lunes, 23 de noviembre de 2015

Pedro Juan Gomila Martorell: "En la tierra como de Nod"



 Pedro Juan Gomila Martorell: 
 En la tierra de Nod


Pedro Juan Gomila Martorell (Palma de Mallorca, 1967), poeta, traductor del griego clásico, latín y catalán, publicó en 2013 su segundo libro Eidolón I Arcadia desolada (La Lucerna). Libro que ya nos adelantaba iba a conformar una trilogía.La segunda parte  acaba de salir, su título:  En la tierra de Nod y está publicado también por Lucerna.(  La tierra de Nod es el nombre propio del lugar que la Biblia menciona en el libro del Génesis - capítulo 4º versiculo 16- Allí. como condena divina fue desterrado Caín tras matar a su hermano Abel: "Salió, pues, Caín delante de Dios, y habitó en la tierra de Nod, al oriente del Edén"

Arcadia desolada  era un poemario a manera de diario que nació de la experiencia personal de Pedro Juan Gomila  Martorell,   confesional y valiente dada su temática homosexual, con una poesía  nacida desde la más íntima necesidad. Con ella, el autor tomó conciencia de su condición, purgó su sentimiento, educacional, de culpa, se restituyó consigo mismo y se enfrentó a los prejuicios sociales imperantes antes de la legislación, de la legalidad en España. Este testimonio personal, era y es búsqueda y conocimiento del ser, de su mundo individual y  al tiempo del mundo colectivo. Arcadia desolada le sirvió al autor para vencer los miedos y, para enfrentarse, de manera, más que culturalista muy culta, a los prejuicios de una sociedad que tendrá que reflexionar y madurar en la tolerancia de lo ya legislado tanto anteriormente  como en 2005 a favor de la igualdad de derechos de aquellos que optan por defender su diferencia.


Como traductor de griego antiguo  Pedro Juan Gomila  Martorell   escribió su Arcadia desolada con sabor greco-latino pero también con muchas referencias a la literatura contemporánea. Y lo escribió, al igual que esta segunda parte En la tierra de Nod,  con mucho lirismo (aunque aquí con más contención) y  con la necesidad, que para eso sirve la poesía entre otras muchas cosas, de salvarse de sí mismo y de la vida.

En la tierra de Nod, el autor realiza un auténtico ejercicio culto de conocimiento en busca de la identidad o como bien dice el autor del prólogo (un prólogo tan clarificador, tan importante me ha parecido, que sirve junto a las notas finales del autor, como de excepcional guía de viaje por este tremendo, hermoso y descarnado poemario)  el profesor y crítico literario Fernando Parra que nos dice:
“Si en Arcadia desolada, primera entrega de la misma, la conmoción producida por el descubrimiento de la homosexualidad y, en particular, de la homofobia, comulgaba con los sintagmas largos, próximos a la solemnidad del metro versicular; con los acusados cambios de ritmo y sus crescendos torrenciales; con el zigzagueo delirante de la polimetría; con la intensidad que desbordaba el cauce de los versos; con el tono casi ritualiístico que desembocaba en una auténtica y desesperada apoteosis lírica, ahora, sin embargo, el verso se contiene ante la lucha sostenida entre contrarios, entre el yo y el Otro, el instinto y su negación, la resistencia al deseo y la entrega, la muerte y la resurrección, el hijo y la madre, la naturaleza y la moral, tensando el verso en un contrapunto imposible, siempre al límite, al borde de estallar; en una suerte de guerra fría de resorte poético, como si en esa contención se cifrara la única esperanza de evitar el trágico abismo de una verdad evitada, la verdad de la negación.”


