El pasado 8 de este mes de febrero se presentó, en el Centro Cultral Blas de Otero, el poemario Ni sombra de lo que fui de Luis Martínez de Mingo, editado por Eirene Editorial. E ste profesor, catedrático de Literatura que comenzó escribiendo poesía, tras publicar dos poemarios en 1978 y 1985, se ha dedicado durante los últimos casi treinta años a la narrativa y al ensayo. Su labor como escritor abarca unos doce libros entre los que destacan una novela, El perro de Dostoieski, que fue finalista del Premio Nadal, el ensayo Miedo y literatura y cuatro ediciones de cuentos o relatos cortos recogidos en Bestiario del corazón. Luis Martínez de Mingo, sin embargo, ha seguido escribiendo poesía aunque no haya publicado y Eirene Editorial ha querido rescatar, con Ni sombra de lo que fui, al poeta que siempre ha llevado dentro.
Allí estuvimos para acompañarle el magnifico Ramón Irigoyen y yo, junto al numeroso público que acudió a la cita.
Ramón Irigoyen, siempre en su linea tan única y personal, ha escrito una crónica sobre la presentación de este poemario publicada en Diario de Navarra el lunes 17 de este mes de febrero de 2014. En él, entre otras cosas, nos dice: López Azorín es autor del prólogo de Ni sombra de lo que fui y nos cuenta los inicios de Martinez de Mingo como poeta (...) y disecciona el libro que estamos presentando con un bisturí tan certero que el mismísimo doctor Gregorio Marañón, contagiado por la pericia quirúrgica de López Azorín, pide a gritos en su tumba que un ángel le traiga del cielo un quirófano. En la sala del Centro Cultural Blas de Otero se oye la voz imperiosa de Marañon que, como todos los cirujanos fallecidos, tiene mono de rajar a alguien, y todos los asistentes - la sala estaba abarrotada de público - no comprendemos la lentitud del ángel exterminador a la hora de servirle al doctor Marañón el berbiquí que está reclamando. Yo mismo, animado por la vivisección crítica de López Azorín, comienzo a anhelar el momento casi inminente en que tendré que intervenir para recomendarle al público que lea el excelente poemario Ni sombra de lo que fui. Lo dicho, único y personal este escritor, poeta, traductor, experto en en griego antiguo y moderno y traductor al español, fantástico, de la poesía de Cavafis.
Os dejo aquí el prólogo de este poemario y un poema del libro como aperitivo para aquellos que se interesen por su lectura. Lectura que el autor hará nuevamente, ahora en Logroño, el próximo día 7 de marzo.
Ni sombra de lo que fui: "Todo pasa y todo queda"
Se dice que el poeta que lo
fue, lo será para siempre. Luis Martínez
de Mingo ya publicó un primer libro en 1978, y otro en 1985 Habiéndose
dedicado durante casi treinta años a la narrativa, el ensayo y el cuento, aun
con intermitencias temporales, nunca ha abandonado la poesía y de vez en
vez ha seguido escribiendo sin publicar
este género, el poético, que según muchos escritores es considerado como la matriz de la literatura. Tras este largo silencio
nos llega ahora con un nuevo poemario Ni
sombra de lo que fui,nos hace recordar a Quevedo: Soy un fue y un será y un es cansado.
La poesía de pensamiento, en este libro, nos devuelve al poeta, gran conocedor del lenguaje, porque para que haya poesía tiene que haber lenguaje, ya lo decía Claudio Rodríguez: la poesía es
lenguaje. Por otra parte Heidegger escribió: El habla (el lenguaje) es la casa del ser porque el lenguaje acontece en el ser y en Ni sombra de lo que fui su autor quiere referirse a una de las grandes imposturas de la Cultura Occidental, el verbo ser. El ser, un vacío porque no es más que pensamiento, que nos dijo Ortega. La filosofía moderna parece ignorar el ser y ya no se pregunta por su sentido (pregunta que motivó el nacimiento de la filosofía griega) Se dice que: el concepto de ser es el más universal y vacío. Los antiguos filósofos chinos desarrollaron posiciones acerca del ser. Ya Lao Zi en el siglo VI a.C. hace la distinción entre ser y no ser y más tarde las escuelas neo taoístas harán prevalecer el no ser sobre el ser. Según Wang Bi, el no ser se identifica con el Tao, por lo que se lo considera el origen de todas las cosas, en particular el ser.
