Manuel
Rico: Los días extraños
El pasado 28 de noviembre de 2015 presenté en el Centro Cultural Blas de Otero el último libro de poemas de Manuel Rico, Los días extraños (Valparaiso, Granada, 2015) Un libro donde el intimismo y el compromiso se funden para contarnos a través de la memoria una parte de la vida del autor.
Y según estoy haciendo esta reseña-crónica de Los días extraños me llega la noticia de que Manuel Rico ha obtenido , como narrador, el noveno Premio Logroño de novela con su libro Un extraño viajero. Este premio Logroño de Novela está convocado por el Ayuntamiento de Logroño, la Fundación Caja Rioja y la Editorial Anaya y será publicado en Algaida.
Manuel Rico define este Un extraño viaje como una historia de amor "extraña" que se inicia "a partir de la recepción en un hotel rural dede un viajero con el que la propietaria tiene una relación de amor fugaz y que desencadena en un proceso de investigación, indagación y conocimiento de una realidad de la España de los años 40 o 50 bastante desconocida". Una novela, dice Manuel Rico, que "abre ventanas a la memoria histórica".
El pasado 28 de noviembre de 2015 presenté en el Centro Cultural Blas de Otero el último libro de poemas de Manuel Rico, Los días extraños (Valparaiso, Granada, 2015) Un libro donde el intimismo y el compromiso se funden para contarnos a través de la memoria una parte de la vida del autor.
Y según estoy haciendo esta reseña-crónica de Los días extraños me llega la noticia de que Manuel Rico ha obtenido , como narrador, el noveno Premio Logroño de novela con su libro Un extraño viajero. Este premio Logroño de Novela está convocado por el Ayuntamiento de Logroño, la Fundación Caja Rioja y la Editorial Anaya y será publicado en Algaida.
Manuel Rico define este Un extraño viaje como una historia de amor "extraña" que se inicia "a partir de la recepción en un hotel rural dede un viajero con el que la propietaria tiene una relación de amor fugaz y que desencadena en un proceso de investigación, indagación y conocimiento de una realidad de la España de los años 40 o 50 bastante desconocida". Una novela, dice Manuel Rico, que "abre ventanas a la memoria histórica".
Presentación de Los días extraños:
Los días extraños es un viaje a la intimidad del poeta, un viaje de lo vivido y lo sentido por el autor de tal modo que lo íntimo se funde con lo colectivo. Un recorrido por el pasado y el presente.
La primera parte que da título al poemario es el recuento del tiempo de la infancia, juventud, madurez, el recuerdo más íntimo y en comunión con el aprendizaje que nunca acaba: En la tarde y sus grietas, con tu historia / de adversa devoción, de mundos compartidos, sientes / que es preciso volverse y respirar, / inventar la mirada que indaga tierra adentro, / restaurar el refugio y las estancias / donde viviste, quizá lloraste y tuviste descendencia / (…) parte de un tiempo en mutación, / parte de un tiempo.
Parte de un tiempo de
aprendizajes, de un tiempo que: Es la historia pequeña de los días extraños,
de esos días / en que fuimos felices sin saberlo del todo.
Un tiempo de bogas oscuras donde el poeta descubre, en la
mirada de otra mirada idéntica, acaso no cumplida, / cuarenta años atrás: la
del niño / que, huérfano de arroyo y de montaña, / creció en un barrio de la
ciudad inversa,
Un niño que aprendió por ríos y carreteras ese misterio
escrito en la piel de los montes (…) la huella de la niñez y de los
cuentos.
Un tiempo que rememora el
poeta mientras contempla a su hija, que entonces tenía siete años, y sus ojos acuden a todas las estaciones de nuestra
historia, todas las sombras / de los fracasos, todas las encogidas luces.
Es tiempo sucedido, lejano ya en el tiempo, producto del recuerdo alentado por
la meditación y por los años.
El poeta valiéndose de lo que
yo doy en llamar materia de los sueños, nos presenta viajes, gasolineras sin vida,
rememora la calle, las tardes de juventud, la casa paterna de
los fresnos: A esta casa llega a veces el viento (…): Es la casa que soñó mermeladas
y hortalizas / en veranos remotos, la casa / del níscalo y las lluvias tardías
de noviembre,
Esta que fue su casa donde al
igual que él, el hijo descubrió el aire y sus olores, y El telescopio… de un
vecino en el que al mirar por él: Viajó por
nebulosas, tocó cráteres / e
imaginó una noche diferente, / quizá sin cicatrices ni carencias.///
Era agosto. (…)…
Y la luna parecía la misma / que pisó
un tal Neil Armstrong una noche / en que mi padre me enseñó que era
frágil la vida, / que madurez y muerte a veces se contemplan, / se
saludan de paso, casi huyendo, / o se asoman, como en la noche
aquélla, / al círculo de luz de un telescopio.
Fue la casa de las alegría, de las celebraciones, la casa, su casa, parte de su vida y de la de los suyos y también de los otros, de los que disfrutaban de ella, de los que han hecho que unos recuerdos íntimos, se hayan convertidos en memoria colectiva.
