lunes, 21 de febrero de 2011

Luis García Montero: Cincuentena, sin orgullo ni miedo




A Luis García Montero, dice él, le ocurre con la poesía lo que con la edad. Celebra estar vivo pero no se siente orgulloso de sus años. Dice también que si uno conserva un mínimo de conciencia crítica, resulta difícil disfrutar de la propia literatura. Luis es un hombre que en el trato cercano (al menos en lo que yo vengo tratando con él desde que nos presentara Ángel Gonzlez, allá por 1998), con su mirada clara, de niño y de sorpresa, siempre se muestra afable, cariñoso, normal, y cuando digo normal quiero decir que en él no hay signos de poeta-pedestal sino de hombre-poeta que va por la vida, me parece a mí, sin el miedo de ser o no calificado como poeta y sin orgullo por afrontar cada etapa-edad de la vida con la conciencia de que las etapas son, como la poesía para los que sentimos su necesidad, algo inevitable.

Este profesor, articulista, narrador y ensayista nacido en Granada, en 1958, es poeta y fue Catedrático de Literatura Española en la Universidad de su ciudad natal. Ha publicado muchos poemarios, libros de ensayo y numerosos artículos. En poesía, recibió el Premio Adonáis en 1982 por El jardín extranjero, el Premio Loewe en 1993 y el Premio Nacional de Literatura en 1994 por Habitaciones separadas. En 2003, con La intimidad de la serpiente, fue merecedor del Premio Nacional de la Crítica.



La antología Cincuentena (Hiperion, 2010), que ya fue publicada en Cuba y México en 2009, comienza con una breve explicación del poeta en relación a la toma de conciencia con su poesía y con su edad, concluye con un epílogo de Piedad Bonnett y, entre explicación y epílogo, cincuenta poemas seleccionados por él para la ocasión, poemas que, al ser de su personal elección, adquieren, se identifiquen o no con nuestra visión de su poesía, una significación especial muy a tener en cuenta.

En su momento, sobre esta cincuentena de poemas Luis García Montero dijo: Ahora que cumplo 50 años he sentido la necesidad de hacer una antología con los 50 poemas que me dejan más tranquilo. No les pido admiración para mí mismo, pero sí un poco de tranquilidad a la hora de leerlos en privado o en público.(…) Sé también que es un capricho limitar o extender la antología a un número de poemas que coincida con mi edad. Pero algún criterio debía seguir para calmar estos angustiados ojos de corrector que me siguen acompañando, como contrapunto imprescindible de los ojos adolescentes con los que admiro a otros muchos poetas. Ojos de corrector angustiado y ojos de adolescente admirador.

A mí me parecen las palabras de un hombre honesto consigo mismo y consecuente. Todos los que nos dedicamos a escribir, en alguna ocasión deberíamos preguntarnos: ¿Me siento orgulloso de lo que escribo? Cuando uno se pregunta esto, aun cuando en un determinado momento, al escribir el poema, parezca que sí, después asaltan la dudas, la inseguridad se apodera del autor y aunque se piense de modo inevitable, “es mía y la asumo”, siendo sincero uno termina siempre pensando como aquel Califa cordobés que dijo haber vivido mucho tiempo pero que sólo había sido feliz unos catorce días… o tal vez menos. Y es que la conciencia crítica debe estar por encima de cualquier vanidad que no nos permita ver el bosque pues no hay que olvidar nunca, como dijo don Antonio Machado, que Todo narcisismo / es un vicio feo / y ya viejo vicio.



Luis García Montero se vinculó al grupo poético de La Otra Sentimentalidad, corriente poética que, más tarde fue llamada de la Experiencia, en la que participaron también los poetas Javier Egea y Álvaro Salvador tras un manifiesto poético firmado por estos tres poetas granadinos y que apareció en el diario El país en 1983. Los tres se basaban en las teorías del personaje filósofo de don Antonio Machado, Juan de Mairena, que defendía que para llegar a una nueva poesía acorde con los tiempos era necesaria una nueva sentimentalidad.

La concepción poética de este grupo se enmarcó en los conceptos de historia y reflexión moral: La poesía es el resultado de un proceso de reflexión moral, de búsqueda, pero también es producto de un sujeto, un sujeto que escribe en un momento determinado de la historia.

