El humor en Quevedo: Catálogo de ilustradores y escritores en homenaje al poeta.
Portada, de Antonio Fraguas (Forges) |
En la Torre de Juan Abad (Ciudad Real), lugar donde Francisco de Quevedo pasó la última etapa de su vida se celebra un homenaje en torno al poeta que supo cultivar todos los géneros literarios,Don Francisco de Quevedo y Villegas, con un estupendo catálogo, en el que han colaborado ilustradores y escritores.
Contraportada, de Joaquin Aubert (Kim) |
José Luis Rivas Cabezuelo, alcalde de Torre de Juan Abad y presidente de la Fundación Francisco de Quevedo, con sede en esta localidad manchega, me escribió en 2011 para pedirme colaboración en este proyecto de homenajear a Quevedo. Gustosamente preparé unos sonetos sobre el maestro de tal arte y se los envié como, al igual que en otras ocasiones, he enviado colaboraciones que me han sido solicitadas.
Ilustración de Gallego y Rey |
Al regresar a casa tras las vacaciones me encuentro con el Catálogo en el que han participado más de 90 ilustradores, desde Antonio Fraguas (Forges), que ilustra la portada, hasta la contraportada realizada por Joaquín Aubert (Kim) encontramos, entre otros, a Gallego y Rey, Alfredo, Fernando Corella, Marisa Babiano, José Antonio Fernández (Fer), Jorge Arranz, Fernando Villar, Paco Roca, Joan Mundet, Jaume Capdevila (Kap), Mamuel Sanchez Nerja, José Luis Castro Lombilla, José López Rivera (Farruqo), Cels Piñol, Diego Doblas (Diego), Rubén Jiménez (El Rubencio), Paul Coulbois, Máximo Vento, Miguel Repiso (Rep)… Y un largo etcétera de buenos ilustradores junto a escritores y poetas como, entre otros, Andrés Neuman, Juan Goytisolo, Fernando Savater, Pablo Jauralde, Juana Vázquez Marín, Luis Alberto de Cuenca, Roger Moore, Luis Martinez de Mingo, Luis Landero, Raúl Guerra Garrido, Rogelio Blanco Martinez, María Dueñas, Carlos Álvarez, Rosa Regás, José María Merino, José María Balcells, Antonio A. Gómez Yebra…que nos ofrecen a un Quevedo de de ayer y de hoy como, tal y como señala el escritor Antonio Gómez Rufo: Excusa magnífica para rendir homenaje a don Francisco de Quevedo, que supo convertir el humor en un espejo fiel de la verdad. Como tantos humoristas aquí presentes. (…) Unos textos de escritores y poetas de buen hacer e ingenio adornan los dibujos, completándolo todo.
Ilustración de Alfredo |
Os dejo aquí una muestra de este Catálogo en homenaje a Quevedo junto a mi colaboración que, por cierto, en el Catálogo, al IV soneto, le falta el último verso del segundo cuarteto ( si de alguien es la culpa seguramente será mía que, por algún despiste no debí copiarlo en la colaboración que envié), pero aquí lo incluyo para que esté completo, y solucionado.
Ilustración de Francisco Piedecausa |
Apócrifo de Don Francisco de Quevedo y Villegas, Caballero de la Orden de Santiago y Señor de la Torre de Juan Abad que hacia el final de su vida reflexiona, sobre parte de lo vivido y de lo escrito, retirado en esta villa manchega, en la casa que perteneció a su madre.
Aquí me sobra los días
y los años fugitivos
parece que en estas tierras
entretienen el camino.
-Francisco de Quevedo-
Ilustración de Marisa Babiano |
He vivido una vida turbulenta,
ha sido belicosa y agitada;
pero, también, de amor ensimismada,
la viví con humor y no fue cruenta.
La vida, aunque fugaz, nos alimenta
y aunque estuvo la mía encarcelada
no se dejó vencer malhumorada
y en los sueños que tengo se sustenta.
Porque la muerte acecha y no se quiere
hacer frente a su oscura certidumbre
trocamos el dolor por la sonrisa.
