la cultura, anarquista, como llegó a decir
Manuel Rivas de ella,frente a los condicionamientos establecidos, y original.
Con diecisiete años publicó su primer libro
Odisea definitiva.Libro póstumo(1984) Dos años más tarde
Los versos del eunuco obtuvieron el
Premio Hiperión (1986) y tras este
espaldarazo de joven promesa de la poesía escribió
Baleas e baleas, su primer libro en gallego que obtuvo el accésit del
Premio Esquío de la
Sociedad Valle Inclán de El Ferrol. Este libro,
Ballenas, se editó en edición bilingüe, fue el que me proporcionó
Pepe Hierro, en 1992 por
Hiperión; pero antes, en 1990,
Luisa Castro ganó el
Premio Rey Juan Carlos I con su libro
Los hábitos del artillero que fue publicado por
Chus Visor. Este libro recreaba tres mundos: el animal, el infantil y el marinero y nos los presentaba como material de indagación donde lo que era evidente daba paso a la conjetura y la conjetura llevaba a constatar paradójicas realidades ocultas. Un libro que me gustó y sigue gustándome y especialmente aquel poema titulado Mudanzas que comienza así:
Así como vertían su líquido enfermo / los años / se iba llenando la casa de averías.Esta era su bibliografía cuando
Pepe Hierro me hablaba con pasión de esta joven abrazada por la soledad o la tristeza o el desamparo o tal vez el cansancio que me pareció percibir aquel día en que nos vimos por vez primera en la
Universidad Popular de
Sanse.
Esta hija de un marinero y un ama de casa, nacida en
Foz (Lugo) es sin lugar a dudas una poeta que tras haber ganado un premio cuando estudiaba la E.G.B. lo dedicó a comprar libros, libros que leyó al tiempo que le entraba la fiebre de escribir, de saber, de aprehender, de conocer. Esto fue lo que le llevó a estudiar Filología Hispánica en
Santiago de Compostela y después a trasladarse a
Madrid donde colaboró en diferentes medios de comunicación y se especializó en Lingüística por la
Universidad Complutense ampliando luego estudios en
Urbino (Italia)Como buena gallega, supongo, ha sido viajera y tal vez por ello se marchó a
New York donde realizó un master en guión y, más tarde, regresó y se instaló en
Barcelona (Allí vivía cuando vino la primera vez a
Sanse) Se Casó, tuvo dos hijos, se separó, regresó a
Madrid y ahora reside en su tierra, en
Galicia.
En el año 2004 reunió su obra poética, hasta entonces, en el libro titulado
Señales con una sola bandera (Hiperión)Tras esta poesía reunida apareció un nuevo libro de poemas
Amor mi señor, publicado en
Barcelona por
Tusquets (2005) Este libro parece el grito,de gozo y de dolor pero sosegado, por el que atraviesan las historias de amor.
Luisa Castro revisa la visión caballeresca del amor,las recorre, mezcla metros con otros versos más libres, nos habla de la renuncia, del abandono,y se nos muestra en el papel de un desertor desengañado del amor; pero sin lamentaciones, sólo mira, contempla lo que tuvo, lo que perdió.
El amor, lo único por lo que merece la pena luchar siempre, como testimonio de retirada, sin lucha, ya que ni el más grande amor merece una víctima. Me gustó este libro porque pienso que el amor debe de ser una construcción personal y no aquello que nos han enseñado que sea.
Esta antología poética
El frío de los puertos (Libro para tener en cuenta y leerlo)ha sido, como decía al principio,publicada por el
Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes recoge una selección de poemas de todos sus libros y a decir de las antólogas (Lo digo así porque así lo firman aunque yo piense que "las antólogas" sean las dos poetas que dirigen la
Colección Literaria Universidad Popular, pero si ellas no han querido firmar con sus nombres habrá que respetarlo.)los poemas están seleccionados por orden cronológico y nos dicen:
En la presente antología (...) de la voz poética de Luisa Castro sin otra pretensión que la de seleccionar los poemas que, según nuestro criterio,podían ofrecer un rostro más veraz del desarrollo de su voz poética.
Esa voz que dialoga con diversas tradiciones con el deseo de actualizarlas y entregar su intensa experiencia personal desde la propia memoria.La memoria, la patria del poeta porque en ella se encuentra el tiempo y en él todo poeta busca dejar su -como escribió Don Antonio-
Palabra en el tiempo.
Ha pasado tiempo y no nos hemos vuelto a ver; pero, seguramente, alguna vez coincidiremos en algún lugar y me detendré en observar su mirada clara y dulce para ver si aquella primera impresión de tristeza o soledad o desamparo, fue producto de mi imaginación o de su cansancio. Ójala me sonríe como entonces, con aquella calidez y dulzura de entonces,¡Ojala! Seguramente pensaré que aquella primera impresión fue producto de su cansancio del viaje y de lo temprano de la hora aquel sábado de noviembre, cuando me llamó porque el taxista la había dejado en el lugar equivocado.
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