viernes, 7 de febrero de 2014

Beatriz Villacañas: "La gravedad de la manzana"




Beatriz Villacañas:  La gravedad y la manzana




Beatriz Villacañas  llegó con su poemario La gravedad de la manzana, publicado por mi paisano Juan Pastor en su colección Devenir, Madrid 2011,un poemario que me dedicó, “en la amistad, en la poesía”, durante un encuentro de poetas que celebramos todos los años durante el verano en Sigúenza,  gracias a la generosa hospitalidad  de la Fundación Al Aissiya.

Beatriz Villacañas, que es doctora en filología y profesora en la Universidad Complutense de Madrid, nos dice en el primer poema de este libro, el que nos abre la puerta a su lectura: Somos la gravedad,/ manzana eterna,/ podredumbre con sed de poderío,/ la tentación de luz en la caverna/  con un alma flotando en el vacío.

Beatriz Villacañas, que en calidad de poeta y académica ha sido figura invitada en congresos nacionales e internacionales, es miembro de la Real Academia de Bellas Artes  y Ciencias Históricas de Toledo. Hija del poeta Juan Antonio Villacañas, dejó escrito en un estudio sobre su padre que la poesía es conocimiento revelado: Y es revelado, nos dice,  porque  La poesía no se dosifica en etapas de aprendizaje: se revela toda entera, es epifanía. La Poesía no explica el mundo, da fe de su misterio. La más hermosa paradoja es que, cuando la palabra se acerca al misterio, se puede producir un destello de conocimiento, la epifanía que nos muestra que todo lo revelado proviene de un secreto original. 

En La gravedad de la manzana, título claramente newtoniano, con destellos de física y destellos bíblicos donde  razón y sentimiento se funden a la búsqueda del lenguaje que celebre el misterio creativo de lo inexplicable.  Este poema lo dedica a su padre: Qué nueva identidad me dio tu muerte / qué nuevo amor con el que hablo contigo, / me dio un lenguaje libre de palabras / y un infinito amigo.

La poesía le revela a esta poeta que escribir, no importa qué y cómo se le llame a lo escrito, es comer el fruto… y la manzana siempre nueva del ser y su secreto / será alimento vivo de todas las historias / y de todos los hombres / y de un solo camino. Y la poesía, que es una y diversa, entra en las páginas de este poemario para indagar en el misterio de lo inexplicable y en el de nuestra realidad de humana. Páginas  donde el pensamiento, la idea, el concepto y, por decirlo como Unamuno, el corazón, la emoción, nos ofrece lenguaje antes que nada, palabra, verbo, como misterio, como milagro inexplicable,  ya que  crea al tiempo que recrea mientras sufre y goza, explora y busca, se desespera y encuentra, destruye y ama: La evolución atada a nuestros pasos/ la pisada inaudible en el espacio que nos sujeta al suelo, / con la verdad de Newton / llena de gravedad y sabor a manzana / de algún desconocido paraíso. La metafísica del alma, dijo mi amigo el poeta Antonio Hernández , es la poesía,

Y mientras marchamos a la búsqueda del misterio que para Beatriz Villacañas parece hallarse en la epifanía, es decir en la manifestación o revelación, en este caso, de la palabra, vivimos, sentimos, pensamos, buscamos la palabra, que es el tiempo ilimitado, la jacilla del verbo el reflejo de la idea, significante, fiel significado.


Con la palabra, con el lenguaje, antes que nada, vive, siente, piensa el poeta: Vivir es un aprendizaje de refugios. Con la palabra  duda el poeta: La duda es un cuenco divinamente fisurado. Con la palabra ama el poeta por más que: El amor siempre (pueda) con  nuestras definiciones. La palabra, el lenguaje, nos mata y nos da vida: Cada descubrimiento  alimenta un enigma nuevo. Indagar en la palabra es como buscar el  principio, la raíz,  el origen, es caminar sobre la palabra para tratar de llegar  a ese inicio que es punto de partida y al tiempo llegada. Es como recorrer la rueda del tiempo, la manzana del tiempo que ciclo tras ciclo nos ofrece la naturaleza en redondez: nacer, crecer, morir  y renacer.  A  través del pensamiento, de la idea, de la palabra: La poesía es un arma de seducción voraz,  crea y recrea el poeta  cuando escribe y. como en un círculo sin fin, sale de si para regresar  o busca el origen para salir mientras rueda y rueda aferrándose a la duda mientras se salva / y (se) mantiene a flote.


