Victor Villapalos: Excéptico con Verso
Victor Villapalos acaba de publicar, en edición bilingüe español-francés, su primer poemario titulado Excéptico con verso. El 7 de mayo lo presentó en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias de la Documentación de la UCM.
Acompañándole estuvimos Inmaculada Vellosillo, profesora de la Universidad Complutense en la Facultad de Ciencias de la Documentación, una profesora- me dice Villapalos- comprometida con la profesión y con el papel protagonista que deben jugar las bibliotecas y los bibliotecarios en la sociedad actual. Ha escrito libros, entre ellos, Bibliotecas escolares ¿Para qué? publicado por Anaya en 2012 junto a otros autores.Inmaculada Vellosillo ejerció de presentadora de este primer libro de Victor, primer libro pero no primerizo.
Juan Miguel Sánchez Vigil , vinculado a la Universidad Complutense como profesor en el Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Durante tres décadas ejerció como fotógrafo, documentalista gráfico y editor en Espasa Calpe, siendo además un apasionado de la Literatura Infantil por lo que se dice cuentista. Es autor de varios libros sobre fotografía, periodismo, revistas, edición e infantil como El amuleto Yoruba, publicado en Alfaguara en 2010.
Ambos elogiaron este primer libro de Victor. Ambos, según el autore nos cuenta en sus agradecimielentos al final de este libro,le ayudaron en la selección y corrección de textos de este poemario.
Junto conmigo acompañamos a Víctor Villapalos en la puesta de largo de este su primer libro titulado Excéptico con verso.
La introducción que abre este poemario es el comentario que escribí sobre él tras recibir una copia en pdf a principios de año, tras pedirme Quino Hierro, amigo de ambos, que lo leyese y valorase.
Cuando Victor Villapalos tuvo en sus manos el comentario sobre su libro me escribió pidiéndome autorización para incluirlo a manera de prólogo en esta edición bilingüe. Hoy puedo volver a leer este libro, ya en mis manos, y ahora incluyo el texto en este blog
VÍCTOR
VILLAPALOS: Excéptico con verso
Víctor
Villapalos estudió para
ser bibliotecario y documentalista. Su verdadera vocación. Se quedó entre los anaqueles de la vida para
terminar desarrollando, sin lo que más ama, los libros, una carrera profesional
en el ámbito de la gestión sanitaria.
Nunca, aun así,
abandonó su vocación, ni dejó de tomar notas, de escribir (ya que no ordenaba
libros ordenaba notas para no olvidar) todo lo que sentía, vivía, pensaba que
merecía la pena escribir, guardar para,
con el tiempo, refrescar la memoria, recordar lo ya sucedido.
Esto –nos cuenta– le sirvió un poco para mitigar su sed de
conocimiento, su anhelo por rodearse de la sabiduría que encierran los libros
por un lado y, por otro, para salvar del olvido todo aquello que iba
anotando bajo su percepción, su verdad
personal.
Pasado el tiempo, fue
transformando en poemas a algunas de
aquellas anotaciones. Poemas que conforman una cosmovisión, un mundo que, a
veces, nos dice, le han estallado en el pecho.
Así pues, tras tantas notas, tantos poemas, realizó una selección
antológica y el resultado fue este Escéptico con verso, un libro donde
la poesía de tipo formal con versos
blancos, a veces con suaves asonancias, a veces con versos más libres, nos va
contando en pretérito, del mismo modo que la vida nos cuenta cuando nos vive,
todo lo que ésta nos niega y lo que nos ofrece mientras la vivimos. Una
reflexión que recuerda a aquel Califa cordobés que más o menos vino a decirnos
que tras vivir muchos años había sido feliz catorce días, apostillando después,
y tal vez he exagerado algo. Reflexión que conlleva una cierta desconfianza,
razonable aquí, en un escéptico.
Un escéptico lírico
que, verso tras verso, nos desgrana la vida que fue, con su enamorarse, su
desenamorarse, su olvidar y recordar, su entristecerse y alegrase, su dudar, su
conocerse, su regresar a la infancia, su enfrentarse a los miedos, su sentirse
abandonado, su alegría, su desamparo, su
soledad… Con todo ello, realidad vivida o imaginada por el tamiz selectivo de la memoria, a pesar de las
notas, nos ofrece una realidad
trastocada en realidad poética más con el aroma de lo elegíaco que de lo
hímnico (cosa habitual en un porcentaje altísimo de poetas)
Un libro éste Escéptico
con verso que Villapalos ha dividido en cuatro
secciones: Criaturas mitológicas es la primera y en ella nos dice que no
necesita símbolos, que una bandera es “la venganza de necesitar patria,/ de
enjaular un corazón nacido / para reposar en las estrellas.” Villapalos prefiere izar su corazón: “en
contra / de todo aquello que a favor confunda; gusta de “navegar ligero sin los
símbolos.”
