martes, 10 de abril de 2012

David Morello Castell: Retorno de la voz




David Morello Castell: Retorno de la voz


David Morello Castell ha escrito un poemario Retorno de la voz que ha sido publicado por el poeta y editor Pablo Méndez (Ediciones Vitruvio, Madrid 2011).
Pablito (lo del diminutivo es porque cuando le conocí, era un jovencito y prometedor poeta, admirador de Gloria fuertes y más tarde, además de poeta, editor que, creo recordar, estrenó, la Colección Baños del Carmen de su editorial, con la reedición de un libro de nuestra querida Gloria: Aconsejo beber hilo. No pudo tener mejor inicio) Méndez siempre ha tenido buen olfato para elegir a los poetas que publica.


En alguna ocasión, había escuchado a David Morello decir algún poema suyo, pero no sabía que ya había publicado un anterior libro titulado El cielo no se toca que fue Premiado con La Flor Natural de la XL Justas Literarias de Reinosa.

Este es pues el segundo libro de este muchacho nacido en 1976 en Madrid que es Licenciado en Derecho y en Periodismo y trabaja en el mundo de la comunicación. Primero fue el cielo, / su alegoría de luces cambiantes, / su baraja de oscuros mojados.



Retorno de la voz me parece a mí un libro sincero y honesto, que trata de la existencia vital de unas personas que sin ser representantes de acontecimientos sociales de importancia, sólo de las cosas sencillas, cotidianas, se convierten aquí en algo grande porque nos enseñan, nos trasmiten, las cosas esenciales de la vida. Un homenaje, en definitiva, a sus padres con poemas inmersos en un intenso aprendizaje que, partiendo de lo personal, a veces con intentos, otras con logros, llegan a lo colectivo. Después, y a consecuencia del primero, fue la tierra; / una inmensidad de ocres despintados, / el mar encallado en carne.

David Morello no le teme, ni le parecen pobres, las cosas cotidianas. Y se nutre de ellas siguiendo el consejo de Rainer María Rilke.

Mientras leía este libro recordaba a Claudio Rodríguez cuando me hablaba de la ropa tendida, la media azumbre de vino, etc. poemas –me decía Claudio– que contaban cosas cotidianas. (Como las cuenta aquí David Morello.) Esa era la grandeza de Claudio, establecer planos reales y planos simbólicos, hacer de lo cotidiano, de lo pequeño, algo grande. Estaban, es verdad, pero llegaron. / Siempre habían estado, / quién sabe si antes de inventarse la palabras quietas, / quién sabe, es verdad, pero llegaron. / Llegó la madre y llegó el padre.

Y me acordaba de él cuando me decía: “camina, observa, interioriza y poda.” Y de Rilke a quien hice decir en verso: “camine, observe, interiorice, / escriba lo que vea, lo que sienta / que la necesidad le conduzca al poema.”

A David Morello la necesidad de rendir homenaje , no sólo a sus padres sino a ese tiempo que les tocó vivir, y a esa infancia suya, raíces de una tierra y una sangre de la que no reniega, le ha conducido a escribir este Retorno de la voz observando, interiorizando, sintiendo que este canto de vida deja memoria impresa, sangre y sudor de vida en unos poemas que tienen el sabor del amor y la restitución del amor. Yo no viví una guerra / ni un después / ni pasé hambre / –hasta de padres como tú– / y creo que me faltan motivos / para no ser qué más da. / Dame un bofetón, te pido, / con la misma mano / que me da lo de debajo de las piedras / siempre.

David Morillo dibujado por Mon Fernández Dans


Este libro es una mirada que contempla el paso del tiempo y que reflexiona sobre su fugacidad como lo hicieron los clásicos como Jorge Manrique, pero dándole otra forma: Es una ilusión. Una suerte de desventura y agua, / el tiempo. Decidido a buscar el final / de la tierra, / sus lúcidos día de poso. / Allí, donde todo parece terminar comienza el mar / Imprevisible y vivo. Con esta rotundidad reflexiona David Morello sobre el inevitable final humano y la imprevisible y viva atemporalidad del principio (y fin manriqueño) de la vida.


Lo primero que nos canta David Morello –bebiendo de la alegría de José Hierro por sentirse vivo (Pero estoy aquí. Me muevo, / vivo, Me llamo José /Hierro. Alegría) tras su vivencia de cuatro años en las cárceles de la posguerra– nos ofrece su fe de vida en la certeza de que es un hombre cualquiera. Y David Morello nos canta así: Yo, este hombre, también / un hombre cualquiera, aquí ante este mar/ vengo al otoño de unos padres que quiero, / vengo a ser niño otra vez, / a oler la tierra y el fuego, / y a oír al gallo y a los perros de siempre ladrar, /y a ver a los chaparros / y a lamer mi infancia y mis días de pueblo.

Un hombre cualquiera con el arraigo de la raíz y la humildad del decir cosas pequeñas aparentemente, solo aparentemente. Existe un telón. / En algún sitio siempre lo hay. / Una certeza que provoca dentera mental, / que alimenta a las víboras del miedo. / Yo venía pensando en mis padres / y en este tren comencé a escribir; / quién sabe por qué no a llorar.



Primero, al aire del cielo. Ahora a la raíz de la tierra. ¿Seguirán después el agua y el fuego, conformando estos cuatro elementos la voz de este joven y prometedor poeta? Termino con un verso suyo que dice: ¿Qué será lo siguiente que inventen tus manos? Lo que sea, seguro estoy, buscará la certeza de lo más verdadero porque le llegará a la mano por la necesidad de cantarlo en la página (y a veces, también, de soltarlo al aire, desde dentro del alma, por la garganta, en un cante que desgarra y atrapa como un "quejío" que surgiera de la entraña más profunda del ser humano). Como este poema:

Aquí no vive nadie de aquí.
A los que nacen los llevan,
los que se mueren se van.
En esta tierra seca sólo campa el viento.
Violento el viento
se lleva a oscuras el agua.
Y vienen aquí, vienen a morir
y todos muertos.

4 comentarios:

Higorca Gómez Carrasco dijo...

¡Simplemente, muy bueno!

Ángel-Isidro dijo...

Hola Manuel, hace tiempo vengo pasando por tu blog y ya veo tu
serena y firme proguesión es un
pacer tenerte en mi blog, te
felicito y te doy la enhorabuena.
Un abrazo
Ángel-Isidro.

http://elblogdeunpoeta.blogspot.com/

------ dijo...

Palafito verbal, lleno de postes incrustados en los fondos, a donde acude a saber de mares, ese es David.

blog del poeta Manuel López Azorín dijo...

Gracias Higorca, Angel-Isidro y Nom Snad, por vuestros comentarios sobre esta entrada.