Memoria poética:
Eladio Cabañero ¿Señal de amor?
Decía Eladio, con relación a su poesía, que había evolucionado poco. Acaso haya perdido entusiasmo a cambio de una mayor exigencia y responsabilidad. A la hora de escribir la responsabilidad excesiva puede llevar al silencio. Y esta responsabilidad le llevo a guardar silencio muchos años. Dejó de escribir y no volvió a publicar libro inédito después que le concedieran el Premio Nacional de Poesía en 1963 por el libro Marisa Sabia y otros poemas, Madrid, Gráficas Halar, 1963. Siempre que le preguntaba la razón de no escribir más que algún poema que otro de encargo me respondía diciendo: Porque no tengo nada que decir.
Estas palabras, recuerdo que cuando conseguí que viniera a dar una lectura como poeta invitado a las Tertulias de Autor de Helicón me las dijo por enésima vez públicamente en el plató donde , en directo, se emitían las Tertulias. Conseguir que Eladio Cabañero viniera a Tertulias de Autor me costó varios años de insistir e insistir (algo que lamentablemente nunca conseguí de Carlos Sahagún), finalmente logré convencer a Eladio, con ciertas condiciones, eso sí. Naturalmente accedí a ellas porque traer a un poeta que había permanecido en silencio, sin lecturas públicas ni publicación de ningún nuevo libro durante casi treinta años, me parecía que valía la pena. Eladio Cabañero llegó acompañado de su mujer Eduarda Moro, poeta también, experta sonetista principalmente, con quien iba a compartir el tiempo de la Tertulia.
Casi estuvo a punto de no poder llevar a cabo la Tertulia por culpa de un malentendido. El fuerte carácter de Eduarda, que por otra parte estaba absolutamente encantada de coprotagonizar la Tertulia y de leer en ella, casi lo impide. En aquella ocasión tuve que andar rápido e improvisar una mentira relativa a una mujer que, según Eduarda, miraba con demasiado interés a Eladio y ella no estaba dispuesta a consentirlo.No hay lectura, nos vamos, me dijo con firmeza.
Le dije a Eduarda que no era posible, que aquella mujer de hermosos ojos verdes no apostaba por los hombres y que, posiblemente, aunque lo disimulase, estaría más pendiente de ella que de él. No era cierto, naturalmente, pero había que solucionar aquello como fuese y no estaba yo dispuesto a que Eladio Cabañero fuera sacado de allí sin haber leído, siquiera algún poema que otro. Fueron pocos para mi gusto, pero también hay que entender que su vista era, debido a su diabetes, cada vez peor y sé que hizo un grandísimo esfuerzo para leernos unos pocos poemas.
La presentación que escribí para la ocasión tuvo mucho que ver con la pareja ya que Eladio, tan ciegamente enamorado estaba, que me pidió contase en ella algo de la historia que concernía a ambos su señal de amor como él solía decirme. Yo no podía y no quería negarle nada al poeta de Tomelloso y esta fue una de las versiones que escribí para él aquel siete de noviembre de 1997. Presentación que me hizo prometer que si llegaba a publicarla alguna vez tendría que hacerlo tal y como él la leyó en su momento (con algunas variantes en relación a la presentación de la Tertulia que protagonizaron Eduarda y Eladio). Esta es:
En Tertulias de Autor de Helicón Eduarda, Eladio y Manuel (1997) |
¿SEÑAL DE AMOR?
Eladio Cabañero, apartado voluntariamente del mundo literario, es hoy, en el HELICÓN, un acontecimiento gratísimo por lo que tiene de “rescate de un poeta secuestrado por sí mismo” desde que, al año de publicar Marisa sabia y otros poemas,(1963.) dejó de publicar y puede decirse que casi de escribir poesía.
Eladio, desde su primer libro (1956) hasta el año 1963 que publica el último, con el que obtuvo el Premio Nacional, y con la excepción del recopilatorio Poesía-1956-1970, que le valió el Premio de la Crítica, no ha vuelto a querer saber nada de la poesía. Le preguntamos muchas veces ¿Por qué?. Él mismo nos da la respuesta: Pienso que se puede dejar de ser poeta un mal día y esto me sucedió a mí, de repente no tuve ganas de escribir y dejé de hacerlo.
Eladio vivió aquella época como una especie de cometa brillante que, sin embargo, su figura grande, bondadosa y humanísima, mantenía fuertemente atada al cometa, con la cuerda de sus raíces. Como su propia poesía, escrita desde un origen humilde y autodidacto, unos versos donde La Mancha, sus hombres y sus campos eran el telón de fondo de una construcción semántica, hecha con la argamasa del yeso y del ladrillo, de la vid y de la espiga, hecha con labriegos y jornaleros, con reflexivas, unamunianas y machadianas, miradas al cielo y al suelo de su tierra desde la que erigía campanarios de versos, no localistas sino de concepción rigurosa y universal, donde los poemas, hechos al modo tradicional, bebiendo de las formas clásicas o empleando el verso blanco, principalmente el endecasílabo y el heptasílabo, nos ofrecían, nos ofrecen, una poesía, desde el conocimiento, de lo cotidiano, emocionada y emocionante, una poesía de reflexión, meditativa, de memoria íntima y de memoria colectiva.