No se puede decir más ni mejor. Este poemario, En la tierra de Nod, sigue la línea del anterior, Arcadia desolada, en mérito literario es, al igual que el otro, un auténtico ejercicio culto, un testimonio de experiencia vital verdadera, de lucha interior en ocasiones agónica, de conocimiento, y de éste se sirve Juan Pedro Juan Gomila Martorell,  para ofrecernos ,además de su experiencia intima, personal, una lección de poesía singular, individual, única, y se sirve, en esta ocasión, tanto de la cultura judeocristiana y como de la grecolatina y de referencias o asimilaciones literarias, que van desde la literatura medieval hasta lo contemporánea, a las que a algunas, el autor les da la vuelta invirtiendo lo dicho o atribuyéndoles otro sentido.

Aunque su poesía es especialmente suya, ya que nace  de su propia experiencia, Pedro Juan Gomila Martorel ha sabido, sabe, expresarse en ella, con la belleza de unos textos, de unas lecturas que no solo han influido en él sino que le han servido para asimilar, aprender  de ellas, de sus pies, de su verso, de su  emoción, de su cadencia…


Siguen siendo importantísimas las notas que el 
autor incluye al final del libro, al menos para mí lo 
fueron cuando leí Arcadia desolada  y lo son 
ahora con En la tierra de Nod, porque para los 
lectores que se adentren en la lectura de la poesía 
de Gomila Martorell, sin grandes conocimientos 
de la literatura, de la mitología grecolatina,  de la
cultura judeocristiana, estas notas  serán, lo he dicho ya,  como una guía de viaje por sus poemas, porque sin el testimonio que nos dejaron griegos y romanos Europa no sería lo que es. La cultura de occidente se sustenta en la historia de ambas y nace de ellas. 


La poesía de Pedro Gomila Martorell, me parece 
a mí que es, y por ello me gusta,  testimonio  de sí 
mismo, da cuenta de lo que le toca vivir en un 
tiempo concreto, que es su tiempo, y es, a la vez,  
búsqueda y conocimiento del ser, de la vida y del mundo, porque la Poesía, que es una y diversa, lo digo siempre, debe de ser una ventana receptiva, 
abierta, a todas las aguas, las de uno y las de otros 
ya que en sus aguas podemos encontrarnos en 
cualquier momento con un yo cercano al nuestro e 
incluso, como en el caso que nos ocupa, con 
nuestro propio yo. 

Ser el que es uno y al tiempo, por imposición, tener que ser otro,debe de crear un desgarro interior tan tremendo como difícil de llevar a cabo y esto lo dice muy bien el profesor Fernando Parra:


 "...el yo verdadero que se agazapa evitando las 

leyes biempensantes de la tribu y el Otro (ese que no era yo) impostura  lacerante que niega pero no destruye, que oculta pero no opaca la herida legítima del ser."o como me cuenta el autor: "en este espacio de lucha y misterio que es la tierra de Nod, se erizan las voces de los contendientes, en las que extraños monólogos sin obra aparente, resuenan en los labios de demonios, de dobles maliciosos, tentadores"  Y la lucha es un desgarro continuo cada día de la vida. 

Así es la poesía: vida. Vida que abarca todo: 
tiempo, amor y muerte y en ellas toda la 
naturaleza humana.  En la tierra de Nod  Caín era “el fugitivo”, el desterrado por su acción.


Pedro Gomila Martorell, 

se siente como Caín 
por defender su opción de ser 

él, por negarse a sí mismo 
para ser lo que los otros le 

imponen. Lucha frente a 
ese destierro impuesto 

porque no quiere ser 

“fugitivo” en esta sociedad, y 


la Ley española  le ampara. 


En la tierra de Nod es, en

definitiva, el poemario pleno 

de coherencia, de un poeta,

un hombre, que lo que nos cuenta forma parte de su 
experiencia vital y en ella su gran conocimiento de la literatura de ayer y de hoy y con ella se sirve para mostrarnos referencias de pensamiento y de religión desde su lucha entre el yo que es y el que los condicionantes han pretendido que sea.

Ahora sólo falta que, en lo social, se erradiquen 
prejuicios y homofobias y se eduque en algo tan 
esencial y de sentido común como es “vivir y dejar 
vivir” Parece sencillo y así debería ser pero 
lamentablemente todavía no es así.
                                                            
                                   Manuel L. Azorín







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