En contraposición, hacia el año 1988 surgió la primera polémica con una nueva corriente, Poesía de la Diferencia, en el Diario de Jerez y Diario de Guadalete. El término surgió para unir una heterogeneidad poética que, al parecer, dejaba fuera la llamada Poesía de la experiencia. La antología Elogio de la diferencia, (1997) coordinada por el poeta y periodista Antonio Rodríguez Jiménez recogió luego esta corriente llamada de la Diferencia (corriente que se expresó, principalmente, en Los cuadernos del sur).


El caso es que la corriente de la Experiencia imperante en los 80-90 y la de la Diferencia, se tiraron los trastos a la cabeza y sin llegar la sangre al río, hoy, en este dos mil once, tal vez podamos decir que cuando el hombre, el poeta, se dedica a definir y conducir corrientes, falla. Ese gran río de la Poesía recoge las aguas de todos sus afluentes ( que son los poetas) sin distinciones. Experiencia o Diferencia o cualquiera otra, da lo mismo, son sólo intentos definitorios fallidos, creo yo, de esa misteriosa mujer esquiva, que dijo Juan Ramón Jiménez, a la que intentamos enamorar y nunca conseguimos que se quede con nosotros para siempre, a lo sumo obtenemos de ella, de vez en cuando, algún que otro favor y, eso, ya es mucho. (Y otra vez recuerdo al Califa cordobés)



El afán de poder, de supremacía, de estar unos por encima de otros casi siempre, conduce a los hombres hasta lugares insospechados y, en poesía, en el poeta,que debe ser zahareño y volar por encima de todo sin ambición mundana, no debe de existir éste afán de poder sino exclusivamente el de crear y esa creación debe andar unida a la razón y a la emoción o dicho de otro modo, al pensamiento y al sentimiento. La poesía debe de ofrecer: un continente de bella arquitectura, de armoniosa musicalidad junto a un contenido de honda y emocionada reflexión, una casa, en fin, de sentimientos y pensamientos ensamblados. Ensamblados en conocimiento, en comunicación, en participación, en compromiso o conciencia y en revelación porque en el misterio de la poesía cabe todo esto y mucho más.


La poesía siempre vive de la experiencia y, al mismo tiempo, vive en la diferencia porque, porque Ella es Una y Diversa, es decir Poesía es sólo Una y no hay más porque lo es o no lo es; pero, dentro de esta Una, es Diversa, pudiera ser que tenga tanta diversidad como poetas, así pues igual y distinta porque la poesía, aunque no es del hombre como dijo Rilke, le sirve al hombre. Los jóvenes poetas parece que lo ven más claro que generaciones anteriores y andan entremezclados, sin entablar batallas de corrientes o de poder o de lo que sea, respetándose los unos a los otros, viviendo y dejando vivir y, sobre todo, sabiendo que son los lectores los verdaderos electores de esa experiencia / diferencia poética que contiene el pensamiento y el sentimiento con el que ellos, los lectores, pueden identificarse y emocionarse. Como se emocionan tantos lectores con tantos y tan buenos poetas como hay a la búsqueda del agua y la luz del misterio llamado Poesía.

Foto: Luis García Montero con Manuel López Azorín y los cantautores Moncho Otero y Rafa Mora en Tertulias de Autor Helicón.


En el caso de Luis García Montero, lo digo porque lo he comprobado, tiene multitud de seguidores, mucha gente joven, muchos lectores, y eso es algo que para él y para cualquier poeta resulta halagador, porque los seguidores y/o lectores lo son porque ellos lo deciden así. Hace ya unos cuantos años, en 1998 concretamente, Moncho Otero puso música a un poema seleccionado por Luis para esta antología titulado Life vest under your seat. Moncho Otero y Rafa Mora la cantaron en Tertulias de Autor de Helicón.

Tertulia donde yo había invitado a leer sus poemas a Luis García Montero(en aquel tiempo acababa de publicar Completamente viernes(Tusquets, 1998) y sobre el poema del mismo título,una preciosa historia de amor que ha ido creciendo con los años, escribí un poema para Almudena y Luis que ya he "colgado" en este blog en otra entrada de este muchacho que, en la cincuentena, todavía otoño y no invierno se plantea tantas preguntas.

Foto: Almundena Grandes y Manuel López Azorín

Desde entonces han pasado muchos años y cada vez que estos cantautores la cantan, los jóvenes la siguen, la corean, la conocen como conocen y saben muchos poemas de este granadino que escribe, me parece a mí, no sólo de manera que llega a los lectores sino que, o quizá por llegar, los atrapa entre sus palabras cotidianas, cercanas, nada simples y sí muy reflexivas con esas alternancias de planos y esos trampantojos que emplea para ser accesible a todos.

