Francisco
Caro: Plural de sed
En la muy conocida librería Rafael Alberti de Madrid presentó su
libro Plural de sed (Lastura,
Madrid, 2015) el poeta, tardío en publicar que no en lecturas y aprendizaje
poético, Francisco Caro. Yo estuve
allí, Junto a muchos otros poetas para
saber más de su sed de amoroso y elegante erotismo (suele decir Luis
Alberto de Cuenca que el erotismo, por su elegancia, es la pornografía
de los ricos) Y Caro no es Caro porque sea o no rico, que yo no lo sé pero sí sé que es rico en historia y elegancia, una elegancia de barro formado en la llanura manchega, que es siempre cercana, próxima, sencilla, bien aderezada desde hace ya tiempo con un comedido, discreto y hermoso toque casi pirenaico.
Allí presentó con acierto jocoso Francisco
García Marquina y allí leyó Francisco
Caro algunos poemas ante la atenta mirada de la becaria de un jefe que, sin
ella, tal vez, no sabría encontrar los papeles.
Porque cuando amblar es mover lúbricamente el cuerpo, cuando es movimiento y
sincronía, cuando es sed plural y marcha paralela hacia el camino de la fuente
donde la sed de amor queda saciada y lo hace con la elegante belleza de la exquisitez, del
lenguaje que gime en sus palabras, del suspiro que amorosamente acaricia los
vocablos, los acentos, que acompasa el ritmo sincronizado del plural unívoco y
preciso…la realidad y el sueño se funden: Cuando por fin logré / que el poema que
amabas, / que escribía, / quisiera terminarse, / sentí tu mano / quedamente
gemir sobre mis espalda /// y una suite para dos, / una sed para dos, / sonó en
la almohada.
Esta dulce, suave, erótica y melodiosa
composición, conforma una partitura de movimientos variados y todos ellos con
un mismo ritmo, Cada una de las cuatro partes que conforman Plural
de sed, “las cuatro partes de una suite”, que dijera Caro,
tienen una misma tonalidad, la cualidad del color de la sed cuando ésta siente
la llama en los sentidos, el fuego en los significantes, y se torna de rojo
incendiado en ardoroso sol alumbrando entre azulados luminosos todos los
significados:
Posarse, / posarme luego, sobre lo
sólido, / saber la decisión o desventura / que camina en tus huesos, / saber
que hoy laberintos de voluntad y fiebre. (…) ser águila saciada / lengua sin
voz mi voz en torno tuyo.
No ha sido el erotismo frecuente en la
poesía de Francisco Caro, este es,
quizá, un caso aislado en su poesía, aunque también es cierto decir que sí ha
frecuentado el erotismo lingüístico, en la sed de la poesía como en estos
versos de Las sílabas de la noche (2008), en el poema “La palabra” y en
algunos más: Cómo no recordarte// cómo no recordar tu piel tabaco / cada vez que me
curan los mordiscos.
Y es que, a veces, Caro escribe el poema como el amor: desnudo, escribe y siente que
su verso se ahonda, nos dice, y con su celo siente cual si estuviera / en mitad del
amor.
Pero no sólo ha escrito con cierto
erotismo metapoético. No tengo conmigo su libro Salvo de ti (2006 y creo que dos ediciones mas, una en 2008 y
otra digital en 2013), en él escribe: salvo de ti / de todo tengo celos// desnuda
tú / desnudo / tierra y cielo / así
quisiera.
Más tarde en su libro Calygrafías
(2009), abre éste con el poema “El
encuentro” que concluye así: qué haremos sino amarnos – me invitaba / su
boca por combate – ahora, sin excusas // y la amé como un hombre // y era París
/ alba, desnuda, mía para siempre.
De manera que Francisco Caro poeta, de un modo u otro, también, cuando escribe y
toca lo erótico, saber manejar con precisión y elegancia la sugerencia y la
desnudez directa y enllamararla como
sabe igualmente hacer hondas reflexiones sobre lo poético y lo vital (Cuerpo,
casa partida ), o escribir
la mirada del hombre sobre los instantes y sobre los espacios (Paisaje en tercera persona, 2010), o ejercitarse en un múltiple desdoblamiento para mostrarnos una
poesía humana repleta de historia, de cultura y de vida fundidas entre sí,(Cuaderno
de Bocaccio, 2010, etc. etc.) Y
claro, le sale lo que le sale: juego y rigor, divertimento y reflexión, técnica
y emoción, cerebro y corazón… además de esta sed plural de amor y poesía, vividos, sentidos, soñados. Cuando
por fin logré / que el poema que amabas, / que escribía, / quisiera terminarse,
/ sentí tu mano / quedamente gemir sobre mi espalda / / y una suite para dos, /
una sed para dos, / sonó en la almohada.
Pienso que es suficiente para comprobar
que lo amoroso/ lo erótico, ya sea para la palabra y sus significados, ya para
que la memoria juegue con lo sucedido, que forma parte de la travesía vital, de
la realidad vivida, ahora tamizada por la materia de los sueños que a veces es
sentimiento de pérdida, a veces añoranza, a veces sólo sueño que juega literariamente a soñar, a fundir, lo vivido y lo soñado: Aquí este tiempo / apartado, ya próximo a
nosotros (…) y tu cuerpo transparente y el mío cuando
cruzan / el vertido sosiego de los patios. / Arcos, ladrillos, puertas / de
este lugar, ya no Madrid,/ donde quisiste, / a cobijo de todas las alarmas, /
que volviera a tu boca/ –oficio inevitable –/ a tu boca laurel
y recobrarnos.
Francisco Caro es, sí, un poeta tardío; pero significado en la consolidación de una obra ya merecedora de atención y , naturalmente, lectura.
Francisco Caro es, sí, un poeta tardío; pero significado en la consolidación de una obra ya merecedora de atención y , naturalmente, lectura.
Manuel L. Azorín
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