Ana Vidal Egea (Dolores de Pacheco, Murcia, 1984) es periodista, poeta y escritora. Doctora "Cum Laude" en Filología Hispánica por la UNED, tras haber realizado la primera tesis completa sobre el teatro de
Angélica Liddell en 2010. Actualmente trabaja como Gestora Cultural en el
Centro Cultural de España en Miami, centro dependiente de AECID.
Fue el 22 de junio de este año cuando conocí a
Ana Vidal Egea y su poesía.
Ana era la invitada por la
Casa de Murcia a una lectura de poemas dentro del
VI Ciclo de Lecturas Poéticas que desarrolla, en
La Esfera, el Ayuntamiento de Alcobendas en colaboración con las casas regionales. Ciclo que llega acompañado de una "plaquette", en esta ocasión de la autora, con una breve selección de poemas.
Aristotélico planteamiento el de su poesía en la que nos ofreció a través de la exposición: el amor como núcleo y vida de la realidad poética.
Sólo nosotros podemos destruir / aquello que fuimos creando; / no conservaremos nada, / no habrá ninguna pérdida no elegida, / será un acto de amor dejarnos ir, para que la unión sea definitiva.
El nudo: formado con poemas de experiencia vital y mirada interna donde se confiesa desnudando a los lectores (en este caso oyentes) su yo más íntimo.
Salvarme así. Desanudando los nervios, / estirando la espalda como se tensa un arco, / volviendo a la mente, al lugar de la bruma / de donde no se puede huir y que he de limpiar / del miedo que viene contra mi cada noche.
Y, finalmente, el desenlace: donde como en un círculo que se inicia y concluye, regresó al amor y sus antónimos.
No importa dónde si vuelvo a tenerte. / No importan los nombres si me reconoces, / si me escuchas contártelo todo, / si me está esperando desde la siguiente tarde que saliste solo / a pasear por el jardín, y nadie te encontró.
Y todo con una poesía de vida con lo que conlleva de alegría y dolor, de pasión y gozo de canto elegíaco e hímnico. Poesía de duda, agónica, de miedos e interrogaciones que nada, al tiempo, en la confianza de presentes continuos veraces, gratos, amados, porque sabe bien que antes no hay nada (sólo memoria ya) y sabe que después ya no habrá nada (si acaso sueños) porque el tiempo empieza ahora y para abrazarse al instante único sin dejar de pensar, sentir, vivir, hay que recurrir al Maestro Don
Antonio Machado para saber que
Hoy es siempre todavía y el resto solo es memoria y sueño.
Ana Vidal Egea sabe manejar la palabra, sabe crear ritmos, musicalidades; con unos poemas carentes de rimas finales y polimétricos (en esa línea que se da en llamar verso libre aunque en muchas ocasiones sea verso blanco) pero, sobre todo, sabe comunicar emociones.
Ya se sabe, en los tiempos que corren, en el ayer se quedan los poemas de rimas ya sean asonantes, consonantes… los sonetos, las liras, los madrigales, las seguidillas, los romances… Todo esto queda ya, según parece, para los juglares o para los letristas de canciones; ahora es el verso libre (¿libre? Toda cadencia tiene su ritmo, su medida) el verso directo, sin endecasílabos clásicos que ritmen en la sexta sílaba. Ya se sabe, ahora hay muchas voces nuevas ( Siempre hay muchas voces nuevas, por jóvenes), unas beben en las fuentes y les sacan provecho construyendo o deconstruyendo, creando o recreando, otras van por libre amétricos y arrímicos tratando de ser diferentes.
Ana Vidal Egea combina ambas cosas. Conoce y bebe de las fuentes, construye,deconstruye, crea y busca nuevos ritmos, usa o no la rima si precisa el caso. Se sirve de las reiteraciones, del verso largo alternado con el breve para el llamado verso libre, con aliteraciones, sinestesias, anáforas… Una sorpresa, en fin, esta muchacha, murciana como yo, que nos mostró retazos de una poesía en ocasiones sincera,fresca y verdadera, con humildad y con firmeza.
Antes, esta joven poeta y yo habíamos mantenido una breve conversación en la que descubrimos no solo que éramos paisanos sino que un lazo de amistad con ella y de sangre conmigo nos interrelacionaba; pero fue ese día de junio, en que nos conocimos, cuando supimos que
Mario Moratalla (así se hace llamar mi sobrino-nieto,aquel niño al que llamé gorrión en su infancia y que , con el tiempo, se ha convertido en un hermoso pájaro libre y salvo que vuela, y bien, por el mundo de la información-comunicación, de quien acabo de saber con alegría mientras escribo esta entrada) era el nexo entre esta joven promesa y este viejo poeta.
Ana Vidal Egea ha publicado un libro de cuentos
La otra vida, 18 relatos de amor y miedo (Ed. Traspiés, 2010) y la novela
Noches árticas (Ed. Baile del Sol, 2011). Ha obtenido galardones en certámenes literarios. Ha sido ganadora de La voz +joven 2009 de Obra Social Caja Madrid y del Premio Voces nuevas, 2009
Su obra ha aparecido publicada en volúmenes colectivos y colabora en diferentes revistas literarias.
Un poema de
Ana Vidal Egea que me parece a mí que conecta muy bien con aquellos que salen del pueblo, de la ciudad, del pais a la búsqueda de las aspiraciones y los sueños futuros y van dejando tras de sí pedazos de vida, de todo,en su caminar. Un poema escrito desde la experiencia que no emplea el yo sino el nosotros como medio de universalización. Y lo consigue.
Nosotros, los que nos fuimos pronto de casa
primero a otra ciudad, luego a otro pais
-cada vez más grave- cambiando de lenguaje,
de clima, desaprendiendo, mutando. Los que vivimos solos
en hemisferios distintos, poniendo un océano de por medio
que hace imposible regresar a tiempo.
Nosotros, los que hemos dicho adios tantas veces,
los que hemos masticado el silencio de los aeropuertos
y nos hemos tragado la piedra de la duda;
los que tenemos miedo a volar pero volamos,
a los que nos cabe todo en una maleta,
los que hemos llegado de noche a donde nadie nos esperaba.
Nosotros, los huérfanos funcionales,
los que no recordamos las camas en las que hemos dormido,
los que tenemos que confiar en desconocidos,
los que seguimos buscando con un mapa en la mano
porque no tenemos lugar de descanso;
nosotros, apretamos los dientes, agudizamos la vista
y temblamos al recordar lo que vamos dejando.
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