Memoria poética.
Félix Grande: Biografía, del dolor al consuelo en Libro de familia
Este verano he leído, por fin, el último libro de Félix Grande. Me ha impresionado. Su título: Libro de familia, La editorial Visor en su cuidada colección Palabra de Honor que dirigen Luis García Montero y Jesús, (Chus Visor), lo publicó el año pasado; pero ha sido este verano de 2012 cuando, emocionado, he paseado por unas páginas que me han resultado familiares (tal vez porque ya conocía algunos poemas o fragmentos de ellos y alguno leído por Félix, como el titulado Don Antonio Machado escribe el último poema de su vida), páginas, digo, familiares, cercanas, llenas de memoria, de ternura y de rabia, de amor y de odio, de esperanza y consuelo.
Un poemario autobiográfico, confesional donde el yo, a cara descubierta, funambulea entre la cuerda floja de los sentimientos, de las emociones y, en un más difícil todavía, sirviéndose del equilibrio de la palabra, a veces tradicional, a veces innovadora, traspasa sin red, desde la altura, el tiempo del abismo, de la irracionalidad y del odio para brindar/ interminablemente con la tribu / por la vida, el amor y la conciencia.
Tras su lectura, he vuelto a determinados poemas varias veces y he recordado aquel año lejano de 1991 en el que Félix Grande me regaló Biografía. Poesía completa (1958- 1984), publicado por Antrhopos en 1986 y, en aquella segunda edición aumentada, en 1989, donde termina diciéndonos en el poema que cierra esta edición: …Tal como están las cosas / mi corazón se llena / de puertas que se cierran / con cansancio o temor/ Pero caeré diciendo / que la vida era buena; / La quiero para siempre / con muchísimo amor.
Y he recordado también que este poeta, flamencólogo, ensayista y crítico, considerado uno de los grandes renovadores de la poesía española de los años sesenta, fue hijo de un republicano. Félix Grande nació en Mérida (Badajoz) en plena guerra incivil (1937) y, desde los dos años hasta los veinte que se vino a Madrid (en 1957), pasó su infancia y su juventud en Tomelloso (Ciudad Real).
Allí, en Tomelloso, trabajó como pastor, vaquero, vinatero… Más tarde fue oficinista (ya en Madrid) y, en 1961, comenzó a trabajar como redactor en Cuadernos Hispanoamericanos, donde llegó a ser director (1983-1996). Pero antes allí, en Tomelloso, un día escuchó llorar de rabia y de alegría a la guitarra (hizo estudios de guitarra flamenca que más tarde abandonó) y aprendió a sacar el grito y el consuelo al aire de sus cuerdas.
Sí, allí en Tomelloso, donde el abuelo Palancas era cabrero, un cabrero que dio lugar con el tiempo a que Félix cantara no con guitarra sino con palabras impresas La balada del abuelo palancas, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores (2003)
Félix Grande con su mujer Francisca Aguirre y la hija de ambos Lupe Grande |
A Las piedras le siguió Música amenazada en el 66 (que fue premio Guipuzcoa) y luego Blanco Spirituals (Premio Casa de las Américas) con la primera edición publicada en Cuba y cinco más, que yo sepa, en España.
En 1978, obtuvo el Premio Nacional de Poesía por Las rubáiyatas de Horacio Martín, poemario de lenguaje renovado y amoroso, en el que inventó este heterónimo inspirado en Machado y en Pessoa.
Manuel Rico publicó en la colección Letras Hispánicas (Ediciones Cátedra 1998), una edición crítica de dos de las obras más significativas de Félix Grande: Blanco Spirituals y Las rubáiyátas de Horacio Martín.
Los poetas que marcaron a Félix Grande, entre otros y esto lo ha dicho él en muchas ocasiones, ha sido Antonio Machado, Luis Rosales, de quien fue discípulo y amigo y César Vallejo (con otros muchos entre los que se encuentra Miguel Hernández )
Félix Grande (que cambió la guitarra flamenca, según ha contado él mismo, por la literatura), vino como invitado a la Tertulias de Autor de Helicón el 30 de octubre de 1992. Recuerdo que tras acabar la lectura, alguien del público me comentó: Has hecho una buena presentación, muy periodística y a Félix se lo has puesto en bandeja. Yo me limité a sonreírle y pensé que este alguien no se había dado cuenta (no tenía por qué saberlo), de que mi intención fue precisamente la de hacer lo que hice con la presentación.
