J.
Álvaro Gómez: Pensamientos de un
eucariótico
El primer libro que J. Álvaro
Gómez publicó, fue en 2009, lo tituló Andenes. Libro del que ya di cuenta
en este blog diciendo: “Andenes nació de las historias
cotidianas que se ven, que se viven, que se piensan o que se oyen en cualquier
momento de espera en el andén de los transportes públicos.”
Andenes estaba organizado en dos secciones y el autor, con una poesía con referentes de Neruda y Benedetti, entre otros, seguía la estela machadiana de
cantar lo q más abajoue se pierde, o lo que se piensa perdido y también aquello
que se sueña, que se anhela. Esa estela continúa en J. Álvaro Gómez pues en este nuevo libro que presentamos hoy, Pensamiento
de un eucariótico, que es “Alma y raíz: / núcleo de vida / de cualquier
hombre ; / savia, existencia. / En el primer poema / dejo constancia / de que
mi vos aún sueña.”
Y en este primer poema que titula Inicio,
nos explica que la célula que forma al hombre, la eucariótica, es la que le
proporciona la vida y le da la capacidad
de pensar y de soñar (mientras comprueba que el es una microscópica partícula dentro del universo) Aun así y por ser así, el autor vive, piensa, sueña y además juega con las palabras tratando de expresar en poemas lo
que piensa, siente, vive…
J. Álvaro Gómez nos muestra, en este nuevo libro que se presentó ayer el la Biblioteca Central de "Sanse", todo esto y también el amor la soledad y el desamor y la duda.
J. Álvaro Gómez nos muestra, en este nuevo libro que se presentó ayer el la Biblioteca Central de "Sanse", todo esto y también el amor la soledad y el desamor y la duda.
Este Pensamientos de un eucariótico (con un hermoso prólogo del catedrático de literatura Amaro Soladano que incluyo más abajo), está escrito desde la cotidiano, está escrito con poemas intimistas que alcanzan lo colectivo, donde muchos lectores, seguramente, podrán sentirse reflejados. (Estas mismas palabras ya las escribí para hablar de su primer libro) Sirven también para este nuevo libro porque es un libro donde la emoción, tan personal y tan colectiva al mismo tiempo, de algunos poemas, es, de una gran madurez y hace que este segundo libro, libro en el que vamos a encontrar amor, desamor, soledad, ternura, sueños, compromiso, dudas… sea ya un libro de madurez poética.
Encontramos, en todas estas temáticas, sinceridad, veracidad… poesía
cotidiana, desde la sencillez, hermosas en fin porque ofrecen un lenguaje, al
tiempo que lleno de imágenes, de metáforas,
de palabras claras, transparentes, precisas, justas, adecuadas. Una
poesía donde podemos en algunos poemas unos en otros poemas otros, sentirnos reflejados las personas, ya que
leyendo este libro nos toparemos, como en la vida, con el amor, la soledad y el desamor, y nos hará sentir, soñar, vivir, hacer
nuestros muchos de los poemas y, si a
todo esto, le añadimos que también encontraremos poemas de compromiso, de duda…
se puede decir que este Pensamientos
de un eucariótico será un libro con el que nos identifiquemos y lo
hagamos nuestro, será como la vida misma.
Ayer 10 de marzo hicimos doblete presentando los libros de J. Álvaro Gómez Pensamientos de un eucariótico y de Moncho Otero Unifamiliar (con vistas). Resultó que nos acompañaron los cantautores (y poetas) Rafa Mora y Juanlu Mora que nos cantaron cuatro canciones. Dos de poemas musicalizados de cada uno de los autores presentados. Fue una hermosa tarde de poesía y música.
Os dejo aquí el prólogo que Amaro Soladana ha escrito para Pensamientos
de un eucariótico, que el profesor, crítico y experto en poesía ha
titulado:
Jugar con las palabras, jugar con los sueños.
por Amaro Soladana Carro
Alguien
acertó a decir que jugar con las palabras es jugar con los sueños, a lo que
bien se podría añadir —y ello supondría la mejor definición del poeta— que solo
quien sueña es capaz de jugar con las palabras.
Así
pues, el poeta puede ser considerado como soñador, como visionario de una
realidad que sobrepasa la mera observación de las cosas, y entregado a la
fantasía recreativa del lenguaje.