Escuchar hoy a Eladio leer sus poemas será un privilegio que recuperamos, después de tanto tiempo, y el HELICÓN no cabe en sí de gozo por esta lectura, breve por tus cansados ojos Eladio, que nos concedes hoy.
Manuel Rico |
Los que no tengan esta suerte podrán disfrutar de sus poemas en una, por fin, antología poética que, con introducción de Manuel Rico, y con la aceptación final y única de Eladio Cabañero, ha publicado Ediciones Libertarias hace muy pocos meses.
La recomiendo a los lectores para recuperar a este poeta, del 50, de tono conversacional, emotivo y, en ocasiones, no exento de ironía y con una sencillez, aparente, que da lugar a un buen trabajo lleno de rigor y seriedad. Señal de amor es su título.
Y esta señal de amor, inevitablemente, nos conduce a Eduarda Moro que se encuentra aquí, junto a Eladio. Esta poetisa, toledana, manchega como él, ha ido construyendo sus versos con una clásica arquitectura emocional. Las formas tradicionales son muestra de su dominio del ritmo y de la musicalidad. Nos muestra un castellano jugoso, rico en matices y de limpia expresión. Eduarda es admirada por quienes la conocen; pero es, especialmente admirada, por Eladio Cabañero. ¿Por qué? Les cuento: a principios de los 60 resulta que Eduarda y Eladio fueron novios.
Paca y Félix en su casa |
Duró el amor unos pocos años y a mediados de esa década, la feliz pareja decidió romper su relación. Eduarda se dedicó a viajar. Eladio, permanece en Madrid, solitario, con sus buenos amigos, su trabajo, cena muchas noches en casa de Paca Aguirre y Félix Grande y, luego, vuelve a los recuerdos en la soledad de su pensión, evoca la distancia, el tiempo, el amor...
Resulta curioso que, mientras tanto, Eduarda, viajera y acompañada, escribe estos versos: Aquí miro tu ausencia, a manos llenas/ en volandas va el aire, grita, crece;/ entro salgo en mi misma a duras penas. Por otro lado Eladio, solo durante tantos años, nos deja escrito un poema que dice: Qué difícil es verte. No te asombre:/ los ojos son historia del olvido./ Tan sólo el que te sueña se ha sentido/ viviente tuyo aunque jamás te nombre. Este poema está dedicado a una ciudad, pero ¿No evocará, al tiempo, ese amor en la distancia, ese amor lejano ya y, sin embargo, presente, como un recordatorio, en Eladio?
Pasa el tiempo. Llega el año 90 y lo que es distancia, de repente se convierte en cercanía, reencuentro y, de nuevo, ilusión, amor, que despierta y crece en Eladio hasta el punto de pensar en boda.
Eduarda parece tomarlo a broma; pero interviene un “ado padrino”, el poeta Rafael Morales y convence a Eduarda de que, efectivamente, Eladio quiere casarse con ella.
Un 9 de febrero el poeta Valentín Arteaga, sacerdote él, casa en Madrid a Eduarda y Eladio dando fin así a una historia de encuentro, desencuentro y boda, tras casi treinta años de su inicio.
¿Será esta señal de amor, para Eladio, un retorno a la poesía? Si esto sirve para que Eladio sea feliz y vuelva a sentir ganas de escribir, nos felicitaremos, sin duda alguna. Y para concluir les leo estos tercetos pertenecientes a un soneto de Eduarda Mora y otro de Eladio Cabañero:
Eduarda quitándose el micro, Eladio ensimismado y Antonio Hernández y yo observando sonrientes. |
Tercetos de un soneto
Aún sigo a paso lento, con trabajo;
largo y lento es el aire de mi río,
irremediablemente, como el Tajo.
Que ha de volver a ser todo. Parece
todavía temprano, niño mío,
para dormir al muerto que nos crece.
Eduarda Moro
Del libro: Esta guerra civil de los nacidos. 1980
Vivir contigo Eduarda y con tu poesía.
Luchar por ti, Eduarda, en ti me quedo,
Eternamente en ti me quedaría.
Si acaso he muerto ya, si ya no puedo,
Toledo te defienda si algún día
tuvieras que luchar contra Toledo.
Eladio Cabañero
Nota final: Eladio Cabañero, como he dicho más arriba, me pidió encarecidamente, ser incluido junto a Eduarda si alguna vez publicaba esta presentación y juntos los incluyo porque así se lo prometí.
Con relación a la Tertulia, todo resulto, al fin, mejor de lo que yo esperaba y el poeta albañil de Tomelloso que había sabido reflejar en muchos de sus poemas la dulce aridez de la tierra manchega. Que había escrito, al tiempo, sobre la soledad y la injusticia, que cantó con ternura, emoción y lirismo el paisaje y las gentes de su tierra natal, que a mí particularmente me había emocionado leer poemas suyos como El andamio o Los trenes (creo recordar que le pedí que leyese El andamio y, con mucho esfuerzo, lo hizo para mi alegría), en fin, un documento único, pienso yo, aquella Tertulia dedicada a Eladio Cabañero (incluida su compañera, su amor de juventud, su mujer luego de muchos años de andar cada uno por su lado) y a su poesía . Una Tertulia con el gran poeta que fue siempre un hombre solo, acompañado de algunos amigos, y que vivió solo (y en muchos aspectos olvidado como hombre y como poeta), durante tanto tiempo.
