Pedro A. González Moreno: El
ruido de la savia
El Premio Nacional de Poesía José Hierro que convocó el Ayuntamiento de San Sebastián
de los Reyes en su XXIV edición fue para Pedro
A. González Moreno (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1960) por su obra El
ruido de la Savia, libro que se alzó con el galardón sobre las 157
obras presentadas en total en esta edición de 2013. El poeta recogió el premio
el 4 de diciembre de 2013 en un acto realizado en El Caserón con la participación
de los poetas Joaquín Benito de Lucas, Ángel
García López y Antonio Hernández, miembros del jurado, y de Mar Escudero,
concejala de Cultura del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes.
El salón a rebosar de público para escuchar al jurado y al poeta
que dijo de este libro: lo mejor es la sensación que me deja de haber saldado una deuda con mi
pasado, con mis raíces y con algunos de mis fantasmas más íntimos. Fantasmas,
raíces, savia que en las dos primeras
partes de las cinco que consta este poemario, aparecen , dando sentido a los
versos de Eladio Cabañero que como cita de introducción y aclaratoria nos
dicen: Pues quien no se comió los huesos
propios, / las heredadas venas de los padres / como quien por agosto bebe agua,
/ no fue digno de nadie.
El poeta Pedro A. Glez Moreno con su hijo |
Un homenaje, un
ejercicio de memoria, para recordar que esos fantasmas del pasado, esas raíces que
dieron lugar, gracias a la savia que las nutrió de vida primero y de poesía después, a otras ramas De mis antepasados / no aprendí grandes cosas, pero heredé de ellos/ una extraña escritura / donde
podía leerse / el filo de las hoces y el ruido de la savia. No heredó
grandes cosas, pero el sujeto poético aprendió de ellos a agavillar los desengaños, y en el dejaron cauces / de savia turbia donde
se mezclaban / sombras de barro y luces
de quimeras. Poema tras poema el autor va recordando sus raíces: Arrieros, capataces, albañiles… y se
pregunta: …Quién sabe / si alguna vez soñaron a escondidas / con escudos de armas.
Pero su vida, nos cuenta, fue la aristocracia del cansancio. Nos habla de una estirpe que en barro y yeso dejó
escrita su canción sin palabras.
Decía hace
tiempo el poeta Francisco Caro, en relación a la poesía de Pedro A. González Moreno, que es poeta en el que la memoria
de la vida precede siempre a lo vivido, donde vivir es solamente contar la luz
que la memoria desprende.
Una poesía de vida viva y de memoria viva, una
poesía escrita con la materia de los sueños que no es otra cosa que la memoria,
una memoria que es recuerdo absoluto, primigenio pues consciente o no vive en
nosotros desde que nace y sin advertirlo, nos acompaña ya toda la vida.
Raices naufragadas, / larga alfombra a de huesos como
polvo de espigas / que todavía me
alimentan. / Lenta y callada procesión de sombras / que vuelven a mis sueños
cada noche / y a veces me preguntan si
su árbol / continúa creciendo.
Sus ramas
todavía le acunan, le siguen dando sombra, y recuerda que
la savia de aquel árbol puso un día en sus labios palabras para escribir
el primer verso. Y gracias a la savia, a su ruido nutriente e invasor, a su sueño
de música humilde, de herencia noble, de voluntad de construir, de crecer, fue
surgiendo lenta, primero la canción no escrita, después la grafía y su leve
murmullo tarareando en los recuerdos,
brotando entre las páginas , paginas que redimen fantasmas, raíces… y que
hacen que el poeta construya, con las
palabras, lo más suyo, lo más íntimo, y lo construya para siempre, sin prisa y contra el miedo. Porque el poeta siempre guarda en los armarios de la memoria, las
palabras que un día, fueran ya hebras de claridad, sólida luz en el poema escrito.
Lo que más me ha
costado del libro, nos dijo Pedro A. González Moreno, ha sido estructurarlo, es
decir organizar los temas para que las reflexiones metapoeticas se convirtiesen
en el hilo conductor que le diese unidad general a la obra. Las tres partes
finales del libro están dedicadas a esas reflexiones metapoéticas, a esa Agua
que sacia nuestra sed / e igual que un perro fiel nos lame / piadosamente las
heridas.
Video sobre el jurado del Premio Nacional José Hierro
La palabra de Pedro A.González Moreno es precisa, elegante, rítmica, musical y es que este poeta es de una gran perfección formal, cuida el lenguaje, la palabra porque sabe bien que la música del poema, de la poesía, solo sonará bien si se construye con la única materia con la que elaborar la poesía. Con la sombra del árbol donde creces, con la memoria de sus raíces y Con raíces y hojas, con hilo de adjetivos, con lenguaje, con palabras … y el temblor de esas letras que en el árbol fueron creciendo, conformándose, para hablarnos después en sus poemas.
La palabra de Pedro A.González Moreno es precisa, elegante, rítmica, musical y es que este poeta es de una gran perfección formal, cuida el lenguaje, la palabra porque sabe bien que la música del poema, de la poesía, solo sonará bien si se construye con la única materia con la que elaborar la poesía. Con la sombra del árbol donde creces, con la memoria de sus raíces y Con raíces y hojas, con hilo de adjetivos, con lenguaje, con palabras … y el temblor de esas letras que en el árbol fueron creciendo, conformándose, para hablarnos después en sus poemas.
Pedro A. González Moreno
es licenciado en Literatura Hispánica y es profesor de Lengua y Literatura. En
cuanto a poesía ha publicado: Señales de ceniza, con el que se alzó con el premio
“Joaquín Benito de Lucas” (Col. Melibea, 1986); Pentagrama para escribir
silencios, (accésit del premio Adonáis), Rialp, 1987; El
desván sumergido (premio “Villa de Madrid- Francisco de Quevedo),
Libertarias, 1999; Calendario de sombras (premio “Tiflos”), Visor, 2005, y Anaqueles
sin dueño (Premio “Alfons el Magnánim-2010), Hiperión, 2010. Además de
una antología en la que se recoge parte de su poesía La erosión y sus formas
(Antología 1986-2006), Vitruvio, 2007.
En cuanto al ensayo, es
autor del libro Aproximación a la poesía manchega. Y en la narrativa ha
publicado Los puentes rotos (IX Premio “Rio Manzanares de novela”),
Calambur, 2007, y el libro de viajes, que es mucho más que un libro de viajes, Más
allá de la llanura, publicado por la Biblioteca de Autores Manchegos y reeditado
en 2013.
2 comentarios:
No es imposible como algunos dicen. Tú lo demuestras Manuel. es posible ser buen poeta y buen amigo. Magnífico reportaje.
Gracias querido Caro: tus palabras animan este día frío de invierno; pero claro,tú también estás en esa nómina de la amistad... y ya se sabe.
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