Posibilidad
que subyace en la facultad que ofrecen las palabras como elementos portadores
de sonoridad y significado, así como de capacidad relacional.
Sumergirse
en la urdimbre de esas posibilidades del decir de manera original, sugerente y
provocativa —más allá del mero lenguaje funcional— para revestir sueños,
pensamientos y sentimientos es lo que constituye, en su esencia, el discurso
poético.
Es
por eso por lo que Álvaro Gómez Martín ha querido abrir su segundo libro con
estos significativos versos: En el primer poema / dejo constancia / de que
mi voz aún sueña.
Temáticamente,
el poemario se estructura en tres núcleos fundamentales: Sobre
el amor, sobre la soledad y el dolor del desamor; Sobre el sentir, soñar, vivir
las realidades de la vida cotidiana; Sobre la duda, más bien interrogación
inquietante sobre la realidad y las consecuencias dolorosas de una guerra,
aunque el poeta solo la haya conocido por testimonios.
En
realidad, los grandes temas tratados por los poetas son más bien reducidos en
número. Lo que les hace parecer infinitos es la diversa manera de concebirlos y
tratarlos, es decir, de soñarlos y, sobre todo, de darles expresión verbal.
Mientras
en la prosa lo que domina es la horizontalidad de lo que sucede en tiempo y
espacio concretos, en la poesía resalta la verticalidad, es decir, la
profundidad de lo que es, una cierta perspectiva o temblor metafísicos en una
dimensión fuera de lo
común,
lo que exigirá al poeta un lenguaje original en el que la asociación de
conceptos y palabras se salga de la lógica prevista y del lenguaje
automatizado.
Álvaro
Gómez Martín, en este poemario, ha sabido desvelar el sentido último de tantos
instantes vividos, así como la belleza que ocultan las cosas y las
circunstancias más comunes. Y todo ello, mediante un lenguaje desautomatizado,
visionario y sorprendente que rompe el uso funcional del mismo, llevando al
lector a un equívoco primer desconcierto para desembocar finalmente en un feliz
esclarecimiento, que vendrá por vía de transposición a un nuevo plano, el del
símbolo o la evocación al escribir: Y amo (...) esa forma tan tuya de
arquear los besos. O bien: Imagino estar / en el precipicio de tus
piernas.
Este
proceso desconcierto/esclarecimiento, al formalizarse lingüísticamente, dará
origen a múltiples figuras literarias en cuyo manejo podemos advertir la capacidad
ensoñadora del poeta.
El
hecho sustancial del amor humano adquiere en Álvaro Gómez Martín un intenso
tono sensorial, pero matizado siempre por una sutil delicadeza cuando dice: ...
no podré recorrer más con mis dedos / el misterio luminoso de tu espalda.
Desde la izquierda: Juanlu Mora, Rafa Mora, Moncho Otero, Manuel Lípez Azorín y J. Alvaro Gómez en la Biblioteca Central de San Sebastián de los Reyes, durante la presentación del libro. |
Y
al escribir: Ser vuelo de una paloma, / mano serena en tu pierna. O
cuando se lamenta: (...) no poder disfrutar ahora, en el momento, / del
tierno sabor de tu piel ausente. Mientras que en otro poema nos describe ...
el lienzo blanco de tus pechos...
Pero
ese amor llega a adquirir la dimensión de la pasión en una original expresión
dinámica: Siéntate y dame / un par de minutos / mientras organizo / este
gran desorden / de caricias y besos, / ropas y sudores. / Esto es lo que tiene
jugar al amor / como dos chiflados. Más tarde afirma: Rompamos la
distancia / entre el sol y la aurora / con nuestros cuerpos juntos / por el
suelo rodando.
O
insinuar dimensiones cósmicas o de una cierta espiritualidad: El cosmos se
para / bajo el divino soplo / del vuelo de tu falda. (…) Luz celeste que
irradia tu cuerpo. (...) Miro el horizonte marrón de tus ojos eternos, / el
sísmico movimiento de tus labios, (…) Tú, lo divino, yo lo humano.