10 comentarios:
Esta historia de amor entre poetas no la conocía, pero me recuerda lejanamente a otras historias de amor y desamor (poesía por medio) como la de Ibn Zaidum y la princesa Wallada.
Gracias.
Un saludo.
Para Juan Carlos Ortega: Gracias por tu comentario Juan Carlos. Las historias de amor (o desamor) entre poetas si no muy frecuentes se dan de vez en vez. No es este el mismo caso de Ibn Zaydun y, como tu bien dices, Wallada, algo en común tienen las historias(ambos poetas también); como en cualquier historia de amor, sucede que uno de los dos suele amar más y el otro menos produciéndose un conficto anímico que en el que ama produce, en su soledad, tristeza, añoranza, etc.
Un saludo
Me ha encantado tu crónica
Para Ogigia: Muchas gracias. Saludos
Gracias por este trabajo de documentación y restitución a la interesada y tinta a veces historia de la literatura española. Yo he descubierto a nuestro poeta no ha mucho y la verdad es que muchos de sus poemas me emocionan tanto como los de Claudio Rodríguez o el propio Sahagún, otro olvidado, aunque un poco menos. Estimado Manuel, ¿sabes acaso si es posible encontrar la antología realizada por Manuel Rico? Gracias de nuevo por tu crónica, tus crónica, sobre este poeta. Rezuman amor, como su propia poesía. Un saludo cordial. Juan Andrés García Román
Para Unknown: gracias por tus palabras en torno a Eladio y esta Memoria poética. La antología que fue edición de Manuel Rico se publico en 1992 ("Señal de amor" (Antología poética 1956-1991), Madrid, Ediciones Libertarias, 1992), no sé si quedará algún ejemplar por el mercado. En todo caso si buscas en libros de segunda mano, por librería de viejo o bien a traves de Internet por las librerías como Alcana etc, a lo mejor hay suerte y pudes encontrar algún ejemplar. No sé decirte mas.
Lo que si te recomiendo, si es que te interesa, como veo, la poesía de mi querido Eladio es este otro libro que es lo último , y muy interesante, sobre el poeta Eladio Cabañero: (Palabra compartida (Antología poética), Introducción y selección de Pedro A. González Moreno, Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 2014.)
Gracias de nuevo. Abrazos
Muchísimas gracias. Justo de esa misma librería Alcaná a la que te refieres acabo de recibir la que creo que es su poesía completa hasta el 70, publicada por Plaza & Janés. Supongo que faltarán ¿poemas finales inéditos? Gracias de nuevo por tu respuesta y trabajo y un abrazo. Juan Andrés García Román
Para Unknown: Pues con ese libro tienes lo importante de la poesía de Eladio amigo, ya que el libro que le hizo ganar el Premio de la Crítica en 1971 fue, precisamente el que has comprado y con introducción del crítico Florencio Martinez Ruiz, creo que una antología de lo ya publicado por el poeta de Tomelloso (ya sabes que dejó de escribir tras ganar el Premio Nacional con su libro "Marisa sabia y otros poemas" Madrid, Gráficas Halar, 1963. No obstante creo recordar que el Ayuntamiento de Tomelloso publico toda su poesía en el año 2001 con el título de "Poesía reunida". Si te pones en contacto con el Ayto a lo mejor todavía tiene algunos ejemplares y así si que tendrías toda la poesía de Eladio Cabañero.
Y si quieres más sobre Eladio (no su poesía sino sobre él y su poesía) mira en este blog a tu izquierda busca un apartado titulado POESIA PARA TODOS vete mirando y busca el nombre de Eladio Cabañero (verás que tiene un número 5, son las entradas que yo he escrito sobre él. Haz click en el nombre y te saldrán todas. Si te apetece y quieres podrás así, leerlas.
Un saludo de amistad en la poesía.
Pues muchísimas gracias por tu respuesta. Un privilegio para mí. Voy a leer con mucho interés las otras entradas sobre él (y seguro que otras más sobre más poetas); sólo había leído dos porque no soy muy ducho en esto de los blogs. Sí sabía que no había vuelto a publicar pero no sabía si era cierto que no escribió más porque en verdad el "no escribir más" a veces es una (sabia) triquiñuela de ciertos poetas que por circunstancias se quieren separar del mundillo, de la presión de estar a la altura de los libros anteriores, de sus propias dudas, etc. Pero seguramente Eladio Cabañero no incurría en mentiras ni aun piadosas. Qué integridad se le lee... Un abrazo desde la amistad en la poesía y seguro que hasta pronto.
Es muy ininteresante el contenido del blog pero debería cuidar la ortografía y la sintaxis. Hay fallos imperdonables en alguien que se supone es persona culta y leída
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