No es Manuel Rico amigo de mostrar lo más intimo en la poesía, es…como si
sintiera pudor por ello, este poeta, de
compromiso, con bandera de conciencia de libertad siempre, le ha puesto
veladuras a la intimidad a su poesía. Tan sólo en su libro La densidad de los espejos
además de dar testimonio, a
través de los espejos se mostraba un tiempo gris, con un gobierno gris, donde
la única posibilidad de escapar estaba en el sueño y en la rebeldía silenciosa
y activa y en este contexto Manuel Rico se atrevió a mostrar sus emociones, a
quitar veladuras a algún que otro poema crítico pero más intimista.
Y es que él pertenece a una generación crítica que se
daba en hablar más de lo social y casi nada de lo confesional. En Los
días extraños, sin embargo, lo confesional prevalece; pero la experiencia
vital que dio lugar a lo testimonial, a lo social, no desaparece de su poesía
sino que se funde con el intimismo.
Volvamos a La casa de los fresnos. La casa de la
sierra, , la casa del poeta y de los otros que, ahora, en el recuerdo Es la
imagen / de la vida que ignoraba la muerte, (…) es la risa apenas agrietada, sin
heridas aún / y sin ausencias.
Con la ausencia de los seres
queridos, de los amigos, de los poetas: Vino después el frío. El hueco anunciador de
lo precario / cuando Diego, cuando Félix, cuando…
Frente a tanto dolor de
ausencias el poeta celebra la alegría de saberse acompañado por el amor. Años contigo titula el poema donde
recrea ese tiempo desde su inicio hasta el ahora: eras la que llegaba de la patria humillada, / de las adolescencias
rotas, la que traía / la luz firme y poderosa de la sabiduría: la que amaría
/sin contrapartidas al amado (…) Estás, no te has ido, eres pequeña / e
interminable.
La segunda parte que titula Noticia del otoño está compuesto por un
solo poema dividido en seis partes y en él el poeta rememora, leyendo a Auden,
tiempos actuales frente a pantallas heridas por
noticias de guerras, de contiendas sangrientas, lejanas, que le hacen
traer a la memoria nuestra pasada y cruenta guerra incivil, especialmente en el
fragmento V: … porque duele el recuerdo y hace mucho / que el olvido desteje la razón
aprendida, la ilustrada / devoción / del abuelo perdido en los cuarenta.
Estos recuerdos le regresan al
poeta como regresan cada otoño al valle. Sus fantasmas cobran forma en ellos, en
las sombras que viven todavía / en las paredes desconchadas, en cada huella / dejada en el ladrillo por
los fusilamientos.
La tercera parte titulada Retornos
recorre la geografía de la península a través de evocaciones vividas en diferentes
lugares: viajes en tren que son como ver pasar su vida y la vida. Y recorre,
igualmente, la geografía vital a través
de la memoria en los poemas Quince años
editando poesía y qué bien le entiendo y hago míos algunos versos como: Era
el descubrimiento, el viaje / de la imaginación a escondidos senderos.
Porque editar poesía de otros autores es
Dudar, soñar, beber las páginas ajenas. Y resulta emocionante cómo
la evocación, muestra la experiencia que se ha vivido y es entonces cuando lo personal, lo
intimo, se vuelve colectivo, en este y en muchos de los poemas, y la nostalgia
se convierte en alegría porque los recuerdos son vestigios que guardamos para
que el tiempo sucedido no llegue con la derrota sino con la caricia sobre
nosotros al saber que “todo pasa y todo queda/ pero lo nuestro es pasar” que
nos dijo el maestro Machado.
Y me he detenido con varias
lecturas en el poema Letraheridos,
por ser un vaso repleto de nostalgia, una juventud que fue deslumbramiento y fuego vivo de sueños y esperanzas en los
años 80 y que, con el paso del tiempo, el poeta, sosegada la casa que le
habita, atemperado ya, mira, reflexiona y nos dice: Hemos sido inquilinos / de noches
desatentas y frías madrugadas / constatando la crecida y la bruma que la edad
nos concede. Ellos, los aficionados a las letras, los letraheridos, ya
no son lo que fueron, lo que soñaron
ser, la edad le ha advertido que son otros tras ir pasando por el tiempo de la
llama y andar en el rescoldo ahora de aquel fuego de sueños que ardía en plena juventud.
La vida se atempera y el tiempo ofrece la serenidad en la nostalgia viva del
recuerdo.
Una cuarta y última parte que
titula De la vida y su espuma, compuesta por cinco sonetos en los que el
poeta con formal precisión en los endecasílabos
nos resume Los día extraños, especialmente
en este último de los cinco sonetos, perfectos
en su ejecución, donde nos dice: Vengo de los inviernos y la duda. / De una
casa de frío y tos ferina / del campo amanecido y de la encina /angustiada de
escarcha y luz desnuda.///Vengo del padre joven, de la ayuda / de la memoria
ciega y la rutina, / de ocultar el dolor que se empecina / todavía en vivir, y
que demuda /// la ensombrecida tez de los vencidos. / Soy de la juventud
desperdigada / entre bares y sueños insolventes. / Vengo de los planetas
escindidos / entre días de plomo y luz alzada / con briznas de memoria y con
presente.
Así pone fin a este libro que nos ha llegado a través de la
materia de los sueños, en la memoria de este poeta que ha querido abrir su más
íntimo sentir y su conciencia a los
lectores para ofrecernos, lo que dije al principio, su poesía más suya, hecha
también viento colectivo, su poesía que es nuestra, y que es experiencia vital
que le sirve, y nos sirve, de bálsamo y bandera del ayer y del ahora.
Manuel López Azorín
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