La metafísica, su misterio, está en lo que sentimos y pensamos, en lo que vemos y tocamos, y este misterio nos coloca, a través de los sentidos, a través de una palpable realidad, en otra realidad, la poética, esa que tras el instante creativo, tras la palabra escrita, nos llega como un regalo que sorprende y asombra y , por ello, nos invita a nuevas reflexiones y eso suele suceder, escribí yo hace tiempo, “Cuando en la soledad de lo más hondo / llega mi voz a mí para contarme / lo que no sabe nadie (ni yo mismo) /, escucho los idiomas / unas lenguas con códigos secretos que descifro / y una fiebre de miel me florece palabras / desde el núcleo más intimo.”


La gravedad, ley física universal,  es  aquí símbolo de las servidumbres, nos dice la autora,  que nos atan al suelo y la manzana, símbolo del pecado original, de la tentación y la belleza. Así pues las palabras  "gravedad y manzana" son empleadas en este poemario como realidad y simbología. En fin, como dije más arriba, la Poesía que es una y diversa, en toda su unidad y en toda su diversidad, nos ofrece siempre su inexplicable y misterioso milagro. Lo diré con estos versos que escribí hace tiempo: “Es, tal vez, el milagro que nos vive por dentro / y que un día se eleva en la luz, como espuma, / hacia quién  sabe dónde, qué lugar y qué tiempo”

Mi queridísimo Claudio Rodríguez solía decir que la poesía, que se hacía con lenguaje, también era comunión, en el sentido  de unión  o contacto entre  personas o cosas que es una de sus definiciones. Yo quiero concluir  con este poema de la página 55 de La gravedad de la manzana  que la autora ha titulado Comunión, un hermoso poema de amor para encontrar la luz de la poesía, para que ésta se nos revele y nos abrace con su inexplicable misterio.


Comunión

Ábreme en el poema,
deshoja la palabra
arrancando sus pétalos.

Deja caer mi aroma
al vacío de tus pies.

Magdalena yo, 
ungiéndote
con la flor de mis besos.

Beatriz Villacañas ha publicado los siguientes poemarios: Jazz, 1991. Allegra Byron, 1993.  El silencio está lleno de nombres , Premio Internacional Ciudad de Toledo, 1996. Dublín, Premio Internacional Eugenio de Nora, 2001. El ángel y la física, 2005…Este La gravedad y la manzana. 

Y mientras termino esta entrada  Beatriz Villacañas anda con otro nuevo libro que le publica Pablo Méndez en su Edicones  Vitruvio y que Beatriz ha titulado Testigos del asombro. Habrá que leerlo ya que la metapoesía (al menos en el breve poema que nos muestra la autora) parece andar presente en estos testigos: AQUÍ LA ROSA:/ UN MISTERIO VISIBLE / EN CADA HOJA. 



Testigos del asombro que se presenta el próximo día 13 de febrero en el Café Comercial de Madrid y que contará con la intervención de mi querido amigo el poeta Luis Alberto de Cuenca, un libro de haikús del que según dicen "mantiene en todos los poemas esa ilimitada sensibilidad por la naturaleza, su movimiento y también su eterno canto" 


Beatriz Villacañas También ha  escrito ensayo y narrativa y, entre otros, ha publicado La poesía de Juan Antonio Villacañas: Argumentos de una biografía, 2003. Literatura Irlandesa, 2007.  Juan Antonio Villacañas: Selected Poems, edición bilingüe español-inglés ( Traducción de Michael  Smith y Beatriz Villacañas) Reino Unido, 2009.






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