1)El de poemas de viajes con libros como Cuadernos de Barlovento(1986), Relación verdadera de un viaje americano(1994) y su archiconocido y celebrado Mapa de Grecia (1979). (No existe, en mi opinión, un mapa que haya sido mejor trazado – yo me emocioné al leer este excelente libro – aunque haya sido escrito o tal vez porque fue escrito, con palabras de melancolía y es que este poeta ha vivido y viajado para conocer y conocerse).
2) El epigramático con los libros como Dad este libro a las llamas (1976), Epigramas confidenciales (1989) y Parnaso funerario (2002). (Con relación a este libro recuerdo que recién llegado al hotel en Cambrils, año 2003, para participar en unas jornadas de poesía, Enrique Badosa, mi mujer y yo salimos para averiguar el lugar en el que teníamos que intervenir en los días siguientes, dimos un largo paseo, charlamos...
Uno de los días, al terminar mi intervención, y ya de vuelta al hotel, mi mujer me mostró un libro que encontró en el suelo, junto a una butaca, del salón de actos, era el Parnaso funerario. Durante la cena hablé con Enrique. Le mostré el libro. Me dijo que era el que iba a emplear para leer unos poemas al día siguiente pero que me lo regalaba porque el destino quiso que llegase hasta mí. Me lo firmó, como siempre, con mucho afecto y lo conservo con especial cariño.
En Parnaso funerario, el Enrique Badosa crítico, el enemigo de la mentira y de la estulticia, nos muestra a un determinado tipo de poetas. Sirva la anécdota como ejemplo de un hombre noble, un caballero clásico por modos y por clase que, a veces, se erige en caballero andante y desmascara vanidades, vidas tan falsas como la escritura que practican algunos, etc.) Epigramas, creo, inspirados en Marcial y lúcidamente resueltos como producto de amargas y personales decepciones.
3) Y el lírico. Con sus poemarios Baladas para la paz (1963), Marco Aurelio, 14 (1998), y Ya cada día es más de noche (2006), del que, para mi libro La ceniza y la espuma, tomé unos versos del primer poema del suyo, que me envió en 2006, como cita de inicio y que comienza con este primer verso: Y todavía obrero de sencillas palabras…
En Trivium, el poeta y crítico literario Joaquín Marco, nos ofrece una certera visión de este poemario que comprende, esencialmente, los dieciséis volúmenes publicados más un conjunto de poemas titulado Segunda silva, obra que no ha reunido en libro pues, todavía, no lo ha dado por concluido.
Enrique Badosa agrupa así su producción creativa que abarca desde 1956 hasta 2010 y que comprende, además de los citados en los tres apartados anteriores, Mas allá del viento (1956), Tiempo de esperar, tiempo de esperanza (1959), Arte poética (1968), En román paladino (1970), Historia de Venecia (1971), Cuaderno de las Ínsulas extrañas (1973), Epigramas de la Gaya ciencia (2000) y Otra silva de varia lección (2004)
De él y de este gran volumen de más de mil páginas ha dicho Lluis Satorras (El Pais del 4 de septiembre de 2010) : Trivium es un título que evoca las tres ramas de los estudios clásicos, lógica, gramática y retórica, algo muy amado por el autor, pero también tres modos en que se manifiesta su quehacer poético: preocupaciones y especulaciones sobre el sentido de la existencia y de la propia poesía, lirismo de signo elegíaco en que la emoción se contiene y serena y crítica satírica y jocosa, a veces salvaje, procedente, según creo, de la admiración por Quevedo.
Enrique Badosa, que se licenció en Filosofía y Letras en Barcelona, ejerció el periodismo cultural y escribió en diferentes revistas nacionales y, durante más de veinte años, fue director del Departamento de Lengua Española de la Editorial Plaza y Janés.
Como poeta –su obra es singularmente original y ha sido independiente de modos y de modas – es la de uno de los poetas importantes en parte relacionado con el grupo de Barcelona y, por edad, incluido en la llamada generación del 50, aunque se distingue de sus compañeros por su actitud ante la vida y su estética personal.