Tras esta declaración,
rememora lo perdido, lo pasado, la infancia y especialmente el tiempo o los
tiempos del amor y su contrario, en los primeros poemas Rumores y Duelos de
adolescencia. Hace hablar a don Antonio
Machado, en un bien construido soneto que titula Guiomar, seguramente estableciendo paralelismos amorosos. En el poema Los
lunes de tu piel, nos confiesa que es más de escribirle al recuerdo, o de
reinventarlo tal como le hubiese gustado recordar ya que parece que para Villapalos el tiempo “es ese
sentimiento de añoranza que tiene la
materia”.
Y entre amores y
desamores, recuerdos fidedignos o tamizados por el selectivo filtro de la
memoria, Villapalos nos va mostrando
su mundo poético ya, su cosmovisión del
amor, del tiempo, de la vida, con bandera de conciencia, no de símbolo,
comprometida mirada que nos habla de la
indigencia y nos muestra, también, su ternura lírica mientras cierra esta
primera sección con el poema Hoy supe que
ibas a traer un alma al mundo.
El
universo reposado (la segunda sección), se abre con una
cita de Machado, muy presente en este libro (del mismo modo que Salinas
también lo está), que dice: “Señor, me
cansa la vida / y el universo me ahoga. / Señor, me dejaste solo,/ solo con el
mar a solas.” Y Víctor Villapalos,
“Erre que erre” inicia, al tiempo que prosigue , con un poema de pérdidas: “Me
quedo con escribir, mi amor, sobre tus labios” (…) “ versátil y ligero mi verso
descansa en tu hoja / como espíritu
sutil de una estrella tendida en tu lecho”.
El poeta quiere un verso diminuto y embozado pero limpio, “calado por la
lluvia (las emociones) que regó la flor que el corazón deshoja”. Un verso que va desde lo formal con medida,
versos blancos o rimas, principalmente en asonante, hasta fórmulas más libres;
pero unas y otras, sujetas, como debe ser,
a un lenguaje preciso, apropiado y al
ritmo que la poesía debe tener para ser poesía.
De este modo y en un
poema de verso octosilábico, verso tradicionalmente español, con rimas
consonantes y suaves asonancias nos dice:“ Clara, suave, sosegada, / conocida,
obvia,/ tersa, llana, cristalina, / transparente, pura,/ presta, aguda,
positiva, / evidente, justa, / hueca, viva, separada, / extendida y propia,
/ boca de labios alada, / lengua sin memoria.” Y establece, al tiempo que nos
canta cómo quiere hacer su poética, una poética que le nace en la hora tardía,
enraizada a sus manos que eran “Templos / de sal. La sed / venía por momentos.”
Lo sucedido es lo perdido, lo pasado en el tiempo, es lo recurrente, el deseo
de imaginar y compartir, de abrazar el tiempo a través de colores, de vivencias convertidas en libros… para
superar la soledad “de unos libros mal avenidos”. El poema Once
de marzo, rememora “la atmósfera
plomiza / y su amargo sabor” de aquel
aciago día de terror y muerte.
Reflexiona el poeta, medita, tanto sobre su compromiso con la vida, con
el ser humano, como en la elección de caminos a seguir, así nos dice: “No sé si
fuiste tú / o fueron los caminos que escogiste / los que me borraron, sin más,
/ de tu presencia.” Y la ausencia, el recuerdo, la soledad, se convierte en una
pesada carga que cierra esta segunda sección
con estos versos: “porque no sé cómo voy a pagar el peaje / por el valor
de tu ausencia”
La
contradicción de un recuerdo. En eta tercera
sección el poeta se convierte en Ícaro caído
y canta: “y el mundo me dio una espalda sin alas.” Comienza hablándonos
de las derrotas, continúa con el tiempo y las pérdidas, con un pasado en el que perdió los sueños,
todos, y aun a pesar de ello continúa indagando en la temporalidad de los anhelos. Es decir, se han perdido unos
sueños pero al afán de seguir hace que nazcan otros nuevos: “No han podido conmigo
las palabras / y he seguido inventando…” En el poema Amor nos habla de esos
sueños, de sus deseos, en la primera estrofa y, en la segunda, asume una
realidad que le conduce a la oscuridad de la noche sin el amor: “En tu pelo mi
pelo,/ en tus pasos mis pasos, / que siguen con anhelo / el reflejo del ocaso /
en el papel.