Aunque la vida duela se prefiere
el fuego de la vida y, en su lumbre,
entre el gozo y la chanza, arder sin prisa.
Ilustración de Juan Toribio |
II
En verso o prosa, siempre, mi escritura,
ya emplease mi pluma enamorada
o fuese con humor o emponzoñada…
se ha de saber que anduvo a gran altura.
Si mi vida en Madrid, gozo y tortura,
fue del celo a la envidia encadenada
por vates, botarates, gran camada
que. blasón o ignorancia, la hizo dura,
ahora mi descanso aquí, en la Torre
de Juan Abad, de todo mal me cura
y escribo sin rencor ni envenenado.
Aquí vuela mi pluma, salta, corre
para atrapar la vida y la dulzura
de este tiempo final al que he llegado.
Ilustración de Ángel y Francisco Javier Rodríguez (Idígoras y Pachi) |
III
Lo mismo que llegué a La Perinola,
sátira Para todos, divertida,
tan breve como breve es esta vida,
eficaz y sincera. Y ella sola,
la eficaz, divertida Perinola,
me trajo el mal libelo de unos cuantos,
no el licenciado Lebruno, sí otros tantos,
me llamaron bufón (creció la bola),
doctor en desvergüenzas, suciedades,
de vicios catedrático… Fue tanto
lo que de mí se dijo…. No hice caso,
yo escribo lo que siento, mis verdades.
Me dicta el corazón, y lo que canto
fruto es siempre de amor o de fracaso.
IV
Enamorado de la vida y de sus cuentos,
del concepto, palabra que lo expresa,
de la sorna sagaz, crítica gruesa,
de los significados que son cientos,
de los verbos que ofrecen mil ungüentos
para sanar de males que hacen presa
en un cuerpo, y un alma que no cesa
de expresar, entre sornas, sus lamentos,
de pensar que la vida es un suspiro,
una broma de gusto muy dudoso,
una estancia tan dulce como amarga.
Y así, aquí, en esta Torre, pienso, miro
y escribo de la vida, aún animoso,
lo que me da la vida: amor y carga.
Ilustración de Eduardo Ibañez (EDU) |
Carga que aquí en “la aldea” ,ahora, espero
endulzar la memoria, el universo
–con el sabor del tiempo joven, terso –
de aquello que fue ayer y ya es postrero.
Tal vez como yo quise no fui; pero
llevé la vida que llevé y mi verso
tocó el cielo, la luz, y quedó inmerso
en un fulgor eterno y verdadero.
Isabel, Amarilis, Tirsis, Flora…
¡Floris, Lisis, que mal el de Esperanza!
Sí, no fui en amor afortunado
Desde esta villa en que descanso ahora,
con el recuerdo abrazo la esperanza,
al menos… seré polvo enamorado.
29 de octubre de 2011
Manuel López Azorín
Ilustración de Lamberto Ortiz (Lamber) |
La última incorreción política de Quevedo fue morirse fumando un habano. Por entonces, como desopilante para la ventilación pulmonar, se recomendaba el tabaco en humo, o sea, en hoja liada y encendida. Puede que su última frase fuera "Por favor, no se cohiba".
Raul Guerra Garrido
Ilustración de Carlos Barbieri |
Advierte del juego que a buen seguro
daría Quevedo en la actualidad
Si por arte de magia o brujería
viviera el gran Quevedo en esta era
dejaría su huella como hiciera
siglos atrás con su mejor poesía.
Lanzaría sus dardos con maestría,
dañaría, repartiría cera,
sería un tertuliano de primera:
el adalid de intereconomía.
A lomos de su moto (marca Scoto)
surcaría autopistas y autovías
buscando un descosido "pa" su roto
en clubs de mala muerte o mancebías.
¿Quién sería su Góngora devoto?
De prada, Gimferrer, tal vez Marías...