Francisco Díaz de Castro nos decía en una reseña sobre Trivium, aparecida en El Cultural del 10 de octubre de 2010 que: Poco comparte Enrique Badosa con los poetas que por edad compondrían una hipotética Generación de los 50. No habla también de la polémica comunicación/conocimiento con Primero hablemos de Júpiter y más adelante dice que: Badosa es un poeta con un mundo inequívocamente personal y una escritura “amplia, diversa y exigente”, como dice Joaquín Marco en un epílogo que sitúa las claves de la obra completa.
Enrique Badosa es sabio conocedor de la tradición poética, aunque también practica el versículo, su obra está marcada por el clasicismo y emplea con maestría el endecasílabo, el alejandrino y en el soneto demuestre su perfección.
Recuerdo una llamada suya para pedirme colaboración en defensa del soneto, con relación a un homenaje que preparaba a José Hierro, partiendo de su poema Vida perteneciente al celebrado y último libro de Pepe Cuaderno de Nueva York. Tenía que escribir un soneto donde las palabras todo y nada, como en el poema, formaran parte del final de cada endecasílabo. Pasados unos días le envié un tríptico para que eligiera el que más le gustase de los tres. Me llamó para decirme que se publicarian los tres sonetos. Cuando el homenaje se hizo libro en los Cuadernos del Episcopio con el título de TODO Y NADA, (homenaje a José Hierro) comprobé que Enrique, no bromeó, como yo pensaba, y había elegido los tres sonetos para su publicación en esta edición del Ayuntamiento de Ávila del año 2005. "Cuadernos del Episcoìo".
Enrique es, sobre todo, además de un gran conocedor de la poesía greco-latina, de la métrica clásica, y también de lo que se cuece por las vanguardias aunque a él, me parece a mí, no le interese demasiado, un hombre generoso y fiel amigo de sus amigos.
Enrique Badosa, que ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos, inglés, francés, italiano, griego… es también traductor al castellano de obras como las Odas de Horacio, la Lírica medieval catalana o antologías de Salvador Espriu y J. V. Foix.
Este volumen que nos ofrece Badosa comprende más de 50 años de su creación poética, y también de su vida, de su esencia como hombre y como poeta. Por estas páginas observamos que camina la vida, aunque su poesía trate de evitar la confesionalidad, hay en ella intimismo porque Enrique Badosa se encuentra en la desnudez de sus versos, con su historia, lejana ya, de este ahora que nos vive, que nos crece mientras nos alumbra y al tiempo nos cerca, finalmente de sombra, de noche ya el día, el luminoso latido del corazón.
La última etapa de su poesía, véase Marco Aurelio 14 y, finalmente, Ya cada día es más de noche, es una honda y silente mirada de la vida y sobre la vida. Es, me parece a mí, la serenidad, del desencanto, del dolor. Sosiego, el descanso, ya para sanarse de las heridas de un mundo donde la impostura ha hecho que Enrique haya ido dando, a través del tiempo, una lección de saber ser y saber estar, lección que se me antoja de amor porque, como dice un buen amigo de los dos, Enrique Villagrasa: la poesía también sirve para hacernos mejores personas. En definitiva este poeta, cada vez que hablo con él o leo algunos poemas suyos, me emociona por su afecto, por su bondad, por su inteligencia y porque todo esto lo ha llevado a su poesía.
En definitiva, la senectud de Enrique Badosa, me parece a mi mucho más joven que la juventud, plena o agotada, de muchos y como dijo Francisco diaz de Castro en su reseña de El Cultural: nos sigue ofreciendo, y se refiere a los últimos libros y a los inéditos titulados Segunda silva, una poesía de senectud de gran altura ética y poética.
Enrique Badosa ha ganado el I Premio José Luis Giménez-Frontín de carácter honorífico, que ha otorgado por primera vez la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña para distinguir una figura literaria que haya destacado por haber contribuido al acercamiento entre culturas. El 21 de diciembre le sera entregado.Enhorabuena Enrique, los mejores premios son los que se otorgan sin que uno se presente a ellos.
Manuel López Azorín
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