Víctor
Villapalos escribe este libro desde los sueños, la derrota, el desamparo, el
cansancio, la descofianza… al tiempo que reflexiona sobre la vida, la infancia, el amor, lo perdido, lo ganado,
sin darse por vencido. Nos dice aquí que esta recopilación de poemas
escritos a lo largo del tiempo tendrá
segunda parte, que hay mucho que decir todavía, que tal vez lo que nos cante en
nuevos poemarios no le deje ya el
corazón a la intemperie como nos dice en el poema que cierra esta parte tercera
titulado Corazón a la intemperie:
“Asumo que los libros que me visten / cuentan con los versos de sus páginas en blanco,”
“Te busqué por la duda
/ no te encontraba nunca” Con estos
versos del poeta del amor, Pedro Salinas, inicia Víctor
Villapalos la cuarta y última de las secciones de este Escéptico con verso. Regeneración celular es un poema en
prosa que no habla de espacios, tiempos, límites en el amor… Todo lo que
sucede, aun con huella, termina regenerándose hacia el olvido, hacia la
transformación o hacia “las cloacas de una negación inadvertida” Ya no sirve ni el grito porque
enmudece ni sirve el archivo de la memoria. Solo la amistad (frente al amor,
otra forma de amor) sobrevive como un sueño matemático y solo la lectura ,el
amor a la palabra, a la poesía,
salva al poeta de líricas y reflexivas meditaciones en torno
al amor, al deseo, la duda, la pérdida, la derrota, el desamparo, los sueños,
la soledad… Salva al poeta que acepta la realidad no trastocada aún en poesía,
la vida, con una cierta ironía: “Cuando te dije
que necesitaba un polvo / no me refería
a que me dejaras aquí / acumulándolo durante meses, / sin salir, / esperando
a que vuelvas.”
El poeta nos dice:
“Tener un desierto en las manos / y no saber qué hacer con tanta arena, /
forjar con las palabras los caminos, / saber templar la voz si la voz tiembla.”
Con el propósito de la fortaleza y con el temblor de la voz por la página
rememora el tiempo en que cortó “desde raíz / los antepasados que pesaban.
/ La herencia de un acento equivocado, / la culta
efervescencia de la rabia, / los egos de unos días trasnochados” y, como un
francotirador, se arrancó de los padres: “Yo cercené el tronco de mi origen /
decidí caminar solo / la avenida que la vida nos prepara acompañados.” Su
dignidad –nos dice– ha sido la última
frontera entre mi amor / y tu indiferencia.
Y tras esta reflexión, tras arrancarse de su raíz y tras saber de la indiferencia, se pregunta
con un cierto despojamiento de esperanza
frente a quienes sonríen con dolor porque ésta, la esperanza, no trae las expectativas deseadas, soñadas, anhelada: Qué extraña es la sonrisa, titula este poema de descreimiento y
decepción: “Qué extraña es la sonrisa de aquellos / a los que les dueles su
sonrisa, / con esa mirada que sabe a tarde, a luego, a ya no importa.”
Y este escéptico poeta nos deja un libro de memoria y de vuelta
en el descreimiento porque la verdad no existe o al menos es desconocida para
el hombre y esto le hace desconfiar, incluida su propia experiencia, por eso por una parte escribe: “Se tiende la
mirada en los rellanos / sin un posible oasis que refresque” y por otra nos
deja con la promesa de “segundas partes que aún deben ser escritas / y pensadas
y sentidas.”
Escéptico
con verso me parece, en definitiva, un libro donde se unen
arquitectura verbal (estética) y
decoración interior (ética) conformando la elegía de la vida sucedida, escrita
en un tiempo no de nostalgia sino de ajuste de cuentas con el pasado, tratando con
ello de encontrar el consuelo que le permita, ahora, liberado ya, contar y cantar otra verdad (la verdad, como
el hombre puede ser poliédrica), con
otro tono, sin tanto escepticismo, y con otros versos.
Febrero de
2014
Manuel López Azorín
1 comentario:
Muchas gracias por la difusión, Manuel.
Un abrazo,
Víctor.
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