Como el río que corre torrencial y se refrena al llegar a la plenitud
del mar, el amor se sume en un remanso de íntima felicidad, expresado en un
sinfín de vivaces metáforas: … Por dentro vivo una primavera perfecta; / un
abril de lluvia dorada, / de campos de tilos en flor / y recubierto todo por el
olor / a tierra recién bautizada. / ... guardo la quinta esencia / del vaho de
cristales azules, / el beso a deshora… / y de nuestros pronombres desnudos (…)
Dentro de mi cuerpo la primavera / viaja sobre una balsa de alegría que, (...)
Deja que mis manos te lleven / al mundo tranquilo / que hay detrás de la
frontera / de los valles de mis ojos.
Pero
será en la nostalgia, la soledad y el dolor por el amor perdido, donde el
decir poético adquiera una más intensa y desgarrada significación: ...
nuestro cuarto, (...) almacén de despojos, (...)arrabal de espinas sin rosas, /
herida carne.
Con
dolor escribe De nuevo pienso / cómo puedo dar muerte / al maldito poema /
de tu recuerdo y el mío.
Más
allá del registro amoroso, el poeta discurre Sobre sentir, soñar, vivir.
Un conjunto de poemas y prosas poéticas sobre objetos familiares, sucesos
cotidianos y personas próximas, en los que, partiendo de la simple anécdota, el
discurso se eleva a la categoría del mundo íntimo, de la amistad, de la
añoranza del recuerdo o de la monotonía de la vida: Por lo demás, / todo
sigue igual cada año.
Y
también: La vida me parece papel de calco sobre papel de calco.
Ya
en su primer libro, Andenes, el poeta había reflexionado desde la
sencilla cotidianidad con poemas intimistas que alcanzan lo colectivo «donde
—como dice Manuel López Azorín— muchos lectores seguramente podrán sentirse
reflejados».
Sobre
la duda constituye el tercer núcleo temático del
libro. Una duda interrogativa del niño o del muchacho que se pregunta por la
sinrazón del dolor que emana de viejas fotografías en blanco y negro, de
cartas con olor a lágrima, de alusiones de los mayores a una guerra que dejó
un triste rastro de amargura. Y más próximos ya a su propia experiencia, los
fusilados que se hacen a la luz desde las cunetas, el poder omnímodo del
dinero, las huelgas como grito de dignidad solidaria: Busquemos / entre la
helada tierra de la noche, / entre los ojos malvas de las viudas / o entre el
llanto aplacado de los gritos. / Busquemos entre el taciturno ciprés del muro,
/ entre el adiós anclado de las nubes / o entre la voz robada del vencido.
Todavía, en Seis poemas de nieve, seis, el poeta obsequia al lector con un pequeño grupo de delicados y sentidos poemas. El caer lento de la la nieve sobre la ciudad como símbolo de tristeza, de despedida, de recuerdo del amor ausente o como imagen de lo efímero: A esta hora / la nieve descansa en el alma / de una ventana que me ofrece la / nostalgia de un frío que me quema.
Pero
en un quiebro poético, el poeta siente el frío elemento como un medio
purificador y esperanzado: Huyamos a la calle / a recibir la nieve /
desnudos por completo. (…) Sintamos que su frío / activa nuestra sangre / y
aleja la tristeza, / la pena, angustia, ira... / Nuestra piel liberada / verá,
desde muy dentro, / que las lleva el asfalto hasta la boca / de alguna
alcantarilla. / Huyamos a la calle, / dejemos que la fría nieve traiga, / con
su helado fulgor, / el calor luminoso / de una hermosa mañana. / Escapemos a la
calle / y que la nieve nos cubra.
El
libro concluye con un Epílogo «notarial» que el autor titula Declaración
de bienes: … para dar a conocer de una vez / esta inmensa fortuna que
poseo. (…) Soy el típico afortunado pleno / de nobles versos y sueños paternos,
/ de equinoccios en tu pelo y mi pecho / y de madreselvas entre las sábanas.
Si,
como ha dicho otro poeta: Las aguas del mar caben en el espíritu de una
gota, Álvaro Gómez Martín ha sabido sintetizar admirablemente a través de
su voz hecha verso el mar infinito de la vida con sus tristezas y alegrías, con
sus esperanzas y desencantos, y, sobre todo, con sus sueños inalcanzables por
infinitos.
Es
por eso por lo que el poeta concluye: Con estos versos / quiero dejar
constancia: / sigo soñando.
Amaro Soladana Carro
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