Por los años en que
nuestro poeta publicó su poesía, poco a poco fue surgiendo una nueva
sensibilidad lírica, algunos rasgos fueron la recuperación de ciertos poetas anteriores a los novísimos
como Jaime
Gil de Biedma, se introdujo de nuevo el humor, la parodia y el gusto
por la expresión de lo íntimo y de lo individual.
Cauces del
engaño (Ámbito Literario,
Barcelona, 1978) que fue su primer poemario, es el libro de un poeta, entonces,
joven y rebelde, que nos ofrece una muestra de belleza "a pesar de": vienen
los coches mansos como el humo/ y las personas incesantes,/ me son – /hoy más –
ajenas, así como los tiestos / ¿cómo podría estar en esta plaza / si no hace
apenas la he visto/ y entre el espacio de la mano y el fuego/ han vuelto con
anchos almacenes de luz/ los pasos derramados como renglones,/ sus formas, amarillas
aún, aspirándonos/ los recodos del colegio/ con las paredes escurridas de
horchata?
La poesía, en el tiempo en que publicó Luis Martínez de Mingo su primer libro, andaba abandonando a los novísimos y éstos buscando nuevas formulas de expresión. Convivían entonces los metapoéticos, metafísicos, los poetas urbanos, los experimentales, los decadentes venecianos, los poetas de tradición clásica, los independientes y los que combinaban lo culto con la tradición popular, el realismo y la poesía de lenguaje. Aquellos poetas pretendían expresar experiencias personales que pudiesen ser comunes a las de los lectores. Para ello emplearon unas referencias y un lenguaje que para poetas y lectores, resultaban comunes dentro de la cultura de masas de la sociedad del momento.
Su segundo libro Anacrónica y Fidel (Antrophos,
Barcelona, 1985) fue un poemario que abarcó casi cinco años de poesía de Luis Martínez de Mingo, un autor marginal en su papel de urbanita de
una ciudad grande, siempre rebelde al tiempo que tierno, ya con madurez elaboró un poemario con
resonancias culturales, un libro vitalista, hasta apuntar la fuerza de la incultura – en el
mejor sentido derivado de contracultura –
como un valor perdido, según nos cuenta su contraportada. En Anacrónica
y Fidel ya definió la poesía como: un
dialogo de máscaras y muerte.
Ni sombra de lo que fui llega para mostrarnos que el poeta que fue continúa en él y nos
ofrece en él distintos tratamientos que van desde lo tradicional y clásico
hasta el llamado verso libre. Un libro con tres
apartados o “tempos” y tres temáticas que aparentemente nada tienen que
ver ni en la forma ni en el fondo; pero, en mi opinión sólo aparentemente. Es
el resultado de una relación intensa pero inconstante con la poesía; de amante,
no de marido, y en cada uno de sus apartados se impone un tema, que es el que
marca la deriva del "tempo".
Ni
sombra de lo que fui, está dividido en secciones con títulos clarificadores: -El Tiempo, las Máscaras. - La Muerte, la caída de la máscara y El
Tao, contra la Máscara y las máscaras. Un poemario donde el tiempo
del autor nos lo muestra con su experiencia vivida y sentida a cara
descubierta, sin máscara alguna o si acaso, el antifaz del fingimiento que
usaba Fernando Pessoa cuando nos dijo: Finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que
en verdad siente.
En los sonetos del primer “tempo” nos llega con amor y hasta con “amour fou”,
pero imponiéndose el filtro del humor en distintos grados y con predominio de
la ironía, una ironía que hace que el
poema proponga guiños y se desdoble como en “Los poros y los posos”: (No me mueve mujer para quererte / el seno
que me tienes prometido / ni me alucina tanto el vellocino / para dejar por
ello de perderte.)
