Foto: Claudio Rodríguez fumando.
(Mancebo) Foto de grupo:Claudio Rodríguez (en el centro de la fotografía) junto a Felix Grande, Ángel García López y Joaquín Benito de lucas, a su derecha, y a su izquierda Asunción Almela, Pablo García Baena y Manuel López Azorín.
MEMORIA POÉTICA III
El vuelo de la celebración
Claudio Rodríguez escribe para sí mismo; pero también para los demás, es decir para todos. Claudio solía decir: La experiencia
está implícita en lo que hace el hombre, en cualquier manifestación humana y hablar de poesía es hablar de experiencia, de cualquier tipo.
En los años setenta cuando se produjo el asesinato de su hermana María del Carmen, tuvo un impulso de odio, de venganza, de desesperación, de intenso dolor:
Te has ido. No te vayas. Tú me has dado la mano, y tras el fallecimiento de su madre, un año después: ¿Cómo el dolor, tan limpio y tan templado,/ el dolor inocente, que es el mayor misterio, se me está yendo? La experiencia, ya cultural, ya biográfica, ya imaginativas u oníricas, de lo aprehendido, de lo observado, de lo vivido, de lo sentido… da origen a un nuevo libro que publicó Visor en 1976: El vuelo de la celebración. Cómo me está dañando la mirada / al entrar tan a oscuras en el día. (…) Herida mía, abrázame. Y descansa.
La celebración como conocimiento y como remordimiento, escribió Claudio, Celebrar lo que se abre o lo que se cierra desde todas las posibilidades vitales: la figura de las cosas, el poderío de las sensaciones que pueden desembocar en feracidad y en sequía. Es como una animación, que recrea fugitivamente, lo que nos sobrecoge y nos camina, y nos pule, y nos mejora.
El vuelo de la celebración forma parte de esa poesía de Claudio Rodríguez que, sin dejar del todo su singular tono exclamativo, admirativo o interrogativo, se encalma y es reflexiva, honda, meditativa, controlada… (Muchas veces me dijo: Yo escribo siempre lo que me sale. No condiciono a nada mi escritura.) Poesía que ha ido puliendo el viento, el aire de la vida, con sus tempestades, sus contradicciones y, todo ello, con la presencia de una muerte desnuda ya, despojada de heridas, y alzándose hacia lo universal, lo intemporal, la trascendencia.
A finales de 1978, dos años después de la publicación de este libro, conocí personalmente a Claudio Rodríguez. Fue cuando le dije: "yo quiero ser como tú" y fue cuando, además de sugerirme lo que tenía que hacer para escribir poesía: caminar, contemplar, observar, interiorizar, escribir y, finalmente, podar, me contestó que no pretendiera ser como él, no, Tú tienes que ser como tú, me dijo, porque es el único modo de ser uno mismo. Ahí estaba Claudio, el hombre, el poeta extraordinario, que en 1986 u 87 fue nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua y unos años más tarde, en 1992, tras su discurso, que fue respondido por su gran amigo Carlos
Bousoño, tomó posesión de su sillón Claudio Rodríguez, un sillón que había sido ocupado anteriormente por el poeta del 27 Gerardo Diego.
Nunca lo olvidaré. Como no olvidaré que la poesía- decía Claudio- es salvación y es celebración y, aunque generalmente se escriba, como se vive, entre el temor y la duda, la poesía, además de otras cosas, es una fiesta (una dolorosa fiesta en ocasiones)
IV
REZO
¿Cómo el dolor tan limpio y tan templado,
el dolor inocente, que es el mayor misterio,
se me está yendo?
Ha sido poco a poco,
con la sutura de la soledad
y el espacio sin trampa, sin rutina
de tu muerte y la mía,
Pero suena tu alma, y está el nido
aquí, en el ataud,
con luz muy suave.
Te has ido. No te vayas. Tú me has dado la mano.
No te irás. Tú, perdona, vida mía,
hermana mía,
que esté sonando el aire
a ti, que no haya techos
ni haya ventanas con amor al viento,
que el soborno del cielo traicionero
no entre en tu juventud, en tu tan blanca,
vil muerte.
Y que tu asesinato
espere mi venganza, y que nos salve.
Porque tú eres la almendra
dentro del ataúd. Siempre madura.
Claudio Rodríguez
Del libro: El vuelo de la celebración
1 comentario:
Tu blog está cada día más nutrido, más interesante, más lleno de generosidad. Te sales, Manolo.
Habrá que seguir recomendándote no sé cómo.
Gracias.
Enrique
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