Y fue así porque aquel 30 de octubre se cumplía un año del regalo que me hizo con su libro Biografía (luego me regalaría otros, estos ya de narrativa, como Decepción o Elogio de la libertad que recuerde ahora), se cumplía el aniversario del nacimiento de un poeta importante para muchos y también para Félix: Miguel Hernández y hacia seis días que en Madrid, (24 de octubre de 1992) había fallecido su maestro y amigo el poeta Luis Rosales. Yo no podía hacer otra presentación que la que hice aquella tarde, fue ésta:
Félix Grande: El yo y la otredad
Félix Grande y Manuel López Azorín |
Si Félix Grande me lo permite (y creo que no sólo me lo permite sino que me alienta a ello) empezaré por decir que hoy 30 de 0ctubre, fecha de nacimiento de un poeta tristemente muerto a destiempo (la muerte siempre llega a destiempo golpeando el corazón y los sentidos) no queremos dejar de recordar al poeta que regeneró una corriente humanizadora con su poesía. Vaya pues nuestro recuerdo para Miguel Hernández que, en este día, de seguir vivo, cumpliría 82 años.
Con 82 años nos acaba de dejar hace unos días el poeta Luis Rosales. Aún podemos escuchar el eco de su voz diciendo: “Así he vivido yo, con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño, / sabiendo que jamás me he equivocado en nada / sino en aquello sólo que quería.” Nuestro recuerdo también para este poeta que no muere del todo porque, tras los poetas, siempre queda viva su obra.
La intención esta noche aquí, con Félix Grande, no es otra que la de, tras esta presentación, escuchar y saber más de su obra poética. El autor invitado hoy, de alguna manera, anda emparentado con Miguel Hernández; pero con ese acento singular, particular y propio que todos conocemos.La poesía de Félix Grande (que dentro de marcos generacionales podría estar junto con los poetas del 50) comienza a ver la luz en los 60 y es, al mismo tiempo precursora, al menos en parte, de técnicas que más tarde serán empleadas por los poetas de los 70.
La poesía de Félix Grande se podría estructurar en tres grandes bloques, aunque muchas veces anden entremezclados, uno de ellos, la angustia existencial, otro, el amor en sus diferentes vertientes: familiar, erótico, amistoso…y como tercer bloque la preocupación, el compromiso.
Toda la obra poética de Félix Grande desborda memoria biográfica y juega con el yo, aunque también lo haga con el tú, con los otros, en los diferentes bloques para mostrarnos, mediante una elaboración singular, un estilo personal y diferente.
En sus libros hay una enorme cantidad de imágenes humanizantes, imágenes líricas e, igualmente, algunas llenas de ironía como en Blanco Spiritual por ejemplo.
Félix Grande, lo ha dicho más de una vez, es un poeta solitario y solidario. Como poeta solidario y comprometido se adentra en la corriente rehumanizadora con un estilo claro, preciso, concreto… Como poeta solitario busca su propio lenguaje, rechaza modas e intenta, además de conocer a los otros, conocer su yo, ese yo íntimo y cargado siempre de enigmas y contradicciones.
Félix Grande, en definitiva es un poeta que escribe no ya solo por necesidad, sino por responsabilidad moral.
Nacido, crecido y vivido dentro de una problemática causal, Félix Grande puede escribir los versos más tristes esta noche o cualquier noche, retrotraerse, como en una espiral, a su infancia, a su juventud y regresar en un instante al ahora, y no entender razones que no tienen razón. Puede hablar de amor y desamor, de odio y de misericordia, puede hablar con ironía, pero siempre yendo a la búsqueda de razones que le permitan seguir siendo solidario aunque continúe, como poeta solitario, adentrándose en ese mundo casi desconocido, por enigmático e imprevisible, del primer pronombre personal, del yo.