En la segunda parte, con poemas de verso
libre, no hay lugar para el humor. El
poeta habla con su madre, en dura agonía, y aquí no caben apenas metáforas: (no iban con ella ni las perífrasis ni las
retóricas. / Era una mujer de tierra) lo que leemos es un dialogo
descarnado donde no se evitan ni los reproches: (Ni me ayudaste en la larga travesía del divorcio / ni aceptaste nunca
otra mujer que la legítima. / Tampoco confiaste mucho en mí / en todo lo que
escapase de tu entorno.) Un diálogo dominado por el dolor y nunca por el sentimentalismo:
(Me tuve pues que inventar más allá del cerco del escorpión. /
Eso es lo que ahora me permite hablarte del perímetro de la soledad,) Así nos presenta el autor, en un
diálogo abierto con la madre, esta segunda sección.
La filosofía budista, escuela del Zen, el Tao… en
una serie de breves poemas, en la última de las secciones de este libro, es un
intento de cuestionamiento metafísico a
través del Tao, indefinible e inabarcable: (Lao Zi: El TAO que puede expresarse con palabras, no
es el TAO). Y Luis Martínez de Mingo nos dice: El Tao también es un más que probable / amanecer en la orilla del día,
/ una esperanza sin más fundamento / que la de estar vivo (…) El
Tao es más que el aliento. / El Tao es tomar conciencia del aliento. (…) Bien mirado, el Tao es la excusa / para no
dejarse caer amorfo como un trapo / en algún atardecer de camposanto.
Un Tao muy particular desde la mirada de un poeta que se dice materialista, que fue marginal y rebelde, que resulta maldito e inocente, tierno y vital y que nunca le basta con lo que alcanzan los sentidos. Como de ahí nace la angustia, el Tao siempre será la aspiración aunque a veces sólo queden elipses mentales, por eso en la lectura de esta sección aparecen paradojas y posibles sinsentidos.
Secciones todas
que forman un conjunto de experiencias vivas y por tanto se unifican en
su diversidad (por eso aquello del principio de: tres temáticas que
aparentemente nada tienen que ver ni en la forma ni en el fondo; pero, en mi
opinión sólo aparentemente.) Aquel que fue marginal y rebelde, heterodoxo, inocente y
tierno, sigue siendo vital y sigue amando el amor, la literatura y la vida, pero eso es poesía porque sin vida no habría
poesía. Y dicho todo esto y aunque lo nuestro
es pasar, como decía don Antonio Machado, en poesía, es
curioso, siguen conviviendo los metapoéticos, los urbanos, los experimentales, los poetas de
tradición clásica, los independientes, los que combinan lo culto con la
tradición popular, los de crítica social, el realismo, la poesía de lenguaje, la de pensamiento, los
metafísicos, etc. Y yo estoy
seguro de que este libro, que nace desde
lo más profundo del poeta, se quedará en
los lectores.
Porque si Luis
Martínez de Mingo tiene una fabulosa capacidad para crear y recrear, imaginar
y construir situaciones y personajes de gran complejidad en su narrativa de
ficción donde encontramos historias disparatadas o desconcertantes… en su
poesía, este poeta, que lo es desde siempre,
fingidor (no mentiroso como me cuentan que dijo un día un profesor de
filología a sus alumnos para definirles a Pessoa) con ironía o sin ella, en
versos de tradición formal y clásica o
con formas más libres, nos ofrece en sus poemas una realidad vivida, sentida,
soñada, trastocada ya en realidad
poética. Ahora que juzguen los lectores.
De izquierda a derecha: Manuel López Azorín, Luis Martínez de Mingo y Ramón Irigoyen. (Foto de Pepe Ramos) |
Manuel López Azorín
Los poros y los posos.
No me
mueve, mujer, para quererte
el
seno que me tienes prometido
ni me
alucina tanto el vellocino
para
dejar por eso de perderte.
Si he
quedado contigo en el Café
con la
que está cayendo y se avecina
es
porque soy una isla a la deriva
y
preveo naufragios a granel.
Con
conversar contigo ya me alivio
olvídate
de Sísifo y la roca
que el
sabor del café me pone tibio.
Con
absorber la rosa de tu boca
mientras
me cuentas chistes del gobierno
desvío
la espiral que me provocas.
Luis Martínez de Mingo
Del Libro: Ni sombra de lo que fui
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