Memoria poética.
Eladio Cabañero: Va y viene la memoria
Esta última entrega sobre el poeta Eladio Cabañero se había quedado pendiente de acabar. No ha sido hasta hace unos dias que la terminé (aunque ya casi estaba terminada a primeros de septiembre no pude retomarla para concluir esta Memoria poética hasta ahora) Aqui la dejo para quienes quieran leerla, para quienes quieran acercarse (tras leer ésta y las anteriores entradas sobre Cabañero), a leer la poesía de este hombre bueno y buen poeta.
Con un lenguaje muy suyo, Eladio Cabañero escribió sobre el hombre y del hombre, escribió de amor y por amor, escribió poesía social (o testimonial, como quieran). Lúcido y pasional siempre, solo y desamparado casi siempre y con él siempre el origen de la palabra clara. Eladio alcanzó las cotas más altas con las palabras más sencillas, cotidianas y abrazó la memoria para nunca olvidar. La voz de Eladio Cabañero nos trajo el latido del lenguaje manchego, su voz nos llegó, campesina e intensa, cargada de sentido.
Me contaba Pedro A. González Moreno sobre Eladio cuando supe que ambos se conocían y eran amigos y a propósito de una anécdota personal: La verdad es que tuve la suerte de estar próximo a sus afectos, y él nunca dejó y nunca dejará de estar dentro de los míos. Escribí algunas páginas sobre él (como sobre tantos otros), y algunas de ellas se publicaron en "Aproximación a la poesía manchega". Este ensayo lo publicó González Moreno en la Biblioteca de .Autores .Manchegos (Ciudad Real, 1988)
Pedro A. González Moreno |
Paca y Félix |
El Ayuntamiento de Tomelloso le concedió la medalla de oro de la ciudad, creo que fue cuando falleció en el año 2000, pero antes le había nombrado Hijo predilecto. Félix y Paca (me refiero a Félix Grande y Francisca Aguirre), se acercaron a Tomelloso para acompañar a Eladio Cabañero en ese día (No recuerdo la fecha exacta pero sé que fue por los años noventa y dos o noventa y tres más o menos.) De lo que me contaron surgió este poema que os dejo al final y que escribí por aquel tiempo para este hombre bueno, protestón y bueno que siempre, al igual que Pedro A. González Moreno, leeré y recordaré. Murió un 22 de julio de 2000 (este día siempre anda en mi memoria pues Claudio Rodríguez, un año antes, el 22 de julio de 1999, se nos fue para siempre también aquí, en Madrid.
Eladio Cabañero, siempre, socarrón y risueño, era hombre con el que podías hablar de poesía y de poetas, y conversar de las cosas más sencillas y cotidianas pues al igual que Claudio Rodríguez se mostraba tal cual era, eso sí más gruñón
Dibujo de Eladio Cabañero realizado por Jesús Muñoz |
Su mirada, no obstante (quizá eso explique el olvido en que vive su obra y su desaparición de la mayor parte de los recuentos), era muy diferente a la que dominaba entre sus compañeros de generación. Debicki lo señala en el estudio citado: "Los antecedentes sociales de Eladio Cabañero difieren considerablemente de los demás poetas de su generación. Nacido y criado en la pequeña ciudad de Tomelloso, Cabañero trabajó como peón en su juventud y tuvo una formación en gran medida autodidacta hasta su llegada a Madrid, cumplidos ya los treinta".
