jueves, 27 de agosto de 2015

Ángel Velasco: Cuadernos incompletos






Ángel Velasco: Cuadernos incompletos



Ángel Velasco


Ángel Velasco (Madrid, 1945), ha  publicado un libro de poemas  con el título de Cuadernos incompletos. Lo ha hecho en Oportert Editores (Madrid, 2014), un nuevo proyecto editorial que se ha interesado en toda la obra de este autor y va a rescatar los ya publicados y publicar los inéditos en lo que la editorial da en llamar en la solapa del libro: Biblioteca Ángel Velasco.



Cuadernos incompletos es un libro escrito entre septiembre de1997 y enero de 1998. Angel Velasco me envió una copia del original allá por 2003. Entonces le comentaba sobre  este Cuadernos incompletos lo siguiente:
Tus “Cuadernos incompletos” tienen el color de la vida, un color tierno, irónico, dulce-amargo y, siempre, luminoso, y tienen el vuelo del pájaro más libre y más armonioso, en su canto de ritmo y música envolvente, que yo haya leído últimamente.
Escribir por vivir (no por escribir). Algo que decir porque la memoria habita los espacios y con ella se atrapan instantes del tiempo, donde nos movemos y nos mueven, y se quedan ya para siempre hechos palabras en forma de poesía.
“La soledad se combate sumando” – es una buena conclusión- “Dar lugar a que los sentimientos opinen” Esto y un buen ritmo hacen que los “flashes” poemáticos se conviertan en sentencias emocionantes en muchas ocasiones.
¿Qué es lo cotidiano? Lo que acontece al hombre cada día. Pues bien si el hombre habla, escribe de lo cotidiano, lo está haciendo  desde lo más hondo y para todos “¿Quizá si necesarios?(estos versos)” Necesarios, estos poemas, porque el lector se atreverá (con ellos) y aceptará las conclusiones, las sugerencias, la poesía viva que estos “Cuadernos incompletos” han atrapado entre sus páginas,  páginas que seguirán escribiéndose… hasta el final. Merece la pena (y mucho) ser publicado. Un abrazo Manuel L. Azorín


Ahora ya, tras el paso del tiempo, con el libro publicado en mis manos, porque el autor ha querido que  lo tenga, y yo me alegro, he vuelto a leer este poemario que Ángel Velasco escribió hace ya unos 17 años. Y el tiempo sucedido, que es un suspiro en el Tiempo, no le resta valor a las palabras con las que conformó el autor estos poemas, ni ha perdido su ritmo, ni su música, ni su intención, ni su luz, es decir su estética y su ética continúan vivas y ya se sabe: si un poema sigue vivo transcurrido el tiempo (¡ay don Antonio Machado!), se convierte en “palabra en el tiempo”.

En la contraportada de este Cuadernos incompletos podemos leer: “No es casual que este libro se abra con un verso de Aleixandre que remite a «la generosa luz de la inocencia». Desde el «tiempo atrás, inocentemente, yo creía en todo», hasta el «¡Dios os perdone lo que habéis hecho de nosotros!», que escribió Pepe Hierro en una valla, cabe en estos Cuadernos sin falsilla, en que se transparenta la melancolía por lo que pudo ser y no fue, y —cómo no— por ese zapatito de cristal que parecía irrompible y un día apareció arpado, y por ese príncipe que parecía ardiente como Apolo, y otro día se reveló caduco y arrugado.”

 
Ángel Velasco residió entre 1965 y 1975 en Múnich, fue uno más de los muchos trabajadores emigrantes de aquel tiempo. Allí publicó su primer libro Escrito en la emigración (Centro Español de Múnich, 1975). Luego regresó a España, donde fue acogido en los lares del mundo editorial. En 1976 obtuvo el «Premio de libreros populares» por Cuatro cartas (prosa), y en 1978 el «Premio Malasaña de Poesía» por Criba de tiempo y palabras, premio también para el recuerdo o para la no-memoria. Otros libros suyos son Geometrías de la no-memoria (Orígenes, 1986) y Dos Espejos y un Entretanto (Libertarias, 1999). Como decía al principio, todos estos libros y los inéditos verán la luz en esta colección de Oportet Editores.


 
El libro esta compuesto por un primer cuaderno: Escribir por escribir. Donde nos muestra poemas que aluden al tiempo sucedido, a lo que pudo haber sido y no fue, con cierto tono de melancolía  con matices de ternura y un algo de gracia y agudeza, chanza sin mala intención y muchos sueños que se fueron como las golondrinas de Bécquer tras el paso del tiempo, de escribir no por escribir sino  por y para, vivir.

 Un segundo cuaderno: Algo que decir. Un cuaderno-cóctel repleto  de intimismo aderezado, con ironía, cierta sensación de derrota, unas gotas de burla, de escepticismo, sentimiento de culpa, de soledad, duda…y una gran rodaja de mirada interior  humana e inteligente: Termina este  Algo que decir: / letras libres y ordenadas como versos , / como poemas cotidianos: / quién sabe para qué…,/ quién sabe para quién…, / quizá / si necesarios. Y resulta que el autor aquí ha dado suelta a sus emociones, a los sentimientos, para que “ellos digan lo que sientan”

Una tercera parte titulada: Conclusiones en la que la chanza, es decir la agudeza y la gracia, la burla sin mala intención, más bien como tabla de salvación para salvarse del naufragio, nos dejan sentencias senequistas, junto  con cierta melancolía, para:  …sumar, no restar, /Ilusión a Esperanza, a ver qué ocurre.

Y finalmente una cuarta llamada Cuaderno del lector, unas cuantas páginas en blanco para que el lector, si así le parece, pueda escribir en ellas  algunos versos. Ya nos lo advierte al final de Conclusiones: “Si el lector se atreve y acepta/ alguna de las conclusiones / como sugerencias plausibles, / utilice las siguientes páginas/ para plantar versos/ como claveles /– sobre la nevada estepa del folio / blanco paño de lágrimas –, /  metáforas ,/ o alegrías y cosas de la vida.



Las razones por las que este libro no se publicó en su día son difíciles de entender, tanto como las razones del mundo editorial: “Ocurre / que amanece y el río / no traslada / de sitio / las orillas.” Nos dice el poema que inicia este poemario, pero Heráclito ya nos recordó que no son las mismas aguas aquellas de ayer que las de ahora. 

Si las aguas de ayer cerraron páginas, amarilleando en el cajón por culpa de indiferencias y de olvidos,  las da ahora inauguran bibliotecas.
Concluyo con las mismas palabras que le dije sobre este libro cuando lo leí por vez primera en 2003: Merece la pena (y mucho) ser publicado. Ahora habría que decirle: ha merecido la pena, Ángel Velasco, ser paciente, no derrumbarse y seguir escribiendo por vivir.

                                                                          Manuel L. Azorín








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