Foto: portada de
Ulo AgoJulio Santiago, que no para de publicar, nos sorprende ahora con un libro íntimamente suyo.
Ulo Ago publicado por
Cuadernos del Laberinto Madrid, 2011 en la colección
Anaquel de poesía. En él, este poeta y pintor extremeño, con esa línea delgada y esencial que adoptó en
Poesía depilada, nos abre la puerta de su patria de hombre, es decir de su infancia, y a través de la memoria del adulto, nos recrea ese tiempo de paraíso y a veces de desconcierto que todos, cada cual a su modo, albergamos en lo más íntimo de nuestro yo. El título del libro lo explica
Julio Santiago en el segundo poema:
Cuando / con / dos / años / me / preguntaban / que / cómo / me / llamaba, / yo respondía / Ulo / Ago.
Un acertado prólogo de
Beatriz Correyero Ruiz (Doctora en Ciencias de la Información, mujer especializada en comunicación, gestión e información del conocimiento, periodismo radiofónico etc.) nos habla de :
padres, hermanos, abuelos, tíos, primos, amigos, amores, amantes, vecinos,
profesores, religiosas y paisanos del cacereño pueblo de Miajadas dejaron una impronta imborrable en Julio Santiago de la que ahora él les hace partícipes en esta obra, gracias a la cual sus testimonios no se perderán jamás y todos los que un día conocimos a Julio Santiago podremos reconstruir, ojeando sus páginas, gran parte de un pasado común.
Como este poema:
Plantaba / todo / tipo / de / legumbres / sobre / algodón / húmedo / en / las / tapaderas / de / los / tarros, / pasaban / pocos / días / hasta / que / se / producía / el / gran / milagro. O este otro poema:
La/ señorita / Cati / nos / recomendó / en / 1º / de / E.G.B. / que no viéramos /Verano / Azul, / yo / entendí / poco / pero / me / despertó / gran / inquietud.
A estos poemas, comunes a casi todos en la infancia, une
Julio Santiago otros en los que, de alguna manera, inmortaliza a las personas que formaron parte de su infancia, las que fueron testigos de su visión del mundo, que en en ese tiempo infantil es de asombro y milagro, de enigmas y descubrimientos:
A / los / siete / años / desarmaba / los / juguetes / eléctricos/ con / el / fin / de / poder / descubrir / el / milagro / del / movimiento. / A los trece,/ desnudaba / a / mis / amigas / y / amigos / con / el / fin / de / poder / descubrir / el / pecado / del / movimiento.
Julio Santiago ha escrito un libro en el que sin perder del todo, como no lo ha perdido en los anteriores, su referencia más clara, producto de su gran cariño y admiración por la poeta
Gloria Fuertes, que ejerció en él su magisterio, sin quererlo que es la mejor forma de ejercer, y su amistad con el entonces jovencito muchacho, un libro digo, en el que recrea con ternura, con humor, con alegría, con nostalgia, a veces con sabor agridulce pero siempre con amor, esa patria del hombre de la que nos hablaba
Rainer María Rilke: la infancia. Y lo ha escrito con la patria del poeta , que decía mi querido y siempre recordado
Claudio Rodríguez : el lenguaje.
Foto (de
Javier Arcenillas)
Gloria Fuertes en su casa de Alberto Alcocer de Madrid.
Un lenguaje que
Julio Santiago ha ido depurando, adelgazando, esencializando, hasta convertir su poesía en un estilo personal que nada tiene que ver con ningún otro. De la misma manera que
Gloria Fuertes invento el
Glorismo, este muchacho, en mi opinión, ha inventado el
Julismo, un modo de escribir poesía que es sólo suya, aunque todos podamos, si así lo queremos degustarla, y yo la recomiendo. Una poesía que, como
Julio Santiago, es humana, tierna, bienhumorada, sencilla, nada simple, inteligente, clara y profunda y que naturalmente por ser,aun con el lenguaje de siempre, diferente, le pertenece.
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