domingo, 26 de diciembre de 2010

Rafael Montesinos: Amor y métrica




Memoria poética (V y final)

Rafael Montesinos: Amor y métrica

El lamentable inconveniente de no tener la revista Poesía en la diana dedicada a Rafael Montesinos (y de ahí mis disculpas a todos los colaboradores) fue porque al estar yo ingresado dos meses, nadie se ocupó de ella. Aquello me produjo mucha tristeza. Sé que Rafael Morales (que sí tuvo su revista el año anterior, al igual que la tuvieron Claudio Rodríguez en 1998 y José Hierro en el 97), se quejó por esta, y otras razones, de lo anómalo de la situación producida.

Hablé con el alcalde de San Sebastián de los Reyes y convinimos en que, ya que no se había publicad, se haría a lo largo del año 2000. Tampoco fue así. Por más que insistí en ello, no conseguí que saliera aquel monográfico sobre el poeta sevillano. A finales de ese año acudí a la persona que ocupó mi puesto y al preguntarle por la revista me comentó que los criterios a seguir eran otros y desde luego no para “Dinosaurios”(?) de la poesía. Tanto Las jornadas del C.E.P como Poesía en la diana nunca más volvieron a realizarse.

Volví a ver al alcalde, le hablé del compromiso de editar ese número dedicado a Rafael Montesinos y se comprometió conmigo a publicar ese número de Poesía en la diana; pero ¡ay el compromiso de los políticos!, se quedó en agua de borrajas, al menos de este político, que a mi juicio no supo o no quiso imponer su criterio sobre el de aquel o aquellos que se negaban a publicarlo.
Aquel suceso se convirtió en una deuda incumplida por mi parte, aunque no fuera culpa mía, y me dolió... por Rafael Montesinos y por todos los que colaboraron. Cada vez que hablábamos de aquello Rafael le restaba importancia. Salió todo muy bien, alégrate, –me decía– y tú estás aquí, eso es lo importante.


Foto: Marisa Calvo en una sesión de la Tertulia Literaria Hispanoamericana con los poetas Rafael Soler y Miguel Galanes

Las palabras de ánimo daban cuenta de su talla personal. Rafael Montesinos era así, él continuó realizando todos los martes su Tertulia Hispanoamericana, esa que ahora conduce Marisa con el apoyo de su hijo mayor Rafael Cesar, siempre pendiente del desarrollo de las tertulias y de su madre que continúa la labor extraordinaria del poeta , en el Colegio Virgen de Guadalupe de la Avda de Séneca en la Ciudad Universitaria de Madrid. Allí, siempre que puedo acercarme, los veo juntos.

Decía que Montesinos continuó su vida normal junto a Marisa, sus hijos, su ordenador… -Esta maravilla de computadora me permite –solía decirme– mediante un clic, tener frente a mi todo lo que previamente he guardado. Rafael se expresaba, casi a sus ochenta años, como el niño con el juguete más preciado al referirse al ordenador, aparato del que, le confesaba yo, no sabía casi nada, le brillaban los ojos hablándome de las grandes posibilidades de este artilugio mágico que le servía tanto para los poemas de su nuevo libro La vanidad de la ceniza, en el que andaba inmerso, como para la Tertulia Hispanoamericana.

Le veía y no conseguía olvidar lo de la revista.Tengo una deuda – le decía yo – contigo y con todos los colaboradores, que difícilmente podré pagar. Él dejaba su ordenador y, animándome a olvidarlo para siempre, me decía: la vida es lo importante, si no vives no escribes, lo demás es brisa y me decía de memoria estos versos del libro que preparaba: Todo esto pasará, como la brisa / va borrando las dunas por la playa.

Era difícil quitar importancia a algo que dejó de hacerse por… Pero, pasado el tiempo, dejó de tenerla. Recuerdo el año en que falleció, Marzo de 2005, Rafael Montesinos tenía razón. Todo esto pasará, y yo, que andaba iniciando un libro sobre la luz y el amor escribí: sólo el amor nos salva. Sin amor / anda perdido el eco de la vida. /// Sólo la luz alumbra. Sin la luz / oscuras, las palabras, desvanecen. Y me olvidé del asunto para siempre.