Creo que ahí está la clave. Fue un niño de la guerra que la vivió, no desde la cierta comodidad con que la evocan (un tiempo de felicidad, sin obligaciones, unas largas vacaciones...) poetas como Gil de Biedma, Caballero Bonald o José Agustín Goytisolo, entre otros. Su origen de clase hace que su mirada no sea la mirada crítica e irónica hacia la propia clase (Gil de Biedma), sino una mirada desolada, de sufrimiento, marcada por las desapariciones ("Muchos ya no volvieron. / Algunos no volvieron a echar hato los lunes / para irse de semana, a la vendimia") , por la muerte del tiempo feliz de antes de la guerra y por la sombra de la posguerra ("y a los niños dejaron de querernos. / Y nosotros, mis primos, mis amigos / no volvimos tampoco de la guerra"). Los que leemos a Eladio Cabañero como Pedro A. González Moreno, Manuel Rico, y muchos más incluido yo... no nos olvidamos ni de él ni de su poesía y es que Eladio Cabañero, como me comentaba algunas veces Pepe Hierro, era el hombre del pueblo, desamparado, que escribía con hondura para los desamparados y no podemos olvidarnos de él porque como él mismo dijo: Como el olvido es malo, nunca olvido,
Eladio Cabañero y Pepe Hierro |
Estudios sobre Eladio Cabañero se ha hecho algunos anque, en mi opinión, no demasiados. Al margen de la introducción para su antología Señal de amor que escribió Manuel Rico (y que ya he mencionado en otra entrada) están también los que hicieron Manuel Ríos Ruiz, La poesía de Eladio Cabañero, en Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 262 (1972), págs. 151-167. El homenaje a los poetas Eladio Cabañero y Félix Grande. Tomelloso, marzo de 1982. Alambor. Revista de la Asociación Cultural de Tomelloso, número 1. Andrew P., Debicki, Eladio Cabañero: imágenes, estilo, efecto, en Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-1971, Madrid, Júcar, 1987, pags. 257-280. Un Homenaje a Eladio Cabañero en la revista La Estafeta Literaria, VII Época, núm.13. Madrid, 2000, y Esteban Rodríguez Ruiz, que en 2004 escribió: Eladio Cabañero: una mirada hecha verso. Aproximación a su poesía, Tomelloso, Soubriet, D.L.
No fue Eladio poeta de muchos premios, obtuvo algunos como la Flor Natural en los I Juegos Florales del Trabajo de Barcelona (1959), el Premio Nacional de Poesía (1963), el Premio Juventud (1971), Premio Gran Hotel y el Premio de la Crítica (1971)
La única obra en prosa de la que yo tengo noticia fue La Mancha. Un ensayo preliminar de Eladio Cabañero con fotografías de Josip Ciganovic, Madrid, Clave, (1968)
Os dejo aquí el poema que escribí para Eladio con motivo del reconocimiento como "Hijo predilecto" que le otorgó su pueblo, Tomelloso, y que años después incluí en el libro Azul de los afectos.
VA Y VIENE LA MEMORIA
Para Eladio Cabañero
Eduarda Moro, Eladio Cabañero y Manuel López Azorín |
Como un recordatorio
que ya será perenne en la memoria,
tu pueblo – laudatorio –
te introduce en su historia
ofreciéndote, al fin, honor y gloria.
Paca y Félix me cuentan
que te nombran el hijo predilecto.
Imagino las cuencas
de tus ojos, volviendo
a tu raíz de niño y de lamento.
Visión inexplicable
de un tiempo incomprensible en la mirada,
con la muerte, y el hambre,
con el asombro a espaldas
del niño que no entiende, que no calla,
del niño que, al ser hombre,
defiende con sus armas – las palabras –
lo que no pudo entonces:
un pueblo, y una casa,
una idea, y un nombre ¡Con sus armas!
Versos de verde trigo.
Pan de mañana para el jornalero.
Cuántos días sufridos,
cuánto sudor el precio.
Hay más llantos que risas de promedio.
Yeso blanco y palabras.
Semánticos ladrillos por cimientos.
Se levantó la casa
que el odio tiró al suelo
y en sus ventanas le florecen versos.
Del libro Azul de los afectos (2001)
|
2 comentarios:
Gracias Manolo por esta serie. Que sepas que no hay poeta manchego que no lleve a Eladio en el corazón. No hay nada más desolado que estos dos versos "la gente se hizo dura / y a los niños dejaron de querernos" con los que el poeta relata sus días de posguerra.
Eladio fue uno de los que me trajo de la mano a este mundo de la palabra, que es el nuestro.
Gracias.
Querido Caro: a Eladio, pienso yo, hay que llevarle siempre, seas o no manchego, en el corazón. Disculpas por tardar en responderte.
Un abrazo amigo
Publicar un comentario