Me imagino que los que no gusten de la poesía de García Montero estarán en absoluto desacuerdo. Es natural, no se puede gustar a todo el mundo y como dice el acervo popular: “Para gustos los colores”, pero lo que afirmo es un hecho constatable por cualquier observador. A mí la poesía de García Montero me parece que es buena poesía y además me gusta. Como me gustará leer su nuevo libro titulado Un invierno propio (Visor 2011) que según palabras de Luis García Jambrina este libro contiene una poesía extraordinariamente lúcida y fluida para concluir su crítica (ABC El cultural 19/2/2011) diciendonos que Sin duda, estamos ante uno de los mejores libros del autor. Yo aún no lo he recibido, pero ya tengo ganas de leer Un invierno propio, invierno que simboliza un estado de ánimo y, supongo que Luis García Montero, con orgullo y sin miedo, nos dará una visión de su trayectoria poético-vital.

La trayectoria personal de Luis García Montero caracterizada por la tendencia general a diluir el yo más personal en la experiencia colectiva, se alejó de la individualidad estilística y temática de los autores, anteriores a él que fueron los llamados novísimos para relacionarse más con el pensamiento de la llamada generación del 50, abrazando los postulados del poeta del 27, Luis Cernuda y los de Jaime Gil de Biedma, del 50, para unirlos a la estética de don Antonio Machado.

Foto: Luis García Montero y Manuel López Azorín durante su lectura en Tertulias de Autor de Helicón.

En mi opinión, lo más destacable de Luis García Montero es su forma de cantar el poema, de narrar el poema, de contar una historia que puede o no ser biográfica, de mostrarnos al protagonista de esa historia viviéndola a través del recuerdo, de la memoria, del anhelo, del sueño, del deseo…
Nos narra el poema, casi siempre, con un lenguaje de ahora, coloquial, un lenguaje que al lector, y principalmente al joven lector, le resulta cercano, un lenguaje que hace suyo porque lo conoce, un lenguaje en fin que permite comprender la reflexión de fondo del poema y que Luis García Montero genera a partir de situaciones cotidianas.

Pensar/sentir/contar, tres en uno unidos, ensamblados ofreciendo la experiencia personal integrada en la experiencia colectiva. Ese es el deseo de La otra sentimentalidad y que, sin lugar a dudas, anda cercano, inmerso también, en otras posturas, en otras diferentes maneras de escribir poesía.



Entre los libros de poemas de Luis García Montero pueden destacarse Y ahora ya eres dueño del Puente de Broklyn (1980), Tristia (en colaboración con Álvaro Salvador, 1982), El jardín extranjero (1983), Diario cómplice (1987), Las flores del frío (1991), Habitaciones separadas (1994), Completamente viernes (1998), La intimidad de la serpiente (2003) y Vista cansada (2008). Su poesía juvenil fue reunida en el volumen Además (1994). Ha reunido también una selección de su obra en Casi cien poemas (1997), Antología personal (2001), Poesía urbana (2002), Poemas (2004) y Poesía. 1980 –2005 (Tusquets, 2006).


Se le han concedido, además de los ya citados, el Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada (1980), también la Medalla de oro de la ciudad de Granada, y la Medalla de Oro de Andalucía, el Premio Especial de Literatura en los Premios Turia, Valencia. En 2009 Recibió el Premio de la Crítica de Andalucía por el poemario Vista Cansada. En 2010 le fue concedido el premio Poetas del Mundo Latino, en Aguascalientes, México, a su trayectoria literaria.


Foto:Luis García Montero, Almudena Grandes y Manuel López Azorín en la Feria del libro de Alcobendas de 1999.

Cincuentena es, como dice Piedad Bonnett, un bello compendio poético, hay que brindar por Cincuentena que, como todo buen libro, nos insta a ir hacia adelante. Y hacia adelante va Luis García Montero sin orgullo ni miedo, asumiendo su poesía y asumiendo su edad que, aunque ande ya con la vista cansada de sus cincuenta y pocos años, todavía, por estadísticas, está en ese otoño (el caballero,/ la gala de mi vida)/ la flor del tiempo), donde la vida se despoja de todo adorno innecesario para mostrarse, desnuda, al frío y largo (por estadísticas también) invierno; pero además Luis García Montero, como dice Juan Gelman, Tiene la suerte de conservar intacto el niño que, antes con las mareas del mar, hoy también con la vida, agranda su asombro y lo ofrece a las playas de otras almas.

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