Foto:Rafael y yo en la tertulia

La última vez que nos vimos fue en enero de 2005. Fui a presentar un libro de Joaquín Benito de Lucas El reino de la niñez a su Tertulia. Él, como siempre, sentado en el centro Joaquín y yo junto a él. Recuerdo un detalle significativo para mí (habíamos tenido una breve conversación, previa al acto, en la que Rafael y yo comentamos algo muy personal) que todavía me emociona. Cuando acabé de leer mi presentación sentí su mano en mi brazo, le miré y mientras me lo apretaba, me dijo sonriente y muy bajito: Da gusto tenerte al lado Manuel.

Cuando Falleció, en el crematorio de la Almudena no cabía un alfiler. Minutos antes toda conversación era por y para el poeta, pero no olvidaré nunca el desconsolado llanto de Fernando Beltrán y el semblante ausente de Marisa Calvo.

(Marisa, junto a su hijo mayor Rafael Cesar Montesinos, continúa conservando la memoria del poeta y de su Tertulia Literaria Hispanoamericana de los martes y su hijo menor, Ramón Miguel Montesinos, sigue los pasos de su padre (el año pasado publicó un poemario titulado Ángeles sin sospecha) y escribe poesía.

Hace poco hablábamos Marisa y yo, recordábamos a Rafael y me decía: Han sido tantos años juntos, yo sé que tuvo una vida larga y plena; pero no puedo olvidarlo. Pero ¡Cómo vas a olvidar! Es imposible. Lo que forma parte de nosotros no se olvida nunca. Alégrate de no hacerlo y recuerda, Marisa, aquel poema que escribió para ti titulado:



AMOR Y MÉTRICA

Como si todo el monte fuera de alejandrinos
libres, blancos, oréganos, sin sinalefa alguna
entre los hemistiquios (pues frágiles se quiebran),
saltándome la edad, la seriedad, el orden,
he venido hasta ti, niña mía de siempre,
sólo para decirte. – buenos días, amor,
es nuestra la mañana.

Me falta un hemistiquio: (la mitad de mi vida).
Lo dejo en blanco para que lo llenes de besos
y saltes los colores que a tiempo no tuviste,
los años que te llevo y que me llevaré.

No te asuste el oscuro homenaje a mi olvido;
sáltate los colores más tristes de tu vida
y deja sólo el negro para que me lo lleve,
grabadora perfecta de la luz de mi alma.

Son tuyos los violetas, los celesteamarillos,
tu atardecer tan bello, tan de melancolías.

Buenas noches, amor. No sé si volveremos
a vernos. No lo sé. Pero sí que fue bello
vivir contigo, niña.

Rafael Montesinos.,
Del libro: Con la pena cabal de la alegría.

Bécqueriano y machadiano fue el poeta intimista Rafael Montesinos. Sus cenizas reposan en la tierra que le vio nacer, la de su infancia… y siempre, siempre vivo, en el recuerdo de Marisa Calvo y de aquellos que le quisimos y admiramos..

3 comentarios:

Rafael Roblas Caride dijo...

Muchas gracias, don Manuel. Todos los que quisimos a Rafael nos sentimos conmovidos y emocionados al leer estas -sus vivencias- en su blog. Con el mejor abrazo que poseo, mi enhorabuena por estos desvelos "montesinos".
Rafael Roblas Caride

blog del poeta Manuel López Azorín dijo...

Para Rafael Roblas Caride: Muchas Gracias Rafael por su comentario.Sé por Marisa que su cariño por Montesinos es enorme y me alegra, Montesinos merece no solo estos recuerdos y algún que otro apunte sobre su poesía sino un buen estudio sobre toda su obra.
Un afectuoso saludo

Unknown dijo...

Buenos días Manuel,
somos dos alumnas de la Universidad de Sevilla y estamos realizando una investigación sobre Rafael Montesinos. Queríamos saber si sería posible contactar con usted para que nos facilitara más información sobre este autor.
Muchas gracias.