Julio Rodríguez
Ilustración de Miguel Ángel Gómez (Angel) |
Recuerdo perfectamente que era segundo de EGB y que yo, con ocho años, pensaba que la poesía era algo de cursis, algo incomprensible a lo que yo nunca accedería, en un lenguaje demasiado retorcido. Y entonces la monja que nos daba clase, abrió un libro y entré por primera vez en contacto con don Francisco de Quevedo en aquellas palabras que después, con el tiempo, me extrañarían en los labios de una hermana:
"Erase un hombre a una nariz pegado /Érase una nariz superlativa / Érase una nariz sayón y escriba, / érase un peje espada muy barbado...",
Y la lírica, en mi infantil cabeza, ya nunca volvió a ser lo mismo.
María Zaragoza
Ilustración de Fernando Corella |
Contra el papa y el rey, contra el banquero
y el general, mi voz fue encadenada.
Logré arrancarme la mordaza. Pero
vencida del consenso hallé mi espada.
Carlos Álvarez
Ilustración de Ricardo Cámara (Sir Cámara) |
Atalaya en la llanura
y fiel torreon materno,
lisa y breve sepultura
que acoge un recuerdo eterno.
Buscón de ciegos parnasos,
atizador de mil fuegos,
te hicieron dar malos pasos
los validos y los sueños.
Javier Lorenzo
Ilustración de Juan Ballesta |
En Frankfurt, en la Feria del Libro de 1991, dedicado a España, el logotipo era la figura de Quevedo. Los alemanes pensaban que era Cervantes o Calderón. Les dije que no, que pertenecía a uno de los grandes poetas de la literatura occidental y que se llamaba Quevedo. Espero que se quedaran con el nombre.
Juan Ángel Juristo
Ilustración de Juli Sánchez Aguado (Harca) |
Que nadie se aduele por mi huida.
No hay valor absoluto,
no he hallado un solo refugio verdadero.
Ni incluso eso que denominais vida.
A nadie de vuestro mundo
le debo ningún favor,
que si me parió mi madre
fue porque lo precisó.
Canté por igual a Dios y al pedo,
junto al amor de la mujer
coloqué el cieno
y aunque caiga del lado del infierno
seguiré haciendo lo mismo con denuedo.
Luis Martínez de Mingo
Ilustración de Nuria Peris |
Como diría Borges, Don Francisco de Quevedo y Villegas no es sólo un escritor, sino una amplia y dilatada literatura. Asomarse a su obra en prosa o en verso es viajar por el tiempo a la época barroca, cuando España era un crisol donde se fundían las mejores esencias europeas. Decía Don Antonio Machado que la escritura es palabra en el tiempo. La de Quevedo lo es en grado superlativo, y, sin embargo, trasciende las fronteras de una etapa histórica determinada para adentrarse en el territorio de lo ucrónico, de lo eterno, de lo que nació para perdurar. La magia literaria de Don Francisco ha perdurado tanto como el conocimiento popular de su creador, cuyo nombre se ha hecho familiar, a través de los chistes y chascarrillos por él protagonizados, incluso para aquellos españoles de pocas letras que no podrían citar ningún título de su vastísima producción. Quevedo es un símbolo de nuestra cultura, un abanderado de la misma, un mito de lo hispánico que no morirá nunca, pues se encuentra en el centro neurálgico de nuestro ser, en lo más hondo y más sagrado de nuestras entretelas más íntimas.Han pasado más de trescientos cincuenta años desde que murió y está más vivo que usted, que yo y que todos nosotros juntos.
Luis Alberto de Cuenca
Todo esto y mucho más en este catálogo que rinde homenaje a uno de nuestros grandes poetas.
3 comentarios:
Iba a dejar el comentario hace más de dos horas, cuando una llamada urgente... En fin...
Bueno que es estupenda la idea y que no deja de ser curioso, que justo sobre tu Soneto IV esté la viñeta del bueno de Antonio Madrigal, nuestro humorista gráfico de Segovia.
En tiempos como estos, además de zaherir con el buen humor, como haría él mismo, este humor es necesario para alejarnos un poco de tanto sufrimiento.
Genial entrada Manuel, en los tiempos que vivimos no nos puede faltar el humor como este.Gracias por compartir tanta sabiduría.Un saludo
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