Manuel López Azorín S.S. Reyes 30 / 10 / 1992
Y con ese yo, tan suyo, nos ha traído ahora este Libro de familia que es un libro intransferible y personal, un libro intenso, pleno de la voz inconfundible de un Félix Grande que ha guardado silencio durante casi treinta años y que lo ha roto ahora para ajustar cuentas consigo mismo y perdonarse y salvarse en el sosiego de los años, para liberarse y liberar un tiempo de odio, de amor, de humillación, de silencio… con once poemas en los que el poeta rinde homenaje a sus familia de sangre (se nos desnuda hasta lo más íntimo y nos habla del padre, la madre (El madrigal del odio muerto), la hija…
Para traernos, en el primero y el último poema (Grupo escolar e Hijopaterno de mí) toda la infancia y la vejez mezclada con el horror, el miedo, y la esperanza de Yeros que concluye así: ¡Salve! / Aquella casa blanca, hermanos. Aquel don, / don de la vida, donde la vida sigue…
Félix y Paca |
Pero no solo a la familia de sangre escribe Félix, lo hace también a su esposa y al lenguaje (por algo son los dos poetas), con el poema Polifónica tarde a tempo en niebla, el hermoso y emotivo Esta vejez, y el amoroso Péndulo Santo, que festeja los 50 años de vida junto a Paca, paquita, Curra, Francisca Aguirre. Escribe a la familia política (con el impresionante poema: El desterrado del Espasa.) También a la familia poética (Machado, Rosales, Vallejo…)
Y escribe a la familia flamenca con el más largo poema del libro Criatura del dolor. Hay en este libro un poema, Ante tu trono me presento, dedicado a Johann Sebastian Bach. (Uno de los grandes maestros de la música barroca que se distinguió por su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística nacida, posiblemente, del dolor.) Dentro de las variaciones tanto de forma como de lenguaje que emplea Félix en este libro encontramos estos versos: Dolor humano, oscuro y absoluto…/ ¿quién frágil hombre lo soportaría / cada hora cada noche cada día / cada cavilación cada minuto. Félix tiene pasión por la música y no sólo por la flamenca pero rendir homenaje a Bach seguramente, como en Criatura del dolor, haya sido para reivindicar la dignidad de los humildes.
Después de Las rubáiyatas de Horacio Martín no había vuelto a publicar un nuevo libro de poesía. (aunque se han publicado durante este largo silencio poético diferentes antologías, la última que yo sepa: Una grieta por donde entra la nieve, antología, Renacimiento ( Sevilla, 2006.) Ese silencio de más de 30 años terminó en 2010, cuando incorporó su nuevo poema La cabellera de la Shoá, en la antología Biografía (Barcelona, Círculo de Lectores, 2010) En esta edición con prólogo del crítico, poeta y filólogo Ángel Luis Prieto de Paula. Un poema, La cabellera de la Shoá, que confieso no haber leído ya que no tengo esta nueva edición pero que sé escribió Félix tras visitar Auschwitz y, según me ha contado, contiene versos estremecedores.
Pero por fin en 2011 salió publicado el esperado Libro de familia. Libro del que ya hice mención en este blog con motivo de una lectura que dio Félix Grande. Fue el11 de noviembre de 2008, Félix Grande inauguraba la apertura del quincuagésimo sexto curso, 2008-2009 (Sesión 1609)de la Tertulia Literaria Hispanoamericana "Rafael Montesinos" y en esa entrada doy cuenta del poema Don Antonio Machado escribe el último poema de su vida que nos leyó aquella tarde, adelantándonos que pertenecería a un libro que andaba escribiendo y que se titularía Libro de familia.
Pertenece Félix Grande a la generación de poetas españoles (algunos del 50 y otros de los años 60) que se preocuparon por los temas sociales, pero que se centraron en una poesía estética, con preocupación estilística y renovación de lenguaje. Pero además Félix Grande es un gran conocedor de la música flamenca y como flamencólogo ha escrito dentro del género ensayístico: García Lorca y el flamenco (1992), Agenda flamenca (1987), Memoria del flamenco (1995), Paco de Lucía y Camarón de la Isla (2000). También es, además de tener numerosos premios en poesía entre los que destaco el Premio Nacional de las Letras (2004) por toda su obra, es Premio Nacional de Flamencología 1980. Mejor Escritor de Temas Flamencos, revista El Olivo, 1998 y miembro de número de la Cátedra de Flamencología y estudios folclóricos.
Libro de familia parece una despedida; pero no. Es, creo yo, un soltar lastre para ajustar cuentas con el pasado, para reconciliarse, para que ese “hoy es siempre todavía” del tiempo que quede por venir venga en calma y con efectos sosegados, curativos. Por esta razón Libro de familia se inicia y rememora un pasado doloroso y trágico y que, según avanza, se va asentando en el sosiego y la serenidad, como si del dolor o por el dolor (Ya lo decía Pepe Hierro, tan amigo nuestro: llegé por el dolor a la alegría) vaya trocándose la vida en hilos de esperanza, de relativa felicidad, entre canas, toses y años.
Félix Grande se ha dado con Libro de familia, a través de su yo más íntimo, un paseo por el infierno de la memoria en una tiempo de guerra cainita y luego interminable postguerra, para lograr, salvado ya de sí mismo, sonreir en el consuelo de la redención bajo el cielo sereno del suelo de la vida.
Manuel López Azorín
1 comentario:
A la espera de leer este libro. Esta reseña acaba de adelantar su posición muchos, pero que muchos puestos. Vamos que ocupa la pole.
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