Francisco Caro: Cuerpo, casa partida. Honda reflexión sobre lo poético y lo vital
Francisco Caro, ha conseguido un nuevo y consolidado premio de poesía (Premio Leonor de poesía 2013. Diputación Provincial de Soria), con su libro Cuerpo, casa partida, libro que he recibido y que, como todo lo que viene escribiendo Francisco Caro, he leído con ganas sabiendo que, adentrarse en la poesía de Caro, es saber que nos va a ofrecer lenguaje (él piensa que sin lenguaje poético es imposible que la poesía aparezca) y, con el lenguaje, técnica (también ha dicho que la única manera de quedarse con ella y ella contigo, es respetar esa norma, aunque luego apostilla que el respeto a la norma no debe anular la capacidad de innovación), y emoción, una emoción que Francisco Caro maneja muy bien y que el lector, durante la lectura, se adentra en ella, en ese estado interior del poeta, y termina haciendo suyo el poema.
La
parte izquierda de mi casa, / de mi nombre, mi parte izquierda,/ sorprendida en
sus juegos / con las ingles de barro, / dejó apresar su luz en los cimientos.
Después
la arcilla, / cruelmente minuciosa, / sobre la oculta / e inesperada cárcel, /
reticular se levantó en los muros// y nacieron / de la pausa los huecos, / la
puerta de los nombres, el milagro / del balcón y la brisa.
Alados
albañiles tejarían / luego la casa / por resguardar los actos, los poemas, /
del alga de la noche, de grises claridades, / de las imperfecciones o la
lluvia, / y pintarían / de romero o cansancios amarillos / encendidos tabiques,
/ dudas y corredores, / la arquitectura toda de mi voz / mientras ella callaba,
/ mientras los dos sabíamos.
De Francisco Caro (Piedrabuena, Ciudad Real, 1947), un poeta de escribir siempre, de aprender
siempre, de leer siempre aunque comenzara a publicar hace relativamente pocos
años, ya he dicho en otras ocasiones
que: Este profesor de Historia ha sido inédito hasta que, un día, decidió
presentarse a un premio y lo ganó. Desde entonces (y de esto hará ahora solo
diez años), su equipaje poético atesora los premios Asociación de Escritores de
castilla la Mancha, Juan Alcaide, Ciudad de Zaragoza, Ateneo Jovellanos, Ciudad
de Alcalá, el premio José Hierro y este Leonor de poesía
2013.
La naturaleza es
importante es Cuerpo, casa partida, así como la experiencia vital y las
referencias culturales, todo en la voz
de un poeta que sabemos también que sugiere, más o menos conceptual, en este
libro algo menos, siempre sugiere, con lo cual el lector, al menos a mí me
parece así, tiene la puerta abierta a la reinterpretación: Cuando junio / es la pena de amar/ y ser tristeza / un don hospitalario
// por su lacia hermosura, //Tiene siempre / la tentación dispuesta de quedarse
/ de quedarse a jugar a las melancolías, / a deshacer los nudos, las arrugas, /
con los dedos del sueño // o el afán/ de crecer porque teje/ una prenda de lino
cerca del corazón. // Un don que puede, cuando junio,/ vestir nuestro abandono /
o puede devorarnos // porque es ella, sabemos, quien destruye / la verdad de
las rosas.
Francisco
Caro
dice que la poesía es como una casa grande con enormes puertas donde entra el
alma eterna y en este Cuerpo, casa partida, Caro ha entrado en la Casa de la Poesía
con unos conceptos claros: con la infancia, el amor con su cara y su anverso, los sueños no cumplidos,
la búsqueda del universo poético de don Antonio Machado…
En este nuevo poemario de Francisco Caro, el poeta establece un doble diálogo consigo, el
poético y el vital, reflexionando sobre su pasado, su presente y su futuro, así
como con el hecho de escribir, con una poesía introspectiva, emocional, de
pensamiento, una poesía que cumple la norma, sabe beber de las fuentes porque
la poesía que, para quien la vive y la siente, es pasión, necesidad interior,
es algo que se lleva dentro sin saber el porqué y Francisco Caro lleva consigo la poesía desde siempre, desde lector,
por eso con el mayor respete y admiración, aprovecha la voz de poetas que le han precedido.
El libro se inicia con
una explícita dedicatoria al poeta Eladio Cabañero: Al hombre que a los 40 años, por defenderse
de la mitad de sí mismo, dejó de escribir versos. A su memoria. A Eladio. Una hermosa y sincera dedicatoria al poeta, al hombre, que un día, hace ya muchos años, al preguntarle que por qué no escribía me dijo: " con la excepción de algún poema de encargo para algún amigo, no escribo porque ya no tengo nada que decir" Tremenda y honesta declaración de un poeta que, ya lo he dicho otras veces, "escribió sobre el hombre y del hombre, escribió de amor y por amor, escribió poesía social (o testimonial, como quieran). Lúcido y pasional siempre, solo y desamparado casi siempre y con él siempre el origen de la palabra clara."
Palabra clara, sincera, honesta como él (como ellos). Merecido recordatorio a modo de homenaje a Eladio Cabañero en este Cuerpo, casa partida.
En este poemario, me parece a mí, Francisco Caro muestra sin ropajes (o cuando menos en esa línea de misterio y sugerencia, con versos entre lo confesional con veladuras) su más íntima concepción de sí mismo ( de sí mismo y de esa otra dualidad que forma con la “becaria” de su blog que me da la impresión que es un poco faro de luz que atrapa el instante del interior del poeta para que éste quede convertido, una vez revelado, en la fotografía sin tiempo de su palabra impresa) y de la poesía donde vemos todo le que se dice y todo lo que se intuye ya que, me lo decía siempre Pepe Hierro, la poesía dice más de lo que dice el poeta, y aquí no solo hay reflexión sobre infancia, madre, duda, poesía... hay también reflexión sobre tiempo, amor y esa fotografía del instante que se guarda en la materia de los sueños de ayer, de ahora... para siempre.
Palabra clara, sincera, honesta como él (como ellos). Merecido recordatorio a modo de homenaje a Eladio Cabañero en este Cuerpo, casa partida.
En este poemario, me parece a mí, Francisco Caro muestra sin ropajes (o cuando menos en esa línea de misterio y sugerencia, con versos entre lo confesional con veladuras) su más íntima concepción de sí mismo ( de sí mismo y de esa otra dualidad que forma con la “becaria” de su blog que me da la impresión que es un poco faro de luz que atrapa el instante del interior del poeta para que éste quede convertido, una vez revelado, en la fotografía sin tiempo de su palabra impresa) y de la poesía donde vemos todo le que se dice y todo lo que se intuye ya que, me lo decía siempre Pepe Hierro, la poesía dice más de lo que dice el poeta, y aquí no solo hay reflexión sobre infancia, madre, duda, poesía... hay también reflexión sobre tiempo, amor y esa fotografía del instante que se guarda en la materia de los sueños de ayer, de ahora... para siempre.
Se concluye el libro,
tras dos intensas secciones tituladas La
parte izquierda de mi casa y Alguien
levantó círculos, con un poema, Abandonar
la casa y cierto aire, perdido, o ganado. entre nostalgia, de canto: En esta casa pobre,/ alivio y desazón,/
escribo en el cuaderno:/ no hay verso que sin ella / no sea un homicidio.
Francisco Caro, en fin, nos nieva de sí mismo desde
el tiempo sucedido, desde el presente y
con la mirada en lo por venir y nos nieva
a nosotros, los lectores, con la luz de unos copos repletos de versos
dispuestos para ofrecer duda, dolor,
incertidumbre, sombra, sueño, esperanza y todo ello con la certeza de una
verdad que parece un reloj de copos, de tiempo, que se deshace: Quiero decir que nieva / solamente de mí, de
cuanto fui inocencia. // Des de mi tiempo hoy, / sobre un tiempo que busca o que
persigo. / Nieva: / verdad que me deshace.// Copos, copos, copos, copos. Copos que caen y suenan al ritmo del corazón de un poeta que mira dentro de sí, observa fuera, y escribe su canción, de alivio y desazón, para seguir viviendo.
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